Impredecible
img img Impredecible img Capítulo 4 Cuatro
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Capítulo 6 Seis img
Capítulo 7 Siete img
Capítulo 8 Ocho img
Capítulo 9 Nueve. img
Capítulo 10 Diez img
Capítulo 11 Once img
Capítulo 12 Doce img
Capítulo 13 Trece img
Capítulo 14 Catorce img
Capítulo 15 Quince img
Capítulo 16 Dieciséis img
Capítulo 17 Diecisiete img
Capítulo 18 Dieciocho img
Capítulo 19 Diecinueve img
Capítulo 20 Veinte img
Capítulo 21 Veintiuno img
Capítulo 22 Veintidós img
Capítulo 23 Veintitrés img
Capítulo 24 Veinticuatro img
Capítulo 25 Veinticinco img
Capítulo 26 Veintiséis img
Capítulo 27 Veintisiete img
Capítulo 28 Veintiocho img
Capítulo 29 Veintinueve img
Capítulo 30 Treinta img
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Capítulo 4 Cuatro

-Genial -susurré de forma a penas audible.

¿Qué más podría hacer? ¿Patalear? ¿Armar un espectáculo frente a todos para al final terminar sometida por la voluntad de acero que se cargaban y que sabía que tenían?

No, solo dejaría que lo intentaran y luego vería como poco a poco se daban cuenta de que fue un gran error intentar tener algo con una chica que no te daba ni la hora y con la que nunca sabías donde estabas parado, porque además de silenciosa e inexpresiva, era impredecible.

Como ahora, que sacaba mi teléfono de mi bolsillo rozando el abdomen duro de Jayden con mi codo, luego lo desbloqueé y lo tendí en dirección a West con el teclado numérico abierto.

Su ceño se frunció de manera considerable, pero antes de que pudiese arrepentirme tomó mi teléfono y anotó su número, luego se lo pasó a Anakin y este hizo lo mismo con una sonrisa traviesa en su rostro antes de llamar a su teléfono para tener el mío.

-El del resto no es necesario, les daré tu número -me tendió mi teléfono de vuelta y lo tomé rozando sus dedos con los míos.

Di un paso hacia adelante cuando Jayden se apegó un poco más a mí, pero fue en vano, dio un nuevo paso apegándose una vez más a mí.

Solo pude soltar un respiro y luego de un asentimiento de cabeza comencé a andar hacia la salida para desaparecer por esta sin mirar atrás.

↱ ↲

-¿Cómo te fue en la universidad hoy? -mi madre me miró con una sonrisa suave mientras esperaba paciente a que me motivara a responderle, pero un simple encogimiento de hombros fue lo que recibió.

Sus bonitos ojos verdes, herencia de su padre americano brillaron conteniendo las lágrimas. Aparentemente estaba sensible ese día en particular. Su cabello rubio, del cual había recibido unos cuantos matices como herencia, brilló con la luz blanca del comedor cuando descendió su cabeza.

-¿Podrías dejar de ser tan fría y hacer sentir bien a tu mamá, aunque fuese una vez? -cuestionó mi padre y mis ojos se levantaron hacia él, fríos y sin ningún tipo de emoción.

Y no dije nada, solo tomé el tenedor y comencé a cenar con lentitud sin quitar mi mirada de la de él.

Sabía que no podía tensar la cuerda, sabía más de lo que debía y eso a él lo asustaba.

Él quitó la mirada antes con un suspiro y pronto el lugar se llenó de los sonidos que ocasionaban los utensilios al chocar con la porcelana de los platos.

Una vez terminé de cenar crucé mis utensilios en el plato y me levanté de mi lugar antes de darle la vuelta a la mesa y besar la mejilla de mi madre.

Ella se volvió mantequilla cuando me acerqué a su oído y susurré suavemente.

-Bien -susurré simplemente, dejé un nuevo beso y me encaminé hacia la salida sin molestarme en despedirme de mi padre.

Subí las escaleras hacia el pasillo de forma lenta, el cual estaba sumido en completa oscuridad.

Fui hasta mi puerta y la cerré dejando que la luz de la luna que entraba por la puerta que daba hacia mi balcón fuese lo único que me guiara.

Retiré mis zapatos con un puntapié y llevé mis dedos hacia los botones de mis pantalones haciéndolos descender por mis piernas.

Y justo cuando los saqué capté un cuerpo en la esquina de mi habitación.

De forma rápida me acerqué a pared para encender la luz y al hacerlo los cuatros estaban ahí y las puertas de mi balcón totalmente abiertas cosa que no noté, porque era completamente cristal desde el techo hacia abajo y un balcón más allá. Pensé que el frío se debía al aire acondicionado y no al frío de la noche que entraba por las puertas corredizas.

-Vaya -susurró West repasando mi cuerpo de forma lenta.

Quise cuestionar que hacían aquí, correr hacia las mantas y cubrirme, pero lejos de eso, mis pies se plantaron en el suelo de madera oscura de mi habitación y me quedé ahí parada notando sus miradas rodando por todo mi cuerpo.

La mirada de Jay descendió hacia la parte descubierta de mi abdomen, ese pequeño espacio entre las bragas y la polera y entrecerró sus ojos observando la piel oscura de la cicatriz que había quedado.

Posiblemente era la primera persona que descubría dos de mis cicatrices en un solo día.

West era el único de pie en una esquina, pues Anakin estaba sentado en mi sofá junto a Maverick, y Jayden estaba en el piso con su espalda recostada de la pared.

Sus alturas eran considerables y más ofuscantes en un lugar cerrado, sin mencionar que el techo de mi habitación medía poco más de dos metros haciéndolos lucir pequeños en mi espacio.

Pasé saliva al ver como Jayden se levantaba con su mirada en mi cicatriz aun y me odié por no tomar poder sobre mi cuerpo.

Mi cerebro no enviaba ninguna señal a mi cuerpo cuando se trataba de ocultar algo o de dejar en evidencia que algo me incomodaba.

Porque mostrar esas cicatrices lo hacía, pero si la cubría, él sabría de inmediato que me afectaba y eso pasaría a preguntas incómodas y era eso lo que mi cerebro evitaba.

West tomó el brazo de Jayden evitando que se acercará y mi pecho descendió un poco cuando solté el aire por la nariz en señal de alivio.

-Solo vinimos a traerte algo -susurró Anakin sacando algo de su bolsillo -se supone que siempre damos un regalo, cualquier cosa para sellar el trato, pero fue difícil contigo, porque aparentemente no usas joyas.

Ni siquiera me ponía aretes.

-Y debía ser de los cuatro, pero realmente esperamos que te guste.

Debí pedirles que se largaran de mi habitación, que estaba mal meterse en mi habitación como ladrones y darme el susto de muerte que me habían dado.

Quise decirles que no era necesario porque pronto se rendirían y tendría que buscarse una chica diferente para mitad de mes, cuando se dieran cuenta de que no sería la chica dispuesta a la que estaban acostumbrados.

No porque no quería, porque repito ¿quién se negaría a uno de ellos? Si no, porque no podía.

Y estaba segura de que todo el asunto había iniciado por mi negativa, tal vez Jayden si me vio, pero los demás al ver que no me postularía se interesaron.

Los hombres iban por aquello que se les negaba la mayor parte del tiempo, pero cuando se daban cuenta de cuan problemático era, terminaban rindiéndose.

Pasé saliva al ver como abría la delgada caja mostrando una cadena de plata, sacudí mi cabeza al notar que era oro blanco, no plata y que poseía cuatro dijes en ella, pequeños, pero muy lindos.

Un libro abierto era uno de ellos, con pequeños diamantes incrustados en él, el otro era una barra de chocolate abierta con diamantes en la parte baja de la cubierta y estos eran azules, el otro era un envase de lo que parecía ser un café y el último un árbol.

Pasé saliva y mis ojos picaron ante tal cosa.

-Solo bastaron dos horas para saber lo que te gustaba -susurró Anakin

-Tu suscripción en la biblioteca central y la frecuencia con la que cambias los libros -las palabras de Jayden me dejaron en claro que él había sido el del libro.

-Vas al café del centro tres veces por semana, con un libro también -quise sonreí ante la forma tan suave con la que lo dijo Maverick.

-Y eres una de las compradoras más regulares en la tienda de dulces, de hecho, haces encargos específicos a la ciudad para que te traigan más variedades de chocolates -mi corazón se saltó un latido ante la voz ronca de West repasando aun mi cuerpo desnudo.

-La cámara del vecino registra que todas las mañanas subes al árbol junto a tu balcón y te quedas ahí por mucho tiempo -susurro Anakin.

Ellos en estos momentos podrían ser las personas que más conocían de mí.

Porque ni mi madre sabía que me encantaba el café, ya que a ella no le gustaba y eso no era algo que existiera en esta casa.

Y ni hablar de los chocolates, ella no sabía que todo el dinero que le robaba de la cartera era para abastecerme de chocolate todas las semanas y guardarlo en el cajón de mi mesita de noche.

-Y entrando en tu habitación ahora todo eso se asienta, los libros por todos lados -Jayden señaló las estanterías que se encontraban en el espaldar de mi cama, los libros sobre esta y en mi escritorio.

-Los envoltorios de chocolate en tu papelera -señaló West junto a él.

-Y los envases de café dentro de la misma -puntualizó Maverick.

-Y las ramas de árboles pintadas frente a tu escritorio.

Pasé saliva de forma nerviosa y con un suspiro que ahogué, caminé hacia Anakin para tomar la caja entre mis dedos.

Retrocedí un par de pasos y tomé la cadena para lanzar la caja hacia la cama antes de colocármela.

Una vez puesta me acerqué a la puerta del balcón y sintiendo el metal frío colgando de mi cuello señalé hacia afuera en una clara invitación para que se largaran.

-Solo debes decir que nos vayamos, evita que te muevas tanto -suspiré sin mostrarme desconcertada ni molesta por sus palabras.

Hablar no era lo mío. Solo salía a veces y si podía evitarlo, lo hacía.

-Que tengas buenas noches, Tiara -susurró Maverick levantándose y pasando junto a mi para cruzar el balcón y engancharse al árbol para desaparecer por él.

El siguiente fue Anakin y no dijo nada, solo me dio una sonrisa y continuó su camino hacia el árbol dejando que la oscuridad lo tragara desapareciendo también.

El siguiente fue Jayden y miró nuevamente mi cicatriz en la frente antes de hacer el mismo recorrido que sus amigos.

Hasta que solo quedó West y me dio una recorrida lenta hasta volver a enfocar sus ojos en los míos.

-Me gusta romper cosas -le escuché decir mientras se acercaba -cosas que parecen inquebrantables -mi corazón se saltó un latido al sentirlo tan cerca, con su altura superando por mucho la mía.

-Tienes cuatro semanas para intentarlo -dije tomándolo por sorpresa.

-¿Y si realmente lo logro? -lo escuché cuestionar y enfoqué mi mirada en su pecho y no en sus ojos.

-Obtendrás de mí algo que nadie más ha podido tener -él respiro pesadamente y una de sus manos se acercó a mi cintura para sostenerme.

-¿Y eso es? -quise sonreír, por un instante me vi tentada a hacerlo.

-Mi admiración.

Y una vez dichas estas palabras me alejé de él separándome de su mano y dejando que el calor que sentí ahí se expandiera por todo mi cuerpo.

Él sonrió de forma maliciosa antes de hacer el mismo recorrido que los demás desapareciendo de mi vista.

Y en la soledad de mi habitación me permití dejarme caer en el suelo suspirando entrecortadamente.

Hacía años que no me sentía de esta forma, hacía años que no me sentía perdiendo el control de mi misma, y aunque no se notara, el que mi mundo haya dado un vuelco me tenía al borde.

Y no me gustaba estar ahí, no me gustaba sentir que en cualquier momento podría caer.

            
            

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