Ella había horneado un pollo, con papas y una ensalada de guarnición, él sonrió de satisfacción al probar aquella comida casera, tenía tanto tiempo comiendo cada mediodía en la calle que había olvidado lo que era que alguien le cocinara, se sintió conmovido, pero obviamente que lo disimuló muy bien, le provocaba tener a Megan en casa siempre, éste pensamiento lo confundió, no quería comprometer sus sentimientos con ésta chica que solo estaba de paso por su vida, porque ella, no iba a vivir para siempre en aquella casa.
- Gracias por ésta rica comida Megan, eres excelente cocinera, deberías dedicarte a ser una profesional de la cocina.
-¿En serio?
-Estoy hablando muy en serio, eres excelente.
- ¡Gracias Derek! Creo que lo heredé de mamá, siempre me conquistaba con sus aderezos.
- ¡En hora buena por esa herencia entonces!
Él pronto se preparó para volver a salir y ella dijo:
- Espero que no vayas a olvidar la hora de la cena.
Los dos rieron de buena gana y él respondió:
- Tampoco quiero que estés metida en la cocina, no eres una muchacha de servicio.
- Pero no puedo andar saliendo tanto a la calle, recuerda de dónde vengo y de que ando huyendo.
- Sí también es cierto, necesitamos ocuparnos de ese asunto.
Derek salió del apartamento dejando a una chica suspirando de puro gusto, aunque su cabeza le indicaba que estaba escalando demasiado alto, su corazón se negaba a dejar de sentir aquel sentimiento tan cálido que la invadía en ese momento.
Se sintió alegre, tenía tanto tiempo sin tener un sueño bonito, sabía quién era ella y que éste hombre estaba demasiado alto para alguien que había vivido en el fango, nunca podría aspirar a que la amara un hombre como Derek, se veía tan limpio, en cambio ella estaba sucia de los pies a la cabeza, no era más que una prostituta.
Se sintió devastada con éste pensamiento y rompió a llorar, se repetía interiormente que había sido tan tonta al abandonar el hogar de sus tíos, por lo menos allí nadie la violaba, que ilusa había sido al confiar en un granuja como aquel chico que le llenó la cabeza de falsas expectativas.
Cada día lamentaba aquel funesto día, se encerró en la habitación a llorar y martirizarse con recuerdos, cuando llegó Derek eran pasadas las siete de la noche y vió que el apartamento estaba a oscuras, se extraño, pensó qué Megan estaría metida en la cocina con la cena lista, pero al no verla una punzada de preocupación le llenó el pecho.
- ¡Megan!-llamó él.
No la vió en la sala, «quizás debió quedarse dormida» pensó, así que se dirigió hasta la habitación donde ella se estaba quedando, tocó suavemente, pero no recibió respuesta, decidido abrió, todo estaba en tinieblas en aquel lugar, encendió la luz y la vió, acurrucada en un rincón de la habitación, emocionalmente descontrolada.
Aún lloraba muy quedamente, se veía mal, él se acercó muy lentamente y dijo:
- Megan, soy yo Derek, ¿qué está sucediendo, cariño? ¿Pasó algo?
Ella levantó su rostro hinchado de tanto llanto y respondió:
- Sucede que no debo estar aquí, soy escoria Derek, voy a traer problemas a tu vida, eres un buen hombre, estoy llorando porque no quiero irme, pero es lo mejor, ya me ayudaste.
-¡Hey! No hables así de tí, eres una mujer muy bella, y nadie se va a meter en líos, te lo aseguro.
- Derek, no tienes idea de la gente que me tenía retenida, son delincuencia organizada, en algún momento darán conmigo y tú te verás involucrado, lo mejor es que regrese allí.
- ¿Regresar? ¿Quieres volver a ese "infierno" así lo llamaste tú, ¿que te pasó, que deseas volver allí? ¿Tan mal te estoy tratando? Tenemos un convenio cariño; ¿recuerdas? Tenemos una cena pendiente con mi jefe, ¿quieres que pierda mi trabajo?
- ¡No! ¡Solo que tú no mereces una esposa de mi calaña, soy una prostituta!
-¡Por favor, no digas eso de tí! ¡Para mí, solo eres una dama en apuros! Ven, levántate, lava tu rostro y salgamos a cenar, muero de hambre y tú no hiciste nada de comer, así que saldremos y comeremos algo en cualquier lugar.
Ella sonrió avergonzada y fue hasta el baño para cumplir con lo que él le estaba pidiendo, Derek la miró lleno de compasión que vida tan espantosa debió llevar ésta chica, que aún fuera de ese lugar se sentía atada a ese destino que no era para nada agradable. Cuando iban saliendo, él recibió una llamada, era su padre.
-¡Hola Derek! ¿Qué estás haciendo?
- ¡Hola! En éste momento salía a buscar un lugar para cenar papá.
- Entonces te espero en casa, ven a cenar conmigo, necesito hablar algo urgentemente contigo.
- Está bien, salgo para allá.
- ¡Vienes con tu novia, imagino!
- Sí, ella me acompaña padre, aprovecharé para que la conozcas.
- ¡Perfecto!
Ya Megan se sentía un poco mejor, las palabras de Derek le habían ayudado a sentirse mejor. La casa a donde iban estaba algo alejada de donde estaban viviendo, tardaron una media hora en llegar a una imponente mansión, ya Megan se veía recuperada, ella suspiró al ver aquella majestuosa edificación, algo que no pasó inadvertido para él, quien apretó la mano de la chica y le susurró al oído:
- Tranquila, estamos en confianza, mi padre es un buen hombre.
- Imagino que sí, debiste heredar algo de él.
Derek sonrió ante aquel comentario.
Su padre era un hombre maduro, de unos cincuenta y tres años, muy bien parecido, tan alto como su hijo, de rostro bonachón, pero mirada escrutadora, sonrisa amplia. Cuando vió llegar a su hijo salió a abrazarlo efusivamente.
-¡Qué alegría tenerlos en casa para la cena! ¡Bienvenida querida!
- Hola papá, ella es Megan y gracias por tu invitación tan oportuna, nos encanta poder acompañarte a cenar.
- ¡Es un placer tener a una chica tan bella en casa, estoy feliz porque estés en la vida de mi hijo; soy August Arden!
- ¡Gracias señor, es un placer estar aquí!
- ¡Nada de señor! Llámame simplemente August, al final somos familia.
Ella sonrió con timidez y el padre de Derek ya se estaba preguntando, ¿de donde su hijo había sacado una mujer como aquella? Callada y tímida, dos cualidades valiosas en una mujer de ésta época.
- ¡Vamos que ya están sirviendo la mesa, mande a buscar de la bodega un buen vino para celebrar éste momento, además de darle la bienvenida a Megan!
Caminaron detrás del anfitrión, el comedor era muy bello, como todo lo de aquella casa, una mesa para doce comensales, ellos ocuparon los tres primeros puestos a la cabecera de la mesa. Les fueron sirviendo y pronto estuvieron degustando aquella maravillosa comida ligera.
Después August quiso reunirse con su hijo.
- Hablemos delante de Megan, entre ella y yo no existen secretos.
- Eso es una buena señal.
- Derek, he pensado muy bien para plantearte ésta conversación, la verdad nunca he sabido el porqué de tu rechazo de ser parte de mi tren ejecutivo, pero de verdad te necesito.
Derek echó su cabeza hacia atrás y expulsó aire de sus pulmones.
- Siempre me ha gustado ganarme las cosas por mi propio mérito papá, en cambio contigo estaría en la cúspide y eso no me parece justo.
- Eres mi heredero, me he esforzado para que un día manejes mis negocios con criterio sabio, para mi eso es justo.
- Papá, acabo de ganar un ascenso laboral, no se vería bien que lo dejara a éstas alturas.