"Noticia de último minuto, hubo una colisión en la autopista 257. El conductor ebrio de un camión chocó contra un taxi que iba delante, provocando que volcara. Aún no se conoce la gravedad de los lesionados, pero testigos dicen que en el interior se encontraba una mujer embarazada a punto de dar a luz...".
Los sonidos de las ambulancias, los gritos y el tráfico eran ensordecedores.
El ruido golpeó los débiles oídos de Kimberly Holden y el aire tenía un hedor a sangre.
Apenas consciente, ella alcanzó su celular y marcó un número.
Justo cuando la llamada estaba a punto de cortarse, una voz femenina contestó: "Declan está en la ducha y no puede responder. ¿Qué ocurre? ¿Es urgente?".
En ese momento, el corazón de Kimberly se hizo pedazos.
¡Era Valerie Walsh!
La querida hermana adoptiva con la que Declan Walsh había crecido, la que lo hizo descuidarla y bloquear su número incluso en su fecha prevista del parto.
Mientras apretaba los ojos, Kimberly sintió una cálida corriente escurriendo por sus piernas, señal de que la vida que llevaba en su interior se estaba desvaneciendo.
A pesar de su agonía, suplicó: "Por favor, ayúdame... Carretera 257... Salva a mi hijo... Te lo suplico...".
El dolor que sentía era tan grande que le costaba trabajo hablar.
El repentino accidente había derribado las barreras de ambos lados, bloqueando completamente la carretera. Por tal motivo, ningún auto podía avanzar ni retroceder y los vehículos de rescate habían quedado atrapados afuera.
El proceso de despliegue de un helicóptero era demasiado complicado. Sin embargo, Kimberly sabía que los Walsh tenían un helicóptero privado, y si Declan pudiera enviarlo lo más pronto posible, su bebé tendría la posibilidad de sobrevivir.
"Lo siento, pero Declan está ocupado con los preparativos de mi cumpleaños y no puede atenderte", dijo Valerie, con un tono ingenuo pero duro a la vez.
Entonces, la línea se cortó.
A pesar de que estaba tirada en el suelo, el olor a gasolina instó a Kimberly a escapar antes de que surgiera una explosión.
No obstante, la aceptación de su cruel destino la golpeó de repente.
En sus últimos momentos, pensó en sus veinticinco años de vida, los cuales había desperdiciado amando a un hombre que no correspondía a sus sentimientos.
De heredera malcriada de la familia Holden, se había convertido en el hazmerreír de todos.
Había apostado todas las propiedades de su familia, pero no logró obtener ni una pizca del amor genuino de Declan.
En consecuencia, estaba sumamente agotada y había perdido la voluntad de amarlo de nuevo. Esta vida le había enseñado acerca de los malos juicios y se prometió a sí misma no cometer los mismos errores si llegaba a tener la oportunidad de vivir de nuevo.
"Señora Walsh, ¿de verdad va a usar este vestido de alta costura en la subasta benéfica de esta noche? Es que el señor Walsh...", Maggie, el ama de llaves, hizo una breve pausa para pensar sus siguientes palabras y continuó, "Creo que esta prenda parece demasiado informal. ¿Por qué no mejor elige otra cosa?".
Habiendo dicho eso, observó ansiosamente la reacción de la mujer en el espejo.
Después de haber trabajado para la familia Walsh durante muchos años, la mujer sabía del profundo amor de Kimberly por Declan. De hecho, en un intento de que él la quisiera, ella incluso había adaptado su estilo de vida a sus preferencias.
Entretanto, Kimberly miró aquel reflejo familiar con el corazón acelerado.
¿No se suponía que estaba muerta? ¿No había sido la subasta benéfica tres años atrás? ¿Podría ser que...? ¿Ella había renacido?
"¿Señora Walsh?", la insistente voz de Maggie devolvió a la joven a la realidad, "Su esposo vendrá a recogerla en una hora. ¡Debe apresurarse! ¿Qué le parece este vestido blanco? Es más elegante...".
Un brillo apareció en los ojos de la joven y una sonrisa sutil apareció en sus labios.
El clan Howard, el más misterioso y antiguo de Javille, había organizado esa subasta. A primera vista, parecía un evento de alta sociedad, pero en realidad, era una forma de que las familias se exhibieran ante los Howard.
Estos valoraban mucho la unidad familiar, y por eso, Declan necesitaba llevarla.
Anteriormente, ella había estado celosa de Valerie por acaparar toda su atención, y para conquistarlo, la había imitado en todos los aspectos.
Por desgracia, sus esfuerzos por complacerlo sólo hicieron que él la despreciara más.
En esa subasta benéfica, el hombre había tomado su collar de esmeraldas sin su permiso para impresionar a Valerie, lo que le permitió a ésta última hacer alarde de él en el evento. Y cuando Kimberly quiso recuperar su joya, Declan la acusó de estar celosa, convirtiéndola en la burla de los asistentes.
Pero ya que el destino le había dado otra oportunidad de vivir, ella se comprometió a recuperar todo lo que le pertenecía.
Reflexionando sobre sus experiencias pasadas, Kimberly afirmó con calma: "Tienes razón. Mejor usaré el vestido beige que hicieron especialmente para mí. ¡Será el complemento perfecto para mi collar de esmeraldas!".
Después de años de imitar a Valerie, estuvo a punto de perder su verdadera identidad como dama de la familia Holden, criada con una disciplina rígida.
¡Qué tonta había sido al competir con la hija adoptada de una familia que lo único que tenía era dinero!
Preocupada, Maggie respondió: "Pero al señor Walsh no le gusta la ropa tan formal, y sobre el collar de esmeraldas que le regaló su abuela, usted ni siquiera lo usó en su boda. ¿No es demasiado ostentoso para una subasta?".
"Yo iré a buscar mi gargantilla, tú ocúpate del vestido", Kimberly ordenó mientras se levantaba, ignorando a la ansiosa ama de llaves, "También saca todos los vestidos del armario. Voy a reemplazarlos por unos nuevos".
Incapaz de pronunciar palabra, Maggie miró con asombro cómo su patrona se dirigía hacia la habitación interior, y poco después, se dispuso a cumplir sus órdenes.
En lugar de esperar a que Declan la recogiera, Kimberly tomó un Lamborghini de la cochera y condujo directamente al evento.
La subasta se llevó a cabo en una finca privada contigua a un lago.
Bajo la puesta del sol, la joven lucía deslumbrante con su vestido beige hecho a la medida. El corte entallado resaltaba su curvilínea figura, mientras que su peinado elegante y moderno combinado con un maquillaje refinado realzaba su encanto.
Luego de entregarle la llave de su automóvil al personal de la entrada, su celular comenzó a sonar con una incesante llamada de Declan.
Kimberly se burló, y al contestar, una voz enojada se escuchó del otro lado de la línea: "¿Quién te dio permiso de tomar el collar de esmeraldas?".