Capítulo 4 Persecución

Kai-Rai se sentía como una pequeña presa escapando de su depredador. Estaba confundida por las palabras que habían salido de su boca, si bien eran extrañas, se le

hacían familiares, "¡es el idioma del viejo John! Creo que pude

entender algunas palabras...", pensó sin dejar de correr a toda

prisa.

De un momento a otro desvió su camino y volvió a correr por el sendero demarcado. Pudo entender otras palabras que el hombre gritaba, como espera

y detente, pero no podía confiar en él, era un completo desconocido que había

aparecido de la nada y no conocía sus verdaderas intenciones.

Sauro estaba sorprendido por el estado físico de la muchacha, corría y saltaba mejor que muchos de sus hombres, pero no se rendiría fácilmente ante ella; era un tipo

testarudo y orgulloso que no se detendría hasta alcanzarla. Se

preguntó qué tipo de vida podrían llevar aquellas personas para

poseer tanta agilidad y sintió un escalofrío al imaginar cómo

sería un enfrentamiento con muchos de ellos. En cierto momento la

distancia entre los dos se hizo tan corta que estiró completamente

su brazo y pudo coger la mano de Kai-Rai, pero dado a la velocidad

que iban y al intento de resistencia que hizo esta, ambos cayeron al

suelo de forma estrepitosa.

-¡No quiero hacerte daño!, ¡solo necesito que me escuches! -gritó

mientras intentaba sostener a la descontrolada muchacha que lo

alejaba con feroces empujones y arañazos.

En un movimiento rápido la joven sacó de la parte posterior de su

cinturón una estaca y rasgó el hombro de Sauro ocasionando que en

unos cuantos segundos su camisa comenzara a humedecerse de sangre. Se

asustó al ver cómo lo lastimó, su intención solo era amedrentarlo

para poder huir de él y ahora sentía un terrible sentimiento de

culpa. Nunca en su vida había lastimado a alguien, y ahora una

persona estaba sangrando porque ella misma le había herido. Aun así,

no quiso perder tiempo en arrepentimientos y aprovechando el descuido

del hombre, se puso rápidamente de pie y comenzó nuevamente su

huida.

-¡No otra vez! ¡Detente solo quiero hacerte unas preguntas!

E ignorando que estaba herido, se reincorporó y continuó la persecución. Confiaba en que a esa

altura ya debería estar bastante cansada por lo que era cuestión de

tiempo para atraparla. Corrió tras ella un par de metros hasta que

pisó un conjunto de ramas secas que no hacían más que ocultar un

angosto pozo. Cayó súbitamente dentro de él y de no ser porque en

su interior había mucha agua y barro, la caída pudo haber sido

severa.

"¡Carajo! ¿He caído en una trampa?", pensó confundido mientras se ponía

de pie.

El pozo tenía cerca de cuatro metros de profundidad y era bastante estrecho, el agua que estaba

mezclada con lodo alcanzaba a cubrir hasta su cintura. Estaba molesto

consigo mismo, no podía creer que haya sido tan distraído como para

caer en aquella trampa. Dio muchos saltos e intentó varias veces

llegar a la cima, pero era imposible. Tras varios intentos comenzó a

angustiarse, se vio vulnerable ante cualquier ataque y le desesperaba

cada vez más el no poder salir de ahí, "cómo pude ser tan

descuidado, ni el más novato de mis hombres hubiese caído en este

foso", se lamentó. Pasó un buen tiempo tratando de escalar en

vano, y cuando sus esperanzas por salir de ahí estaban

desapareciendo, Kai-Rai se asomó silenciosamente para observarlo.

-Con que ahí estabas -le dijo -. Espero

que estés contenta, no puedo salir de aquí. Te felicito, caí en tu

trampa.

Ella lo miraba en silencio, se preguntó si debía ayudarlo a salir o simplemente volver a la aldea

e informarle al jefe de la tribu sobre la presencia de este

desconocido que hablaba el mismo idioma de John.

-Sé que me oyes, ¿por qué no dices nada?, por lo menos dame una señal

de que me estás entendiendo, si no dices algo daré por hecho que no

hablamos el mismo idioma -exclamó Sauro comenzando a perder la

paciencia ante su silenciosa acompañante.

Kai-Rai entendía varias de sus palabras, pero mantenía silencio tratando de aclarar sus ideas.

Después de pensarlo unos minutos, consideró que lo mejor sería ir

donde el jefe de tribu para ponerlo al tanto de toda la situación y

alertar a los aldeanos de la presencia de forasteros en la isla. Se

puso de pie y le lanzó una última mirada, se giró para irse, pero

como acto reflejo volvió a mirarlo y su expresión fue de total

asombro; el hombre tenía en una de sus manos el collar que tanto

buscaba. Trató de recordar cómo pronunciar esa palabra en el idioma

continental, repasó entre las muchas clases que John le había dado,

hasta que finalmente lo recordó.

-¡Collar! ¡Yo querer mi collar! -gritó

apuntando hacia su mano.

Sauro se sorprendió al escucharla articular palabras en su idioma, si bien

era notorio que no era su lengua materna, se sintió esperanzado, "si

habla mi idioma algún contacto deben tener con el continente, esto

es mejor de lo que imaginé". Pensó, además, por la expresión de

ella, que este objeto era muy preciado y si ese era el caso,

utilizaría la situación para tomar ventaja.

­-¿Quieres esto? -dijo mientras levantaba el collar -.

Solo te lo regresaré si me ayudas a salir de aquí.

La situación se había vuelto a su favor, la muchacha se veía indecisa

y no dejaba de mirarlo con una expresión de disgusto.

-Necesito que me ayudes a salir, el pozo se está llenando de agua -dijo

consciente de que era cuestión de tiempo para que el lugar se

inundara.

-¡Yo querer collar y tú querer salir!

-¡Correcto! Una vez que esté a salvo te regresaré tu collar.

-¡No confiar en ti!

-Lo sé, pero no te haré daño, solo quiero salir -respondió -.

Quizás puedes estar pensando que no necesitas sacarme para tener de

regreso tu collar, pero, ¿qué pasaría si lo rompo aquí mismo y

las piezas se desparraman en el lodo?

-¡¿Estar amenazándome?! -le gritó.

-En absoluto. No quiero romper tu collar, pero es mi garantía para poder

salir antes de que me ahogue porque el agua llenó el pozo.

Kai-Rai vaciló por un momento, no conocía al hombre y no sabía sus

verdaderas intenciones. Estaba llena de preguntas y le enfadaba la

ventaja que su oponente tenía. Mientras las dudas crecían, el

recuerdo de su abuela vino a su mente, y el amor que tenía por ella

y aquel objeto fue más grande que cualquier inseguridad. Titubeó

por unos segundos hasta que se animó a cerrar el trato.

-Yo ayudarte, pero si tú traicionar, morir aquí mismo -lanzó

amenazante.

-¡Trato! -gritó él.

Rápidamente Kai-Rai desenrolló una liana que estaba atada alrededor de un árbol

junto al pozo, ese agujero fue construido precisamente como una

trampa en caso de que algún desconocido arribase a la isla. Los

miembros de la tribu jamás utilizaban el sendero demarcado ya que

realmente era un señuelo lleno de trampas. Una vez que tenía una

buena porción de liana desatada, la arrojó dentro del pozo y le

gritó que se afirmara de ella e intentara trepar. Pese a que el

dolor en su hombro se estaba haciendo cada vez más punzante, Sauro

intentó trepar con todas sus fuerzas hasta la cima. Cayó una y otra

vez ante la irritada joven que le gritaba palabras en su idioma

nativo olvidando por completo que este no podía comprender

absolutamente nada.

Finalmente

logró escalar hasta poder tocar la cima con su mano, momento en que

la isleña afirmó con fuerza su brazo y lo jaló hacia arriba. Ya

tenía prácticamente todo su torso fuera del pozo cuando la joven lo

ayudó a arrastrarse hacia la superficie, donde cayó exhausto sobre

ella.

-¡Oh!,¡quitarte! -gritó

Kai-Rai mientras hacía esfuerzos por arrojarlo lejos.

Sauro logró recomponerse y sentarse sobre el suelo, sintió un gran alivio

al no estar un minuto más en aquel lugar. La isleña lo observó por

algunos segundos hasta que su atención volvió a centrarse en el

collar y sin pensarlo se abalanzó sobre él para quitárselo.

-Claro, ten -se lo entregó sin oponer resistencia -. Y gracias

-dijo contemplándola.

Realmente estaba intrigado con ella. Nunca había visto una mujer que se le

pareciera en apariencia o comportamiento, "definitivamente esta

chica puede dar la misma batalla que uno de mis soldados" pensó.

Kai-Rai por su parte reconoció esa palabra que tanto usaba el viejo

John cuando quería demostrar su gratitud. Se percató de que su

herida sangraba más y la culpa regresó nuevamente. Se acercó y sin

preguntar, comenzó a remover su camisa para despejar la herida.

-Espero tú disculpar, yo dañar tu brazo -decía descubriendo

su hombro.

-Pierde cuidado.

-Ahora mismo yo solucionar mi error.

Arrancó algunas hiervas que crecían a los pies de los árboles, las trituró

rápidamente con una piedra y las fregó en la herida, luego rompió

un pedazo de su vestido y comenzó a hacer una especie de vendaje.

Mientras lo vendaba no pudo evitar mirar varias veces sus ojos, pensó

que nunca había visto un color como ese en una persona y estaba muy

asombrada, "¿será que tiene una enfermedad en sus ojos, o son así

solo por venir de otro lugar?", se preguntó intrigada.

-¿Cuál es tu nombre? -lanzó interrumpiendo la concentración de la joven.

-Kai-Rai, significar luz de luna, ¿cómo llamar tú?

-Sauro.

-¿Qué significar?

-Pues... En mi tierra los nombres no siempre tienen significado, y en mi caso,

creo que no significa nada -respondió

sin tener la más mínima idea sobre el origen de su nombre.

La isleña se sorprendió al escucharlo, "¿entonces

para qué tienen nombres si estos no significarán nada?", pensó

sin

encontrarle sentido a la forma que tenían los continentales de

nombrar a los suyos.

-¿Por qué hablas el idioma continental? ¿Quién te enseñó? -preguntó

él.

Kai-Rai Se quedó en silencio e ignoró la pregunta.

-¿Por qué estar en la isla? ¿Cuándo llegar? ¿Cuántas personas estar

contigo?

Sauro

dio un gran suspiro y comenzó a relatar todo sobre el accidente. En

ocasiones la isleña lo interrumpía obligándole a utilizar palabras

que pudiese entender. Por momentos el duque pensaba que perdería

completamente la paciencia frente a su impaciente

compañera, pero se contuvo y volvió a explicar todas las veces que

fueron necesarias. Cuando finalmente terminó de contar su historia

la joven parecía pensativa, se rascó la cabeza con expresión de

duda y dijo;

-Tú

volver con tus amigos, yo buscar ayuda en mi aldea.

-¿Realmente

crees que nos puedan ayudar? No tenemos nada para ofrecerles a cambio

-dijo tratando de descifrar si esta mujer podría ser de confiar.

-Regresar,

nosotros no querer nada de ustedes. Te llevaré hasta la playa para

que tú llegar seguro.

Una

vez que terminó la curación de la herida, se pusieron en marcha

hasta llegar a la

playa. El duque estaba confundido, no sabía si realmente debía

confiar en la isleña. Muchas preguntas vinieron a su mente e incluso

se lamentó por haber revelado el lugar donde tenían su improvisada

guarida. La observaba continuamente tratando de buscar la más mínima

señal de que podría estar siendo emboscado de nuevo, pero su

intuición le decía que ella no buscaría hacerle daño, ya lo había

curado una vez y realmente no tenía más opción que confiar.

-Yo

acompañarte hasta acá, regresar a tu refugio y esperar con tus

amigos -dijo deteniéndose y clavándole la mirada -. No moverte

de aquí, ni mucho menos caminar en dirección hacia alta montaña,

ahí vivir tribu diferente... no amigables con desconocidos.

-Entendido,

no nos moveremos... ¿Puedes decirme dónde viven tú y tu tribu?

-¿Qué

pregunta ser esa? Claro que no.

-Pero

tú sabes dónde encontrarnos y nosotros no. Eso para nosotros no es

muy favorable.

-¿Y

qué? Esta ser mi isla, no de ustedes.

Sin darle tiempo de responder Kai-Rai dio media vuelta y se encaminó a

su aldea. Sauro la observó desconcertado hasta que se perdió en el

bosque, y no dejó de preguntarse si debió confiar en ella, pero

pensó que lamentablemente las cartas ya estaban echadas, ahora solo

debía esperar.

            
            

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