El viaje hasta acá fue largo. Constó de cruzar Georgina hasta llegar casi a la frontera con Meylan, la ciudad vecina, y después comenzamos una subida al cerro Clevin, que funciona como guarida a las casas más despampanantes que te podrías imaginar. Si bien mis padres son dueños de una de las mansiones más caras de esta ciudad, no se compara a las p