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Había un departamento, pequeño, cuidado y simple.
Ella se encontraba frente al computador tratando de imitar un vídeo el cual enseñaba a hablar el idioma de los sordomudos, el lenguaje de las señas y es que siempre había querido aprenderlo.
Él la observaba a la distancia con una sonrisa mientras rasgaba unas cuantas notas en su guitarra.
Momentos después deja su guitarra a un lado y se acerca a ella.
-¿Has aprendido algo?- pregunta apoyando una mano en el escritorio mientras observa el computador.
Ella le sonríe.
-Esto significa hombre- cerró su mano dejando solo el dedo índice hacia adelante y luego formó un óvalo con ella- Y esto es nombre- abrió la palma de su mano y esta vez formo un puño apoyando su dedo pulgar encima.
-¿De verdad?- él imitó su acción- Wow, genial.
Y desperté...
Abrí mis ojos lentamente para que el sol que pegaba directo a mi rostro no me afectara y estiré mis brazos hacia arriba, giré un poco mi cuello y decidí levantarme de la cama para preparar el desayuno.
Solo un café con unas cuantas tostadas y me senté frente a mi laptop a la espera de alguna idea para mi nueva novela, pero no había caso, me encontraba estacada y no entendía la razón, generalmente era de esas personas que se inspiran con solo observar a un pájaro volando, pero últimamente mi imaginación se había puesto en mi contra y no lograba escribir ninguna escena, ni siquiera el título.
De pronto recordé aquel sueño que tuve en la noche, sobre aquella pareja, recuerdo sus rostros claramente, sus vestimentas y hasta sus voces lo que me pareció extraño, realmente extraño, podía jurar que los reconocería si me los encontrara en algún lado, si es que no fueran producto de mis sueños.
Cerré la laptop y me dispuse a darme una ducha para luego ir al trabajo.
Me vestí con una camisa blanca y sencilla, unos jeans un poco gastados, unas zapatillas y un suéter no tan abultado en color negro con unos cuantos detalles en blanco, para variar. Até mi pelo en una coleta alta, tomé mi cartera y salí de mi departamento.
Al llegar a la parada del bus, me detuve a observar un poco el paisaje en la búsqueda de un poco de inspiración, pero no era más que una avenida doble con coches pasando cada dos segundos, tiendas de conveniencia al otro lado de la calle con algunos departamentos rellenando la cuadra, nada que envidiarle a las cuadras siguientes y me rendí, si la inspiración decidía volver a mí, lo iba a saber en un instante.
Al subir al bus tomé asiento en una de las butacas del fondo y abrí mi libro como entretenimiento durante el viaje.
-¿Qué le has comprado?- preguntó una voz joven masculina provenía de un lado del asiento ubicado detrás de mí.
No hubo respuesta de regreso.
-Lo has olvidado, ¿verdad?- volvió a preguntar la voz.
-Iré a comprarle algo luego de volver del trabajo- respondió la segunda voz que estaba ubicado en el asiento detrás de mí.
-¡Sabes lo importante que es para ella!- regaño.
-Lo sé, no voy a olvidarlo, no te preocupes.
No quería ser entrometida, pero la curiosidad me ganaba, observé de reojo hacia donde se encontraban las voces y solo pude observar las piernas de un joven que vestía unos jeans ligeramente apegados al cuerpo con unos zapatos casuales y deduje que su amigo o lo que fuera se encontraba a su lado a un lado del asiento siguiente al mío, por lo que no pude observarlo.
Era la hora de bajarme, pero al levantarme, los dueños de las voces ya no estaban.
Guardé el libro en mi cartera y bajé del bus.
Caminé unos pasos hacia al final de la cuadra donde estaba ubicado el café en el que trabajaba "Sweet Essence".
Saludé a mis compañeros, me puse el uniforme y comencé otro día rutinario de trabajo.
-¿Aún no llega la inspiración?- preguntó Alice, una de mis compañeras del café.
Alice era de estatura alta de complexión delgada con una melena ondulada en color trigo que le llegaba hasta la cintura, su tez de una tonalidad clara y con ojos almendrados en color topacio. Extrovertida, demasiado si me lo preguntan, pero ese es también su encanto.
-Creo que se ha ido para siempre- respondí con una expresión dramática lo que causó una risa por parte de Alice.
-Tal vez estés necesitando una musa inspiradora- sugirió.
-¿Y con musa inspiradora te refieres a un novio?- levanté una de mis cejas.
-Solo digo- respondió levantando ambos hombros en señal de defensa.
Sonreí.
-¿Se me nota mucho la soltería?
-Digamos que... Solo te falta un micifuz de acompañante.
-Eso es muy cruel de tu parte y ni se te ocurra recordarme que siendo más joven que yo, estas por casarte.
Ella soltó una risa.
-Bien, en primer lugar, tú te lo autorrecordaste, en segundo lugar solo soy más joven por dos años y en tercer lugar aún tienes tiempo de encontrar a tu príncipe azul, aún no estás tan anciana- me "consoló".
-"Príncipe azul", que cursi- hice una expresión de disgusto.
-Y así menos vas a encontrar a alguien, deberías ser un poco más, mmm, ¿cómo decirlo?... Ah sí, TIERNA- y destacó la palabra tierna.
Solté una carcajada.
-Sí, claro- me burlé.
Otro día de trabajo terminó.
-La anciana se va a casa- informé a Alice.
Ella sonrió y asintió.
-Nos vemos mañana y recuerda trabajar en tu parte tierna- respondió.
-Definitivamente es lo primero que haré al llegar a casa- me burle nuevamente.
Y nuevamente debía tomar el bus de regreso.
Al llegar al departamento, caí rendida en la cama.
Otra vez ellos dos, la misma pareja que la noche anterior, pero esta vez estaban discutiendo y era de noche.
-Lo has olvidado- le reclama ella con decepción en sus palabras.
-Te he dicho que lo siento- le responde él.
-¿Crees que eso es suficiente?- formó una sonrisa irónica.
Tomó su bolso y se dirigió hasta la puerta principal del departamento.
Él fue tras ella, pero ella se encontraba a una distancia de él y no lo duda, sigue su camino sin mirar atrás mientras él va detrás de sus pasos regañándose mentalmente por haberlo olvidado otra vez.
Ella mete su mano en su bolso y saca una pequeña caja, la abre y contempla el obsequio que había comprado para él en el día de su aniversario. Lo arroja a un lado y sigue su camino.
Él observa que acaba de arrojar algo y recoge la caja. La abre y observa un hermoso collar, similar a la placa de los militares, que ella le había comprado y en el que tenía una frase grabada:
"Siempre mantente en mi vida"
Él agachó su cabeza y se lamentó en silencio mientras daba pasos lentos detrás de ella.
Él tenía el pelo en una tonalidad rojiza, era alto y vestía un suéter con cuello en color mostaza, unos jeans ligeramente apegados al cuerpo y unos zapatos casuales mientras que ella es pequeña de estatura, cabello hasta la cintura en color castaño oscuro y lleva tapado en color marrón oscuro y debajo de él, un vestido de mangas largas que le llegaba hasta un poco antes de la rodilla en dos tonalidades, adelante negro y detrás era de color beige con unos stilettos simples y negros.
Sigue caminando hasta que se topa con un grupo de cuatro estudiantes que aún llevaban el uniforme de su instituto y cubrebocas.
Toma un respiro, sigue caminado con temor y luego siente unas manos tomándola por detrás.
Al girar, los cuatro estudiantes estaban detrás de ella.
-¿Ibas a algún lado?- pregunta uno de ellos.
Ella se inhibe y no responde.
-¿Tienes miedo?- pregunta otro acercándose a ella.
Da un paso hacia atrás.
-¿Qué quieren?- pregunta con dificultad.
Uno de ellos la observa de pies a cabeza, analizándola, imaginándola... Sin prendas.
-¿No tienes calor?- pregunta uno de ellos- ¿Por qué no te quitas el tapado?
Ella rodea su cuerpo con sus manos y da un paso hacia atrás.
-¿Qué creen que están haciendo?- pregunta una voz familiar a sus espaldas y ella se alivia automáticamente.
-¿Tú quien rayos eres?- pregunta molesto otro de ellos.
-¡Soy su prometido!
Ellos rieron.
-¿Así?
Uno de ellos se abalanzó hacia él y lo golpeó fuertemente en el estómago lo que provoco que cayera al suelo del dolor.
Los ojos de ella se cristalizaron.
-¿Por qué hacen esto?- preguntó con la voz quebrada.
-No lo sé, tal vez por diversión.
-De...jen...la, por favor- dijo él con su voz entrecortada.
Uno de ellos se acercó hacia él.
-Disculpa, no te oí, ¿qué has dicho?- interrogó burlón.
-Por...favor, no...le hagan nada...por favor- pidió él.
-Oh, ¿qué debemos hacer?... Creo que eso no será una opción.
Con un gesto de manos le indicó al resto que la tomaran y la tiraran al suelo boca arriba y comenzaron a quitarle su tapado, mientras continuaban golpeando a su novio al punto de que él comenzó a sangrar y las lágrimas se deslizaban por el rostro de ella.
-Esperen por favor- pidió ella después de haberle quitado el tapado.
Ellos la observaron.
-Solo quiero pedirles un favor- dijo entre sollozos.
-¿Qué quieres?
Ella giró su mirada hacia su pareja.
-Déjenlo ir y prometo no interferir en lo que vayan a hacer conmigo- volvió su mirada hacia ellos.
El "jefe" del grupo, giró la mirada hacia su pareja, luego hacia ella y se oyó el sonido de su risa.
-Bien- respondió y dio la orden para que lo dejaran ir.
Él comenzó a toser fuertemente y las lágrimas comenzaron a caer.
-No voy a irme- dijo entrecortado- No voy a dejarte- posó su mirada en ella.
Su risa volvió a sonar.
-Entonces supongo que si quiere quedarse no podemos evitarlo- hizo un gesto desinteresado- Disfruta el show- dijo con malicia y puso a su prometido boca abajo con la mirada en dirección a su prometida.
Y lentamente le fueron quitando su inocencia.
Ella cierra sus ojos cristalizados y vuelve a abrirlos, trata de alejar las lágrimas y aún forzándola en contra de su voluntad, comienza a observarlos en busca de algo que pudiera ayudarla a identificarlos en caso de que saliera con vida de allí, algún detalle, algo, pero observa algo mucho mejor, sus nombres en los uniformes.
Ellos traían sus nombres en sus uniformes y pensó que eran demasiados idiotas o eso significaba que no iban a dejarlos con vida.
Hizo un esfuerzo sobrehumano tratando de recordar sus nombres.
*Dean Hawk
*Christian Gates
*Mike Beckett
Y se aferró a aquellos nombres.
Giró la mirada hacia su pareja que estaba inundado en lágrimas y rogaba su perdón con la mirada.
Ella se encontraba con ambos manos hacia los costados por lo que con el brazo que estaba en dirección hacia su pareja utilizo el lenguaje de señas que había aprendido en el sueño anterior.
Y formó la palabra 'nombre' con las manos, aquella palabra que agradeció haberle enseñado.
Él tardó unos momentos en entender, pero cuando finalmente lo hizo, se giró hacia su agresor ,"el jefe"
con la excusa de que necesitaba moverse porque estaba muy adolorido.
*Scott Jones
Y nuevamente desperté.