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El amor puede construir un puente

El amor puede construir un puente

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Acerca de

Vanessa se sentía la mujer más afortunada del mundo cuando finalmente se casó con el hombre del que había estado enamorada en secreto durante siete años. Si tan solo hubiera sabido que se estaba preparando para una vida de críticas y sufrimiento... La élite le lanzaba críticas cada vez que tenía oportunidad. Se decía que una pueblerina como ella no merecía estar con un hombre tan distinguido. A pesar de todo, Vanessa cerraba los oídos y mantenía la vista en Killian. Lo único que importaba era que finalmente él era suyo, aunque no la amara de vuelta. Ella era una firme creyente de que el amor puede crecer con el tiempo. Pensaba que si trataba bien a Killian, algún día él se enamoraría de ella. Pero recibió la mayor sorpresa cuando Killian continuó ignorándola. Era como si ella fuera una cualquiera, menos que su esposa. No fue hasta un día que Vanessa se dio cuenta de que estaba desperdiciando su valioso tiempo. Incluso antes de casarse con Killian, ella lo tenía todo. El dinero no era un problema para ella. Tenía un rostro bonito, un cuerpazo y el encanto por el que los chicos morían. ¿Por qué entonces debería seguir desperdiciando sus años de juventud en un hombre sin corazón? Vanessa solicitó el divorcio y decidió que cada uno siguiera su camino. Killian consideraba que era un desarrollo bueno hasta que la vio en las noticias después del divorcio. Su dócil exesposa era una persona completamente nueva. Un momento estaba cenando con un magnate tecnológico. Y al siguiente, se rumoraba que estaba saliendo con una estrella en ascenso. Los celos consumieron a Killian al instante. Lanzó su teléfono contra la pared y gritó: "¡Rayos! ¡Esa es mi mujer!" Cuando se encontraron de nuevo, Killian intentó acercarse a ella. Pero Vanessa solo sonrió educadamente y dijo: "Señor, no creo que nos hayamos conocido. ¿Puedo saber quién es usted?". ¡Killian no podía creer lo que estaba oyendo!

Capítulo 1 : La última palabra

"Vanessa, ¿qué estás tramando? ¿Acaso pretendes escaparte?".

Justo cuando Vanessa James bajaba las escaleras con su maleta, escuchó la voz de su cuñada, Ella Bates.

Vanessa ni siquiera se dignó a responderle; se limitó a lanzarle una mirada fría y siguió bajando. Al llegar a la planta baja, se topó con su suegra, Julia Bates, la mujer que siempre la había menospreciado.

"¿A dónde crees que vas con esa maleta a estas horas?", cuestionó Julia, con desprecio en la mirada.

Después de tres años de matrimonio con la familia Bates, Vanessa sabía que Julia no tardaría en intentar complicarle las cosas.

Antes, se habría disculpado y habría intentado apaciguarla con cautela. Sin embargo, ahora todo era diferente. Ya no deseaba permanecer al lado de su esposo, Killian Bates. Por lo tanto, no tenía por qué seguir tolerando a esa mujer de carácter insufrible.

"A cualquier lugar. Y no se preocupe, señora Bates, no volveré a poner un pie en esta casa". Su voz sonaba fría, desprovista de la sumisión de antes.

Al notar el cambio repentino en su actitud, el rostro de Julia se endureció. "Vanessa, ¿es esa la forma de tratar a sus mayores?".

Vanessa enarcó una ceja. "Solo la trato del mismo modo en que usted me ha tratado a mí".

Aquello enfureció a Julia. "¿Y todavía te atreves a considerarme tu suegra?".

Con una leve sonrisa, Vanessa respondió: "Lo lamento, pero pronto dejará de ser mi suegra".

Justo cuando terminaba de hablar, la bocina de un auto resonó afuera de la mansión.

"Ya me voy", dijo. "Puede hacer lo que quiera con las cosas que dejé en mi habitación. Ya no me importan, y lo único que le pido es que no vuelva a contactarme". Mientras arrastraba la maleta sin prisa, añadió: "Los Bates son tan detestables".

Julia todavía estaba asimilando la idea de que pronto dejaría de ser su suegra cuando la oyó llamar detestables a los Bates. La ira la consumió. "Vanessa, ¿has perdido la cabeza? Voy a decirle a Killian que tú...".

"Mamá, ¿viste a Vanessa? Acaba de irse con una maleta. ¿Crees que lo hizo a propósito, esperando que le rogáramos que se quedara?". Ella bajó las escaleras y, al encontrar a Julia inmóvil junto a la puerta principal, se le acercó. Tirando con suavidad de la manga de su madre, preguntó: "¿Qué sucede, mamá?".

El rostro de Julia reflejaba una expresión indescifrable. Antes, Vanessa siempre cedía en cuanto ella mencionaba a Killian. Pero hoy se había marchado con una determinación férrea, sin mirar atrás.

Afuera, el auto deportivo se alejó a toda velocidad. Julia salió apresuradamente, pero solo alcanzó a ver las luces traseras del vehículo perdiéndose en la distancia.

"¿De verdad... se fue?". Ella también miró hacia el exterior y esbozó una sonrisa de desdén. "No tiene importancia. Louise ya regresó. Aunque Vanessa no se hubiera ido, Killian la habría echado de todos modos, tarde o temprano".

Julia tuvo que admitir que su hija tenía razón. Ahora que Louise Keillor estaba de regreso, Vanessa había actuado con inteligencia al marcharse.

Sentada en el Porsche, Vanessa ojeaba el acuerdo de divorcio. Después de leer los términos, estampó su firma sin la menor vacilación.

Al verla, su amiga, Nicole Clarke, chasqueó la lengua. "¿Así de fácil?", preguntó mientras conducía.

Vanessa tapó la pluma. "¿Qué más podía hacer?".

El primer amor de Killian había regresado. Ya no había nada que ella pudiera hacer.

Tres años no es mucho tiempo, pero tampoco es poco. Vanessa solía creer que, con el tiempo, podría derretir el corazón de Killian, por más frío que este fuera.

Sin embargo, se había equivocado. Louise era la única mujer a la que él amaba.

En el fondo, Vanessa sentía que había sido una descarada. En su momento, lo había obligado a casarse con ella para saldar una deuda de gratitud. Durante tres años, vivió atrapada en un matrimonio sin amor. Ahora que Louise había regresado, era natural que le cediera su lugar como la esposa de Killian.

Después de todo, Killian había conservado su virginidad por Louise.

Así era. Durante sus tres años de matrimonio, Killian nunca la tocó. Ni una sola vez. Nadie más lo sabía; de lo contrario, se habría convertido en el hazmerreír de toda la ciudad. En fin, tres años de un matrimonio sin futuro fueron suficientes para extinguir los siete años que llevaba enamorada.

Vanessa se cubrió los ojos con una mano. No quería que Nicole viera sus lágrimas.

Por muy libre y desapegada que intentara aparentar, era inevitable sentir tristeza al ver cómo una década de amor llegaba a su fin sin un final feliz.

Poco después, el auto deportivo rojo se detuvo frente al edificio de la compañía. Nicole se ajustó las gafas de sol. "Llegamos. Vanessa, haz lo que tienes que hacer. ¡Yo te cubro!". Luego, le lanzó un beso al aire.

Vanessa sonrió. "De acuerdo. Allá voy".

Su desafío era arrojarle el acuerdo de divorcio a Killian con la mezcla precisa de arrogancia y elegancia.

Con el acuerdo en la mano, Vanessa abrió la puerta y salió del auto. No era la primera vez que visitaba la empresa de Killian, Grandwalk Company, ni la primera que la recepcionista la trataba con indiferencia. "Señorita James, no puede pasar sin una cita. El señor Bates está muy ocupado. Si cualquiera pudiera verlo sin previo aviso, ¿de qué serviría mi puesto?". En los últimos tres años, nunca la habían llamado señora Bates en la empresa. Era evidente que Killian jamás la había tomado en serio.

"La capacitación del personal de este lugar deja mucho que desear", comentó Vanessa con una risa corta y seca. "¿Por qué necesitaría una cita para ver a mi propio esposo? Aunque, al parecer, serlo no sirve de mucho".

Fulminó a la recepcionista con la mirada y se dirigió hacia el elevador.

Era la primera vez que la recepcionista veía a Vanessa actuar de esa manera. Tras quedarse atónita un instante, soltó un bufido de desdén. Sin embargo, temerosa de que algo pudiera ocurrir, llamó de inmediato para informar al secretario de Killian sobre la situación.

Así fue como Killian se enteró de la llegada de Vanessa.

Frunció el ceño. "No la recibiré".

Tenía una reunión en cinco minutos.

Su secretario, Gavin Harris, asintió y se retiró. Justo cuando Gavin salía de la oficina, vio a Vanessa avanzando por el pasillo.

Lucía particularmente elegante ese día, lo que le daba un aire de dignidad y delicadeza. Gavin sintió que algo en ella era diferente.

"Gavin", lo saludó Vanessa. Antes de que él pudiera decir nada, ella ya había entrado en la oficina de Killian. "Disculpe, señor Bates. Necesito que firme un acuerdo". Se acercó con paso firme hasta el escritorio y colocó el acuerdo de divorcio frente a él. "Fírmalo".

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