Capítulo 5 ¿Quién es esta mujer

Ciertamente, los intentos de Theo por convencer a Lena de que volviera al trabajo no surtieron efecto, pues ella había decidido renunciar sin importar lo que pasara.

"Está bien", respondió fría y cortantemente al mensaje del asistente de su marido.

Este pareció darse cuenta de que su patrón había cruzado un límite, ya que rápidamente añadió detalles sobre excepciones a las políticas de la empresa.

Lena ignoró el mensaje. Volvió a vendarse el hombro, que aún estaba en proceso de curación, y se dirigió a la oficina.

A medida que se acercaba, caminaba más despacio. Allí, estacionado visiblemente, estaba el auto de Violet, un modelo raro, del que solo había tres en el mundo y que reconoció por las publicaciones en Instagram de su dueña.

'¿Violet está aquí?', se preguntó Lena, vacilando por unos momentos.

No sabía cuál era la intención de Theo, ¿acaso estaba tratando de hacer reír a su amante a costa de su sufrimiento?

La idea le parecía repugnante. Contorsionó su rostro en una mueca de desprecio mientras entraba al edificio.

Maia, quien estaba a punto de quedarse dormida por haber trabajado hasta tarde, abrió los ojos como platos cuando la vio llegar.

"¿Qué haces aquí? Deberías estar descansando en casa. ¿Acaso estás completamente dedicada al trabajo?".

Lena se quedó sin palabras.

La verdad era que apenas le gustaba su trabajo. Trabajar como secretaria de Theo era agotador y no le causaba ningún tipo de alegría. Solo asistía sin falta porque quería estar cerca de él. Sin embargo, después de tres años, seguía sin poder ganarse su cariño.

"Podría decirse que... necesito el dinero", respondió, con una sonrisa irónica, bajando la mirada.

"¿Por qué no aprovechas algunos días de descanso? Tu bienestar es lo más importante. Intenta hablar con el señor Haynes. Su novia está aquí, así que probablemente esté de buen humor", sugiró su amiga tras una pausa.

Lena respondió con un murmullo apagado; su expresión cuidadosamente neutral. Le parecía risible cómo todos creían que Violet era la novia de Theo, cuando en realidad ella era su esposa.

Cuando se acercó a la oficina de su esposo, escuchó una suave y melodiosa voz del otro lado.

"Theo, ¿qué debería hacer? La exposición que planeé para mañana está en peligro por el repentino colapso de la galería. Casi parece un sabotaje".

"No te preocupes. Yo me encargaré", respondió él, tras una pausa, con una voz firme y tranquilizadora.

Lena se lamentó, pues Theo nunca le había ofrecido esa clase de apoyo.

Después de casarse, acudió a su esposo en busca de ayuda para resolver una crisis familiar.

Sin embargo, él respondió fría y desdeñosamente: "Lena, no seas tan demandante. No tengo tiempo para ocuparme de tus problemas".

En ese momento, la situación le parecía una broma y perdió las ganas de seguir escuchando la conversación. Con determinación, abrió la puerta de golpe.

Apenas esta se abrió, Theo clavó inmediatamente sus ojos en ella. En el acto, el calor desapareció de su mirada, que se volvió fría y cautelosa.

"Theo, ¿quién es esta mujer?", preguntó Violet, fingiendo estar sorprendida.

Aunque sus palabras eran aparentemente inocentes, calaron hondo en el corazón de Lena. Incluso para una amante, su identidad seguía siendo un misterio. Parecía que ella, la esposa legal de Theo, había acabado borrada de su propia vida.

Luego se percató de que el dedo anular de su esposo estaba desnudo, lo que la hizo soltar una carcajada burlona. El anillo que solía llevar estaba conspicuamente ausente.

"¿No me presentaste? Parece que te sobreestimé. Finges que eres soltero frente a tu antiguo amor... qué actuación tan buena", soltó con desprecio.

"Yo... lo siento mucho. Asumí que... Theo no se casaría con alguien más", tartamudeó Violet, pálida como un fantasma.

"Creíste que te esperaría como un ingenuo, ¿verdad?", la confrontó Lena, sin molestarse en ocultar el sarcasmo en su voz.

"¡Basta!", gritó Theo, con una expresión de angustia. "Lena, no te desquites con Violet, por favor. Ella no está bien, así que no puede soportar esta clase de noticias impactantes. Discúlpate con ella".

Lena soltó una carcajada carente de alegría, mientras su mirada se volvía tan dura como el acero, pues no sabía que ahora las esposas debían disculparse con las amantes.

Ya había tenido suficiente. Sin pensarlo dos veces, se quitó el anillo de bodas que llevaba tres años y se lo lanzó a Theo, mientras sentenciaba: "Estoy completamente harta de este matrimonio. Hazte un favor y... firma los papeles de divorcio. No me obligues a despreciarte".