Me preguntaba por qué dijeron eso, sinceramente ese detalle me impulsó a querer visitarlo, mi gran curiosidad por ver con mis propios ojos que es lo que pasaba en ese lugar durante las noches fue demasiado, así que allá iba, en un taxi que me llevaría a esa mini cuidad mágica tan enigmática.
Me permito deleitarme con el hermoso paisaje, los árboles están con sus hojas verdes radiantes mientras bailan al compás del viento, estábamos en pleno verano así que este lugar alejado de la ciudad era todo un paraíso, todo parecía indicar ser un lugar tranquilo así que probablemente me quedaría más tiempo del planeado.
Era una joven nómada, no tenía hogar ni familia o algo así, mis padres murieron cuando estaba muy pequeña asi que apenas y los recuerdo, mi tía me adoptó, se hicieron cargo de mí ella y su esposo, aunque estoy eternamente agradecida que no me dejaron en un hogar temporal, para mí siempre fue muy obvio y notorio el trato diferente y en ocasiones excluyente que me daban.
Al cumplir los 16 empecé a trabajar en una tienda alejada de casa, a ellos no les importaba mucho donde estaba o lo que hacía, no me prestaban atención, no eran muchas horas, pero iba todas las tardes al salir de la escuela.
A los 18 años justo después de terminar la preparatoria ya tenía bastante dinero guardado, era muy buena para ahorrar, lo primero que hice fue abrir una cuenta en el banco, depositar gran parte del dinero e irme de casa de mis tíos, siempre tuve tantas ganas de conocer el mundo, recorrer muchos lugares hasta encontrar un sitio en donde deseara quedarme y establecerme, por el momento no a pasado y después de lo que viví no creía que fuera suceder jamás, eso se quedó siendo lo que era, un simple sueño.
Llegamos al pueblo, estaba como una niña pequeña con ambas manos en el cristal del taxi observando el exterior, era un lugar encantador, varias tiendas, restaurantes... en verdad hermoso.
Al estacionarse el auto en el hotel que iba a ser mi hogar en las próximas semanas salí de un brinco, el hombre abrió la cajuela para que tomara mi maleta de rueditas y mochila, eran todo lo que poseía, mi vida estaba dentro de esas dos bolsas, no tenía tantas cosas, solo lo necesario.
- Muchas gracias.– Agradecí al hombre mientras le pagaba.
- Bienvenida al pueblo,
Ten cuidado, niña... disfruta de la ciudad durante el día, pero no salgas de noche bajo ninguna circunstancia...
– Claro.
Le sonreí amablemente, en el fondo estaba deseando que llegara la noche para ver que era lo que pasaba, por qué razón era tan peligroso salir de noche, no me asustaba ni me parecía aterrador, al contrario, creía que era interesante.
Tomé mi mochila colgándola sobre mi hombro y jale mi maleta con llantas para entrar al lugar, me tomó solo unos minutos registrarme en recepción para después ir a mi habitación, que se encontraba en el tercer piso.
Estaba encantada con mi habitación, no era muy grande ni lujosa, pero agradecía rotundamente tener un techo sobre mi cabeza, una cama individual al final, frente a ella una TV en una vieja cómoda, al lado de ella una puerta que es un pequeño baño con ducha por separado, del lado izquierdo justo al lado de la puerta se encontraba una cocina improvisada con una barra pequeña que dividía el espacio de la cocina y la cama, me encantó.
Dejé mis cosas al lado de la cama y desempaque todo para guardarlo en la cómoda que se encontraba bajo la televisión, cuando terminé me fui a dar una ducha, para mi mala suerte el lugar no contaba con agua caliente, era raro el hotel que sí, era una suerte que estábamos en pleno verano y la temperatura fuera tan agradable para que un baño con agua fría no fuera una tortura.
Al terminar me puse mi pantalón de pijama, estaba tan hambrienta, por suerte tenía provisiones en mi mochila por ese día... un par de sopas instantáneas y jugo de durazno, mi favorito.
No me tomó mucho tiempo prepararme la cena, con mi plato me fui a la cama y encendí la televisión para ver una película, estaba una de fantasía, hombres lobo y vampiros.
Cuando terminó la película me permití fantasear con la idea de que los hombres lobos existieran... sería muy loco, pero sin duda algo impresionante y no me parecía del todo irreal; por un pequeño orificio que tenía la cortina podía ver parte de la luna, pensando en la posibilidad de que existan cosas maravillosas, más seres de los que quizás ignoramos su existencia así como algunos que sabía que existían... tomé entre mis dedos la cruz del collar que colgaba de mi cuello.
Apagué la televisión, fui a la cocina para lavar mi tazón y quedar completamente a oscuras... me senté en el viejo colchón cuya base de madera crujió ante mi peso; estaba a punto de dejar caer mi cabeza sobre la almohada cuando un ligero ruido del exterior llamó mi atención.
Sin pensarlo hice a un lado la cortina, unas risas masculinas venían del exterior, me di cuenta de que ya muy al frente iba un grupo de 4 chicos caminando con total tranquilidad.
Levanté una ceja al recordar todas esas personas que me dijeron que no saliera de noche, quizás eran solo supersticiones, alguien tuvo la mala suerte que le sucediera algo y eso explicaría el miedo de los demás, era lo único que se me ocurría.
Miré alrededor, los edificios y casas cercanos estaban con cortinas y ventanas cerradas, lo cual me pareció extraño, ya que el clima era perfecto para dejar que la brisa nocturna se colara por la ventana para refrescar la habitación, lo que también llamó mi atención fue darme cuenta de que todo parecía estar en oscuridad, daba la impresión ser más tarde de lo que era, además de que se empezó a formar una espesa neblina, suponía que de ahí venía el nombre del pueblo.
Después de pasear la mirada por los alrededores me disponía a meter mi cabeza curiosa que saqué por la ventana cuando casi se me sale el corazón del susto; un hombre parado al frente de mi edificio en el centro de la calle, me observaba fijamente mientras tenía sus manos dentro de sus pantalones.
Su mirada era pesada y juraría que por alguna razón sus ojos parecían resplandecer ligeramente con la luz de la luna, era sin duda el hombre más grande que había visto, alto con una considerable musculatura que lo hacía ver tan intimidante.
Pero sin importar su tamaño, complexión o lo que sea, era un hombre que me estaba estudiando sin disimulo alguno, era suficiente razón para temerle; como si hubiera visto a un fantasma metí la cabeza con rapidez y me escondí bajo las finas y viejas sábanas intentando dormirme lo más rápido posible.
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Eran las 3 a.m. cuando un frío inexplicable me empezó a invadir de repente, cuando abrí ligeramente los ojos miré un par de puntos rojos y una sombra extraña, la sombra desapareció en un parpadeo...
Sentí una ráfaga de viendo glasear golpeando con mi piel, me senté y noté como la cortina se movía por el viento nocturno que se colaba por la ventana, extrañamente está demasiado frío considerando la temporada en la que estamos, pero no le di gran importancia, solamente cerré la ventana y me arrope para seguir durmiendo.