Capítulo 2 ¿Por qué haces esto .

Los niños aún seguían llorando. Por ello, Arda le pidió al escolta que les trajera algo de beber.

-¡Mi mami no es una ladrona, ella es inocente! -dijo Eddy entre sollozos.

Arda le sonrió al niño y de inmediato le preguntó qué estaba sucediendo. En ese momento, el niño comenzó a hablar. Arda observaba el lamentable estado en el que se encontraban los niños y su madre; no era necesario preguntar, estaba claro que eran personas en situación de calle.

La mujer seguía privada de su libertad. Arda no se lo iba a poner tan fácil.

-¡Suélteme! Usted no sabe con quién se está metiendo -exclamó la mujer, con el rostro enrojecido por la rabia.

-No es necesario saber quién eres, porque ya lo sé. Eres una maltratadora que se aprovecha de la situación de los demás.

-Señor, muchas gracias -dijo Susana con una pequeña sonrisa que la hacía lucir tierna. En ese momento, algo dentro de Arda ardió, pero decidió ignorarlo. Quizás era la emoción de haber salvado a alguien.

-Señor, si nos disculpa, debemos irnos -dijo Susana mientras remendaba su vestido, haciéndole unos nudos para cubrir su pálida piel.

En ese momento, Arda negó con la cabeza. No le parecía justo.

-No, usted no va a ningún lado. Justo ahora, usted va a declarar. Esta mujer que tengo agarrada de la mano es una abusadora. Mire cómo la dejo.

Antes de que Susana pudiera responder, su hija Eva se adelantó, sosteniendo en sus manos unas gafas blancas de marca.

-Mira, madre, estas son las gafas de la mujer.

En ese instante, la mujer del vestido elegante se exaltó furiosa.

-¡Esas son mis gafas! ¿Lo ven? Ellos las tenían. ¡Son unos malditos ladrones, todos! -exclamó, escupiendo saliva que salpicó el rostro de Susana.

La niña reaccionó de inmediato para defender a su madre.

-No es así, señora. Las gafas estaban debajo del cartel de madera del menú. Mi madre y nosotros no somos ladrones.

Arda suspiró con inquietud y soltó a la mujer con delicadeza.

La mujer, aún furiosa, miró a Arda con indignación.

-¡No puede ser! ¿De verdad va a creerles a ellos y no a mí? ¡Soy una mujer respetable!

Arda cruzó los brazos y la miró con seriedad. Sus ojos color miel, hicieron que la mujer se sintiera incómoda.

-No es cuestión de creencias, señora. Es cuestión de hechos. Y los hechos indican que sus gafas no estaban en poder de ellos hasta ahora.

La mujer resopló y tomó aire con dificultad.

-¡Esto es un abuso! ¡Voy a llamar a mi abogado!

-Hágalo si lo desea -respondió Arda, imperturbable-. Mientras tanto, estos niños y su madre vendrán conmigo. No pienso dejarlos desprotegidos.

Susana alzó la vista, sorprendida.

-¿Con usted? Pero... nosotros no queremos problemas. Solo queremos irnos.

Arda la miró con firmeza.

-Y van a irse, pero no de la forma en la que piensa. ¿Dónde están viviendo?

Susana bajó la mirada, avergonzada. Y no respondió, en su lugar lo hizo su hijo Eddy.

-No tenemos un hogar, señor. Dormimos donde podemos.

Arda sintió un nudo en el pecho. Observó a los niños, que aún tenían rastros de lágrimas en sus mejillas y miraban con temor a su madre.

-Eso se acabó -dijo con afirmación-Vendrán conmigo.

La mujer de las gafas bufó con desdén.

-¡Oh, qué nobleza! Pero le advierto, esto no va a quedar así.

-Puede hacer lo que desee -respondió Arda sin inmutarse-Yo haré lo correcto.

La mujer se alejó junto con el hombre que la acompañaba, hasta desaparecer de la vista de ellos. Cuando la tranquilidad reinó, Susana respondió con el ceño fruncido.

-No... no podemos ir con usted -dijo con firmeza-Agradecemos su ayuda, pero no necesitamos caridad.

Arda suspiró con paciencia.

-No se trata de caridad. Solo quiero invitarlos a comer. Nada más-dijo mientras señalaba el restaurante.

Los niños se miraron entre sí, sus estómagos vacíos relacionándolos con un leve gruñido. Susana apretó los labios, dudando.

-No quiero deberle nada -murmuró ella.

-No me deben nada -respondió Arda con calma-Solo coman algo caliente, luego pueden irse si así lo desean.

-Así es madre, el señor tiene razón, debemos comer algo, morimos de hambre-dijo Eva ahora.

Susana bajó la mirada, sintiéndose atrapada entre su orgullo y la necesidad de sus hijos. Finalmente, suspiró y asintió con resignación.

-Está bien... pero solo la comida.

Arda no respondió, solo asintió y comenzó a caminar hacia la entrada del restaurante, mientras Susana y los niños lo seguían de cerca.

Al entrar al restaurante, Arda sintió de inmediato las miradas sobre él. Sus colegas y trabajadores, que aún estaban en el lugar, lo observaron con extrañeza. No era común verlo compartir mesa con personas en situación de calle. Solo con celebridades y gente importante.

-¿Qué está haciendo? -murmuró uno de ellos, lo suficientemente bajo como para que solo los más cercanos lo escucharan.

Otro compañero se inclinó hacia él.

-Ni idea, pero esto no es normal en Arda.

Arda ignoró los susurros y caminó con seguridad hasta una mesa vacía. Señaló las sillas e invitó a Susana y a los niños a sentarse. Susana dudó un momento, sintiendo el peso de las miradas sobre ella, pero los estómagos de sus hijos gruñeron nuevamente, así que finalmente se acomodaron.

Un mesero se acercó, algo incómodo y preguntó.

-¿Van a ordenar algo?

-Sí, tráiganos el menú -respondió Arda con tranquilidad mientras se acomodaba la chaqueta para sentarse.

El mesero asintió, aunque no pudo evitar mirar a Susana y a los niños con cierta desconfianza antes de retirarse.

-No tienen por qué mirarnos así -murmuró Susana, inquieta.

Arda tomó el vaso de agua que el mesero había dejado y lo giró entre sus manos.

-Ignoralos. La gente juzga sin saber.

Los niños, ajenos a la tensión, observaban la carta con fascinación. Eva señaló un plato con entusiasmo.

-¿Señor de verdad podemos pedir lo que queramos?-preguntó Eddy.

Arda asintió con una sonrisa ladina.

-Lo que quieran niños.

Susana le lanzó una mirada de advertencia y dijo.

-No abusen de su generosidad, Eva y Eddy.

La niña bajó la vista, avergonzada, pero Arda exclamó.

-Está bien. Hoy van a comer sin preocuparse-dijo Arda con una sonrisa.

El mesero regresó y tomó la orden. Mientras esperaban la comida, los murmullos a su alrededor continuaban, pero Arda seguía impasible.

Finalmente, uno de sus colegas no pudo contenerse más y se acercó a su mesa.

-Arda... ¿qué está haciendo?-susurró, al punto de que Susana escuchara.

Arda lo miró con calma y respondió.

-Cenando.

Su colega frunció el ceño mientras miraba a Susana y sus hijos con desaprobación.

-Con ellos-pregunto el hombre mientras enarca una ceja.

-Sí. ¿Algún problema?.

El hombre titubeó, mirando a Susana y a los niños, luego suspiró con incredulidad.

-Solo... no te reconozco-dijo el hombre mientras soltaba un suspiro de decepción.

Arda sonrió de lado, no podia creer lo que el hombre decia.

-Tal vez porque nunca me miraste bien.

Su colega lo observó un instante más antes de dar media vuelta y regresar a su mesa.

Susana miró a Arda con curiosidad y pregunto.

-¿Por qué haces esto?.

Arda se encogió de hombros, sin darle mas vueltas al tema.

-Porque alguien tiene que hacerlo.

En ese momento, la comida llegó a la mesa, y por primera vez en mucho tiempo, Susana y sus hijos tuvieron un plato caliente frente a ellos.

La comida apenas había comenzado cuando la puerta del restaurante se abrió con un leve tintineo de campana. Arda no levantó la mirada, ocupado sirviendo agua a los niños, pero Susana notó cómo varias personas giraban el rostro hacia la entrada, y luego hacia su mesa, con asombro.

Una mujer elegante, de figura esbelta, cabello oscuro y perfectamente recogido en un moño alto, se detuvo justo en la entrada. Vestía un abrigo blanco de diseño, gafas oscuras y tacones que resonaban en el piso de mármol mientras avanzaba con pasos decididos.

-¿Arda? -su voz era suave, pero cargada de veneno.

Él alzó la mirada despacio, y cuando la vio, la sonrisa desapareció de su rostro.

-Selin...

Susana frunció el ceño con confusión. Los niños, aún masticando, la miraron con curiosidad.

-¿Qué es esto? -preguntó Selin, deteniéndose frente a la mesa-¿Una obra de caridad? ¿Una nueva campaña publicitaria para lavar tu imagen?.

            
            

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