-Amelia, por favor...
-No Rámses, no puedo. Esto... es demasiado para mí...
-Prometiste no huir de mí.
-Y también prometimos no mentirnos... Prometiste nunca herirme.
Él se quedó sin palabras y solo me dolió más. Quería que me diese una explicación que me permitiera correr a sus brazos, pero no la tenía.
-¿Volverás?.
-Iré directo a Boston.
-Digo... si ¿volverás conmigo?.
-No lo sé-respondí con franqueza mientras mi pecho quemaba de dolor.
-Entonces... ¿me estás terminando?-su voz era apenas un murmullo y me costó escucharlo por el teléfono.
-Si... No... No lo sé, Rámses, Yo... necesito un tiempo.
-¿Cuánto?
-No lo sé.
-¿Qué si sabes?-su pregunta no era un reproche.
-Sé que quiero perdonarte aunque no sepa cómo hacerlo. Sé que si no te perdono no podré volver contigo. No sé cómo perdonarme a mí misma ni siquiera. ¿Acaso tú lo sabes?.
No respondió y me dejó claro que tampoco tenía la respuesta.
-¿Y sabes si me amas?.
-Si no te amara no me doliese, Rámses. Pero una relación no es solo amor, es también confianza, respeto, fidelidad... y acabas de pisotear todo eso. No sé cómo volver a construirlo, no sé si tendrá arreglo.
-Soy tu mecánico, déjame arreglarlo.
-No es algo que debas arreglar tú solo, es algo que debemos arreglar los dos, entre los dos. Quizás no tiene arreglo y solo se deba construir algo desde cero.
-¿Y cómo lo haremos si me estás terminando?.
-Quizás, como lo hicimos al principio...