Madison Capetillo fue obligada a contraer matrimonio con un hombre al cual no conocía, él es un engreído que se considera el más importante en el mundo por ser el heredero de la familia Ferreira.
Arnaldo está tan molesto porque su abuelo, a sabiendas de que él tiene novia, lo obligó a casarse con Madison, una chica tímida y fea para su gusto.
Es el día de la boda, los invitados están en un enorme salón esperando a los novios, muchos están allí más que nada por conocer a la chica que le ha robado el corazón al joven de la familia Ferreira, uno de los solteros más codiciados en el país y por ende un mujeriego de primera categoría por su atractivo físico y más que nada por los millones que se sabe que está a punto de heredar.
Madison y Arnaldo aún no se conocen, nunca se han visto a la cara y ni siquiera en fotografías, lo único que se sabe es que uno es agua y el otro aceite, por lo tanto, no pueden estar tranquilos, o será muy fácil intentarlo, pero difícil lograrlo. La madre de Arnaldo no está de acuerdo con que el señor Ferreira le haya buscado una esposa a su hijo, ella ama a Zayda, la chica que era la novia hasta que el abuelo decidió lo contrario.
Ahora lleva del brazo a su hijo hasta el altar, por su parte no lo habría hecho, pero él le pidió que lo acompañara en el día más miserable de su vida, así no se sentiría solo y humillado delante de todos los invitados que ahora están a la expectativa de cada paso que él da por la alfombra con pétalos de rosas rojas regados por todo su camino.
-Espero que un milagro de Dios suceda y haga que esta mujer no se presente ahora. -Le secreteó Arnaldo a su madre.
-Ya sabes, nada de hijos con esta mujer, quiero un nieto, pero con Zayda. -Le recordó con pesadez la arrogante señora.
-Sabes que eso no es posible ahora, mamá, de igual forma me quitará todo el abuelo si le fallo en matrimonio a su elegida. -Dice el chico, refiriéndose al nieto que su madre le exige con la mujer que desde hoy se convierte en amante, ya que ha sido reemplazada por una esposa.
―Yo me encargaré de todo, tú no te preocupes por nada, hijo de mi corazón. -Le promete la señora, poco antes de dejarlo en el altar a la espera de la futura esposa.
Finalmente, se anuncia que la novia ha llegado, Madison viene apoyada del brazo de su abuelo, quien camina a paso lento debido a su avanzada enfermedad, con un nudo en la garganta y dolor en su corazón, le entregará su hija a una familia con status social increíble, pero todo lo hace por el bien de ella, ya que él pronto partirá de este mundo y no la quiere dejar desamparada aunque ya sea mayor de edad, para él siempre es su niña consentida.
-¡Oh, vaya! Quien diría que la muy desgraciada sería tan hermosa, y a la vez tan odiosa. -Se dijo Arnaldo en su mente cuando la joven Madison se acerca a paso lento hasta donde él se encuentra.
Para que los presentes no hablaran en mal de la prestigiosa familia Ferreira o se dieran cuenta de que este es un matrimonio forzado, los ahora esposos se han portado tan bien que pareciera que se aman tanto que no dejan de secretearse y sonreír con malicia.
Pero lo que el público no sabe es que cada palabra que sale de la boca de Arnaldo es un insulto para su esposa y tienen que sonreír para fingir.
Ya cuando la ceremonia acabó, muchos se acercaron a felicitar a la joven y feliz pareja, luego fueron a comer a las mesas que estaban listas para ser servidas por cada quien.
Arnaldo aprovechó esa distracción para decirle a su abuelo que se irá ya con la muchacha porque ya no soporta estar a su lado y que todos les digan que hacen una bonita pareja, cosa que a él le causa repulsión.
Su abuelo lo comprende y le dice que se vaya ahora mismo, pero que también se lleve a su esposa, de lo contrario, los invitados, además de comida, tendrán en sus manos el chisme del mes.
Arnaldo se acercó a la chica vestida de blanco y le dijo que se despida de su abuelo porque se irán del lugar.
Ellos salieron tomados de la mano ante la mirada atenta de muchos que han quedado extasiados con la belleza pura y excepcional de la esposa.
-Esa chica se ha ganado la lotería con tan guapo hombre. -Comentan las señoras.
-¡Hijo! -Gritó el abuelo, caminando a paso agigantado para poder alcanzar al matrimonio que camina como si llevaran un chingo de brazas en el trasero.
―¿Ahora que sucede, abuelo? ―Preguntó Arnaldo, deteniendo su paso y volteando hacia el anciano que se acerca con una sonrisa de oreja a oreja.
-Se me había pasado por alto decirte que tu maleta y la de tu esposa están en el auto de tu chofer, espero que disfruten de este viaje que les he obsequiado con mucho amor para que su luna de miel sea inolvidable. -Comentó el anciano, entregándole dos boletos de avión, algo que no le ha gustado para nada a su nieto.
―Oh, vaya, gracias señor Ferreira, por preocuparte de nosotros y hacer que tengamos una espléndida primera noche de casados. -Se burló Arnaldo, ya que le parece un regalo absurdo e innecesario por parte de su abuelo.
Madison le consultó a su esposo que a qué lugar irían por su luna de miel, ella desea que le diga que no saldrán y que se esconderán en su casa para que todos piensen que se han marchado.
Sin embargo, él le respondió entre dientes que no es de su incumbencia, pero que su deseo más grande es llevarla a la playa y lanzarla desde un yate hasta lo más profundo del mar en donde las bestias marinas fueran su dueña y así liberarse de ella y por ende, anular su matrimonio para regresar y ser feliz con el amor de su vida.
Madison se ha quedado en silencio después de que su esposo le diera semejante sermón y así duró en todo el viaje.
A pesar de que es la primera vez que ve a su esposo, ya se ha dado cuenta de que lo que tiene de guapo lo tiene de arrogante, y eso la hace temblar de miedo. Pronto llegaron al aeropuerto, van con rumbo a Tambaly, el abuelo los envía a ese destino. Sin embargo, Arnaldo no quiere hacer ese viaje, no soporta siquiera estar cerca de ella.
Pero por complacer al abuelo lo hará efectivo, tomaron el vuelo comercial, sí, no viajaron en su helicóptero privado porque así lo decidió el abuelo.