El CEO INDOMABLE
img img El CEO INDOMABLE img Capítulo 4 Prometida y futura esposa...
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Capítulo 6 Matrimonio y muerte img
Capítulo 7 ¡Por fin, la luna de miel! img
Capítulo 8 ¡Lo vulgar se pega! img
Capítulo 9 En el mismo infierno... img
Capítulo 10 La huida... img
Capítulo 11 Un nuevo destino... img
Capítulo 12 ¿Yves, embarazada img
Capítulo 13 ¡Su rostro le era familiar! img
Capítulo 14 Mentiras por verdades img
Capítulo 15 Buscando el pasado img
Capítulo 16 Mi querido esposito img
Capítulo 17 Tres celebraciones img
Capítulo 18 ¡Fuera de mi vista! img
Capítulo 19 El reencuentro... img
Capítulo 20 Los celos de Donald... img
Capítulo 21 Seguimiento img
Capítulo 22 Serenata... img
Capítulo 23 Solo verdades... img
Capítulo 24 ¡Es mi hija...! img
Capítulo 25 Los celos de Yves img
Capítulo 26 Mi hijo es mi pequeño clon img
Capítulo 27 Domingo pasional img
Capítulo 28 Resultados de la prueba de ADN img
Capítulo 29 Otra vez embarazada img
Capítulo 30 Divorcio fraudulento img
Capítulo 31 Otra traición img
Capítulo 32 Ese hijo, también es mío... img
Capítulo 33 Segundo hijo img
Capítulo 34 Amor que florece img
Capítulo 35 Paseo en familia img
Capítulo 36 Decisión judicial... img
Capítulo 37 De nuevo la tóxica img
Capítulo 38 Mala decisión img
Capítulo 39 Supuesto embarazo img
Capítulo 40 ¡Asombroso! img
Capítulo 41 ¿Cuál ex... img
Capítulo 42 Avión perdido... img
Capítulo 43 ¡Mi amor aquí estoy! img
Capítulo 44 Matar las ganas img
Capítulo 45 Confesión espontánea... img
Capítulo 46 Las condenas... img
Capítulo 47 Anulación del divorcio... img
Capítulo 48 Arrepentimiento img
Capítulo 49 Consentidor img
Capítulo 50 Libertad vigilada img
Capítulo 51 Nacimiento de Abryl img
Capítulo 52 Decepción img
Capítulo 53 Visita inesperada img
Capítulo 54 ¡Soy tu padre...! img
Capítulo 55 Reflexiones img
Capítulo 56 Inútil castigo... img
Capítulo 57 Intuición femenina img
Capítulo 58 Declaración y aceptación img
Capítulo 59 Mi padre: Karim Davies img
Capítulo 60 Reconciliación entre padre e hija. img
Capítulo 61 El asalto... img
Capítulo 62 . Nuevos atentados img
Capítulo 63 ¡BUM! img
Capítulo 64 De retorno a Santiago img
Capítulo 65 Noche de seducción img
Capítulo 66 Ovulación img
Capítulo 67 ¡Nos Quedamos! img
Capítulo 68 Mercenarios img
Capítulo 69 Captura del capo img
Capítulo 70 Las ex... img
Capítulo 71 Evitar un escándalo img
Capítulo 72 Tocando el cielo con las manos img
Capítulo 73 Medida de restricción img
Capítulo 74 Nuevo atentado img
Capítulo 75 La boda de Venus y Daniel img
Capítulo 76 Cumpleaños de Yves img
Capítulo 77 Sospechas img
Capítulo 78 Cambios y transformación img
Capítulo 79 Un líder del mal img
Capítulo 80 Homenaje y susto img
Capítulo 81 Muerto el perro se acabó, la rabia img
Capítulo 82 Tirar la casa por la ventana img
Capítulo 83 Súplica cariñosa img
Capítulo 84 La boda de Jade Y Matheo img
Capítulo 85 Me persiguen las tóxicas img
Capítulo 86 Te arrepentirás de haber nacido img
Capítulo 87 La era digital img
Capítulo 88 Otro Donald más img
Capítulo 89 ¡Por fin... la boda! img
Capítulo 90 Extraordinario final img
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Capítulo 4 Prometida y futura esposa...

En el restaurante

Donald, confesó a Yves que de no haber sido por el accidente, él se estaría perdiendo de conocer a la mujer más bella, sincera y honesta que había pasado por su vida. Además, le hizo saber lo importante que era para él.

Yves sintió que su corazón se desbocaba. Era lo que menos imaginaba, que él pensara así de ella. Hasta ahora, siempre que se veían hablaban sobre su mamá, el trabajo que hacía para la Fundación, sus travesuras, chistes, pero nada más.

-¿Por qué te quedas tan callada? ¿No te gustó lo que dije? -preguntó él, con su mirada fija en los ojos de ella.

-¡No, no es eso! Es solo que me sorprendiste con tus palabras -manifestó ella un poco emocionada.

-Creo que el sorprendido soy yo ¡Me gustas Yves y mucho! Este tiempo a tu lado, has despertado en mí emociones y sentimientos que nunca antes había experimentado por alguien -confesó él, mirando sus ojos.

Yves, hizo un prolongado silencio por unos minutos, sin saber qué hacer o decir. Esta, observaba su mirada penetrante, la cual le costó mantener y que no había visto en él hasta ahora. A pesar de no ser una experta, podía observar el interés de este, por ella.

Estaba claro, que eran personas totalmente distintas, con mundos diferentes. Ella, realista, práctica, algo que aprendió de su madre y plenamente consciente que apenas su madre fallezca, todo volverá a ser como antes.

Donald, ha sido un ángel enviado por Dios, para que su madre tenga un final feliz, a pesar de los dolores, del cáncer y de todas sus secuelas. Ella, le estaba muy agradecida porque cada día de vida de esta, era gracias a Dios y obviamente a la ayuda de él.

«No debo hacerme ilusiones y mucho menos imaginar que Donald se pueda enamorar de mí», pensó ella, con dolor y tristeza. Reconociendo, por primera vez, que estaba perdidamente enamorada de él.

Después, de estos breves minutos reflexivos de ella, él preguntó...

-¿Nos vamos? -haciendo simultáneamente señas, al mesero para que le trajera la cuenta. De inmediato, este lo hizo; él pagó y le ayudó a levantarse de la silla, tomando a Yves de la mano, llevando a esta, así hasta el estacionamiento.

Los dos caminaron hacia el Ferrari y justo en el momento que él abrió la puerta, la atrajo hacia su cuerpo, le abrazó y se apoderó de sus labios suaves, dulces y virginales. Este, era el primer beso que Yves recibía de un hombre.

Ella, sintió un estremecimiento general en todo su cuerpo, cuando percibió los labios de él, sobre los suyos. Esto aumentó, cuando al ceder ante su presión, abrió la boca para dejar que la lengua inquieta e invasiva de él, recorriera toda su cavidad bucal. Esto, despertó emociones placenteras en Yves.

Donald, tomó los brazos de ella, los llevó hasta su cuello, para que lo abrazara. Esta, se apoyó en él, sintiendo a este íntegramente. Entretanto, él absorbía con todos sus sentidos la fragancia, que emanaba de su cuerpo, estaba seguro, era virgen. Este, al separarse, le interrogó...

-¿Podrás, disculparme? Si te hice enojar, no era lo que buscaba -cuestionó él- Pero, eso sí, por lo que no te voy a pedir disculpas, es por el beso.

»Tengo días, anhelando saborear tus labios, besar, sentirte y no me arrepiento. Sí, por mí fuera aún te estaría besando -afirmó él, abriendo la puerta del coche para que ella entrara.

Yves, prefirió callar, no quería suponer ni imaginar nada. Deseaba que Donald hablara, pidiera e hiciera algo, para no equivocarse. Para ella, él estaba muy alto, pertenecía a una élite social exclusiva, por eso no se expondrá a ser humillada y abandonada.

El, sentado a su lado en el auto, le tomó sutilmente el rostro; con su mano, la volteó para obligar a que esta que lo mirara y expresara lo que sentía. No iba a permitir, que callará sus emociones, así sean sentimientos contrarios a los de él.

-¡Por favor, Yves! ¿Podrías insultarme? ¿Gritarme? ¿Pelearme? Pero no me ignores -suplico él, sin darse cuenta de que lo hacía.

Donald se quedó observando a Yves, quien le respondió de inmediato, para aclarar su silencio.

-No te estoy ignorando. Todo esto es nuevo para mí y no sé qué hacer ni que decir ¡Te lo juro! Esto ha sido muy sorpresivo. Prefiero no imaginar, ni creer nada -respondió ella, sintiendo un fuerte nudo en su garganta y sus ojos listos para desbordarse en lágrimas.

-¡No, por favor no llores, Yves! Es lo que menos deseo, ser el causante de tu llanto. Vamos a dejar que todo fluya libremente y ver hasta dónde nos lleva esto que siento por ti. No te voy a presionar. Pero hay algo que deseo saber:

-¿Qué quieres saber? -Interrogó ella, con una sonrisa, mientras reflexionaba.

«Ahora la ansiosa soy yo», analizó esta, tapándose el rostro con su mano izquierda y sintiendo mucha vergüenza.

-¿No te gusto como hombre, ni aunque sea un poquito? ¿Ni siquiera, así? -Cuestionó, mostrando sus dedos índice y pulgar, casi juntos, con muy poca separación entre ellos.

Yves, ante este gesto, se limitó inicialmente a sonreír, sin mantener la mirada en él. Ella, sentía que podía leer en sus ojos la verdad, verdadera de lo que estaba sintiendo y prefería mantener esto en secreto, por ahora, no quería ser juguete de nadie.

-¡Ya! Con ese silencio deduzco tu respuesta. Para que no me afecte, prefieres callar, ¿siempre eres así? ¿Sacrificas tus sentimientos o intereses por el otro? Te digo algo: eso no es bueno -agregó él.

»A la larga, terminarás igualmente frustrada -aseguró con un tono de voz extremadamente grave.

-¡No, eso no es cierto! -Respondió ella por fin, arriesgándose- ¿Qué mujer no se va a sentir atraída por ti? -Se preguntó a sí misma, en voz alta.

»Eres bueno, noble, hermoso, sin dejar por fuera todos los atributos económicos que te rodean. Y eso, no es nuevo para ti, me imagino que la inmensa cantidad de mujeres que se te acercan, te lo dicen a diario. Tú eres consciente de ello -afirmó Yves.

-Sí, pero nadie me lo había dicho con esa sinceridad y honestidad que veo en tus ojos -agregó él.

-¡Bueno! Se tenía que decir y se dijo -manifestó ella, sonriendo.

No obstante, al ver Yves que él tenía el control del portón que da entrada al estacionamiento del Edificio, levantando una sola de sus cejas, le preguntó:

-¿Este apartamento es tuyo? ¿Me mentiste? -Inquirió ella, inquieta.

-Sí y no. El apartamento es mío, pero está asignado a la Fundación, para casos especiales, cuando lo requieren -haciendo está aclaratoria, para que ella no se sintiera mal por estar ahí.

-¡Vale! Gracias por tu sinceridad -agregó ella.

-Igual te digo, gracias por tu honestidad -acercándose nuevamente a ella para besar sus labios muy ligeramente y despidiéndose de esta.

(***)

En los siguientes días, Donald visitó a Yves todas las noches. Algunas veces, pedía comida para cenar ahí en el apartamento, otras la llevó a cenar a lugares conocidos y de su preferencia, donde incluso la presentó como su novia.

-¿Tu novia? -Cuestionó ella en ese momento, al oído de él, quien solo sonrió y le besó los labios delante de todos los presentes.

Un mes después...

Justo la noche anterior al próximo Consejo Directivo, Donald invitó a Yves a cenar. Asimismo, le hizo llegar al apartamento el vestido que deseaba luciera esa noche junto a las sandalias de tacón alto y la bolsa que usará en juego con su ropa, todo de un mismo color dorado.

Esa noche, para ella fue como el cuento de cenicienta. Una vez en el restaurante, Donald solicitó una botella de champaña, la cual descorchó y vació en dos copas sacando un estuche pequeño de uno de sus bolsillos.

-¿Mi amor, te quieres casar conmigo? -Peguntó, con una voz muy varonil, tierna y seductora.

-¿Donald, eesss... en-en serio? -preguntó ella, incrédula, con una voz trémula, temblorosa.

-¡Sí, Yves! Es en serio ¿Por qué lo dudas? -preguntó él, con su voz ronca y grave.

-Es, que entre tú y yo hay demasiada diferencia, sobre todo social -respondió ella, aún anonadada.

-Y ¿vas a dejar que eso nos separe? -Inquirió, con una mirada amorosa y fija en ella.

-¡Obvio, que no! Pero, me sorprendiste -manifestó Yves, mirando el anillo que él mostraba.

-¡Entonces! ¿Qué me respondes? -volvió a consultar él.

-¡Ssssí, si, si quiero casarme contigo! -se arriesgó a decir ella, aunque con muchas dudas.

Donald se levantó de la silla, emocionado, feliz. Así que arrodillándose ante ella, le colocó el anillo en el dedo anular de su mano izquierda. Luego, se apoderó de sus labios como de su boca, con un beso apasionado, que la dejó sin aliento.

Después, él se sentó y le entregó la copa de champaña para que brindaran. Ella, le aclaró que no le gustaba el licor, que solo lo probaría, como la primera vez que cenaron juntos.

-¿Podrías hacer esto, solo por mí? -Rogó él- Brindemos por nuestro amor -anunció, chocando su copa con la de ella, quien lo complació.

Yves, solo pensaba y recordaba, que este era el sueño de su madre. Desde que conoció a Donald, deseaba que se enamorara de su hija, como en efecto ha ocurrido. Por lo tanto, será la persona más feliz con este compromiso, obviamente después de ella misma.

«¿Será que estoy soñando?», supuso Yves, aun sin poder creer que esto fuera cierto.

(***)

Después de la cena, Donald la llevó a bailar, disfrutando mucho de su compañía. Él, antes de dejar a Yves en el apartamento, le pidió que lo acompañara al día siguiente a la sesión del Consejo Directivo de la Compañía, para hacer la presentación de ella como su prometida y futura esposa.

Esta noticia le dejó muda y más asombrada. La ropa que tenía presentable era esta que cargaba puesta y la que usó la primera vez que salió con él. Con cualquiera de las dos, no podía utilizar brassier, así que la llevará igual, sin ropa interior en la parte superior.

A la mañana siguiente, Donald desayunó con ella y le explicó su rol, en esta reunión. Además, le advirtió que todos deseaban saber ¿de dónde viene? ¿Quiénes son sus ascendientes? ¿Qué hace? Y en fin, todo lo relacionado con ella.

-¿Crees que pueda tener algún problema por mis orígenes? -cuestionó ella, intranquila.

-¡Tranquila, mi amor! -Solicitó él- ¡Pudiera ser! Pero, no es seguro. Solo que todos, incluyendo mis hermanas, viven del estatus y de las clases sociales, algo que no es nada relevante para mí y eso ya lo sabes -aclaró él, besando suavemente sus labios.

-Sí, lo sé -respondió ella con un fuerte susto en su estómago, sobre todo del lado izquierdo, a pesar del beso y del abrazo que él le dio...

            
            

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