La mujer era linda, con largas y rizadas pestañas que brillaban bajo el sol. La punta de su nariz era ligeramente respingada, y un lápiz labial color carmín adornaba sus herméticos labios fruncidos.
Un par de finas gafas con armazón negro se balanceaban delicadamente en el puente de su nariz, otorgándole un aspecto elegante y profesional.
Varias nubes negras comenzaron a avecinarse sobre el cielo aún azul.
Ese oscuro escenario le recordó la misma fecha exactamente de un año y medio atrás.
Los rayos comenzaron a iluminar el extenso horizonte, y de inmediato la mujer supo que llovería en cualquier momento.
La mujer recordó aquel desdichado día, durante su condena en la prisión de mujeres al oeste del País A.
El custodio entró a la celda escoltado por dos policías mujeres. Una de las policías gritó: "¡Reclusa número 296, puede irse!"
La prisionera de inmediato soltó el bordado en el que estaba trabajando, y este cayó al piso.
Durante el último año y medio, ella había escuchado esas palabras tantas veces. Cada vez, esperaba que la policía mencionara su número de reclusa. Sin embargo, nunca lo nombró, no lo hizo, hasta el día de hoy.
"Se puede ir." Claramente, entendió lo que quería decir.
Había recuperado su libertad. Después de todo lo que había sufrido en prisión, podía irse a casa.
Poco después, el enorme portón de la entrada de la prisión se abrió lentamente. Una chica vestida con ropa de tono verde oscuro, caminó a través de la puerta. Su antigua figura robusta desapareció, después de haber estado condenada un año y medio prisión, perdió algo más que la libertad, su cuerpo ahora era más delgado.
Por otro lado, su rostro se conservaba redondo a pesar de su gran pérdida de peso.
Cerca de la puerta, se encontraba una pareja sosteniendo un paraguas. El hombre tenía un aspecto majestuoso, y la mujer era simplemente elegante. Se podía apreciar que ambos eran de mediana edad, sin embargo, no se notaba en ellos el paso del tiempo.
La mujer mayor se acercó a la chica al verla salir. "¡Oh, cariño mío, no puedo creer cuánto has sufrido!"
Suavemente acarició con su mano el rostro de la chica. Su rostro siempre fue redondo, un poco regordete, sin embargo, ya había perdido esa forma, ahora era delgado.
Las sencillas y acogedoras palabras que escuchó Sofía Lo fueron como un vaso de agua en medio del desierto.
"Tía, (forma china de mostrar cortesía y educación, no hay parentesco), usted fue quien pudo sacarme de aquí". La mujer mayor inclinó la cabeza, afirmando su comentario.
El hombre no quiso quedarse atrás y se acercó a ellas. Y junto a él, un asistente que sostenía para ellos el paraguas.
Wendy movió la cabeza: "Fue tu tío (forma china de mostrar cortesía y educación, no hay parentesco). Él fue quien encontró el contacto para ti."
Sofía asintió, dio un paso atrás e hizo una gran reverencia. "Tío, tía, en verdad se los agradezco. Nunca olvidaré lo hicieron por mí."
"Ni lo menciones cariño, no fue nada. ¡Es hora de irnos!" Wendy se acercó al auto de la familia Li y le abrió la puerta a Sofía antes de subirse.
Cuando llegaron a la casa de los Li, Wendy llevó a Sofía a una enorme recámara, donde pudo tomar un baño relajante como antes, y al terminar, se vistió con la ropa que Wendy le había entregado momentos antes.
La ropa le quedaba un poco holgada.
Wendy compró ropa de talla grande pensando que le quedaría a Sofía.
Ya que ella solía tener un cuerpo muy corpulento. Ella medía 163 cm de altura, no obstante, llegó a pesar más de 70 kilos.
En el momento que Sofía terminó de arreglarse, el mayordomo la guió al comedor.
La mesa lucía elegante al igual que la comida, la cual había sido preparada prácticamente para deleite de ella; cuatro platillos además de la sopa.
El mayordomo le ofreció un tazón de arroz, Sofía asintió educadamente y dijo: "Muchas gracias."
"Por nada, es un placer señorita Lo. Tenga cuidado, por favor. ¡Está un poco caliente!"
La atención que mostró el mayordomo de los Li conmovió profundamente a Sofía.
No dejó de sonreír mientras tomaba una porción de pescado. Estaba feliz, era su comida favorita. Antes de lo sucedido, ella comía pescado al vapor cada dos o tres días. Pero desde que entró a la cárcel, dejó de hacerlo y no había comido pescado hasta ahora.
Justo al terminar su comida, se levantó de la mesa y buscó a la pareja anfitriona. El mayordomo le informó que se encontraban en el estudio, y llevaban tiempo esperando a ella.
"No tenía idea que habías bajado tanto de peso. La ropa que compré te queda demasiado grande. Tomaré nota, y lo arreglaré más tarde." Mientras hablaba, los ojos de Wendy se llenaron de ternura al ver a Sofía.
Sofía hizo un gesto negando con la cabeza y dijo: "No te preocupes, tía. La ropa me queda bien. En verdad, muchas gracias por todo."
Sofía estaba tan agradecida. Sofía pudo salir de la cárcel tres años y medio antes de cumplir su condena, comió pescado, carne y tazón de arroz caliente, y al fin pudo tomar su primer baño cómodo después de tanto tiempo. Además, tenía ropa nueva. ¡No podía estar más agradecida de que su madre hubiera sido gran amiga de Wendy!
De hecho, todo marchaba a la perfección.
"Bien, puedes instalarte aquí. Si llegaras a tener algún tipo problema, por mínimo que sea, por favor avísanos, ¿entendido?"
Sofía estaba a punto de llorar.
Pero ella pudo contener sus ganas, "Muchas gracias, tíos."
"No estaba al tanto de lo que había ocurrido con tus padres, hace poco lo supe. Creí que tu padre había acompañado a tu madre a la expedición arqueológica. No fue hasta que acudí a una fiesta de té, que me enteré de que algo realmente malo le había pasado a tu familia."
Sofía asintió con suavidad y dijo con una voz llena de aflicción: "Mi papá se volvió loco y fue internado en un hospital psiquiátrico a las afueras de la ciudad. Por el contrario, a mi mamá le tendieron una trampa y perdió la vida en una tumba antigua."
La policía informó que la tumba antigua sufrió un derrumbe natural al momento que su madre se encontraba dentro.
¡Sin embargo, Sofía no creyó esa versión de los hechos! Ella sabía que varios profesores acompañaban a su madre al momento del accidente. ¿Cómo fue posible que ellos hubieran podido sobrevivir y su madre hubiera sido la única perder la vida de esa forma inexplicable?
"Dime, ¿cuál es el nombre del hospital psiquiátrico donde se encuentra tu padre? ¿Por qué no acudiste a nosotros después de todo lo que sufriste? ¿Por qué estabas en cárcel?" Wendy sujetó la mano de Sofía con afecto y se sentó a su lado en el sofá.
A Sofía le costó mucho trabajo hablar de eso. No tenía palabras para explicar su encarcelamiento.
"Ahora mismo, mi padre se encuentra en un hospital psiquiátrico a las afueras de Jia Town. Algunos días después del accidente de mis padres, Dolores me incriminó por intento de homicidio y fui sentencia a prisión."
"En estos momentos, Dolores y ese hombre ya deben estar unidos en matrimonio", pensó Sofía.
"¡Intento de homicidio!" Wendy no podía creer lo que estaba escuchando. Sofía era solo una chica alegre y llena de inocencia. ¿Cómo ella podría ser acusada de asesinar a alguien?
"Tía, le juro que yo no asesiné a nadie." Intentó explicarle a Wendy mientras la miraba con los ojos llenos de sinceridad.
Wendy hizo un gesto rápido con la cabeza negando lo que escuchaba, "Creo en ti, creo en tu palabra. Es prácticamente imposible que seas capaz de matar a alguien. Pero todo ha quedado atrás. Deberías olvidarlo y no volver a pensar en eso. Hablaré con tu tío para que investigue el incidente donde murió tu madre."
"Gracias, tía. Aunque... hay una cosa más que me gustaría pedirle." Sofía le imploró.
Wendy tomó su mano y le dio unas suaves palmaditas en el dorso; "Dime cariño."
"Desde el accidente de mi familia, no he tenido noticias de mi hermano, parece que ha desaparecido". Su hermano solo tenía 18 años, ella aún lo veía como un pequeño, era un niño en sus ojos.
Wendy comprendió lo que quería. Yonata, quien se encontraba sentado a un lado, tomó su celular y comenzó a hacer varias llamadas.
Esa misma tarde, en compañía de Wendy, Sofía se dirigió al hospital psiquiátrico en Jia Town.
Jay Lo, quien solía ser un cortés y agradable profesor de universidad, parecía otra persona y lucía un aspecto demacrado. El brillo en su mirada se había esfumado.
Su cabello estaba descuidado y su ropa estaba completamente sucia.
Nadie había pagado su estancia en el hospital, así que al no recibir ni un centavo, el hospital renunció a su cuidado.
A pesar de que Sofía trató varias veces comunicarse con él, no dio señales ni respuestas. Sofía estaba a punto de darse por vencida cuando de pronto Jay la miró, comenzó a reír y la señaló de manera burlona; "¡Mírate, te ves tan tonta cuando quieres llorar! Eh, eh".
Después de verlo reaccionar, Sofía no pudo menos que llorar con la emoción y gritó con todas sus fuerzas.
Yonata se encargó de todos los trámites necesarios para transferir a Jay. A partir de ese momento, lo atenderían en el mejor hospital psiquiátrico de todo el País A. Yonata se ocupó de buscar a los mejores neurólogos del país para que examinaran a Jay.
En el cuarto día en la casa de los Li, Wendy tocó la puerta de la recámara de Sofía y le pidió que le prometiera un cosa en particular.