Mi mochila hace un ruido desde su interior mientras bajo las escaleras. De seguro deben de ser la galletas saladas que metí en un envase de plástico. Cuando estoy en el primer piso, y sin nadie que se detenga a preguntarme nada -escucho voces desde la cocina, pero no me prestan atención por suerte-, salgo por la puerta principal y me dirijo hacia l