Querido Niño:
He cometido un terrible error... He guiado a la tierra hacia el camino de la locura y del puro caos. En la búsqueda de hallar un nuevo ideal para la humanidad, sólo me topé con personas dispuestas a todo para lograr sus propósitos egoístas.
He abierto la puerta para que consigan sus más oscuros deseos y no se como cerrarla.
La emoción es algo que ciega al alma y la razón, y aunque lo sabía, no detuve mi investigación hasta lograr que aquel joven sea reconocido por la humanidad como el primer hombre extraordinario.
Fuiste capaz de transformar un chasquido en unas voluminosas llamaradas flameando en tu palma. Se sintió tan bien ver reflejada cada gota de sudor en tu mano...
Mi más abstracto anhelo se había hecho realidad.
Todo parecía de ensueño, de la noche a la mañana la ficción había cobrado vida, cada vez más personas se animaban y ahora eran capaces de hacer cosas sorprendentes con sus cuerpos.
Sin embargo, y me temo, a los hechos ocurridos hoy sobre la madrugada en América del sur, he asumido la responsabilidad de la destrucción de medio continente. Y con profundo dolor, de las que vendrán.
Con cierta inocencia, no imaginaba tal abominación. Las personas están usando sus dones brindados para conseguir más poder. La humanidad no está preparada para esto y tal vez nunca lo esté.
Quiero que seas el primero en saberlo, como mi pupilo favorito, como mi hijo, que me debo en la obligación de terminar con lo que empecé.
Destruiré la tierra, de todas las maneras, en cada forma posible y de ambas dimensiones.
Dios no me perdonará, pero no tiene que suceder lo mismo contigo.
Atentamente, Jawert.