Dejó escapar un profundo suspiro, al tiempo que sacudía ligeramente la cabeza a modo de desaprobación, para luego pasarse una mano por el pelo, antes de volverse de nuevo hacia mí, todavía con el ceño fruncido.
-Entonces, tu temor es que logre conquistarte, te meta en mi cama, y te abandone cuando supuestamente me canse de ti. -Comentó entonces, volviendo a clavar su mirada en mí.
Me tomé unos segundos antes de responder.
Dicho de aquél modo, daba a entender que yo le consideraba un tipo sin escrúpulos, y tampoco había querido dar a entender aquello.
-No quiero que ninguno de los dos sufra, eso es todo. -Me limité a responder, y por la manera en como entrecerró los ojos, me di cuenta de que, de un modo u otro, había confirmado sus palabras.
-Está bien. -Murmuró, más para sí, que para mí, mientras volvía ligeramente la cabeza hacia un lado para perder la mirada en un punto inexistente-. La cuestión es, que tú me gustas, no voy a negarlo. -Agregó, asintiendo brevemente con la cabeza, mientras parecía ir pensando qué decirme para convencerme-. Y no soy un tipo que se rinda fácilmente, supongo que eso también lo has escuchado. -Inquirió, dedicándome una severa mirada que logró hacer que mis mejillas se ruborizaran-. Te propongo algo: pasaremos este fin de semana en uno de los apartamentos de Blue Windows House, y tendrás total control sobre mi teléfono móvil y ordenador; si recibo cualquier llamada o correo que puedan confirmar tu temor, nos limitaremos a mantener únicamente una estrecha relación laboral; pero -prosiguió, alzando el dedo índice para remarcar lo que iba a decir a continuación-, si en estos dos días todo transcurre con normalidad, te quitarás esa estúpida idea que tienes de mí de la cabeza, y me darás una oportunidad. -Tuve que hacer un esfuerzo por reprimir una tímida sonrisa ante su manera de lograr tener una relación sentimental conmigo, pues resultaba incluso tierno.
-Creía que en esta época del año, resultaba prácticamente imposible conseguir un apartamento ahí. -Comenté, cruzándome de brazos, decidida a no ponerle las cosas tan fáciles: me gustaba su desesperación por conseguir que yo accediera a salir con él.
-Esa es una de las ventajas de ser propietario de uno de los apartamientos, que puedes ir cuando te apetezca. -Abrí los ojos como platos, perpleja, lo que hizo que él no hiciera nada por disimular la sonrisa de satisfacción que se dibujó en sus labios-. Así es, nena -agregó entonces, asintiendo con la cabeza-: Ese es uno de los lujos que puedes disfrutar, si accedes a salir conmigo; ¿qué me dices? -Yo simplemente me limité a bajar ligeramente el rostro, dejando que mis labios esbozaron una tímida sonrisa.>>