Guerra de mafiosas
img img Guerra de mafiosas img Capítulo 5 V
5
Capítulo 9 IX img
Capítulo 10 X img
Capítulo 11 XI img
Capítulo 12 XII img
Capítulo 13 XIII img
Capítulo 14 XIV img
Capítulo 15 XV img
Capítulo 16 XVI img
Capítulo 17 XVII img
Capítulo 18 XVIII img
Capítulo 19 XIX img
Capítulo 20 XX img
Capítulo 21 XXI img
Capítulo 22 XXII img
Capítulo 23 XXIII img
Capítulo 24 XXIV img
Capítulo 25 XXV img
Capítulo 26 XXVI img
Capítulo 27 XXVII img
Capítulo 28 XXVIII img
Capítulo 29 XXIX img
img
  /  1
img

Capítulo 5 V

Me enteré que Karina estaba de amoríos con un hampón de poca monta, llamado David. La verdad no sé qué le veía esa mujer a ese sujeto porque era enjuto, desgarbado, tenía la nariz grande y era delgado en extremo, sin ningún músculo apetitoso. A mí me gustan los hombres fornidos, musculosos, grandes, de enormes pechos y brazos fuertes y poderosos y David era todo lo contrario aunque decían que era miserable y ruin, despiadado con sus víctimas. Imagino que a Karina le gustaba eso de David, que fuera bastante cruel y tiránico.

A ella le encantaban los chicos malos, desde la universidad que se rodeaba siempre de malandrines, de tipos que no valían la pena. En cambio a mí siempre me deleitaron y me prendaban los tipos ganadores, distendidos, emprendedores y nobles.

Con Karina estudiamos juntas medicina pero ninguna culminó la carrera porque, ambas, tuvimos que asumir los imperios económicos de nuestros padres. Yo, en realidad, admiraba a Karina, porque ella era hermosa, alta, sobria, divina y mágica, bien cincelada en sus curvas y redondeces, con sus cabellos tan largos y el brillo de sus ojos que encandilaba a los hombres. No era buena estudiante, sacaba malas notas, tenía problemas y encontrones con los profesores y por eso finalmente ella decidió dedicarse a los negocios de su familia.

Como les digo, ella prefería a los chicos malos que a los muchachos estudiosos y eso también confabuló en su rendimiento en las aulas de la facultad de medicina.

Algo parecido me ocurrió. Yo me dejé envolver por el glamour y el jet set y descuidé mis estudios. Era modelo de pasarela, hacía videos clips con cantantes de moda y aparecía en revistas impresas y también en el internet, por lo que no era buena alumna y finalmente tuve que asumir las empresas de mi padre y tomar el mando de sus negocios.

Nelson me contó de los amoríos de Karina con David. -¿Qué le ha visto ella a ese pobre tipo?-, me quedé mirando un selfie de ellos juntos, abrazados, muy acaramelados, en el zoológico de la ciudad, que me había conseguido mi agente de seguridad, gracias a sus contactos en la trinchera enemiga.

-David debe ser un tigre en la cama-, especuló Nelson. Podría ser. Karina siempre fue insaciable, le gustaba delirar en los brazos de los hombres, le encantaba viajar a las estrellas eclipsada por los besos y las caricias de ellos y aullaba como una loba cuando algún tipo bien dotado la hacía suya. En la universidad todo se sabía y ella estaba siempre en la cresta de las olas, en medio de los comentarios y chismes, más cuando se trataban de correrías románticas.

Yo aún estaba furiosa después que los hombres de Karina intentaron hundir mi yate, una de mis más preciadas y consentidas joyas pues a mí me encanta el mar, la brisa marina y disfrutar del canto de gaviotas, tostándome al Sol en una diminuta tanga extraviada en mi exuberante anatomía. Y mirando el selfie de ella con su novio, tuve una idea que me hizo reír mucho. Nelson se sorprendió de mis carcajadas. -¿Qué ocurre, señorita Garret?-, abanicó sus ojos.

-Ya sé cómo vengarme de Belmond-, no dejaba yo de reírme.

            
            

COPYRIGHT(©) 2022