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No Estabas en mis Runas.

No Estabas en mis Runas.

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Acerca de

Sigrid Bjornsdottir no es una heredera cualquiera; es la CEO de NorseTech, un conglomerado global que fusiona tecnología de punta con la herencia ancestral de su linaje vikingo. A sus veintinueve años, ha conquistado consejos de administración y mercados internacionales con una voluntad de hierro y una confianza inquebrantable. Sin embargo, su imperio corporativo no puede protegerla de la tradición. El Consejo de Ancianos de su clan le ha impuesto un ultimátum: para asegurar la alianza estratégica con el poderoso Clan del Cuervo y estabilizar el futuro de NorseTech, Sigrid debe contraer matrimonio antes del próximo solsticio. El problema no es encontrar pretendientes; el problema es que Sigrid, acostumbrada a dar órdenes y a que el mundo se doblegue ante su intelecto, es incapaz de mostrar vulnerabilidad. Su arrogancia, que la hace una líder formidable, la convierte en una pesadilla romántica. Cada pretendiente que se acerca es evaluado y despachado con tal frialdad que terminan huyendo, no por miedo a su poder, sino por miedo a su desprecio. Sigrid se niega a admitir que, bajo esa coraza de CEO vikinga, teme que si se muestra menos que perfecta, los hombres la abandonarán. Cuando un enigmático diplomático del Clan del Cuervo -un hombre tan astuto como ella y que parece inmune a sus tácticas- llega para negociar el acuerdo, Sigrid se enfrenta a su mayor desafío: ¿Podrá la mujer que lo controla todo permitirse bajar su escudo y descubrir si su destino es gobernar sola o si puede aprender a compartir el trono?

Capítulo 1 Desafío al Clan de Sangre

El acero de la mesa de conferencias reflejaba la luz fría del amanecer que se filtraba por los ventanales del piso cincuenta. Para Sigrid Bjornsdottir, esa luz no era un amanecer, sino el resplandor del metal recién forjado. Ella no veía el sol; veía el reflejo de su propia voluntad.

En la sala, el silencio era una herramienta, y ella era la maestra de su manejo. Cada ejecutivo, cada analista, cada rostro en la sala de juntas de NorseTech sabía que el silencio de Sigrid era más peligroso que cualquier grito. Era el silencio de la evaluación final, el momento antes de que cayera el martillo sobre el destino de millones.

Había conquistado el mundo de los negocios con la misma ferocidad que sus ancestros vikingos habían conquistado los mares. El código binario era su drakkar; los mercados, sus costas inexploradas. Ella era la heredera de un linaje que había aprendido que la única debilidad era la que se mostraba.

Pero en el frío dominio de los negocios, había una ley ancestral que ni siquiera NorseTech podía ignorar: la alianza. Y las alianzas se sellaban con sangre, o al menos, con un anillo.

Sigrid deslizó un dedo enguantado sobre la superficie pulida de la mesa, sintiendo el frío penetrar hasta el hueso. Los pretendientes venían y se iban, atraídos por el brillo de su poder, solo para ser repelidos por el hielo que ella usaba como armadura. Ella no podía permitirse bajar la guardia; el trono que había construido con sudor y ambición no se mantendría solo.

"El matrimonio," pensó con desdén, "es solo otra adquisición hostil. Y yo, por supuesto, seré quien dicte los términos de la fusión."

Lo que Sigrid no sabía era que el Clan del Cuervo enviaba a alguien que no venía a comprar, sino a reclamar. Y el hielo, por muy duro que sea, siempre puede ser derretido por un fuego inesperado.

Sigrid Bjornsdottir es la heredera de un legado vikingo y la mente maestra detrás de NorseTech, un gigante tecnológico que domina los mercados globales. Con una voluntad de hierro y una mente implacable, Sigrid ha demostrado ser una líder inigualable, acostumbrada a que el mundo se adapte a su visión. Sin embargo, su éxito corporativo la ha dejado aislada en el frente personal.

Cuando el Consejo de Ancianos le exige casarse para sellar una alianza vital con el poderoso Clan del Cuervo, Sigrid se enfrenta a su mayor debilidad: su orgullo. Ella ve el matrimonio como una transacción, una "adquisición hostil" más, y su desdén por la vulnerabilidad hace que todos sus pretendientes huyan, incapaces de penetrar la coraza de su superioridad.

La situación se vuelve crítica cuando el emisario del Clan del Cuervo, el astuto y enigmático Ragnar, llega a la ciudad. Ragnar no solo es inmune a las tácticas frías de Sigrid, sino que parece dispuesto a desafiar su dominio en cada negociación. Para salvar a NorseTech de la ruina y asegurar el poder que Azias ansía, Sigrid debe decidir si puede permitirse el lujo de ser menos que perfecta.

Atrapada entre las expectativas ancestrales y su propia autosuficiencia tóxica, Sigrid deberá decidir si su destino es gobernar sola desde un trono helado, o si es capaz de arriesgar su control absoluto por una alianza que podría significar tanto su mayor victoria como su más profunda derrota.

Sigrid Bjornsdottir no solo dirige NorseTech; ella es NorseTech. A la cabeza de un imperio que ha sabido fusionar la tecnología más avanzada con el pragmatismo implacable de su herencia vikinga, Sigrid ha escalado hasta la cima con una única filosofía: la superioridad absoluta. Para ella, la duda es un virus y la emoción, una vulnerabilidad explotable. Su dominio en las salas de juntas es absoluto, forjado a base de decisiones frías y una confianza que raya en la arrogancia.

Sin embargo, el mundo moderno no ha logrado anular las antiguas leyes de su pueblo. El Consejo de Ancianos, temiendo que la ambición desmedida de Sigrid haya alienado a todos los aliados potenciales, le impone un ultimátum ineludible: asegurar el matrimonio con un heredero del Clan del Cuervo antes de que finalice el ciclo lunar. Esta unión no es solo por tradición; es esencial para estabilizar las rutas comerciales y asegurar el suministro de recursos vitales, como los escasos Iricais, que mantienen a flote no solo a su propio reino, sino que también son codiciados por el ambicioso Reino Azias, que busca monopolizar todo el poder de Iriacais.

El dilema de Sigrid es devastadoramente simple: mientras es capaz de desmantelar a sus competidores corporativos con una sola llamada, se descubre incapaz de mantener a un pretendiente a su lado por más de una cena. Su necesidad de ser siempre la más inteligente, la más fuerte y la que tiene el control, espanta a cualquier hombre que se atreva a acercarse. Ella teme que si muestra una grieta en su armadura, no solo perderá a un posible esposo, sino que el mundo verá la inseguridad que oculta bajo su fachada de diosa nórdica.

La tensión se dispara con la llegada de Ragnar, el emisario del Clan del Cuervo. Él no es un diplomático tradicional; posee una calma y una astucia que rivalizan con las de Sigrid, y parece ver a través de sus defensas con una facilidad alarmante. Mientras negocian los términos de la alianza, la batalla se libra en el tablero corporativo y en el campo de batalla personal. Ragnar no busca someterla, sino encontrar una verdadera igual.

Atrapada entre la supervivencia de su legado, la amenaza de su abuelo y la aterradora posibilidad de tener que confiar en alguien más que en sí misma, Sigrid debe enfrentarse a la verdad: ¿Puede una mujer que ha construido su vida sobre la base de no necesitar a nadie, aprender a compartir su trono y, quizás, su corazón, antes de que su orgullo la deje gobernar sola sobre un reino de hielo?

El aire en el piso 98 de la Torre de NorseTech era tan controlado como los mercados financieros que Sigrid Bjornsdottir movía a diario. No era frío, sino la ausencia calculada de calidez; una temperatura constante de 18.5 grados, el punto óptimo para la concentración y el desapego emocional.

La oficina principal era un santuario de vidrio y acero pulido. Desde su escritorio de cuarzo negro, Sigrid no veía la ciudad, sino un horizonte gris y perpetuamente nublado que se extendía hasta donde el ojo podía percibir. Las paredes exteriores eran pantallas dinámicas que, por defecto, mostraban un paisaje de fiordos escandinavos bajo un cielo invernal, un recordatorio visual constante de la herencia que intentaba mantener a raya con su dominio tecnológico.

El silencio era la banda sonora de su poder. No había ruido de tráfico, ni el murmullo de secretarias. Solo el zumbido casi inaudible de los sistemas de refrigeración y el suave clic de los cristales de su terminal de datos. Cada objeto en la habitación parecía haber sido elegido por su falta de calidez: metales cepillados, cuero negro sin textura, y la luz blanca y dura que nunca proyectaba sombras suaves.

Sigrid, con su traje de corte impecable, era la única fuente de color vibrante en ese mausoleo corporativo, un punto de calor humano contenido por una armadura de seda y ambición. Estaba analizando los últimos informes de escasez de Iricai, el recurso que obligaba a su imperio a mirar hacia el pasado tribal. En ese momento, la frialdad de los números era un refugio. Pero en el borde de su visión periférica, el holograma de un antiguo mapa tribal parpadeaba, un intruso digital que recordaba que, por mucho que dominara el código binario, el código de su sangre estaba a punto de exigirle una rendición.

El taxi aéreo se desacopló del flujo principal del tráfico, y por primera vez en el día, Sigrid se permitió mirar hacia arriba.

"La Torre de Trondheim o Nidarios actualmente "-Comentó el

Cristal puro y transparente no se alzaba; se imponía. Era una fisura perfecta en el gris infinito de la ciudad, un monolito de cristal y titanio tan pulido que parecía absorber la luz en lugar de reflejarla.

"Hemos llegado a la plataforma de aterrizaje Elipuerto de Trondheim oNidarios Sra. Bjornsdottir," anunció la voz sintética del piloto automático.

Sigrid asintió, aunque el piloto no podía verla. Desde su asiento, la base del edificio parecía demasiado lejana, un pedestal firme para la deidad que ella había construido. No era una estructura; era una declaración. Cada panel de su fachada, diseñado para capturar hasta el último fotón disponible, vibraba con una eficiencia silenciosa. Parecía más una escultura futurista que un centro de negocios, un monumento al orden que ella imponía sobre el caos del mundo exterior.

Mientras el vehículo se acoplaba con un hiss magnético, Sigrid recordó la última vez que había visto una estructura tan dominante: las ruinas de un antiguo longhouse vikingo, construido para resistir el viento, pero no para desafiar a los dioses. La Torre de NorseTech, en cambio, parecía desafiar a todo: al clima, a la gravedad y, sobre todo, a la tradición.

El taxi aéreo, un modelo silencioso y aerodinámico, vibró por última vez antes de que los amortiguadores magnéticos se activaran con un thump casi imperceptible. El piloto, un hombre llamado Einar de entre unos 50 años de cabello grisáceo, cuya voz había sido modulada para sonar neutra, se giró ligeramente en su asiento.

EINAR (Piloto): Aterrizaje completado. Plataforma segura. El clima en el nivel del suelo es de 3 grados con ligera precipitación. ¿Desea que le comunique con la oficina principal?

Sigrid, que había estado revisando un flujo de datos en su tableta sin levantar la vista, guardó el dispositivo con un movimiento seco.

SIGRID: No es necesario, Einar. ¿La transmisión de datos cifrada que envié hace tres minutos ha sido recibida y verificada por el sistema central?

EINAR: (Verificando su panel) Confirmado, Sra. Bjornsdottir. El paquete de datos sobre la adquisición de los activos de Grieg & Haug ha sido indexado y está en cola para su análisis por el equipo de Finanzas. Tiempo de procesamiento estimado: 47 minutos.

SIGRID: (Frunciendo el ceño levemente) 47 minutos. Es inaceptable. Reduzca eso a 30 o a 20 mi tiempo es oro. Necesito los puntos de fricción antes de mi reunión con el Consejo. Ajuste la prioridad de los servidores de la planta 50.

EINAR: (Su tono se vuelve marginalmente más cauteloso) Entendido, Sra. Bjornsdottir. Reasignando recursos de procesamiento. El nuevo tiempo estimado es de 25 minutos.

SIGRID: (Se endereza, lista para salir) Bien. Asegúrese de que el túnel de acceso esté despejado. No quiero encontrarme con ningún técnico de mantenimiento en mi camino.

EINAR: Despejado y esterilizado, como siempre. Que tenga un buen día, Sra. Bjornsdottir.

Sigrid no respondió. Abrió la compuerta y salió al aire controlado de la plataforma, dejando a Einar solo con el zumbido de sus propios sistemas de monitoreo.

SIGRID: Asegúrese de que el túnel de acceso esté despejado. No quiero encontrarme con ningún técnico de mantenimiento en mi camino hacen muchas preguntas sobre mi vida personal.

EINAR: Despejado y esterilizado, como siempre. Por cierto, Sra. Bjornsdottir, el equipo de Finanzas ha confirmado que la adquisición de Grieg & Haug está asegurada. Una victoria más para su registro.

SIGRID: Asegúrese de que el túnel de acceso esté despejado.

EINAR: Despejado, Sra. Bjornsdottir. Permítame una consulta rápida, si no es mucha interrupción. He estado analizando los patrones de nombres nórdicos en los archivos de la compañía... ¿Podría confirmar si el significado de "Sigrid"-Victoria-influye en su estrategia de negociación con los clanes?

Sigrid se detuvo justo en el umbral de la compuerta, la luz blanca de la plataforma contrastando fuertemente con la oscuridad de su traje. Einar se mantuvo inmóvil en su asiento.

SIGRID: (Con una autoridad que no admitía réplica) Einar, mi nombre es Sigrid. Mis padres me lo dieron para triunfar, y hoy, como siempre, lo haré. No permitas que nada, ni nadie, me retrase.

Einar ejecutó una mínima inclinación de cabeza, un gesto que contenía toda la deferencia que se le permitiría mostrar.

EINAR: Entendido, Sra. Bjornsdottir. El camino está libre. Que su victoria sea tan absoluta como siempre.

Sigrid asintió una vez, un reconocimiento frío, y salió a la pasarela que conducía al interior de la Torre NorseTech. El sonido de la compuerta cerrándose tras ella selló el encuentro.

La compuerta del taxi aéreo se cerró con un siseo final, dejando a Sigrid sola en el corredor de acceso. El pasillo, revestido de paneles de cristal que magnificaban la luz blanca y fría, se arqueaba suavemente hacia el núcleo del edificio, un túnel de bienvenida que parecía diseñado para intimidar a cualquier intruso.

Sigrid no caminó; avanzó. Su paso era medido, cada movimiento económico, calibrado para no desperdiciar ni un ápice de energía antes de la batalla que le esperaba. Al llegar al primer cruce de caminos, donde los hologramas de información corporativa giraban en el aire, se detuvo un instante.

No habló a nadie, sino a la atmósfera, a la propia estructura que ella había dominado.

SIGRID: (Voz clara, resonando levemente en el cristal) Triunfaré. Como todos mis días desde los dieciocho.

Y con esa certeza grabada en su mente, giró hacia el ascensor principal sólo para la Ceo, el que la llevaría directamente al piso de la sala de juntas, donde el Consejo esperaba para poner a prueba su poder.

La palabra de Sigrid -"Triunfaré"- pareció congelarse en el aire de cristal antes de disiparse hacia los servidores ocultos. Ella giró hacia el ascensor principal, su mente ya calculando los argumentos para el Consejo, cuando una figura se materializó a su lado, tan silenciosamente como una sombra bien entrenada.

Astrid, su asistente ejecutiva, estaba allí. Su cabello rubio ceniza estaba recogido en una trenza compleja que parecía más una obra de ingeniería que un peinado. Llevaba un comunicador de muñeca avanzado y una expresión de concentración absoluta.

ASTRID: Buenos días, Sra. Bjornsdottir. Su llegada fue puntual.

SIGRID: (Sin detener su marcha hacia el ascensor) ¿Y el Consejo? ¿Están todos en posición?

ASTRID: Todos los miembros del Consejo de Ancianos están en la Sala de Estrategia, Nivel 110. El ambiente es, como era de esperar, tenso. El asunto Iricai está dominando la agenda. He cargado el resumen de las proyecciones de Ragnar en su visor personal.

SIGRID: (Entrando al ascensor, Astrid deslizando el dedo para seleccionar el nivel 110) Excelente, Astrid. Asegúrese de que mi café esté a 65 grados exactos cuando regrese. Si alguien intenta interrumpir esta reunión, quiero saberlo antes de que la puerta se cierre.

ASTRID: Entendido. Que su victoria sea tan rápida como la luz, Sigrid.

SIGRID: No tan rápida pues una victoria debe de saborearse de sentirse y de pelearse dignamente luego no llegas de manera adecuada al Valhalla.

El ascensor se cerró. Sigrid miró su reflejo en la pared espejada del elevador, sintiendo el peso del nombre que sus padres le habían dado: Victoria Gloriosa.

El ascensor ascendía a una velocidad vertiginosa, pero el tiempo se estiró en el silencio entre Sigrid y Astrid. Sigrid miró fijamente el contador digital que descendía: 108... 105...

SIGRID: (Su voz baja un tono, volviéndose confidencial, casi un susurro que el cristal amplifica) Astrid, prepárate para la locura que estás a punto de presenciar.

Astrid mantuvo su postura, pero sus ojos se fijaron en su jefa, esperando la instrucción final.

SIGRID: Y no me juzgues por lo que voy a decir. No odio al Consejo. No es odio. Es solo que... me conocen demasiado bien. Saben exactamente qué botones presionar para intentar desestabilizarme.

La voz de Sigrid se endureció de nuevo, el momento de intimidad terminado, reemplazado por el acero.

SIGRID: Que no les sirva de nada.

El ascensor se detuvo con un suave ding. Las puertas se deslizaron hacia los lados, revelando la Sala de Estrategia. El aire allí era más pesado que el de la oficina de Sigrid, cargado de hostilidad y la fragancia rancia del poder antiguo.

Las puertas del ascensor se abrieron con un suspiro hidráulico, revelando la Sala de Estrategia. El aire, denso y formal, se sintió pesado al instante. El Consejo, formado por siete figuras sombrías sentadas alrededor de una mesa ovalada de obsidiana, levantó la vista.

Astrid se colocó un paso detrás de Sigrid, con su propio comunicador listo.

ASTRID: (En un susurro profesional, mientras Sigrid avanzaba) Señora, antes de que se siente: una nueva actualización de la matriz de mercado. Somos oficialmente la compañía de tecnología nórdica más exitosa del mundo, superando las proyecciones del trimestre pasado.

Sigrid no disminuyó el paso. Su mirada ya estaba fija en el presidente del Consejo, un hombre mayor llamado Thormod.

SIGRID: (Con un tono que cortaba el aire) ¿Superamos a los Wolf?

Astrid vaciló un instante, su programación de eficiencia luchando contra la realidad de la competencia.

ASTRID: Ese no es el punto principal de la discusión de hoy, Sra. Bjornsdottir, pero... no, señora. Los Wolf siguen estando entre los mejores del mundo en capitalización pura.

Una chispa fría cruzó los ojos de Sigrid. Era el combustible que necesitaba.

SIGRID: (Dirigiéndose al Consejo, sin esperar a que le dieran la palabra) Entonces, por favor, que quede claro: avísenme cuando lleguemos a ser como ellos. Mientras tanto, hablemos de por qué la adquisición de Iricai está en peligro por su lentitud.

Thormod, el presidente, carraspeó, la primera voz en romper el silencio tenso.

THORMOND (Presidente del Consejo): Bienvenida, Sigrid. Tú ambición siempre es admirable, pero hoy no estamos aquí para discutir tus fantasías de grandeza, sino la estabilidad de NorseTech.

Thormond, el presidente del Consejo, se reclinó en su silla, una figura imponente y anclada en la tradición.

THORMOND (Presidente del Consejo): Bienvenida, Sigrid. Tú ambición siempre es admirable, pero hoy no estamos aquí para discutir tus fantasías de grandeza, sino la estabilidad de NorseTech. La adquisición de Iricai es un riesgo innecesario en este momento. Los números de Ragnar sugieren cautela.

Sigrid se acercó a la mesa, sin pedir permiso para pararse frente a ellos. No había calor en su expresión, solo la frialdad del hielo ártico.

SIGRID: (Su voz era baja, pero cada palabra era un golpe calibrado) Cautela, Thormod, es el nombre que ustedes le dan al miedo. Yo no hago fantasías; yo ejecuto victorias. El nombre que me dieron mis padres, Sigrid, significa Victoria Gloriosa. Y la gloria no se gana esperando a que los Wolfs se cansen.

Hizo una pausa dramática, dejando que el peso de su nombre y su presencia se asentara.

SIGRID: La adquisición de Iricai no es un riesgo; es la garantía de que el próximo informe trimestral no mencionará a los Wolfs como competidores relevantes. Astrid, muéstrales la proyección de sinergia si se aprueba hoy.

Astrid deslizó un panel de datos sobre la mesa de obsidiana, haciendo que los números brillaran con una luz azulada.

SIGRID: (Dirigiéndose al Consejo en general) ¿Cuál es el punto exacto de su oposición? ¿Es el precio, o es el hecho de que una mujer joven de 28 años les está diciendo cómo se gana el futuro?

El silencio que siguió a la pregunta de Sigrid fue roto por un carraspeo, no de Thormod, sino de un hombre sentado a su derecha. Pero Thormod levantó una mano, silenciándolo. El presidente del Consejo se inclinó hacia adelante, sus ojos grises fijos en los de su nieta.

THORMON: (Su voz es más suave ahora, cargada de decepción familiar) No es sobre el precio, Sigrid. Es sobre la visión. Yo construí esta base.

SIGRID: (Su tono se suaviza apenas, un reconocimiento forzado) Abuelo. Es mi empresa. Yo hago lo que desee con ella... pero prosigue.

THORMOND: (Una sonrisa amarga aparece en su rostro) ¿"Lo que desee"? ¿Incluso cuando lo que deseas es quemar el capital en adquisiciones que no entiendes? Sé de tus movimientos, niña. Supe que quieres adquirir más empresas, subir tu capital personal a niveles obscenos. ¿Es eso lo que significa tu "Victoria Gloriosa"? ¿Acumular más que nosotros?

SIGRID: (Enderezándose, el respeto familiar se evaporó por completo) No, abuelo. Significa que no me conformaré con ser una de las mejores. Significa que cuando los Wolfs miren hacia el norte, no verán un trofeo pasado, sino el futuro que tú te negaste a construir. Mi capital es el futuro de NorseTech. El tuyo es historia . Pero te amo lo sabes eres mi abuelo.

Sigrid mantuvo la mirada fija en Thormond, su abuelo, sintiendo el peso de su legado sobre sus hombros.

SIGRID: Mi capital es el futuro de NorseTech. El tuyo es historia.

El silencio se extendió mientras los otros miembros del Consejo asimilaban el golpe. Sigrid entonces permitió que su mirada se deslizara por el resto de la mesa, deteniéndose brevemente en cada rostro familiar: su tío, su madre, su padre, y sus tres hermanos, todos con posiciones de poder en la corporación.

SIGRID: (Una sonrisa apenas perceptible, gélida) Y estoy casi segura de que estos familiares también buscan lo mismo. (Su voz se vuelve peligrosamente dulce) Tío, Madre, Padre, y mis queridos tres hermanos... si su preocupación fuera realmente la estabilidad de la empresa y no el temor a que mi ambición eclipse la suya... bueno, no estaríamos teniendo esta conversación.

Ella se volvió hacia Astrid, ignorando por completo las reacciones de su familia.

SIGRID: Astrid, hazles llegar el informe completo de Iricai. Que vean exactamente cuánto dinero están dejando sobre la mesa por... lealtad familiar.

Astrid, con una eficiencia silenciosa, deslizó el informe holográfico de la adquisición de Iricai, proyectando cifras y proyecciones de mercado que iluminaron los rostros tensos del Consejo.

SIGRID: (Mirando a su abuelo, luego a su familia, con desdén medido) Y recuerden esto: mi tiempo es oro. Cuando tengan algo más productivo que debatir que el miedo a perder su silla, midan el tiempo. Yo tengo que trabajar, como lo he hecho desde los dieciocho años, para mantener esta torre en pie mientras ustedes debaten sobre la cautela.

El silencio que siguió fue espeso, roto solo por el zumbido del holograma de Iricai. La pelota estaba ahora en su tejado, forzados a debatir los números en lugar de sus resentimientos personales.

THORMOND (Abuelo): (Ajustándose el cuello de su camisa, visiblemente molesto por la interrupción) Tu desdén por la experiencia es peligroso, Sigrid...

El aire en la Sala de Estrategia se había vuelto tan denso que parecía sólido. Thormond, el abuelo y presidente, apenas terminaba de articular su desaprobación cuando fue interrumpido por una voz firme y resentida.

OLAV (Hermano Mayor de Sigrid): (Golpeando suavemente la mesa con el puño, mirando a Astrid y luego a Sigrid) Suficiente con las proyecciones, Astrid. El problema no son los números, Sigrid. El problema es la fuente.

Olav, el heredero aparente hasta la llegada de Sigrid, se inclinó hacia adelante, sus ojos estrechos.

OLAV: Iricai es un nido de intereses oscuros. Tu obsesión por la "victoria" te ciega ante el riesgo reputacional. ¿Qué pensarán nuestros socios si saben que la dueña de NorseTech se asocia con los restos de ese escándalo de manipulación de mercado del sector B-12? ¿Es eso lo que significa tu triunfo, Sigrid? ¿Manchar el legado que el abuelo construyó?

SIGRID: (Una risa corta y seca escapó de sus labios) ¿Intereses oscuros? Olav, ¿estás hablando de negocios o de chismes de cafetería? El sector B-12 es irrelevante ahora. La adquisición nos da el 40% de la patente de fusión fría que Iricai compró hace tres meses. Eso es lo único que importa.

OLAV: ¡Y el precio es demasiado alto! No solo en créditos, sino en confianza.

SIGRID: (Señalando a Olav directamente) La confianza es para los débiles, Olav. Yo compro patentes.

Olav acababa de acusar a Sigrid de manchar el legado con la adquisición de Iricai, citando el riesgo reputacional. Sigrid no se inmutó, su mirada se endureció al enfocarse en su hermano mayor.

SIGRID: (Su voz era una cuchilla envuelta en seda) Qué resentimiento, hermano. Soy mejor que tú a tu edad y no me burlo; me jacto de mis ganancias.

Ella se enderezó, dominando la sala con su presencia.

SIGRID: Tú tienes tu puesto por la sangre que compartes con el fundador. Yo tengo el mío porque, mientras tú te dedicabas a temer a los fantasmas del B-12, yo estaba asegurando el verdadero poder: la patente de fusión fría. Mi "victoria" no mancha el legado; lo actualiza. Si no puedes soportar que tu hermana pequeña esté a la cabeza, puedes unirte al abuelo en su nostalgia. Pero no detendrás Iricai.

El silencio que siguió fue demoledor. La madre de Sigrid, hasta ahora silenciosa, intervino con una voz tensa, intentando mediar o quizás tomar partido.

MADRE: ¡Sigrid, eso es suficiente! Respeta a tu hermano y al Consejo.

SIGRID: (Sin mirar a su madre, hablando al resto del Consejo) ¿Alguien más tiene una objeción basada en hechos, no en celos familiares?

La Madre de Sigrid intentó imponer orden, pero fue su segundo hijo, Brynjar, quien rompió la tensión con un tono de voz que contrastaba con el resentimiento de Olav.

MADRE: ¡Sigrid, eso es suficiente! Respeta a tu hermano y al Consejo.

SIGRID: (Ignorando a su madre, mirando fijamente a Olav) ¿Alguien más tiene una objeción basada en hechos, no en celos familiares?

Fue entonces cuando Brynjar, el segundo hermano, habló, su voz resonando con una lógica pragmática que a menudo se perdía en las disputas familiares.

BRYNJAR (Segundo Hermano): Acepta el punto, Olav. El resentimiento es un lastre. Sigrid tiene razón: el mercado ha cambiado. Ella empezó con lo del legado; nosotros simplemente lo estamos manteniendo a flote con miedo. ¿Ya no estamos en los tiempos del tatatarabuelo Odín o cuántos tataras eran? El futuro no se gana mirando estatuas de bronce. Si Iricai nos da la ventaja en fusión fría, es una inversión, no un escándalo.

La defensa de Brynjar era un golpe directo a la autoridad de Thormond, cuyo poder se basaba en la tradición ancestral. El abuelo palideció ligeramente.

THORMOND (Abuelo): ¡Brynjar! ¡Traición!

SIGRID: (Una sonrisa genuina, aunque breve, aparece en su rostro. Por primera vez, parece que tiene apoyo real). Gracias, Brynjar. Ahora, ¿quién más vota por el futuro? Astrid, prepara la votación para la aprobación inmediata de Iricai.

.

El aire se tensó aún más mientras todos los ojos se posaban en el Padre de Sigrid, Alaric, un hombre que siempre había preferido la sombra de su padre a la luz de su hija.

ASTRID: (Dirigiéndose directamente a su padre, con una voz que sonaba profesionalmente deferente) Sr. Alaric, usted es una de las mayores figuras de seguimiento de la Sra. Bjornsdottir. Su apoyo hoy no solo aseguraría la adquisición, sino que enviaría un mensaje claro sobre la unidad de la nueva guardia.

Alaric dudó. Miró a Sigrid, cuya expresión era de pura expectación, y luego a su padre, Thormond, quien lo observaba con una advertencia silenciosa grabada en el rostro. El pragmatismo, alimentado por el miedo a quedarse fuera del futuro, ganó la batalla contra la lealtad tradicional.

Alric (Con voz grave) A favor de la adquisición de Iricai. Pero Sigrid, que esto sea lo último que se decida sin un consenso real. La unidad es más valiosa que cualquier patente.

ASTRID: (Registrando el voto) Voto a favor registrado.

El Sr. Halvorsen, el abogado, hizo una anotación rápida. La votación estaba increíblemente reñida. Con el voto de Einar, la balanza se inclinaba peligrosamente.

ASTRID: El Consejo se compone de siete miembros. Llevamos cuatro votos a favor (Sigrid, Brynjar, Einar, y el voto del consejero neutral que se abstuvo en el punto anterior pero votará a favor por la regla de desempate). Thormond, su voto es el decisivo.

Todos los ojos se volvieron hacia el abuelo.

THORMOND (Abuelo): (Su voz temblaba ligeramente de rabia contenida) Si apruebo esto, es bajo protesta. Y si esta adquisición nos cuesta un solo cliente por esa asociación, Sigrid, te aseguro que no será la única cosa que perderás.

El aire se volvió gélido. Einar, el Padre, miró a su hija y luego a su propio padre, Thormond, quien lo observaba con una mezcla de esperanza y amenaza.

EINAR (Padre): (Con voz grave) No puedo apoyar esto, Sigrid. La unidad de la familia debe prevalecer sobre la ambición de un solo proyecto. Mi voto es En Contra de la adquisición de Iricai.

Olav sonrió con suficiencia. La sala quedó en un silencio tenso.

ASTRID: (Su rostro impasible, pero sus dedos tecleando rápidamente) Voto en contra registrado. El Consejo tiene siete miembros. Llevamos dos a favor (Sigrid, Brynjar) y dos en contra (Olav, Alaric). La Sra. Madre aún no ha emitido su voto formal. Sr. Halvorsen, ¿cuál es su posición formal en este punto de empate?

SR. HALVORSEN (Abogado del Consejo): Mi función es asegurar la legalidad del proceso. En ausencia de una mayoría clara y con la posibilidad de conflicto de intereses, sugiero que la votación se suspenda hasta que el Presidente del Consejo emita su voto decisivo.

Todos los ojos se volvieron hacia Thormond. Su voto decidiría si la adquisición se aprueba (si vota a favor) o si se paraliza (si vota en contra).

THORMOND (Abuelo): (Se puso de pie, mirando a Sigrid con ojos de hielo) Esto termina ahora.

El aire se volvió gélido. , el Padre, miró a su hija y luego a su propio padre, Thormond, quien lo observaba con una mezcla de esperanza y amenaza.

Alaric (Padre): (Con voz grave) No puedo apoyar esto, Sigrid. La unidad de la familia debe prevalecer sobre la ambición de un solo proyecto. Mi voto es En Contra de la adquisición de Iricai.

Olav sonrió con suficiencia. La sala quedó en un silencio tenso.

ASTRID: (Su rostro impasible, pero sus dedos tecleando rápidamente) Voto en contra registrado. El Consejo tiene siete miembros. Llevamos dos a favor (Sigrid, Brynjar) y dos en contra (Olav, Alaric). La Sra. Madre aún no ha emitido su voto formal. Sr. Halvorsen, ¿cuál es su posición formal en este punto de empate?

SR. HALVORSEN (Abogado del Consejo): Mi función es asegurar la legalidad del proceso. En ausencia de una mayoría clara y con la posibilidad de conflicto de intereses, sugiero que la votación se suspenda hasta que el Presidente del Consejo emita su voto decisivo.

Todos los ojos se volvieron hacia Thormond. Su voto decidiría si la adquisición se aprueba (si vota a favor) o si se paraliza (si vota en contra).

THORMOND (Abuelo): (Se puso de pie, mirando a Sigrid con ojos de hielo) Esto termina ahora.

El aire se había congelado tras las palabras de Thormond.

THORMOND (Abuelo): Si quieres mi voto, si quieres mi lugar y mis empresas, no me hables de patentes. Háblame de legado. Cásate antes de los 30, y te daré mi lugar y mis empresas.

Mientras Olav y Alaric esperaban, y la Madre se cubría la boca, Sigrid miró fijamente a su abuelo. Por un instante, su máscara de acero se resquebrajó. Apenas audible, un susurro dirigido solo a sí misma, se escapó de sus labios:

SIGRID (Susurrando): Perfecto. Mi propio abuelo me amenaza. ¿Qué quieres que haga para ganarme el voto de todos? Haré lo que desees, abuelo...

El momento de debilidad pasó. Sigrid enderezó su espalda, y su rostro volvió a ser la máscara de hielo.

SIGRID: (En voz alta, mirando a Thormond) Abuelo, su visión del legado es tan obsoleta como el B-12.

ASTRID: (Susurrando a Sigrid) Sra., si acepta, el voto es suyo... pero el precio es personal.

Sigrid ignoró el susurro de Astrid y se centró en Thormond, quien esperaba su respuesta al ultimátum matrimonial. El desafío público de Sigrid se había convertido en un ataque directo a su capacidad de liderazgo.

SIGRID: (Su voz era clara y cortante, dirigida a Thormond) ¿Sordo? Pensé que estabas sordo, Abuelo, pero no del todo. Después de todo, fuiste tú quien, hace veinte años, diseñó el amplificador neural Serie-IV para la fábrica de drones. Un aparato para la audición perfecto, ¿recuerdas? Si puedes diseñar tecnología para escuchar mejor, entonces escuchaste cada palabra de mi propuesta sobre Iricai.

Ella hizo una pausa dramática, permitiendo que la referencia al pasado calara.

SIGRID: Así que, si escuchaste mi propuesta de negocio (la que asegura el futuro de esta familia) y aun así prefieres hablar de mi estado civil, entonces el problema no es mi audición, ni mi edad. El problema es que usted está más interesado en mantener el control que en el progreso.

El Consejo quedó en silencio. La referencia al aparato auditivo era un golpe bajo, recordándole a Thormond que él también había sido un innovador, y que ahora se aferraba a tradiciones que él mismo había ayudado a superar.

ASTRID: Sr. Thormond, la Sra. Bjornsdottir ha ofrecido una garantía personal sobre Iricai, y ha refutado su punto sobre su capacidad de liderazgo. El empate persiste, con la Madre y el Abogado pendientes de su voto decisivo.

Sigrid había ofrecido poner su carrera en juego por el proyecto. Thormond, el patriarca, se rió, un sonido seco que no contenía alegría.

THORMOND (Abuelo): (Señalando a Sigrid con el dedo tembloroso) ¿Poner tu cabeza en el bloque? ¡Ingenua! Yo no te amenazo con perder tu trabajo, Sigrid. Te amenazo con perder tu derecho a tenerlo. No se trata de Iricai; se trata de quién lidera a los Bjornsdottir.

Se enderezó, infundiendo a su voz la autoridad de generaciones.

THORMOND: Si quieres mi voto, si quieres mi lugar y mis empresas, no me hables de patentes. Háblame de legado. Cásate antes de los 30, y te daré mi lugar y mis empresas. Es la única garantía de estabilidad que aceptaré.

El silencio cayó como una losa. Olav y Alaric se miraron, esperando la reacción de Sigrid. La Madre se cubrió la boca con la mano, horrorizada por la crudeza de la exigencia.

ASTRID: (Susurrando a Sigrid) Sra., si acepta, el voto es suyo... pero el precio es personal.

El aire se había congelado tras las palabras del Abuelo. Olav y Alaric esperaban, la Madre se cubría la boca. Astrid mantenía el silencio profesional. Sigrid miró fijamente a Thormond, pero sus pensamientos eran un torbellino interno.

SIGRID (Pensando para sí misma): ¿Casarse? ¿Acaso cree que soy una de sus reliquias? El precio del poder nunca es justo, pero este... este es arcaico. Cásate antes de los treinta, y te daré mi lugar y mis empresas. Él no me está amenazando con perder mi trabajo; me está amenazando con perder mi derecho a tenerlo. Si digo que sí, Iricai es mío. Si digo que no, pierdo todo por una fecha en el calendario. El legado no se gana esperando, pero tampoco se gana con un anillo.

Ella respiró hondo, su expresión volviendo a ser la máscara de hielo que usaba para el Consejo.

SIGRID: (En voz alta, mirando a Thormond) Abuelo, su visión del legado es tan obsoleta como el B-12.

El rostro de Thormond se endureció como granito al escuchar el desafío público de su nieta. El susurro de resignación había sido reemplazado por una declaración de guerra.

SIGRID: (Mirando a Thormond directamente, sin pestañear) ¿Y si no quiero casarme, Abuelo? ¿Y si quiero que mis empresas sean mías por mérito, no por una dote matrimonial? Si su legado depende de que yo me someta a un calendario, entonces su legado es más frágil de lo que pensé.

Thormond se hundió lentamente en su silla, su rostro transformado por una furia fría. El trato había sido rechazado.

THORMOND (Abuelo): (Su voz era un siseo peligroso) Entonces no tienes nada que me obligue a apoyarte. El voto del Presidente del Consejo es En Contra de la adquisición de Iricai.

El Sr. Halvorsen se aclaró la garganta, su papel ahora era formalizar el desastre.

SR. HALVORSEN (Abogado del Consejo): Con el voto del Presidente, el recuento final es:

*A favor: (Sigrid y Brynjar)2

*En Contra: (Olav, Alaric, Thormond)3

La adquisición de Iricai ha sido rechazada por el Consejo.

ASTRID: (Con una calma impresionante, mirando a Sigrid) Sra. Bjornsdottir, la votación ha concluido.

Sigrid se mantuvo firme ante el rechazo del Abuelo a su propuesta profesional. El silencio de la derrota de Iricai fue roto por la voz glacial de Thormond, quien ahora apuntaba directamente a su futuro financiero y familiar.

THORMOND (Abuelo): (Su voz era un siseo peligroso) Pues si no te casas, le daré todo a tus hermanos, nada a ti. Ni siquiera a tu hermano menor, Alaric II, que está en primaria, le dejaré más que a ti. ¡Serás una extraña en tu propia casa!

Olav y Alaric intercambiaron una mirada de triunfo cauteloso. Astrid observaba, lista para documentar cualquier cambio en la estructura de poder.

ASTRID: (Ajustando sus notas) El voto del Presidente ha sellado el destino de Iricai. Si el Sr. Thormond procede con la reestructuración testamentaria, la Sra. Sigrid Bjornsdottir quedaría excluida de la línea sucesoria principal.

Sigrid sintió un pinchazo de dolor, no por la pérdida de Iricai, sino por la traición de su sangre. Había perdido el voto, pero no había cedido en el principio.

SIGRID: (Con una sonrisa fría que no llegó a sus ojos) Entonces, Abuelo, parece que la guerra acaba de empezar.

El rechazo de Sigrid al matrimonio había sido su última carta, y había perdido el juego. Olav, viendo la furia contenida en el rostro de Thormond, sintió que era el momento de la estocada final.

OLAV: (Inclinándose sobre la mesa, con una sonrisa cruel) Entonces, ¿te casas? ¿O prefieres perderlo todo por orgullo?

Sigrid no respondió a la pregunta, su mente aún procesando la amenaza de desheredación. Fue entonces cuando la hermana de Olav (o una aliada de su facción) actuó. Ella le lanzó una mirada de desprecio a Sigrid y levantó su teléfono.

ALIADA DE OLAV: (Mientras apunta la cámara) Día 1 de mi hermana fracasando en el amor.

OLAV: (Riendo a carcajadas) Espera, ¡siempre lo has hecho! No has tenido novios serios, Sigrid. ¿De qué sirve el imperio si estás sola? Nos vamos todos. ¡Adiós, hermanita!

Olav y Alaric se levantaron y comenzaron a salir de la sala de cristal, dejando a Sigrid, Astrid y la Madre atrás.

ASTRID: (A Sigrid, en voz baja) Sra. Bjornsdottir, la votación ha terminado. El Consejo se disuelve.

Olav y Alaric estaban a punto de cruzar el umbral, sus rostros iluminados por el triunfo, cuando un grito resonó en la sala de cristal, cortando el aire enrarecido.

SIGRID: (Grita con una voz que no admite réplica, mirando fijamente a su abuelo) ¡Esperen!

Todos se detuvieron. Olav se giró lentamente, con la burla aún en los labios.

SIGRID: (Dirigiéndose a Thormond, su voz ahora firme y fría, desprovista de la emoción anterior) Me casaré.

Un silencio atronador cayó sobre la sala. Thormond se quedó petrificado. Alaric palideció. Olav pareció perder todo el color.

SIGRID: Cumpliré tu condición, Abuelo. Me casaré antes de los treinta. Por lo tanto, según tus propias palabras, ahora debes ceder mi lugar y mis empresas.

ASTRID: (Interviniendo con precisión quirúrgica, mirando a Thormond) Presidente Thormond, la Sra. Bjornsdottir ha aceptado los términos que usted estableció para la transferencia de poder. Esto anula su voto en contra de Iricai, ya que su posición como Presidente del Consejo ahora está sujeta a esta nueva condición. Su voto en contra queda formalmente invalidado por la aceptación del acuerdo de sucesión.

OLAV: (Gritando) ¡Esto es una trampa!

THORMOND: (Luchando por recuperar el control) ¡Tú no te casarás! ¡Te desheredo!

SIGRID: (Sonriendo por primera vez, una sonrisa peligrosa) No puedes desheredarme de algo que ya me has prometido a cambio de mi obediencia. El acuerdo es vinculante. Ahora, Sr. Halvorsen, ¿cuál es el estado de la votación si el voto decisivo del Presidente queda invalidado por la transferencia de poder?

Sigrid ha forzado a Thormond a cumplir su promesa bajo el peso de sus propias palabras. La votación de Iricai está en el limbo, y el poder de Thormond se desvanece.

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