na tonta y tú eres un gilipollas, asco me das
- Leana, por favor, esto tiene una explicación –por alguna razón ella notó en su rostro una mezcla de arrepentimiento, vergüenza y algo de dolor, pero no, debía ser parte de su actuación para que le siguiera creyendo su cuento y poder continuar con su estúpido juego.
No podía creer que después que lo había atrapado "in fraganti" todavía tuviera el descaro de darle un típico "esto no es lo que parece" como excusa, en ese momento ya las lágrimas caían por sus mejillas, se seguía riendo de ella, no lo podía creer, esa idea solo la encolerizó más y le atinó una bofetada para luego decirle:
- No me busques, no quiero verte más en mi vida, no te cruces conmigo en un pasillo, en una fiesta, en algún aula, haz como si yo no existiera porque no respondo por mí. ¡Ahhhh! Y haz las pruebas para unirte al club de teatro, la actuación se te da genial, imbécil.
Giró su espalda y se fue, se sintió tan orgullosa de sí misma, pudo reunir valor para decirle todo lo que quería, lo que se merecía, no se dejó socavar por ese capullo. Eso sí, estaba fatal, era la primera vez que Leana se entregaba así a un chico, la primera vez que se permitía disfrutar un poco solo para terminar en desgracia. Solo quería estar sola en su cuarto y llorar descontroladamente sin que nadie la viera.
Esa era la primera vez que Leana faltaba a clases había tenido un trayecto espectacular en su carrera y estaba en su último año, nunca pensó que un chico iba a ser la razón de una ausencia.
Quizás por eso su madre nunca cedió al romanticismo con algún hombre, quizás su padre la dañó de una manera irreparable y para protegerse se armó de esa coraza tan fría. A lo mejor no era tan mala como Leana pensaba, solo que la vida no fue justa con ella.
La siguiente semana fue catastrófica, se sentía desganada, decepcionada y, le había dejado bien claro a Víctor que no quería que tuviera ningún tipo de contacto con ella, pero de alguna manera esperaba que tratara de disculparse, ella merecía una explicación. É había sido el insistente, la buscó miles de veces para salir con ella, en un inicio ella no quería ni hablarle.
Joan había sido el que había metido la pata, era su deber buscarla de nuevo, fue muy fácil hacerlo cuando todo eran mariposas y arcoíris, pero ahora que la situación era difícil él se acobardaba, no era capaz de ofrecer unas disculpas. A pesar de eso, él no aparecía por ningún lado, nadie sabía nada de él y Leana tampoco le quería preguntar Sara, su mejor amiga, no quería que pensara que le seguía interesando.
Lo único que la animaba un poco era el curso que comenzaba justo ese día como parte de la carrera, la universidad había contratado a un empresario con mucha experiencia en márquetin y ventas de libro, algo muy necesario para Leana ya que tenía pensado abrir mi propio negocio en un futuro, una editorial así que, a pesar de todo, se sentía más animada, la literatura y el estudio fue el refugio que encontró para mantenerse distraída y no pensar en lo que había sucedido.
Esa mañana se arregló un poco mejor, su cara tenía buena pinta según ella, no tenía ni idea de lo hermosa que era, alisó su cabello, se puse mis jeans preferidos y un top rojo de tirantes cruzados en la espalda de modo que la mitad de esta quedaba al descubierto, un par de converse y estaba lista.
- Hoy te noto mejor semblante –le comentó Sara de camino al seminario, ella había tratado no preguntarle mucho del tema de Joan en la semana pasada para no meter el dedo en la galla.
- Sí, estoy más animada, tengo muchos deseos de comenzar el curso de ventas y márquetin de libros, siento que me va a ser imprescindible para mi desempeño laboral, además, recuerda que nos informaron que según nuestras calificaciones el encargado de dar el discurso hoy elegiría a algún estudiante para una pasantía.
- Uyyy como está la profesional –dijo sin evitar que se le escapara una risita.
- Como está la chistocita hoy –le respondió Leana sonriendo también.
- ¿Sabes? Me alegro verte un poco más contenta, aunque sea por algo de estudio –rió Sara nuevamente- el semblante triste no te pega para nada –y le dio un abrazo antes de entrar al aula.
Y vaya que Sara tenía razón, hasta la misma Leana se sentía con unas vibras diferentes, no quería convertirse en una de esas mujeres que se deprimen y se quedan en casa todo el día con el pijama puesto y comiendo chocolate debido a un hombre, no, eso sí no se lo iba a permitir jamás. Ya había tenido una semana para asimilar lo que había pasado y llorar todo lo que había querido, eso era suficiente, era hora de brillar de nuevo.
- ¿Quién será el famoso empresario que tanto revuelo han armado? –le preguntó Sara -se habían pasado toda la semana anterior recordándoles a los estudiantes ese día, promocionándolo y diciendo que era una oportunidad única que el señor empresario le había ofrecido de buena voluntad a la universidad ya que iba a ofrecer el curso de modo gratuito y por voluntad propia.
- No sé –le respondió Leana encogiéndose de hombros- supongo que lo averiguaremos ahora.
Todavía faltaban cinco minutos para que comenzara el seminario y todos a su alrededor estaban tan intrigados como ellas, para cualquier lado que miraran, se escuchaba una conversación sobre lo mismo y haciendo la pregunta del millón ¿quién será?
Las luces se opacaron y el proyector se iluminó en la parte de al frente del anfiteatro, Leana se sentaba desde siempre en la primera fila, así que tenía la mejor vista del salón. En la pantalla comenzó a reproducirse un video, una promoción de todo el trabajo que se tenía que hacer para lograr que un libro se convirtiera en best-seller, las propagandas, los panfletos, el trabajo de varios editores todo de mano de la gran empresa Stewar´s Inc, súper reconocida por la cantidad de campos en la que se desarrolla desde hace años y sobre todo, la cantidad de obras benéficas que ha organizado.
Leana la conocía, hacía unos meses había solicitado una pasantía ahí para sus prácticas de ese semestre, así que estaba más que emocionada al darse cuenta que la empresa estaba ahí, más posibilidades tenía entonces de que la aceptaran, solo tenía que estar a la altura.
Cuando el video acabó, salió desde detrás de la pantalla un hombre, no se le podía ver el rostro debido a que el foco del proyector todavía estaba prendido, pero era alguien muy alto de pecho ancho, fuerte, eso se notaba hasta por encima del traje negro que llevaba puesto que lo hacía ver extremadamente elegante, su porte era algo increíble. Se apagó el reflector y Leana no pudo creer lo que sus ojos estaban viendo, o, mejor dicho, a quien sus ojos estaban viendo.
En ese instante se quedó congelada, su corazón no podía latir más rápido, de lo contrario le daría un infarto. Era él, era el chico por el que iba a ese parque de su ciudad todos los viernes hace casi cinco años atrás ¡Era él!...