Capítulo 8 El precio de mi error

Sonia y Bianca se miran con complicidad. -ella no está aquí, escapó, así que robó el anillo. También robó nuestras pertenencias valiosas. Dígale al señor Grey, que Adamaris es un peligro para la sociedad- suelta su veneno -debe estar felizmente gastando el dinero de todo lo que nos robó

-le daré su recado señorita, ¿Dónde está Jacobo?

-¿Acaso no escuchas? ¡Fue Adamaris! Mi prometido no tiene nada que ver, así que vayan a buscarla y que pague por el daño ocasionado, que vergüenza para nosotros. Una familia tan respetada que por culpa de esa loca mental nos está haciendo quedar mal. Qué pena con el señor Grey

-creo que ha sido suficiente- agrega Sonia -lo acompañó a la puerta señor Marcus- Sonia señala hacia la salida con elegancia

Marcus está muy molesto por la actitud de Bianca y por lo mal que habló de su propia hermana, lo peor será explicarle a su jefe. El cual tiene un temperamento de los mil demonios y que a veces por ese fatal temperamento no razona.

Al salir de la mansión Campabell, el oficial le dice. -¿Buscamos a la señorita Adamaris?

-no, eso lo hará nuestro investigador privado, solo hagan lo que dijo el señor Grey, todo bajo perfil ¿Entendido?

-Sí señor.

-el dinero llegará a sus cuentas bancarias, hasta luego- Marcus sube a la camioneta de lujo -esto no le gustará nada al señor Grey- suelta un largo suspiro

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-¿Te sientes mejor?- pregunta Myriam, al ver que su amiga se comió todo lo que le preparó con mucho cariño

-gracias amiga- respondió sin ánimos

-Todo esto será tan solo un mal recuerdo por contar. Por favor, arriba esos ánimos ¿Cómo sigue tu tobillo?

-tu vecina masajea de maravilla, gracias, solo quiero dormir un poco

-lo harás... Ven te ayudo, ya tengo la habitación de huéspedes lista para ti. Sábanas blancas y suaves como te gustan

-eres la mejor- Adamaris le sonríe débilmente a su mejor amiga

Al ayudarla a ponerse de pie, Adamaris camina cojeando, ya que no puede apoyar el pie para que haya pronta recuperación, pero el timbre de la puerta las detiene. -¡Es mi padre!- se asusta Adamaris

-Ven, te ayudaré a esconderte en el baño de visitas y por nada del mundo salgas- Myriam hace la mayor fuerza para que su amiga pueda ser más ágil al caminar. El timbre de la puerta sigue sonando y eso las pone nerviosas

Adamaris súplica mentalmente a Dios, mientras que Myriam retoma aire para abrir la puerta. Al hacerlo, observa que es Adams Grey, su sorpresa es mayor y no sabe ni qué hacer. -señor Grey...- musitó sorprendida

-busco a la señorita Campabell

-¿A Adamaris?

-no trates de esconderla. Sé que ella está aquí

-señor ¿Cuál es el motivo de su búsqueda?- Myriam necesita saberlo, pero no contaba con qué Adams ingresará a la casa como si fuera el dueño -¡Oiga!- Myriam se molesta

-mire señorita, no estoy para jueguitos. Su amiga está aquí, así que dígale a ella que me dé la cara- alza su voz, y Adamaris reconoce aquella voz

-es él...- susurra

-señor debe calmarse, no puede venir a mandar. No soy su empleada- Myriam lo mira enfadada

-estoy aquí, señor Grey- dice Ada, la cual se apoya de la pared para poder acercarse a Adams, aunque se siente avergonzada

Adams la observa detalladamente y le parece extraño el estado en que ella se encuentra, dándole un poco de razón a su asistente cuando le dijo que algo estaba mal con Adamaris y que fuera amable.

-señor Grey, estoy aquí, no tiene por qué ser grosero con mi amiga- Adamaris se queja del dolor

-no hagas fuerza, amiga- Myriam se acerca y la ayuda a caminar hacia el mueble para tomar asiento

Él continúa con el silencio, su mirada lo dice todo, es tan expresivo cuando quiere. -Señor, mi amiga no la ha pasado nada bien. Ella necesita descansar, así que si está con esa actitud, puede regresar por dónde ha venido- Myriam tiene su carácter y no piensa permitir que se metan con su amiga

-señorita Campabell, necesito cinco minutos de su tiempo- por fin habla Adams

-Myriam por favor...- le suplica Ada

-¿Qué? ¿Te quieres quedar con ese señor arrogante?

-Myriam... Solo serán unos minutos

-mire señor Grey, me tiene sin cuidado que usted sea un hombre millonario y poderoso, no pienso permitir que le haga daño a mi amiga, se arte marciales y créame que usted puede recibir los peores golpes de su vida- lo amenaza y Ada se sorprendió, aunque a su vez por poco y se ríe porque su amiga está mintiendo

-no me agradaría verla haciendo arte marciales señorita. ¿Puede dejarme a solas con la señorita Campabell?- pregunta y Myriam frunce el ceño.

-te estaré vigilando- lo sentencia y luego voltea a mirar a Ada -amiga pegas el grito, no estás sola- espetó y luego se marcha para dejarlos a solas.

-señor Adams, supongo que viene por el anillo- Ada se adelanta con su mirada cabizbaja.

-¿Por qué motivos le dijiste mi obsequio a tu ex prometido? ¿Acaso aún te importa ese hombre?- su pregunta deja helada a Ada -¿Vendieron el anillo para su boda? ¿Acaso es eso? Recuerdo perfectamente que usted me dijo que él la traicionó.

-señor Grey, le pido un poco de respeto por favor. El anillo...- retiene sus palabras.

-la escucho señorita Campabell, porque si usted no me da una explicación tendrá graves problemas.

Ada fija su mirada en él, lo que menos quiere es tener de enemigo a un hombre tan poderos. -el anillo se me extravió señor. Seguramente se extravió.

-fue vendido a nombre de su ex prometido.

-¡Ese infeliz no es nada mío!- gruñó furiosa sintiendo sus manos temblar, una crisis de dolor la está dominando

Adams al verla así, tuvo que contener su temperamento, así que hace resonar su garganta y luego toma asiento al lado de ella, haciendo que Ada desvíe su mirada por vergüenza de que la vea así.

-Jacobo me traicionó con mi hermana Bianca. Yo jamás sería tan cruel de vender un obsequio valioso y no por el valor de dinero. Si no por el valor sentimental- Ada tiene toda la atención de Grey -solo déjeme que me recupere, señor, prometo devolverle el anillo sea como sea- habla con firmeza aunque su voz es entrecortada.

-señorita Campabell...

-Ada, solo dime Ada, ese apellido da vergüenza.

Grey, que tiene una mente grandiosa, analiza la situación y al razonar le dice. -señorita Adamaris- su voz varonil y aquel perfume la hace estremecer, sentir como un fuego ardiente en su interior.

-pagaré el precio de mi error, señor. Mi deber era cuidar el anillo- lo interrumpe.

-por tal motivo ambos nos necesitamos. Eres la única mujer que mi abuelo ha aceptado, sé mi esposa, dame un heredero y te daré todo el poder que quieras.

-¿Qué...?- el corazón de Ada se detiene por segundos, no se esperaba esa propuesta.