Capítulo 10 10

MONICA

Islandia era algo que me esperaba. Damián me trajo a una casa muy alejada de las personas y hacía mucho frío, sin embargo, frente a este lugar hay una bella laguna azul.

-Damián estoy cansada -murmuro.

-Aquí hay una habitación.

Me toma de la mano y hace que camine por un pasillo hasta llegar a una habitación, me acuesto en la cama y me cubro con la colcha.

-¿Cuánto tiempo estaremos aquí? -pregunto.

-Por ocho meses.

-¿Todo mi embarazo la pasaré aquí? -asiente viendo la pantalla de su celular -Pero no habrá ningún doctor que venga a este lugar.

-Tú no te preocupes por ello -se echa a mi lado -a pesar de que haya un ventanal en la sala, hay guardias por todo el lugar, así que más vale que obedezcas si no quieres que ese niño lo pague.

De pronto siento algo recorrer mis piernas.

Una sonrisa se forma en mi rostro al ver a princesa. Damián dejó que la trajera y fue porque los empleados de su casa estarán en vacaciones mientras que estemos aquí.

Acaricio sus orejas ganándome un beso de su parte. Damián intenta tocarme, pero la pequeña cachorra lo muerde y rápidamente la sujeto en mis brazos evitando que la golpee.

-Déjala.

-Maldita perra, ya es la segunda vez.

Agarra a la perra con fuerza y la baja de la cama. Intento volver a subirla, pero él me agarra del cabello volviendo hacer que me acueste. Sus besos en mi cuello comienzan suaves, pero luego se vuelven en mordiscos.

-Por favor quítate.

-Déjame hacerte mía, por favor -pide -mía, mía, solo mía.

-Damián, no ahora -quita el abrigo que traigo y destroza mi blusa -¡Suéltame Damián!

Antes que mordiera mis senos escucho en su cabello y sus ojos se volvieron oscuros, provocando que el miedo comience a surgir. De pronto un golpe llega a mi nariz, dirijo mis dedos a aquel lugar encontrándome con sangre.

-¡Por favor, Damián! Me estás lastimando.

-¡Cállate maldita sea! Sabes que tus ruegos no servirán, así que más te vale que te relajes y disfrutes -sus manos bajan a mis nalgas.

-¡Sal! -antes de seguir gritando, siento otra vez su puño en mi rostro y esta vez provoco que mi visión se nublara.

Damián volteó mi cuerpo bruscamente. Sentí la palma de su mano estrellarse en mi trasero y luego de eso una risa de su parte.

-Por favor -susurro.

Otro de sus golpes llega a mi espalda. Y ya no hago nada... porque si sigo pidiendo piedad lo único que lograré será que lastime al feto creciendo en mí. Lo último que necesito es un aborto cuando estoy a casi más de cinco horas de un hospital.

Cuando Damián entro en una sola estocada grite de dolor, casi pude asegurar que mi voz se escuchó por toda la casa y lo afirme, ya que Damián volvió a golpearme por las costillas.

El dolor y el miedo me consumieron, me mantuve quieta temiendo lo peor. Fueron más de tres horas en que Damián disfruto de mi cuerpo torturándolo y pensando que sentía el mismo placer que el cuándo en realidad lo único que se formaba en mi interior era odio.

***

-Te preparé el desayuno, mi amor.

Me levanto de la cama gimiendo de dolor.

No había probado bocado la noche anterior y a pesar de que aún sigo sin hambre, necesito hacerlo por el feto.

Damián se acerca y deja la bandeja en mis piernas y al instante deja un beso en mi mejilla.

-Perdón -murmura.

-Me das asco -revelo. El odio gobierna mi cuerpo, tomo el vaso de jugo y se lo lanzo a la cara -¡Eres un hijo de puta!

Viene a mí y me toma del cabello. Rasguño sus manos hasta que me lanza al suelo y golpea mi espalda. Grito y corro al que creo que es el baño y cierro la puerta.

-Abre la maldita puerta, Mónica -espeta.

-No hasta que te tranquilices.

No golpea la puerta y solo escucho sus pasos alejarse. Permanezco aquí durante varios minutos en los que decido darme una ducha, quito la bata de seda y entro a la bañera, la cual recién se llena, sin embargo, cierro el grifo cuando oigo dos disparos.

Maldición, Damián ha sobrepasado sus límites. Empuja la puerta y con un arma en sus manos se acerca a mí.

-No, no por favor.

-No pienso matarte -arroja el arma -pero pienso volver a enseñarte tu lugar. No te marcaré ese bello rostro, pero sí tu espalda -añade quitándose el cinturón.

-Piensa en el bebe.

-No utilices al bebe en tus errores -me toma del brazo y me saca de la bañera.

Mientras que estuve en el suelo siendo azotada por Damián, intenté alcanzar su arma. Mi mano está a pocos centímetros y cuando estuve a punto grito debido a su pie pisando mi mano.

-¡Me duele!

-¡Perra, perra maldita! -su cinturón dio el último azote y su pie incremento fuerza.

Su pie sale luego de decir esas asquerosas palabras. Me mantengo acotada en el suelo, llevando mi mano a mi estómago y llorando en silencio.

Es mucho dolor, ya no puedo soportarlo.

-Descansa Mónica.

No respondí y lo siguiente que sentí fue algo inyectarse por detrás de mi cuerpo. Mis ojos se fueron cerrando poco a poco y de pronto me hundí en un sueño profundo.

            
            

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