Capítulo 7 7

MONICA

Llevo mis manos a mis oídos cuando Gian y su esposa, Mariana, empiezan a discutir, ya es la tercera vez en este día. Ella no me quiere y conozco la razón o más bien todas las razones. La primera y la más importante, está de lado de su hermano Damián.

-¡Maldita perra, ábreme la puerta! -grita.

-¡Déjala, ella no tiene nada que ver en esto! -dice en el mismo tono Gian.

-¡¿Nada que ver?! ¡Por su culpa nos vamos a divorciar, luego de estos años no puedes olvidarla!

-¡No, no puedo! ¡Y si me separe de ella, fueron por tus mentiras, por tu maldito embarazo falso y por toda la mierda de tu hermano! ¡Pero ahora me vale una mierda todo, tengo el mismo poder que ustedes! -la puerta se abre y es cerrada al instante, impendo que Mariana entre.

Hace una semana Gian me trajo a su casa, prometió que dentro de poco conseguiríamos mis documentos y me ayudaría a volver con mi tío. Pero ni bien me alejaba dos pasos de esta casa, ya tenía a un grupo de fotógrafos detrás de mi debido a la noticia que se hizo tendencia hace cinco días.

"Damián Collins ¿Abusador?"

Y debajo de eso una foto de mí en el suelo y Damián con el puño cerrado.

Todo es mi culpa. Temo en que cualquier momento Damián vendrá por mí y me golpeará tanto que otra vez estaré en el hospital.

-Gian quiero irme de aquí -susurro llamando su atención.

Viene hacia mí luego de pasar su mano por su cara. Ayuda a levantarme del suelo y hace que me acueste en la cama. Trae el vaso de agua y las pastillas que debo de tomar para el dolor.

-Debes tomarlas a tiempo Mónica, es por tu bien.

Gian ha sido muy atento conmigo. Según a su amigo, podría operarme en un par de semanas y no quedaría rastro alguno de mi cicatriz y eso es lo que más me emociona. Quiero quitar la marca de Damián.

-Pronto nos iremos. Todo se ha complicado con tu documentación, pero no te preocupes que hoy nos iremos de aquí -sujeta mis manos.

-No quiero que tengas problemas por mi culpa, Gian. Te agradezco por todo, pero puedo irme y dejar de ser una carga.

-No, Mónica. No eres ninguna carga o problemas, si estás aquí es... es porque eres mi amiga y siento que te lo debo -suspira y baja la mirada -. No sé si recuerdas, pero una vez te preocupe sobre la violencia entre Damián y tu debido a tu comportamiento asustadizo y la falta de conversación, sin embargo, me dijiste que solo había discusiones nada más. Si tan solo hubiera seguido con mis sospechas, nada hubiera llegado hasta este nivel.

-Gian...

-¡Abre la maldita puerta, Gian! ¡Damián está aquí y no viene para nada tranquilo!

Mi cuerpo reacciona al escuchar esas tres palabras. Me levanto de la cama y me alejo lo más posible de la puerta.

-Mira cómo te pone -Gian viene y me ayuda a ponerme de pie -tranquila, el que te asustes no ayudara en nada. Saldré y me desharé de él, solo espera unos segundos.

-Quiero irme por favor -insisto -. Ahora, quiero irme ahora.

-¡Abre la puerta, la policía está aquí!

Gian se levanta y abre la puerta, mientras tanto aprovecho y me escondo en el armario. Escucho voces, muchas voces y luego la puerta es abierta.

-Señora Collins -una oficial me extiende su mano -está bien, todo está bien, ahora puede salir.

Salgo del armario junto a la mujer, quien lentamente se dirige a la salida. Gian está hablando con unos oficiales y Damián está junto a un abogado, intento retroceder, pero la oficial no lo permite.

-Ella está aquí bajo su propia voluntad -dice Gian.

-Sí, yo... me voy a divorciar de mi esposo -añado.

-Según este poder que traigo, la señora Collins es una mujer incapaz de cuidarse a sí misma, y como un psicólogo ya lo afirmo, debe estar bajo el cuidado de su esposo Damián Collins por su bien. Por favor siga la ley para que no sea arrestado.

-¿Arrestado? ¿Acaso no vieron las fotos? ¡Hay una foto de Damián Collins golpeando a Mónica, incluso él le hizo esa cicatriz que tiene en el rostro!

-¿Es eso cierto, señora Collins? -pregunta la oficial, es la única que pide mi opinión.

-Sí, él me hizo esta cicatriz y me golpeo. S... soy capaz de cuidarme a mí misma.

-Nuestra testigo puede afirmar que la señora Collins se hizo esa cicatriz bajo su propio medio solo porque su esposo no le compro un simple pez. Ah, por cierto, no es solo un testigo, sino todo el campo de seguridad de la mansión Collins.

-No es cierto -insisto. -Yo no quiero irme de este lugar.

-Este lugar es mi propiedad -Mariana viene detrás de mí y golpea mi hombro con el suyo -así que quiero a todos afuera. Incluso a ti hermano -chasqueo los dedos -¡Afuera, todos! Si no tiene una orden para entrar aquí sin mi consentimiento, es mejor que se vayan.

Salimos de la sala y sin siquiera poder reaccionar uno de los de seguridad de Damián aleja a Gian de nosotros, quise separarme de la oficial, pero no me lo permitió, pero sí susurro algo a mi oído.

-Reportaré esto a la oficina, señora, pero por ahora debe ir con su esposo, son órdenes y las debo respetar.

-Por favor no.

-Gracias por todo oficial, ahora yo encargo -Damián tiene a mí y me toma desde el brazo.

La oficial asiente, pero antes de irse nos mira a ambos por última vez.

-¡Iré por ti, Mónica! -grita Gian.

El temblor a mi cuerpo regresa. Damián me fuerza a subir al auto y luego de que el auto se alejara por un par de segundos golpe fuertemente mi frente con la suya dejando en un sueño profundo.

...

Voy abriendo los ojos lentamente cuando siento un azote fuerte en mi espalda baja. Quiero dormir otra vez, lo quiero. Pero Damián me lo impide y sigue golpeando por varias veces mi espalda.

-Maldita puta -cierro los ojos sintiendo el dolor, recorrer por completo mi cuerpo -¡Puta, maldita puta!

-De-detente.

-No te mato a golpes solo porque el ginecólogo ya te reviso y dijo que nadie te ha tocado -me toma desde el cabello, intenta levantarme, pero mis extremidades están esposadas a la cama y el forcejeo me lastima.

Hunde dos de sus dedos en mi intimidad. Él gime y siento como roza aquel bulto con mi muslo.

-No quiero coger de esta forma -se aleja de mí y abre la puerta dejando entrar a una mujer -Y por eso estarás en presencia de este acto.

Agradezco que me haya dejado atada boca abajo. No veo nada, pero sí escucho. Sus gruñidos y gemidos no se detienen por largas horas. El escozor de mi espalda no se detiene, ya que Damián se encarga de echarme sal.

-Excelente puta -gruñe.

-Gracias mi amo.

Segundos después la puerta es abierta y cerrada.

-Me he encargado en esta semana en asegurar cada ventana, cada puerta y cada cuadra de esta propiedad. Será imposible que alguien entre o salga sin mi permiso -jala mi cabello -a la siguiente no será tú quien disfrute de escuchar, sino yo, veré y escucharé como mis hombres te disfrutan por un largo rato.

Quita cada cadena de mis extremidades y al querer ponerme de pie caigo de bruces al suelo. Escucho la carcajada de Damián, se burla de mi dolor.

-Estúpida.

Me toma entre sus brazos como si fuera un costal de papas y me saca de este lugar. Llegamos a su habitación y me deja en la cama.

-El psicólogo vendrá mañana -camina hacia su buro y veo que saca algo de un cajón -y necesito que descanses lo más que puedas, de seguro los gritos que escucharás abajo no te gustarán.

-¿Gri-gritos? -me atrevo a preguntar.

-Oh, cariño ¿Acaso creíste que traicionarme no tenía un precio? Tú no lo pagarás, pero sí tu amado Gian.

-¡No!

Cuando logro ponerme de pie, Damián inyecta algo en mi cuerpo. Me mantengo quieta mientras que aquel líquido entra en mi cuerpo y en segundos caigo en la cama volviendo a otro sueño.

            
            

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