Voraz
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Capítulo 2 Capitulo I. Comienza a nublarse

Meses atrás.

Había empezado como un día soleado, muy pocas nubes se habían alojado en el cielo, hasta que el reloj había marcado las seis de la tarde, cuando poco a poco, el cielo se volvió de un gris oscuro. Y las primeras gotas iniciaron una lluvia intensa por las calles de Washington.

Sentada frente al computador, miraba con fingida tranquilidad a la mujer sentada del otro lado del escritorio. Esta casi al borde del llanto por tercera vez en la media hora que llevaban hablando, y con su semblante triste. Contándole a Winter las barbaridades que su esposo le hacía.

La joven asistente del abogado asentía cada final de oración y frotando sus manos con nervios, tomaba apunte a teclado de lo que ella creí debía ir en la carpeta.

-Yo ya no lo quiero cerca de mí, señorita-expreso.

Cansada emocionalmente. Podía verlo, tanto maltrato a esa mujer y sus hijos. Pero Winter no sentía tristeza, ni ganas de llorar, quizás un poco de incomodidad. No lograba empatizar con las personas, le llegaba costar mucho entender algo tan simple.

Después de cursas tres años de estudio, había conseguido la oportunidad de trabajar para uno de los abogados más reconocidos de la ciudad. Y cuando había empezado su trabajo como aprendiz de abogado en la fiscalía de Washington D.C, le advertieron que todo lo que escuchara y viera la haría quizás caer en llanto, incluso no podría dormir bien.

No había pasado.

Al ser asignada al abogado Beth Dather, ella sabía que tendría que pasar por muchas ramas del derecho, pues el abogado era conocido por no quedarse en un solo sabor. Y el primer caso que ella y su mentor tomaron fue un problema entre hermanos.

Si bien, la chica estuvo un poco nerviosa en su primer día, poco a poco fue tomando las riendas, claro que, el adaptarse a una rutina no detuvo sus malos hábitos. Ocho horas de trabajo, en las cuales tenía una hora para comer.

Ahora, solo veía lo que pasaba sin pestañear.

-El abogado Beth Dather se encargará de su caso, señora-explico-Pero por el momento, nosotros no podemos sacar al señor del domicilio que está bajo el nombre de ambos.

Era, quizás, la cuarta vez en el día que le explicaba lo mismo a las personas que habían llegado a cita. La señora Caroline Ortiz era la cuarta.

-Entonces, ¿Que debo hacer?

Winter golpeó el suelo con sus zapatos negros, formando una mueca en sus labios para alcanzar la maltratada carne de sus mejillas internas y jalar un pedazo con sus dientes.

-Necesita tramitar el divorcio,

-Lo hice-ella dijo rápidamente-Pero él se enteró y...

Winter se tensó al verla romper en llanto.

Odiaba ver a las personas llorar, no sabía cómo consolarles, no podía hacerlo. Y se incomodaba por ello mismo. Carraspeo suavemente y siguió tecleando, bajo una mano al cajón del escritorio y saco unas toallas desechables.

-Gracias-susurro la mujer al recibir las toallas-Él supo que estaba buscando el divorcio y me amenazo.

-¿Qué fue lo que le dijo? -hizo una mueca cuando su estómago comenzó a doler. Hizo presión en la boca del estómago y suspiro entrecortada.

-Él dijo que si seguía con esa estupidez del divorcio-paso saliva con dificultad-Me quitaría a mis hijos y jamás los volvería a ver.

Winter asintió y agrego eso al escrito. Sus ojos se desviaron rápidamente al reloj, sus dedos en ningún momento dejaron de teclear.

-Tengo miedo que si cumpla su promesa, o peor-volviendo a humedecerse sus ojos-Que les haga algo a los niños.

-Él no les hará nada-dijo la azabache-De eso nos encargaremos nosotros, señora Ortiz.

La mujer asintió lentamente, tratando de tranquilizarse, la joven aprendiz frunció el ceño, concentrada en lo que escribía cuando se formó un silencio en la oficina.

-¿Qué es lo que sigue después de esto?

-Al señor Salmon le llegara un citatorio para presentarse ante mi superior-responde mecánicamente-Se leerán sus derechos frente al abogado que el señor traiga consigo, y en caso de no tener uno, se le asignara uno de oficio.

-Eso lo pondrá furioso-ve un ligero temblor en las extremidades de la mujer, pero no dice nada-Él es muy violento.

-Hay policías en el lugar, señora Ortiz-tranquiliza-Podremos manejarlo. El motivo de la citación es para llegar a un acuerdo fuera de los tribunales, en caso de que el señor Salmon se niegue, tendremos que ir a juicio.

-Solo quiero que esto acabe pronto-suplico al cerrar por un segundo los ojos-Ya no soporto vivir entre dolor y constante tensión. Mis hijos son todavía pequeños, no quiero que ellos sufran.

Quizás, eso si podía entenderlo. Porque vivió de forma similar.

-Todo estará bien, no se preocupe.

Después de casi dos horas, nuevamente había quedado sola en aquel lugar. Girando en la silla negra, suspirando con cada gruñido que su estómago dejaba hacer sonar. Sus dientes capturaron su labio inferior y mordió un poco fuerte.

Tenía tanta tensión sobre sus hombros, tantos casos por estudiar, tantas carpetas por organizar, necesitaba iniciar los papeles de su estadía y comenzar a tomar evidencias. Pronto iniciaría el nuevo y último ciclo escolar para ella. Y sentía que entre más cosas tuviera que hacer, más rápido entraría en una crisis de nervios.

Su terapeuta le había enseñado ejercicios para tranquilizarse, pero ninguno funciono nunca.

Podía recordar como a sus trece años fue enviada a terapia y a un nutriólogo. Jamás recordó porque había sido así, solo haber presentado problemas de saludo por una mala alimentación, pero no recordaba el porqué.

No recordaba a sus padres biológicos, escucho a su terapeuta decirle a la directora del orfanato, que Winter había reprimido algunos recuerdos y era por eso que no podía recordar su vida antes del orfanato.

Después de ser adoptada, paso a llamarse Winter Marie Blake, con dos padres amorosos y de buena posición económica. Tenía un hermano llamado Joe, mayor que ella y alguien con quien realmente podía tener una buena conversación. Los amaba, tanto como ellos la amaban a ella.

Volvió al presente cuando sintió el ardor en uno de sus dedos, y fue cuando se dio cuenta que había estado empujando la piel de los lados con los dientes. Vio la sangre aparecer en un pequeño puntito y lo llevo a sus labios para limpiar.

Frustrada soltó su dedo y paseo sus verdes orbes por todo el lugar, el reloj no marcaba todavía la hora esperada, y su jefe todavía no aparecía.

Tomo su celular y envió un mensaje a Dather donde le avisaba que iría a comprar algo de comer por si no la encontraba en la oficina.

Salió de ahí una vez enviado el mensaje y bajo por las escaleras del pasillo al salir.

El ascensor no funcionaba en aquel lugar, por lo que tenía que bajar tres pisos. Era muy poca la condición física que poseía, así que no era anormal el verla un tanto agitada cuando llego a recepción.

Saludo al guardia en su salida, pero se detuvo en seco cuando vio las calles húmedas, donde todavía caían gotas del cielo. Decidió a último minuto enviar un nuevo mensaje al señor Dather y anunciarle que, por el clima, pensaba no volver hasta mañana.

Recibió de vuelta un pulgar arriba y con eso listo, salió a la calle, empapándose rápidamente.

                         

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