Corrine Holland estaba a punto de casarse con Bruce Ashton. Su sueño finalmente se encontraba a su alcance.
La marcha nupcial resonó en el salón mientras ella caminaba por la alfombra roja con su inmaculado vestido blanco, avanzando hacia Bruce, quien la esperaba en el altar.
Bajo los rayos dorados, su traje blanco parecía brillar, resaltando los rasgos refinados que habían capturado su corazón por primera vez años atrás.
Su relación había superado innumerables tormentas durante tres años y ahora, a pesar de que su familia se negaba a bendecir su unión, su preciado sueño estaba a punto de hacerse realidad.
Cuando Bruce dio un paso adelante para presentarle su ramo, ella sintió que lágrimas de alegría amenazaban con brotar de sus ojos.
Los amables ojos del sacerdote se posaron en la pareja mientras hacía la pregunta: "Bruce Ashton, ¿aceptas a esta mujer como tu esposa? ¿La amarás, la honrarás, la respetarás y la aceptarás, en la enfermedad y en la salud, hasta que la muerte los separe?".
Corrine sintió su corazón agitarse mientras se volvía expectante hacia Bruce, esperando su respuesta.
Sin embargo, en lugar de alegría, los rasgos del hombre se distorsionaron por la incertidumbre. Una vacilación inquietante nubló su expresión.
De repente, las puertas se abrieron de golpe. Rita Ashton, la hermana menor de Bruce, entró tambaleándose con el rostro bañado en lágrimas. "¡Bruce, pasó algo!", gritó con desesperación. "Leah... Ella... Ella...".
Corrine sintió el pánico apoderándose de ella. Mientras su corazón golpeaba contra sus costillas, agarró con más fuerza la mano de Bruce.
Ese nombre despertaba recuerdos dolorosos: Leah Burgess, la estrella inalcanzable en el firmamento de Bruce.
Cuando la familia Ashton cayó en desgracia años atrás, ella eligió la oportunidad de ir al extranjero por sobre el amor, por lo que Bruce terminó su relación y recurrió a Corrine.
Sin embargo, apenas un mes atrás, Leah volvió a aparecer misteriosamente.
Bruce se puso muy pálido. "¿Qué le pasó a Leah?", exigió con pánico.
"No deja de sangrar", sollozó Rita. "¡El médico dice que tal vez no sobreviva!".
Sin dudarlo, Bruce soltó la mano de Corrine y fue corriendo hacia la puerta.
Ella se lanzó hacia adelante y lo agarró del brazo. "¡No puedes irte!".
Su cuerpo tembló cuando encontró su mirada. "Bruce, esta es nuestra boda", suplicó. "¿De verdad piensas irte?".
La multitud empezó a murmurar y sus miradas burlonas la atravesaron como dagas.
Con las lágrimas en los ojos, rogó: "Bruce, ¿no podríamos al menos completar la ceremonia?".
"Leah fue atropellada por un auto mientras me salvaba. ¡No puedo abandonarla ahora!". Bruce luchó contra su agarre. Su expresión se endureció hasta adquirir una apariencia extraña.
"Corrine, tú sabes que este matrimonio no es más que una transacción. Tu título como señora Ashton es nominal, nada más. No te metas en mis asuntos personales".
Una transacción.
La palabra resonó en el vacío del corazón de Corrine mientras observaba el rostro inquebrantable de su prometido.
Lentamente la conmoción se transformó en amarga comprensión, torciendo sus labios en una sonrisa burlona. "¿Eso es todo lo que nuestro matrimonio significa para ti?", murmuró. "¿Solo una transacción?".