Un hijo para el alfa
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Un hijo para el alfa

Valentina cano
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Capítulo 1 Einar

No recuerdo un momento en el que alguien me haya mirado sin temor. Mi mundo siempre ha sido un campo de batalla, y yo soy el líder, el Alfa. Aquí, en Stormwood, mi palabra es la ley, y mis órdenes son obedecidas sin cuestionamientos. Algunos dicen que soy demasiado severo, otros que mi frialdad es una barrera que nadie puede romper. Pero ¿acaso tienen alternativa? La debilidad es un lujo que un Alfa no puede permitirse, y la misericordia es una palabra que he desterrado de mi vida.

Veo la manada como lo que es: una máquina, donde cada pieza tiene su lugar y debe cumplir su función. No hay espacio para errores. La última vez que bajé la guardia, nos atacaron sin piedad, y perdimos a algunos de los nuestros. Aquella noche, las llamas se alzaron en el horizonte, y el olor de la derrota quedó grabado en mi memoria. Desde entonces, he endurecido mis reglas. No hay margen para la debilidad ni para la compasión. Aquí no sobreviven los débiles.

Las tensiones en Stormwood no han hecho más que crecer. Mi posición como Alfa es clara, pero siempre hay quienes se atreven a cuestionar mis decisiones, murmullos de descontento que a veces surgen entre los más jóvenes. Creen que soy demasiado duro, que mi liderazgo es una carga pesada. No comprenden que esa carga es lo que mantiene a esta manada viva.

Cada día me enfrento a decisiones que definirán el destino de mi gente. La responsabilidad recae sobre mis hombros, y cada error que cometo, cada paso en falso, podría significar la ruina. No puedo permitirme flaquear. No puedo mostrar ninguna grieta en mi fortaleza. La soledad que conlleva ser Alfa es algo que aprendí a aceptar hace tiempo. Estoy solo en este camino, y así es como debe ser.

Mis padres eran líderes antes de mí, y de ellos heredé la determinación y el rigor. Mi padre, en especial, siempre fue implacable. Él me enseñó que un Alfa nunca se doblega, nunca se permite distracciones ni sentimientos que puedan poner en riesgo a su manada. Fue su ejemplo el que forjó mi carácter, su severidad la que me modeló. Me enseñó que un Alfa no tiene el lujo de ser amable, y esa lección se quedó grabada en mí como una marca indeleble.

Algunos me miran y ven arrogancia. Tal vez tienen razón. He visto lo suficiente para saber que en este mundo, o eres fuerte o eres nada. La compasión es una debilidad, y no pienso cometer los mismos errores que otros Alfas débiles que he visto caer. Aquí, solo sobreviven los que son como el acero.

Camino entre los miembros de la manada, observándolos sin expresar nada. Mis ojos se detienen en cada uno de ellos, evaluando su fuerza, su determinación. No busco amigos, no necesito aliados emocionales. Ellos son mi responsabilidad, sí, pero jamás serán mis iguales. Mi presencia les causa incomodidad, y eso es justo como quiero que sea.

La disciplina en Stormwood es estricta, y quienes no se ajustan a ella encuentran su lugar fuera de la manada. He exiliado a aquellos que no han podido seguir el ritmo, a aquellos que creen que pueden imponer sus propias reglas. Para mí, es simple: o acatas mis órdenes o te marchas. Aquí, solo hay un Alfa, y ese soy yo.

Mientras el sol se oculta tras las montañas, siento el peso de mi posición. No me arrepiento de quién soy ni de las decisiones que he tomado. Ser Alfa no es una elección; es un destino que acepto con toda su crudeza. La vida en Stormwood es dura, pero esa dureza es la que nos mantiene fuertes. Yo no soy amable, ni soy compasivo. Soy un Alfa, y mi autoridad no se cuestiona.

Y si eso significa que me miren con temor, bien. Que así sea.

                         

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