Las charlas con mi amiga eran lo mejor, hemos estudiado juntas desde que estamos pequeñas y nunca nos hemos separado.
- Mira, mira ahí vienen - susurro mi amiga.
Eran unos tipos morenos y otros guapos, pero había uno que me llamaba la atención, no era su forma de vestir y tampoco su belleza, era que su alma conectaba con la mía.
- ¿Cómo se llama ese chico? - dijo Rita, la tipa que tanto me odia.
- Estas apresurada a olvidar a Oliver he.
- Es que mira que guapo esta.
El tipo era ojos verdes, piel blanca, cabello castaño y su altura era muy alta, sus ojos chocaron con los míos y rápidamente me flecha, hash, pinché corazón se ilusiona con poco.
- Las clases han comenzado.
- Por fin las veo - dijo Arthur.
Era nuestro mejor amigo un tipo alto de ojos azules, que tenía una estatura muy alta.
- Hoy iremos a desayunar a la cafetería que apertura ron en la esquina del colegio.
- ¿Enserió hay nueva cafetería? - pregunté.
- Pues claro, el dueño es guapo.
- Diablos no sabía que había gente guapa en este lugar - se ríe.
Todos los alumnos parecían locos y los de último año tenían que hacer muchas cosas, andaban de arriba abajo, cargando libros y papeles.
- Alan.
Se escucho la voz de la directora, llamando al chico de último año.
- Dígame licenciado - dijo el chico.
- Necesito que lleves estos documentos a las aulas de último año.
- Con mucho gusto.
Alan era el nombre del chico que logró quitarme unas cuantas inseguridades.
- Buenos días, me ha mandado la licenciada Soraya.
- Pasa.
Todas las chicas murmuraban en sus adentros, pues el tipo era guapo.
- Chicos, hoy saldremos temprano.
Luego de salir del instituto nos dirigimos a la cafetería nueva, y el lugar era muy elegante, parecía de gente adinerada, el dueño era el papá del mejor amigo de Arthur.
- ¿Dónde vive su hijo? - preguntó Mayra.
- Oye...
- Pues vive en Londres, estudia comunicación audiovisual.
- ¿Y es guapo?
- Tranquila, hace mucho que no hablamos.
- ¿Hace cuánto?
- Un día - se ríe.
- Oigan, pero, el café sin azúcar es muy rico - dije ignorando lo que estaban hablando.
- ¿Qué?
- Que asco.
- Oye, respeta mis gustos.
- Por eso te amo porque eres especial - dijo Arthur.
De la nada se acerca un hombre de 45 años, vestido con una camiseta, un pantalón de lona, zapatillas cafés, sus ojos negros se abrieron muy grandes cuando vio a Arthur.
- Hace mucho que no te veía - dijo el hombre.
- Mi padre me ha prohibido verle - dijo Arthur.
- Bromeas.
- Mi padre se ha ido de viaje y me quedé solo en la casa.
- Y ¿Quién de ellas es tu novia?
Las dos nos atragantamos y el hombre se hecho a reír, el señor era muy amigable y respetuoso.
- Tengo que irme - dije.
- Claro, te llevo si gustas - dijo el hombre.
- No tiene por qué.
- Tienes razón.
- Bien entonces hablamos luego Arthur, hasta luego chicas.
Me fui del lugar luego que el hombre se marchará, llegué a casa y que aburrido se siente llegar y ver la soledad que abrazando cada rincón de la casa.
- Madre, ya he llegado.
- Me alegro cielo, ya casi me iré.
- ¿Vas al hospital otra vez? - pregunté.
- Hoy toca guardia, como todos los días.
- A veces me pregunto, de donde sacas tanta fuerza.
- El hambre es una buena inspiración.
Entre risas, ella se despidió, la casa era de dos pisos y justo la puerta estaba en-frente de las escaleras.
Me he quedado sola en esta casa tan grande, el espíritu de mi padre aun deambula por cada rincón, y cada día siento que lo extraño más, es exactamente un sentimiento de culpa y dolor por tenerlo aquí.
- Jazmín ¿Has llegado? - dijo mi hermano.
- Me molesta que me preguntes, cuando sabes que ni me quedo a las fiestas como tú.
- Si, si lo siento hermanita – dijo con burlas.
Mi hermano era todo un caballero, sus ojos negros y su piel blanca combinan bien con su altura.
- ¿Cuándo creciste tanto Gas?
- Hermano, ¿por qué siempre me dices enana?
- Me voy – dice con risas.
Me he quedado sola otra vez en casa, y estaba en modo FBI, quería saber quién era ese chico que llamó mi atención, era como mi alma gemela, pero también me preguntaba si alguna vez el sabría de mi existencia, pues no soy la típica chica que le gusta a todos los chicos.
- ¿Se ha ido Mario? - dice Mayra con ojos de enamorado.
- ¿De qué me perdí?
- Tu hermano es el típico macho me que gusta.
- ¿Mario? ¿Enserió?
- Olvídalo, no quiero que me mates.
- Bueno, es que mi hermano es un puto y no quiero verte llorar
Las horas pasaban como bala siempre que estaba con ella, pero ya eran las tres de la tarde y Mayra tenía que irse.
- Me marcho, mañana acuérdate de llegar temprano.
- Pero, la que vive cerca eres tú.
- Estaba molestando mi linda, me marcho.
Ya eran las cuatro y yo seguía pensado en esa mirada, Alan era como cuando tienes un dolor y llega alguien a darte un poco de aliento, sentí cosas que no sentía cuando murió mi padre, me derrumbe tanto que hasta el día de hoy sigo queriendo que sea solo un sueño.
Conocerlo fue lo mejor que me pasó, porque hace mucho que quería sentir lo que se siente volver a querer a alguien, aunque esto suene raro, porque él no me conoce y yo tampoco a él, es como si el destino lo puso en mi camino.
Los días que he pasado sin ti han sido como estar muerta, te siento conmigo, pe-ro no te veo, y me lastima más sentirte que no verte, porque no te puedo tocar, no puedo abrazarte y decirte, cuanto te extrañó papá