Sacrificio - Saga Necesitamos el quinto elemento - Libro 2
img img Sacrificio - Saga Necesitamos el quinto elemento - Libro 2 img Capítulo 1 Despertando
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Capítulo 6 ¿Quién soy img
Capítulo 7 ¿Ser un servidor de la diosa img
Capítulo 8 No creo en tal leyenda img
Capítulo 9 Conociendo a la diosa img
Capítulo 10 Una misión desagradable img
Capítulo 11 Debe aprender img
Capítulo 12 Debe aprender img
Capítulo 13 Cumpliendo sus caprichos img
Capítulo 14 No es necesario ir a misa img
Capítulo 15 Presentando una disculpa img
Capítulo 16 Interrogatorio img
Capítulo 17 Cercanía peligrosa img
Capítulo 18 En Dubai img
Capítulo 19 Ataque eminente img
Capítulo 20 Miedo a perderla img
Capítulo 21 Conociendo el mundo y... Deseando hacerla mía img
Capítulo 22 Mostrando los dones img
Capítulo 23 Él me la quitará img
Capítulo 24 No se la daré, ella era mía img
Capítulo 25 Rumbo a la naturaleza img
Capítulo 26 ¿jamás te diviertes img
Capítulo 27 Volvió a enojarse img
Capítulo 28 ¿Por qué quiere que me acerque img
Capítulo 29 Preparándonos para acampar img
Capítulo 30 Qué susto me dio img
Capítulo 31 Perdóneme, señor del universo, pero... img
Capítulo 32 Atacado por los mosquitos img
Capítulo 33 Estamos avanzando img
Capítulo 34 Una antigua leyenda img
Capítulo 35 Yo soy fuego img
Capítulo 36 Calmé mi deseo con agua fría img
Capítulo 37 ¿De nuevo celosa img
Capítulo 38 Bajo el cuidado de la madre tierra img
Capítulo 39 Sigo haciéndole daño img
Capítulo 40 Sin explicaciones img
Capítulo 41 Coqueteando img
Capítulo 42 Oscuridad y claridad img
Capítulo 43 Superó todos mis sueños img
Capítulo 44 Algo pasaba en mi cuerpo img
Capítulo 45 ¿Linaje img
Capítulo 46 Soy el portador de las alas sagradas img
Capítulo 47 Limpiar la fortaleza img
Capítulo 48 Lo que harán con mi sangre img
Capítulo 49 Rescate img
Capítulo 50 Despertando img
Capítulo 51 Deseo img
Capítulo 52 Agatha img
Capítulo 53 Recordando img
Capítulo 54 Recordando – parte 2 img
Capítulo 55 Recordando – parte 3 img
Capítulo 56 Recordando – parte 4 img
Capítulo 57 Recordando – parte 5 img
Capítulo 58 Los enredos del Universo img
Capítulo 59 Recordando conversaciones img
Capítulo 60 Marido y mujer img
Capítulo 61 Consumado nuestro amor img
Capítulo 62 De luna de miel img
Capítulo 63 Elliot Garber img
Capítulo 64 Estamos embarazados img
Capítulo 65 De regreso a Francia img
Capítulo 66 Demonios especiales img
Capítulo 67 No compartimos la misma genética img
Capítulo 68 Siete meses después (parte 1) img
Capítulo 69 Siete meses después (parte 2) img
Capítulo 70 Ya somos padres (parte 1) img
Capítulo 71 Ya somos padres (parte 2) img
Capítulo 72 La llegada de un ángel (parte 1) img
Capítulo 73 La llegada de un ángel (parte 2) img
Capítulo 74 Se rompe la burbuja (parte 1) img
Capítulo 75 Se rompe la burbuja (parte 2) img
Capítulo 76 Llamando al elemento agua (parte 1) img
Capítulo 77 Llamando al elemento agua (parte 2) img
Capítulo 78 Llamando al elemento agua (parte 3) img
Capítulo 79 Quieren a nuestros hijos (parte 1) img
Capítulo 80 Quieren a nuestros hijos (parte 2) img
Capítulo 81 Quieren a nuestros hijos (parte 3) img
Capítulo 82 Ataque directo (parte 1) img
Capítulo 83 Ataque directo (parte 2) img
Capítulo 84 Acto demoniaco (parte 1) img
Capítulo 85 Acto demoniaco (parte 2) img
Capítulo 86 Lejanía (parte 1) img
Capítulo 87 Lejanía (parte 2) img
Capítulo 88 Lejanía (parte 3) img
Capítulo 89 Situación compleja (parte 1) img
Capítulo 90 Situación compleja (parte 2) img
Capítulo 91 Situación compleja (parte 3) img
Capítulo 92 Momentos de oscuridad (parte 1) img
Capítulo 93 Momentos de oscuridad (parte 2) img
Capítulo 94 Momentos de oscuridad (parte 3) img
Capítulo 95 El engendro es fuerte (parte 1) img
Capítulo 96 El engendro es fuerte (parte 2) img
Capítulo 97 Acercándonos - (parte 1) img
Capítulo 98 Acercándonos (parte 2) img
Capítulo 99 Ella se desvanece (parte 1) img
Capítulo 100 Ella se desvanece (parte 2) img
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Sacrificio - Saga Necesitamos el quinto elemento - Libro 2

Eilana Osorio Páez
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Capítulo 1 Despertando

A lo lejos escuchaba varias voces y se lamentaban, ¿hablaban sobre mí?, me era imposible salir del estado en el cual me encuentro. Siento que sus comentarios eran dirigidos a mí. He recibido cuidados por meses, siento las manos de personas haciendo su trabajo; al pendiente de mi higiene personal y cambian de ropa.

Las escucho hablar del paciente solitario al que ningún familiar se ha dignado a preguntar, no he sido visitado. El problema era mi falta de recuerdos, no sabía cómo me llamaba, no había recuerdos ni nosotros de personas conocidas. No tenía nada ni a nadie, era incómodo no saber quién eres, y daba impotencia ni siquiera recordar el color de mis ojos, ni el de mi cabello. ¡Era desesperante! ¡¿Quién soy?! ¡¿De dónde vengo?!, devastadoras preguntas las cuales carcomida mi alma.

Una y otra vez he escuchado a las enfermeras decir el tiempo transcurrido en estado vegetal, iban meses... Y era un puto vegetal consciente, si las personas escucharan mis groserías y pensamientos, me habrían desconectado. No sé si era correcto, ético o un desahogo por no saber quién era y como mis groserías no las oyen me tenía sin cuidado. Me sentía cansado de ser el conejillo de indias del departamento médico.

Agradezco las oraciones, las charlas de un sacerdote que viene todos los días sin falta, a leerme un libro y el periódico. En este tiempo cada uno de los libros narrados por ese sacerdote lo había leído. Desde que empezaba con el primer capítulo ya sabía la historia. Eso quiere decir mi agrado por la lectura, cuando los doctores hablaban de mi estado, también comprendía los términos, lo que me confirmó el vasto conocimiento en esa rama... ¿Seré médico?

El sacerdote lee un libro semanal, el de hace dos semanas no lo había leído antes y me gustó mucho escuchar cien años de soledad de Gabriel García Márquez. En las tardes leía en voz alta el periódico. Debía encontrarme en un lugar religioso, porque los pocos visitantes, siempre rezaban por mí... ¿Seré un sacerdote?

Trato de moverme sin obtener avance y al final término agotado, frustrado y lanzando groserías a la nada, porque ni puedo hablar. Después pido perdón porque una extraña sensación me invade, en todo caso mi vida era frustrante.

Escuché pasos, acercarse, ¿quién será ahora?, otra vez era el sacerdote, en un horario no habitúa ¿Otra vez viene a visitarme? -Era extraño, sabía los horarios de todos los enfermeros que me atendían. -Lo saludaron, escuché que le pidieron su bendición. Sí, era el cura, quien me ha acompañado a lo largo de estos meses.

-Este es el joven del que le he hablado, mi Señora. -Esa era otra de las cosas que me incomodaban, me hacían sentir como si fuera un trofeo, era una exhibición-. No sabemos su nombre, cuando lo encontré en esa calle solitaria, sentí compasión por él, usted es la única persona que podría ayudarlo.

¿Ahora podría ser un joven abandonado y por eso me encontraron tirado en una calle?

-¿Crees que ya es hora de utilizar los conocimientos? -Esa voz era un delicioso susurro-. Puede ser un drogadicto o asesino, no lo sabemos. -¡No soy nada de eso!, quise gritarle, me retorcía en mi cerebro, ¡qué frustrante era todo esto!

-Los exámenes realizados, dan como resultado a un joven sano y...

-¿Y qué? -cortó la mujer.

-Nada, mi señora, dejémoslo en que es una corazonada.

-Lo haré solo por ti, mi guardián. -¿De qué hablan?, ¿qué van a hacerme?

-Se lo agradezco, mi diosa.

Se alejaron. Desesperado, sumergido en el nexo en el que he permanecido desde mi regreso a la consciencia, frustrado por saber ¿quién rayos era? ¿Por qué estaba así? ¡Por qué no recuerdo nada!

Las enfermeras y el sacerdote volvieron, alguien frotó algo en la cabeza, el olor era penetrante tanto que asfixiaba. Comencé a moverme sin poder controlarme, no podía respirar por ese penetrante olor, las enfermeras empezaron a correr, llamaban a los médicos a gritos.

-¡Es un milagro de Dios! -habló una de ellas.

-Él la envió, usted es una creación directa del Señor, por consiguiente. Muchas gracias por el milagro otorgado para ese joven. La naturaleza. -comentó el fraile.

Estuchaba el correr de varias mujeres, me quedé con los médicos o no sabía quién se encargaba de atenderme. Por fin logré respirar, esa la mezcla puesta en la frente penetró hasta el fondo de la cabeza, fue como si me hubieran incrustado alfileres, eso dolió.

-Se está moviendo, ¡reaccionó! -¿Qué?, yo no hacía eso de los moviendo-. ¡Sujétenlo! -Unos pitos perforaron mis oídos, hacían que me retorciera más en mi desespero por callar el ruido-. ¡Ay qué sedarlo!

Llevaba una hora de haber despertado, una tierna religiosa de avanzada edad ingresó con un plato de sopa, me ayudó a tomarla, ya ese líquido me pareció glorioso, luego de tantos mese ese sabor fue revitalizante. Debe de ser normal después de haber estado tanto tiempo inconsciente. Sonreía, cuando le preguntaba si podía darme un poco más, el sacerdote se sentó al frente de la cama, a lo mejor analizando mis reacciones.

-¿Quieres un plato más? -preguntó sonriendo.

-No, hermana, ya fue suficiente, Dios le pague.

Había escuchado hablar tanto de Dios que me fue muy natural hablar en los mismos términos.

-¿Cómo te llamas joven?

Por fin, preguntó, era un hombre de estatura media, con poco cabello, la mitad de su cabeza lucía una calvicie anticipada, porque no debe tener más de cuarenta años, lo miré, no me fue familiar ningún nombre, me escudriñaba por encima de sus anteojos.

-No lo sé. -Me acomodé en la cama pegando la espalda en la pared fría.

-¿No recuerdas nada? -arrugó su frente.

-No, señor. -decidí acostarme otra vez.

-¿Nada?

La recámara tenía una cama, un sofá y la imagen de Jesús en la cabecera, caminó de un lugar a otro en el estrecho espacio.

» ¿Entonces no sabes dónde se encuentran tus padres o cómo podemos encontrarlos para darles noticias tuyas? -enfatizó las últimas palabras, negué-. Bueno, no sé si te interesa este ofrecimiento, podrías quedarte en nuestra institución, si quieres aprender nuestra doctrina podrás hacerlo.

-No tengo a dónde ir, no sé quién soy, tampoco recuerdo mi pasado. Lo único que recuerdo es su voz leyéndome todos los días. -Lo miré con agradecimiento, alzó una de sus cejas-. Es usted la persona que más se asemeja a un familiar, le agradezco por su dedicación para con un desconocido, si no hay inconveniente, mientras mis recuerdos regresan permaneceré a su lado. En el monasterio que usted lidere.

-Buen chico, tienes sensatez. -seguía reparándome-. Cuando te encuentres recuperado vendré por ti. Y no es un monasterio, estarás en la orden de la Madre tierra. -Su mirada fue más escrutadora, me encogí de hombros, no comprendo su insistente mirada.

-Gracias. -Fue mi respuesta.

            
            

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