Ana venia de una familia que tenía muchos problemas mentales y emocionales, desde niña tenía la creencia de que su familia tenia una maldición que solo la tenian las mujeres, su maldición era que cada mujer de su familia estaba destinada a vivir en en amargura y soledad, que nunca serian feliz con ningun hombre y si encontraban un hombre que la hiciera feliz este morirá trágicamente.
Con este pensamiento en mente regreso a su antiguo pueblo natal pues tenía que reglar unos asuntos en la antigua casas de su madre .
Su madre había fallecido haces mese y le había dejado la casa como herencia y después de casi 10 años ana estaba regresando nuevamente a su pueblo pero su objetivo no era quedarse si no vender la casa la cual no le traía muy buenos recuerdos.
Después de horas en el tren llega al pueblo , y sin saludar nadie llega a su antigua casa. Al día siguiente se dedica a limpiarla y a sacar lo que era de valor . Pero mientras limpiaba el desván de su casa en busca de objetos olvidados. Mientras sus manos exploraban entre viejas cajas y muebles cubiertos de polvo, una forma brillante captó su atención en un rincón oscuro. Con curiosidad, se acercó y descubrió un espejo antiguo, adornado con intrincadas filigranas y grietas que atravesaban su superficie.
Un escalofrío recorrió su espalda cuando sus ojos se encontraron con el reflejo roto del espejo. De repente, una sensación de malestar se apoderó de ella, como si una sombra del pasado la hubiera envuelto en un abrazo frío. Ana parpadeó varias veces, esperando que la extraña sensación desapareciera, pero solo parecía intensificarse.
Decidió apartarse del espejo y salir del desván, pero las grietas en su mente comenzaron a extenderse lentamente. Imágenes confusas y recuerdos borrosos comenzaron a invadir su conciencia, como fragmentos de un sueño olvidado. Ana se sintió abrumada por la intensidad de las emociones que surgían dentro de ella, y comenzó a cuestionar su propia cordura.
¿Qué significaba ese espejo roto y por qué le provocaba tantas sensaciones extrañas? Ana se prometió a sí misma encontrar respuestas, pero no podía evitar sentir que había desenterrado algo más que un simple objeto olvidado en el desván de su casa.
Mientras Ana dejaba el desván atrás, las sombras del pasado continuaban danzando en las profundidades de su mente. Cada paso que daba resonaba con un eco de recuerdos confusos y alucinaciones fugaces. ¿Qué había desencadenado esa reacción tan intensa al ver el espejo roto?
Descendió las escaleras con cautela, sintiendo que cada paso la alejaba más de la realidad conocida y la adentraba en un mundo de incertidumbre y misterio. La luz del día filtrada por las ventanas parecía menos acogedora ahora, como si el brillo del sol no pudiera disipar las sombras que se habían apoderado de su mente.
Al llegar al piso principal, Ana se detuvo un momento para recuperar el aliento y calmarse. Se obligó a respirar profundamente, cerrando los ojos para alejar las imágenes perturbadoras que seguían atormentándola. Pero incluso con los ojos cerrados, podía sentir la presencia del espejo roto acechando en las sombras de su conciencia.
Decidida a encontrar respuestas, Ana se dirigió a su estudio y se sentó frente a su escritorio. Sacó un cuaderno y comenzó a escribir, tratando de ordenar sus pensamientos caóticos y encontrar alguna pista que pudiera ayudarla a entender lo que estaba sucediendo. Cada palabra que escribía era un intento desesperado por mantenerse cuerda en medio de la tormenta de recuerdos y alucinaciones que la rodeaba.
Pero mientras escribía, una pregunta persistente seguía resonando en su mente: ¿Qué secreto guardaba el espejo roto y cómo podría afectar su vida en el futuro? Ana sabía que no descansaría hasta descubrir la verdad detrás de ese misterioso objeto, incluso si eso significaba enfrentarse a sus propios demonios internos en el proceso.
Después de pasar un rato tratando de encontrar respuestas en sus escritos, Ana sintió que necesitaba alejarse un momento de esa atmósfera cargada de emociones y confusión. Decidió salir a dar un paseo por el tranquilo pueblo en el que vivía, esperando que el aire fresco y la familiaridad de las calles le ayudaran a despejar su mente.
Mientras caminaba por las calles adoquinadas, Ana se detuvo frente a la pequeña tienda de antigüedades que siempre había encontrado fascinante. La idea de buscar información sobre el espejo roto cruzó su mente, y decidió entrar para ver si el dueño de la tienda sabía algo sobre su origen.
El tintineo de la campanilla sobre la puerta anunció su llegada, y Ana se encontró rodeada de objetos antiguos y curiosidades de todas las épocas. Se acercó al mostrador, donde un hombre mayor con una mirada sabia la recibió con una sonrisa amable.
-Buenas tardes, ¿en qué puedo ayudarle? -preguntó el hombre con voz tranquila.
-Hola, buenas tardes. Verá, encontré un espejo antiguo roto en mi casa, y me preguntaba si tal vez usted sabría algo sobre su origen o su historia -explicó Ana, esperanzada de que el hombre pudiera ofrecer alguna pista.
El hombre frunció el ceño ligeramente mientras escuchaba la descripción del espejo. Luego, con un gesto reflexivo, se acercó al mostrador y comenzó a hojear un viejo libro de registros.
-Déjeme ver qué puedo encontrar por aquí. Los espejos antiguos suelen tener historias interesantes detrás de ellos -comentó el hombre mientras buscaba entre las páginas amarillentas del libro.
Ana esperó con impaciencia, sintiendo que cada segundo que pasaba era un paso más hacia la resolución de ese misterio que la había consumido desde que encontró el espejo roto en su ático. Finalmente, el hombre levantó la mirada y le dirigió una sonrisa significativa.
-Creo que puedo tener algo que te interese. Ven, sígueme -dijo, indicando a Ana que lo siguiera hacia la parte trasera de la tienda.
Ana siguió al hombre con el corazón latiendo con fuerza en el pecho, preguntándose qué secreto podría estar a punto de revelársele sobre el misterioso espejo roto que había desencadenado una serie de alucinaciones y recuerdos confusos en su mente.