1.- Auto-exilio.
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Lázaro Garzaloff es un hombre parecía estar destinado a pasar el resto de sus días en la granja donde nació, pero el oportuno apoyo de su padre ausente, un sujeto apodado 'El mata-diablos', lo llevó a convertirse en uno de los mejores pediatras de su país y el mundo entero. Su único defecto es ser un mujeriego, pero ese detalle es opacado por su inmenso profesionalismo y disposición por ayudar a los demás. Lamentablemente, después de gozar de una carrera brillante, en un solo año lo perdió todo. Una rara enfermedad que solo afecta a niños y adolescentes provocó que todos a su alrededor lo abandonaran. Sumido en la desesperación, Lázaro decide dejar atrás a la civilización y se refugia en un bosque lejano. Las visitas nocturnas de animales parlantes y los violentos castigos de una criatura surreal le hacen pensar que ha enloquecido. Vagando por los alrededores de su refugio, se encuentra con una chica que dice llamarse Hayami y que presume ser la ex-esposa de un mafioso que la encerró en un convento que se está erigiendo no muy lejos de ahí. Dejándose llevar por su nobleza, Lázaro acepta ayudarla a rescatar a su hermana, quien también permanece cautiva. Con una relación que combina el interés con el romance, los dos poco a poco afrontarán verdades que distorsionarán su percepción de la realidad.
Lázaro Garzaloff nació hace 40 años bajo el cobijo de una familia amorosa y común. El menor de 5 hermanos. Su padre, un granjero maritalmente escuato, su madre, una ama de casa que huyó en busca de una vida más emocionante al lado de un viejo amigo de la infancia. Eso sucedió en el tercer cumpleaños de Lázaro. Él fue el único que, por alguna razón inexplicable, no sintió nada cuando recibió la noticia del abandono. Quizás porque era demasiado pequeño para comprenderlo, o tal vez porque a esa edad sus convicciones eran difusas, casi existentes.
En Paso de Ixtla, el pueblo que lo vio crecer, solo habían 3 opciones para subsistir: alimentarte con tus propias tierras, trabajar para las compañías transnacionales que explotaban los territorios más allá del horizonte o viajar al extranjero para trabajar para esas mismas compañías pero a cambio de un salario un poco menos estrecho. Gracias a que los hermanos de Lázaro ya eran mayores de edad, ellos se encargaron de criarlo y educarlo durante su infancia mientras su padre exploraba una cuarta opción laboral: unirse al ejército nacional independiente.
Antes de ese suceso, el hombre ya era apodado 'El mata-diablos'. Sí, en su casa era silencioso, sus hijos incluso creían que sufría de una enfermedad que le impedía hablar mucho. La mayoría de sus instrucciones las hacía con la menor cantidad de palabras posibles, imperando los ademanes y gruñidos. En la cama y con su esposa era gélido, al punto de negarse a tocarla. Solo en las contadas temporadas donde su cuerpo le exigía desahogarse consumó el acto con ella, coincidiendo con la cantidad de hijos que procrearon. Todos entendieron a la mujer cuando se marchó a escondidas con aquel citadino que un día la visitó. 'El mata-diablos' solo aparecía cuando debía salir a cazar. En su juventud, cuando la gente no le tenía miedo y se atrevían a invitarlo a ser parte de sus grupos, muchos atestiguaron las acciones que lo bautizaron. Sin importar cuán salvaje fuera el animal, él los enfrentaba a mano limpia, negándose a utilizar artefactos que le facilitarna su labor. Su ritual consistía en presentarse ante su presa y dejar que lo atacara con todas sus fuerzas. Los duelos llegaban a durar horas, ya que él no devolvía ningún embate. Simplemente esperaba a que el animal agresor desfalleciera por agotamiento, sufriendo de infartos causados por el furor de lucha. Esto resultó curioso para sus compañeros, y a decir verdad, no era precisamente lo que los inquietaba.
El padre de Lázaro tenía una regla: no cazar a hembras o a crías. Quienes fueron con él de cacería y se atrevieron a desafiar esa regla, obtuieron una sola recompensa: la muerte. Él los hería con la misma arma que utilizaron para quitar la vida del animal, y una vez moribundos, los entregaba a los animales para que sirvieran de alimento.
La primera vez lo llevaron a la cárcel del pueblo, pero a la noche siguiente los policías que custodiaban las instalaciones fueron asesinados y la puerta de la jaula fue abierta. El padre de Lázaro amaneció en su casa, retomando sus actividades con toda tranquilidad. Él volvió a ser encerrado, transfiriéndolo a la cárcel del estado, pero el sangriento suceso se repitió. Después de 5 incidentes idénticos, las autoridades y la gente del pueblo decidieron dejarlo en paz y respetar las reglas de cacería de dicho hombre, o en cualquier caso, dejar de acompañarlo. De vez en cuando los cazadores más jóvenes decidían espiarlo, comprobando que las supuestas leyendas eran una realidad.
De los 4 hermanos de Lázaro, 1 varón y 3 mujeres, ninguno heredó las habilidades de su padre. Él intentó llevarlos a la profundidad del bosque cuando cumplieron la mayoría de edad, pero no demostraron tener la fortaleza mental ni física para realizar dicha actividad. Como el hombre terminó enlistandose al ejército, Lázaro ya no tuvo la oportunidad de vivir esa experiencia, y sus hermanos quedaron tan traumatizados que nunca querían hablar de ello por más que insistiera. Los rumores eran bastante populares, así que él terminó escuchándolo de la boca de otras personas.
Lo único que le intentaron enseñar fue a sacrificar a un animal doméstico para consumir su carne. Tenía 10 años, y su hermano mayor le mostró gráficamente cómo hacerlo, utilizando una gallina y un cerdo. Los chillidos, la frustrante lucha y la abundante sangre proviniente de los animales lo marcó de por vida. Esa fue una de las razones por las que Lázaro consumía carne en la menor cantidad posible.
En unos 5 años, y sin que nadie lo pronosticará, el padre del chico ascendió rápidamente hasta obtener un rango con gran peso a nivel nacional. Él nunca regresó a Paso de Ixtla, pero el dinero corría en abundancia. Su hermano mayor se casó con la chica más bonita y adinerada del pueblo, pero con una actitud muy déspota. La siguiente hermana se involucró con un político, mientras que otra comenzó una relación con un cacique que controlaba los negocios ilícitos de la región. Los tres hermanos mayores junto con sus nuevas parejas se entendieron muy bien, por lo que solo fue cuestión de tiempo antes de que abandonaran a la última hermana y a Lázaro en la granja, obviamente sin dejarles un solo centavo del dinero que ganaba su padre.
Lázaro tampoco le dio mucha importancia a estos sucesos, ya que en la escuela primaria decidió convertirse en el mejor médico del mundo, inspirado por las historias de una de sus profesoras que decía haber desempeñado dicha profesión. Dado que ella les remarcó que debían estudiar mucho para lograr esa meta, la mente del chico se nubló con ese sueño. Convertido en un estudiante ejemplar, el escaso dinero nunca representó un obstáculo, ya que sus calificaciones lo hicieron merecedor de becas que cubrían los gastos. Incluso él cedía gran parte de ese dinero a la hermana que lo cuidó durante sus últimos años de adolescencia. Lamentablemente la mujer terminó casándose con un hombre muy atractivo pero holgazán, quien también exigía que Lázaro le diera dinero de sus estudios.
De alguna manera, su padre fue notificado del abandono que cometieron los tres primeros hermanos mayores, por lo que comenzó a enviar fuertes cantidades de dinero para compensar esa ausencia y resolverles la vida a sus dos últimos hijos. La codicia era una característica innata del esposo de la hermana de Lázaro, exigiéndole que lo expulsara de la granja para que no representara un gasto. Aunque el chico prácticamente pagaba su sustento, y el dinero de la manutención enviada por su padre era exorbitante, su hermana, cegada por el amor, obedeció al hombre. Esto tampoco le molestó a Lázaro, ya que en esa época estaba por ingresar a la universidad.
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