Un bebé implica gastos, y no puedo cargar toda esa responsabilidad a mi hermano y Melay; también debo ayudar.
Intento moverme de nuevo; la barriga cada vez hace que levantarme se sienta como una maratón. Salgo a prepararme el desayuno: un gran plato de cereal con pan, huevos y tocino, algo simple, ya que hoy no tengo ánimos de experimentar. Cuando termino, me dedico a ordenar el apartamento, ya que es una de las cosas que me distrae después de dejar mi trabajo. Estoy sola en la casa; Melay y Luca están en el trabajo, ella como enfermera y él como arquitecto. Quién lo diría, ¿no? Luca trabaja como gerente en una empresa de construcción y ha ayudado mucho a mis padres, quienes ahora disfrutan de su pensión realizando viajes a diferentes ciudades.
No soy capaz de quedarme quieta, ya que soy muy buena deportista; además, me gusta el baile, por lo que amo la música para hacer quehaceres. Busco el equipo. "No te vayas, noooo, no, no, no..." La música suena y busco el ritmo para mover el cuerpo.
Al pasar un rato, no sé qué hacer. El curso que estaba haciendo era de cocina y ya lo terminé. Sabía que me serviría en algo importante, por lo que aprovecharé para buscar nuevas recetas y aprender a hacerlas.
-Hola, llegó tu linda cuñada y futura tía -escucho una voz al cerrar la puerta mientras miro el reloj, comprobando que llegó justo a tiempo.
-Hola, el tiempo lo sentí volando. ¿Cómo te fue? -digo mientras salgo de la cocina a su encuentro.
-Bien, excepto por un paciente insoportable que se hizo pasar por enfermo sin tener nada. Un jovencito fastidioso que decía que tenía malestar, además de haber provocado un accidente de tránsito, se hizo pasar por víctima -siento cómo suspiraba con frustración.
A veces tiene pacientes extraños, como la vez pasada que me contó que a un niño se le enterró el gancho donde se colocan peces de una caña de pescar en el labio, causado por el mismo padre. Fue muy gracioso; la madre casi lo mata.
-¿A ti cómo te fue? -me gritó desde su habitación mientras se cambiaba de ropa.
-Bien, me rindió mucho. Además, la pulguita se portó muy bien y haré otros cursos así aprendo y aprovecho este tiempo -dije emocionada.
-Qué bien, es una excelente idea. Debes aprovechar... -escucho un silencio cuando la siento justo a mi lado y salto del susto.
-Mmmm, qué rico huele. ¿Tú lo hiciste? Acabas de despertar a mi monstruo interior -decía riendo e intentando picar la comida.
-Sí, es el curso que comencé que queda cerca de mi trabajo. Esperaremos a mi hermano para comer muy pronto mientras tú pruebas esta entrada que hice -dije mientras le pasaba un plato con tostadas cubiertas con una salsa blanca hecha por mí. Luego continué con el sartén, preparando el resto de la carne.
-Siii -solo me río y pruebo uno de mis platillos para calmar el hambre.
-Esto está delicioso. ¿Tú cocinas? ¿Dónde aprendiste a hacerlo? Porque parece compra... ¡Auuuch! -le di un golpe en la cabeza mientras me sentaba con mi plato en la mesa.
-Sí sé cocinar, tonto. Solo que lo hacía cuando estaba sola. En casa, siempre que ustedes iban, cocinaba mi mamá o era de restaurante. Así que deja de burlarte. Cocino más rico que tú -hablé orgullosa de lo que hacía, mientras mi hermano me observaba masticando lo que preparé.
-Además, recuerda el curso que te mencioné; el que estoy haciendo es de chef, lo comencé justo después de mudarme aquí -agregué.
-Mmm, era eso por lo que has perfeccionado la comida, aunque yo también cocino. No mucho, pero lo hago delicioso. Qué bueno que todos sepamos cocinar, porque si ocurre un apocalipsis zombie, no moriremos de hambre -su mirada seria sorprende a todos los presentes, lo mencionó como si fuera algún futuro que no se puede cambiar.
-Jajajaja -mi hermano y sus ideas extrañas. Mel me ayuda con los últimos detalles de la comida.
Mientras seguimos comiendo, me siento contenta y agradecida por tener a mi familia cerca. Mel, que ya había terminado su tostada, se levantó para ayudarme con los últimos detalles de la comida. Gustov llegó justo a tiempo para unirse a nosotros, trayendo consigo una energía vibrante y contagiosa, que se nota en su vestimenta, una combinación de rebeldía y estilo casual. Todos nos sentamos alrededor de la mesa, disfrutando de una comida deliciosa y casera; juntos compartimos historias y reímos. Esos momentos me llenan de felicidad y me hacen sentir preparada para cualquier cosa que el futuro me depare.
Después de comer, nos sentamos en el sofá y discutimos mis planes futuros. Gustov y Mel me ofrecieron su ayuda y apoyo incondicional, lo que me dio una gran tranquilidad. Sé que, con ellos a mi lado, podré enfrentar cualquier reto, incluyendo el de ser madre y seguir mis sueños en la cocina.
-Entonces, ¿cuál será tu próximo plato? -preguntó Gustov, mientras se recostaba en el sofá, satisfecho y curioso.
Pensé por un momento, emocionada por las posibilidades que se abrían ante mí.
-No estoy segura aún, pero tengo algunas ideas en mente. Quiero experimentar con diferentes sabores y técnicas. Quiero crear algo único y delicioso -respondí, con la mente ya planeando mis próximas creaciones culinarias. -No se preocupen, serán los primeros en probar.
Gustov y Mel sonrieron, animándome a seguir adelante con mis ideas, y mi hermano no paraba de comer.
Así se pasó el tiempo, tengo un mes de más con una barriga enorme. Sigo mejorando en cocina mientras estoy en casa, ya que terminé el primer nivel del curso.
-Es perfecto, es suave, con buen olor, excelente consistencia. Esta pasta a la napolitana con salsa blanca Bechamel es mmmmm -me deleito saboreando lo que había hecho hace poco para el almuerzo.
Me he vuelto minuciosa y he inventado muchas recetas que solo cocino para mí. Todavía no las he mostrado; tengo algo planeado y tengo a quienes me ayudarán. Ya he hablado con Gustov y me dijo que me apoyaría en todo, pero será después de tener al bebé y obtener un título; así sería más fácil para mí.
Me pongo a bailar mientras organizo la casa y luego me siento a leer unos libros de forma calmada cuando siento una patada demasiado fuerte. Hoy, el mini yo ha estado demasiado inquieto. Sigo comiendo de mi plato de uvas con chocolate; aunque es una combinación extraña, es deliciosa. Vuelvo a sentir el dolor, pero esta vez un poco más fuerte. Al instante, siento algo mojado debajo de mí.
-¿Me he orinado? -pienso, preguntándome si fue porque tomé mucha agua hoy. Entonces, se me enciende un bombillo de lo que leí antes, y otro pequeño dolor regresa.
Miro hacia abajo para comprobar y es cierto. Alcanzo el celular que tengo al lado, porque maldita sea, lo puse tan lejos. Agarro mi bolso, que justo estaba a mi lado, gracias al cielo, y llamo a mi hermano. No contesta, qué desgracia. Llamo a Mel, tampoco. Nina estaba en examen hoy, por lo que no me contestará. Así que llamo a Gustov mientras salgo del apartamento y el portero me ve y se sorprende.
-¡Busque un taxi AHORA! Por favor -le digo.
El hombre sale corriendo afuera a parar un taxi y me ayuda a subir. Doy la indicación de la clínica e intento respirar para reducir el dolor. Vuelvo a marcar al estúpido de Gustov. Un timbre, segundo, tercero, hasta que me contesta.
-Hol... -no lo dejo terminar y lo interrumpo.
-Gus, ya viene el bebé. Necesito tu ayuda, escúchame -digo mientras siento murmullos atrás.
-¿Qué? ¿Por qué? Faltan más de dos semanas -menciona incrédulo, pero esto duele horrible.
-¡Se adelantó! ¡AHORA ESCUCHA! -le digo que busque el bolso de mi cuarto, que no pude traerlo. Allí están las cosas del bebé. Él ya sabe el resto de lo que tiene que hacer, ya que estamos en el mismo lugar que habíamos acordado.
El taxista me ayuda a bajar mientras estoy sudando, y él grita que estoy en trabajo de parto, por lo que las enfermeras corren a ayudarme.
-¡Vamos, vamos! -me anima una de las enfermeras, sosteniéndome del brazo mientras otra empuja una silla de ruedas hacia mí.
Me siento y me llevan rápidamente al interior de la clínica. Intento mantener la calma mientras las contracciones se intensifican. Las enfermeras trabajan eficientemente, llamando al médico y preparándome para el parto.
-¿Cómo te sientes? -pregunta una enfermera mientras toma mi presión arterial.
-Asustada... y duele mucho -respondo, tratando de no perder la compostura.
-Respira profundo, estamos aquí para ayudarte -me dice con una sonrisa tranquilizadora.