LA ESCLAVA SORDA DEL JEFE Y EL MAFIOSO ENAMORADO
img img LA ESCLAVA SORDA DEL JEFE Y EL MAFIOSO ENAMORADO img Capítulo 1 CONTEMPLANDO A MI GATITA
1
Capítulo 6 ESTÁBAMOS EN UNA MISIÓN img
Capítulo 7 ENTRENADA POR EL CERDO ASQUEROSO img
Capítulo 8 HABÍA DERRAMADO SANGRE MUCHAS VECES img
Capítulo 9 HORA DE JUGAR img
Capítulo 10 FUIMOS SALVAJES img
Capítulo 11 EL ES TU DUEÑO img
Capítulo 12 NUESTRAS ROPAS DESGARRADAS img
Capítulo 13 ELLA NO ES MI TIPO img
Capítulo 14 HERMOSA FAMILIA DOLORIDA img
Capítulo 15 JODIDAMENTE PERDIDO img
Capítulo 16 JODIDAMENTE INTIMIDANTE img
Capítulo 17 PRIVACIDAD TOTAL img
Capítulo 18 UN TRAIDOR img
Capítulo 19 OTRO CONTRATO img
Capítulo 20 FURIA img
Capítulo 21 CAOS img
Capítulo 22 MI HERMANO img
Capítulo 23 BAILANDO CON EL PELIGRO img
Capítulo 24 LE TENDISTE UNA TRAMPA img
Capítulo 25 ¿POR QUÉ LE PEDISTE QUE ELIGIERA img
Capítulo 26 SU SABOR PREFERIDO img
Capítulo 27 UNA POESÍA NO EXPRESADA img
Capítulo 28 TEJIENDO LA BUFANDA PARA VELBERT img
Capítulo 29 JUEGO DE AJEDREZ img
Capítulo 30 NO DEBERÍAS BEBER TANTO img
Capítulo 31 GIMIENDO Y JADEANDO img
Capítulo 32 LLENA DE TESTOSTERONA Y FÓSFOROS ENCENDIDOS img
Capítulo 33 ENFERMO. ENFERMO. ENFERMO. img
Capítulo 34 MELODIOSO SONIDO DE PIANO img
Capítulo 35 SIEMPRE QUISE LO QUE ELLOS TENÍAN img
Capítulo 36 QUERÍA LIBERAR A MI GATITA DE VAROUSSE img
Capítulo 37 MI GATITA GEMÍA DROGADA Y LE SUPLICABA POR S3XO A ÉL img
Capítulo 38 MI HERMOSO CISNE ROTO img
Capítulo 39 HAZLO CON ELLA TU TAMBIÉN img
Capítulo 40 SE LO HICE... CON MUCHO AMOR img
Capítulo 41 ELLA ES MI ESPOSA img
Capítulo 42 AHORA ERES MÍA img
Capítulo 43 GOLPES EN EL CORAZÓN img
Capítulo 44 ¿FUE ÉSTE EL FINAL PARA NOSOTROS img
Capítulo 45 TODAVÍA SOY TUYO img
Capítulo 46 VELBERT SE APODERÓ DE MI CORAZÓN img
Capítulo 47 ESTOY BIEN AMOR img
Capítulo 48 LO VI COGER A MI ESPOSA Y MIRARLA CON OJOS DE AMOR img
Capítulo 49 LA PELEA img
Capítulo 50 AHORA ENTENDÍA TODO img
Capítulo 51 COMPLETAMENTE MALTRECHO img
Capítulo 52 EL ME AMA img
Capítulo 53 TORMENTA, IRA Y AMOR img
Capítulo 54 UN CISNE DE PAPEL, UN NUEVO COMIENZO img
Capítulo 55 LA RABIA ME CARCOMÍA img
Capítulo 56 CUESTIONÉ A ESTE HOMBRE img
Capítulo 57 CLEMENTINA ATORMENTADA img
Capítulo 58 TERROR img
Capítulo 59 UNA ELECCIÓN DIFÍCIL img
Capítulo 60 DEJA VU img
Capítulo 61 MI VIDA EN LA MAFIA, COMO KONSTANTÍN img
Capítulo 62 FIN DE VAROUSSE img
Capítulo 63 EL VENENO img
Capítulo 64 EL DOLOR img
Capítulo 65 SANGRE img
Capítulo 66 ABATIMOS A LOS HOMBRES DE VAROUSSE img
Capítulo 67 SENTÍ SU PRESENCIA img
Capítulo 68 LUKA TENÍA MI VERÓNICA img
Capítulo 69 VELBERT Y CLEMENTINA HERIDOS img
Capítulo 70 NUESTROS CUERPOS DÉBILES RESISTIENDO img
Capítulo 71 PERDÍ A MI HIJO HACE AÑOS img
Capítulo 72 EN EL AVIÓN PRIVADO HACIA NUESTRA CASA img
Capítulo 73 ELLA ME MASTURBÓ Y SE SINTIÓ PODEROSA img
Capítulo 74 SALISTE CON VIDA img
Capítulo 75 NO LLEVABA LA SANGRE DE SU PADRE img
Capítulo 76 ME ATORMENTABAN LOS RECUERDOS img
Capítulo 77 MÁS PASIÓN, AMOR Y LUJURIA img
Capítulo 78 LA LUJURIA ME VOLVIÓ LOCA img
Capítulo 79 OLAS DE PLACER img
Capítulo 80 LOS DOS EN LA DUCHA img
Capítulo 81 AMOR DE VERDAD img
Capítulo 82 UNA LECCIÓN DE PELIGRO img
Capítulo 83 BIENVENIDA img
Capítulo 84 EPÍLOGO img
img
  /  1
img
img

LA ESCLAVA SORDA DEL JEFE Y EL MAFIOSO ENAMORADO

LaReina
img img

Capítulo 1 CONTEMPLANDO A MI GATITA

Velbert Punto de Vista

Verónica se agitó en mis brazos, obligándome a soltarla. Levantó la cabeza y me miró con ojos soñolientos. Mi gatita me sonrió y me dejó sin aliento, en mis malditos pulmones.

Verónica era una cazadora de almas. Una vez que te tenía atrapado, sus dedos hundiéndose en lo más profundo de ti, no había escapatoria. Me atrapó en un ensueño y, así de repente, me ahogué en ella. Sus sonrisas tenían una forma de hacer que mi corazón se detuviera y luego latiera con un ritmo frenético. Bailaba de la misma manera que yo, intensamente... libre... como un poema que contará la hermosa historia de un amor loco y delicado.

-Hola.-

El sonido de su voz era gutural y me hizo volver al presente. Sus patrones de habla eran casi tan naturales como los de los demás. Por la forma en que Verónica pronunciaba sus palabras, no se podría decir que era sorda si uno no prestaba mucha atención.

Pero lo hice. Siempre me di cuenta de que no podía distinguir qué tan alto o qué tan bajo estaba hablando. Algunas veces, su habla se volvía un poco arrastrada si hablaba demasiado rápido. También noté que ahora siempre se ponía la mano sobre la garganta mientras hablaba. Verónica dijo que eso la ayudaba cuando vocalizaba. Sentía la vibración a través de la palma de su mano, por lo que la ayudaba a controlar qué tan alto o qué tan bajo estaba hablando.

-Hola -respondí, viéndola parpadear hacia mí con esos ojos color avellana que tanto había aprendido a adorar. Me seguían incluso en sueños, burlándose de mí, manteniéndome cautivo y rogándome que les robara a mi gatita.

-¿Cuánto tiempo llevas aquí?- preguntó ella a la ligera.

-Una hora más o menos. Estabas durmiendo cuando entré y no tuve fuerzas para despertarte. -Retiré los mechones de pelo sueltos de su frente. Cuando los coloqué detrás de sus orejas, Verónica volvió a sonreír y se acurrucó más cerca de mí.

-Parecías tan tranquila -susurré antes de besarle la frente. Mis labios se quedaron allí y Verónica dejó escapar un suave suspiro.

-Entonces, ¿decidiste mirarme mientras dormía? No es nada espeluznante -bromeó. Sentí sus labios en mi pecho a través de mi camisa. Me dio un beso allí antes de meter su rostro en mi cuello una vez más. Un beso suave... dulce, casi como si lo hubiera hecho sin darse cuenta.

Verónica y yo habíamos encontrado un patrón cómodo. Nos habíamos conformado con lo que teníamos ahora, viviendo el momento, robando pequeños trocitos de felicidad. Era peligroso, prohibido, pero mi alma ansiaba el peligro. Ansiaba la oscuridad que la acompañaba.

Verónica era parte de todo, el peligro... ella era el maldito centro de todo. Y yo seguía arrastrándome hacia ella de rodillas, como un maldito pecador en la iglesia, rogando por misericordia. Sin embargo, no estaba rogando por misericordia. Estaba rogando por todo tipo de maldad que existía en este mundo.

Yo estaba pidiendo corrupción, sangre y puta pasión.

Verónica jugaba con los botones de mi camisa, sus dedos frotaban círculos sobre mi pecho. Mi corazón latía con fuerza. Cuando depositó otro beso en el costado de mi cuello, sobre mi vena palpitante, sonreí. Me encantaba la forma en que no podía dejar de tocarme. Casi como si tuviera que recordarse a sí misma que yo estaba aquí, real... y suyo.

Mi brazo se apretó alrededor de su cintura y ella tarareó en respuesta. En mis brazos, ella era feliz. Deseé poder mantenerla así. Para siempre.

Ojalá pudiera robármela ahora mismo, echármela sobre los hombros y largarme de esta maldita urbanización. Que se jodan todos los que se me crucen en el camino, les metería una bala en la cabeza.

Verónica levantó la cabeza y me miró a la cara. Tenía el ceño fruncido y parecía pensativa mientras me observaba. -Estás en silencio. Tu rostro se ha endurecido y has perdido la sonrisa. ¿En qué estás pensando?

-Estoy pensando en secuestrarte. Ahora mismo -admití. Tomé su rostro entre mis manos y pasé mi pulgar sobre sus labios. Se separaron con un pequeño suspiro y Verónica se estremeció ante mi toque. La sentí contra mí.

-Si te robo, nunca perderás tu sonrisa. -Mi confesión susurrada resonó en la habitación.

Verónica cerró los ojos con fuerza durante un segundo, como si le doliera, antes de abrirlos de nuevo. Mi mirada se cruzó con la suya de color avellana. Se inclinó y presionó su frente contra la mía.

-Un día... un día me robarás. Nuestro día llegará, Velbert. ¿Verdad? -murmuró.

Me miró esperando que le diera una respuesta, casi como si su cordura dependiera de que yo estuviera de acuerdo.

Asentí. Un simple asentimiento y eso fue todo lo que ella necesitó. -Seré tuya. Y tú serás mío-, confesó.

Ante sus palabras, le agarré la nuca. Sus ojos se abrieron y me miró a la cara, curiosa y de repente nerviosa.

-Eres mía, Verónica -gruñí. Mi voz áspera y enojada sonó áspera y desconocida incluso para mis propios oídos. Apreté la mandíbula, luchando contra el impulso de reclamarla ahora mismo... de demostrarle que realmente era mía.

Agarré su nuca con más fuerza, acercando mucho nuestras caras. Sabía que mi agarre no la lastimaría ni le causaría ninguna molestia. Mantenía a Verónica bien. Mantenía en tierra a la maldita bestia dentro de mí.

Sus ojos se posaron en mis labios y me observó con gran atención mientras yo hablaba, asimilando cada palabra.

-Estos labios son míos, ¿no? -murmuré. Verónica tragó saliva y se estremeció encima de mí. Sus ojos tenían un dejo de calor y una necesidad oculta. Sus ojos tenían el poder de hacerme caer de rodillas.

-Mis labios para besar -continué, rozando ligeramente los suyos con mis labios-. ¿Verdad?

Ella asintió, pero no fue suficiente para mí.

-Quiero oírte decirlo.-

Ella se sobresaltó ante mi exigencia. -Sí-, suspiró.

Sonreí y luego le di un beso muy suave en la boca. No fue un beso fuerte, fue dulce, como ella. Al principio pareció sorprendida, pero luego me devolvió el beso con la misma dulzura.

Podía sentir su corazón latiendo contra el mío. Fuerte y un poco fuera de control. Igual que el mío.

-Velbert -dijo mi nombre como si fuera una oración susurrada.

Esta obsesión enloquecida podría hacer que me mataran, pero mi corazón era demasiado oscuro para que me importara. Yo era un hombre malo y había hecho todas las cosas malas... todas las cosas prohibidas. Me atrajeron, como una polilla atraída por una llama roja y brillante. Me hicieron pecar.

Y por Verónica, con mucho gusto pecaría.

-Verónica, dilo -gruñí, posesivo de sus palabras, hambriento de ella, rogándole que lo dijera.

-Tuya. Soy tuya, Velbert.

Gruñí en respuesta. Esta vez, devoré sus labios. Ella gimió durante el beso. Cuando nos separamos, ambos estábamos sin aliento.

-Eres mía para adorarte, para acariciarte, para amarte...-

            
            

COPYRIGHT(©) 2022