Era viernes y Liz estaba feliz de que con ese día, ya hubiera pasado su primera semana. Una semana menos de tortura y estrés, o al menos, así lo sentía Liz.
En esos cinco días, Liz no había cruzado muchas palabras con Gabriel, solo lo justo y necesario y esperaba que así siguiera hasta que su tiempo en aquella empresa finalizara.
Era innegable que, para Liz, el estar en presencia de Gabriel era algo abrumador. Ni siquiera era capaz de pensar de forma coherente. Era como si sus neuronas se derritieran, como si no fuera ella misma. Liz sentía que Gabriel era alguien intimidante, serio y exigente, pero de igual modo no podía negar su gran atractivo...incluso más de lo que le gustaría admitir, y se odiaba por eso. Aunque también sabía que nadie la podía culpar, después de todo tenía ojos y reconocer la belleza de otras personas no tenía nada de malo. Además, al no tener suficiente experiencia con el sexo opuesto le hacían las cosas más difíciles, sobre todo cuando Gabriel la miraba con esos intensos ojos azules. Incluso parecía estar en lo cierto sobre sus sospechas de que él la odiaba. Aunque, si lo pensaba de manera más lógica, llegaba a la sólida conclusión de que ese pensamiento era exagerado y que todo formaba producto de su imaginación. Después de todo, Gabriel tenía mejores cosas que hacer, y odiarla sin duda estaba en lo más bajo de sus prioridades.
Liz suspiró. Lo mejor que podía hacer en estas semanas restantes era hacerse la desentendida con respecto a su incomoda relación laboral, tenía que dejar de pensar demasiado y solo concentrarse en su trabajo o terminaría ahogándose en un vaso de agua que ni siquiera estaba medio lleno.
- ¿Está confirmada la recepción de esta noche? - habló Gabriel con esa grave y firme voz.
Liz, que estaba sumida en sus pensamientos, casi impacta contra el techo del susto que le provoco la repentina interrupción.
"Mientras antes me acostumbre, menos asustadiza me veré". Se dijo a sí misma mientras su corazón latía como si corriera una maratón.
-Así es, señor. La recepción está agendada para las diez de la noche, solo hace falta que llegue la invitación para hacer el encuentro oficial. -dijo Liz con un tono robótico y sin dirigirle la mirada directamente.
Gabriel se quedó de pie, observándola con esos intensos ojos de color azul cielo mientras veía como Liz volvía su mirada al monitor de su escritorio y comenzaba a teclear. Cualquiera diría que estaba ocupada, pero Gabriel reprimió una diminuta sonrisa al ver cómo ella trataba de fingir serenidad. Sabía que lo correcto era volver a su oficina si ya todo estaba confirmado, pero por alguna extraña razón se divertía al ver como el pequeño ciervo se retorcía en su lugar de manera incomoda, como si quisiera salir corriendo tras la mínima oportunidad.
Gabriel desde hace años que no se interesaba por nada en particular, mucho menos en una mujer, pero, aunque no quisiera reconocerlo, Liz le llamaba la atención. Era interesante verla luchar contra sus instintos. Gabriel era consciente sobre lo intimidante que era su mirada, pero seguía presionándola, quería ver hasta donde podía aguantar el pequeño ciervo que solo quería huir.
Él reconocía que Amelia era una secretaria competente y eficiente, pero Liz no lo hacía nada mal para ser una novata. Solo tuvo que llamarle la atención un mínimo de veces y mejoró cada aspecto que el criticó. Gabriel intentó ignorar esa curiosidad que Liz había despertado en él, después de todo era una empleada más a su cargo. No negaba que en un principio le irritó ver lo despreocupada y poco perfeccionista que era. Pero en una semana ya había logrado igualar a Amelia. Le daría crédito a su esfuerzo, pero eso no significaba que no quisiera saber que cosa era lo que hacía a Liz tan interesante.
-Cuando llegue la invitación déjala en mi escritorio-dijo Gabriel, y Liz apartó la vista del monitor haciendo que sus ojos se encontraran. El corazón de la muchacha comenzó a palpitar a toda prisa y rápidamente apartó la mirada.
Liz no había entrado a la oficina de Gabriel desde aquel primer encuentro y luego de lo presenciado en su hora de almuerzo, no le dejaban ganas de volver a poner un pie en ese sitio. Pero sabía que estaba siendo infantil y poco profesional al tener esos pensamientos. Este era su trabajo y sabía que solo era una empleada que pronto seria olvidada.
-Como usted diga, señor. -Respondió Liz haciendo una leve mueca de disgusto.
Gabriel no respondió, en cambio, se dio media vuelta y volvió a su oficina con una sonrisa ladina que Liz no fue capaz de ver. Por alguna razón desconocida, le causaba gracia al escuchar como ella lo llamaba "señor". La trémula voz de Liz, que casi siempre era temblorosa o asustadiza, se transformaba cuando lo llamaba con ese arquetipo, era como si un soldado le estuviese hablando a su superior, listo para recibir órdenes. Así que no podía evitar sonreír.
* * *
La mañana pasó increíblemente rápido y la hora de almorzar llegó.
Liz se estaba preparando para ir a comer, sin embargo, el sonido del ascensor la sobresaltó. Nadie acudía a ese piso dado a que era la oficina del CEO. Aunque claro, eso no quería decir que estuviera prohibido su acceso. Cada ciertas horas asistía el personal de limpieza, y también algunos días de la semana se realizaban reuniones durante largas horas, pero eran agendadas con anticipación, así que Liz se levantó de su lugar con curiosidad.
A los segundos de escuchar el sonido del ascensor, una cabellera castaña apareció y Liz sonrió ampliamente cuando Lucas apareció.
-¡Hola, tú! - saludó Lucas con una gran sonrisa.
-Hola, tú- contestó Liz.
Esta era la primera vez que él subía a verla, y aunque Liz se sentía feliz por la visita, también sentía curiosidad.
-Vine a entregarte esto, - Lucas extendió un sobre dorado con lindas letras grabadas en él. -estaba en la recepción. Como saben que mi hermana es la secretaria de don Gabriel, me pidieron que lo trajera. -Lucas le guiñó un ojo a Liz. -Pero también quería ver tu linda cara.
Liz negó con la cabeza, pero no borró su sonrisa. Ya se había acostumbrado a que Lucas le tomara el pelo con ese tipo de bromas, pero eso no era impedimento para que su rostro se pusiera colorado.
"Es la invitación para esta noche". Pensó Liz mientras pasaba los dedos por el relieve de la invitación.
-Es una invitación importante para el señor Gabriel, debo entregarla. -dijo Liz mientras rodeaba su escritorio con la invitación en sus manos. Caminó los pocos pasos hacia la oficina de su jefe y se giró para mirar a su amigo. -Entrego esto y vamos a comer. -agregó con una sonrisa. Ella estaba por tocar la puerta de la oficina, pero no fue necesario, ya que Gabriel abrió la puerta primero. Su mirada cayó sobre los grandes y expresivos ojos de Liz.
-Señor, es la invitación para esta noche. -Liz le tendió el sobre.
Gabriel la tomó, pero su mirada se depositó en el intruso de cabello castaño que estaba a pasos de su secretaria. Gabriel lo conocía, era Lucas Anton, hermano de su anterior secretaria. "¿Qué hace aquí?" Pensó Gabriel. Si su memoria no le fallaba, el pertenecía al departamento de finanzas.
-Bien señor, entonces, -Liz dio un paso hacia atrás con evidente nerviosismo-, si me disculpa, es hora de vaya a comer.
Lucas se acercó a Liz mientras esta tomaba su bolso y Gabriel frunció el ceño inconscientemente.
"Entonces ese joven está aquí por mi secretaria". Fue lo único que pensó Gabriel mientras veía la cómoda interacción de la pareja.
Lucas se giró ligeramente hacia Gabriel, quien los observaba fijamente. Cuando Lucas hizo contacto visual con él, éste le lanzó una mirada asesina que lo asustó. "Es como si quisiera matarme".
Liz, que de pronto notó como el ambiente se volvía pesado de un momento a otro, miró a Gabriel, quién pasaba su mirada desde Lucas hasta Liz y viceversa. "¿Qué le pasa? ¿Acaso hice algo que lo hizo enojar?" Pensó Liz.
Por otro lado, Gabriel, que trataba de colocarle nombre a esa extraña incomodidad en su pecho, negó con la cabeza. ¿Qué diablos le pasaba? ¿Por qué sentía la necesidad de ir y tomar a Liz por el brazo para que no esté tan cerca de ese empelado? Ella era solo su secretaria y no estaban haciendo nada malo. No es como si estuvieran teniendo sexo sobre el escritorio o algo por el estilo.
Cuando Gabriel se dio cuenta de lo retorcido que eran sus pensamientos se auto regañó. "No seas hipócrita. Ella no es de tu propiedad".
Sin darse cuenta, Gabriel se estaba pasando una mano por su sedoso cabello y dejo salir un suspiro de frustración. No se entendía en lo absoluto.
-Gracias Lizbeth, ya puedes retirarte. -dijo Gabriel mientras se giraba y nuevamente entraba en su oficina.
Liz hizo un mohín. Odiaba que la llamasen por su nombre de pila, pero como su jefe odiaba las informalidades, solo le quedaba soportarlo.
-Vamos, - Le dijo Liz a Lucas, quien la estaba esperando en el ascensor. -quiero ver el menú de hoy. -agregó fingiendo entusiasmo. Aquello era una excusa, ya que lo único que quería era salir lo más rápido posible de ese lugar.
-Parecía molesto, - Dijo Lucas una vez que ambos comenzaron a descender dentro del ascensor. -como si quisiera cortarme en pedacitos. Fue aterrador.
Liz se encogió de hombros-Siempre está molesto, o al menos así lo parece. -Liz no encontraba una razón para esos extraños cambios de humor. De hecho, estaba comenzando a creer que era bipolar.
"Creo que es mejor si dejo de pensar en él". Se dijo a sí misma, y eso fue lo que hizo.
* * *
Tener que volver luego de pasar un rato agradable con Lucas siempre era una tortura. Pero, esta vez volvía feliz ya que había logrado hacer planes para el fin de semana.
Liz quedó con Lucas para que conociese a Maggie. Ella siempre hablaba de su mejor amiga, así que Lucas comenzó a insistir en querer conocerla. Liz tenía la ligera sospecha de que se llevarían super bien y que podrían llegar a tener muchas cosas en común. Por otra parte, Maggie, también tenía mucha curiosidad por conocer al único chico con el que su mejor amiga había tenido el valor de entablar algo más que una simple charla.
Habiendo llegado a su escritorio, Liz dejo su bolso a un lado, pero no alcanzó a sentarse ya que Gabriel salió con paso apresurado de su oficina. Liz quedo perpleja al ver a Gabriel con expresión de preocupación. Esta era la primera expresión diferente que había visto y la cual no era su usual "póker face" o rostro de enfado.
Gabriel estaba irritado. La invitación que había recibido especificaba que debía asistir con acompañante. No obstante, daba la horrible casualidad de que él no tenía ni quería asistir con alguna. Podría llevar a su hermana, pero sabía que no lo acompañaría ya que la invitación estaba demasiado encima. Gabriel se paseó de un extremo de su oficina a otro. Él no podía llamar a ninguna de sus aventuras, ya que eso les daba esperanzas y no estaba de humor para tratar con ese tipo de mujeres. Pero de pronto una idea apareció por su inteligente cabeza. Solo tenía que hacer que su secretaria fuera con él. Ella no se negaría ya que solo se lo tenía que ordenar.
"Pese a que eso es bajo hasta para mí, no me queda otra alternativa". Se dijo a sí mismo para calmarse.
Gabriel tenía que asistir a esa reunión, era algo importante, ya que allí se encontraría el hombre al cual llevaba persiguiendo desde hacía mucho tiempo y a quien quería como socio para su empresa. Ese hombre poseía prestigio internacional a nivel de diseño arquitectónico y construcción. Gabriel deseaba que se asociara con él para realizar futuros proyectos, además, si no llevaba acompañante sería un poco humillante para su reputación como el
"Demasiado humillante para mí". Se dijo a si mismo. Después de todo era guapo y joven, uno de los CEOS más jóvenes en ser director de una empresa con prestigio. Si o si tenía que asistir con acompañante ya que sin duda los medios estarán allí, y quién mejor que su linda secretaria para ser su acompañante.
Gabriel arrugó la nariz automáticamente al pensar en Lizbeth como alguien
-Necesito que trabajes para mi esta noche. - dijo Gabriel con un tono ansioso.
Liz abrió la boca con incredulidad al escuchar esas palabras. Literalmente su cerebro trato de encontrar algún significado que no sonara tan indecente ya que no sabía cómo interpretar aquellas palabras. Sin embargo, no pudo detener a su acelerada imaginación ya que un tono rosado comenzó a instalarse en sus mejillas.
Gabriel, al ver el rostro carmesí de Liz se dio cuenta de lo mal que había sonado todo aquello. Así que tosió para esconder su error.
-Quise decir que te necesito como acompañante esta noche.
Liz ahora abrió también los ojos "¿Qué sea su acompañante?" ¿Acaso ella daba esa clase de imagen? Liz estaba comenzando a perder la calma, si él nuevamente decía algo que pudiera malinterpretar, sin dudarlo sería capaz de darle un izquierdazo que nunca olvidaría por atreverse a faltarle el respeto.
Gabriel, al ver la distorsión en el rostro de Liz, palideció. Sin duda eso había sonado peor de lo que creyó. Así que se tomó el puente de la nariz en signo de frustración y volvió a hablar. -No era mi intención que mis palabras fueran malinterpretadas. Lo que quise decir, - Liz entrecerró los ojos amenazándolo con la mirada. -es que necesito que seas mi acompañante esta noche para la recepción, la invitación especifica que debo asistir con acompañante y dado a que es esta noche, no tengo a quien pedírselo.
Liz frunció el ceño, al parecer no entendió lo que Gabriel le estaba solicitando. ¿Acaso quería que ella asistiera con él a la recepción?
"¿Está loco?" Fue todo lo que Liz pudo pensar. No, eso no lo describía en absoluto, Liz sentía que Gabriel estaba siendo irracional en aquellos momentos. ¿Es que acaso el no entendía que ella estaba tratando de estar lo más distanciada posible de él?, además "¿Quién se cree que es?" Volvió a pensar Liz. No es como si le estuviera pidiendo que fueran un helado. Le estaba pidiendo que asista a una recepción. Un lugar donde asistiría mucha gente influyente, gente que ella no quería ni tenía que conocer, además, no estaba dispuesta a ser arrastrada como si fuese un adorno. Liz estaba segura de que Gabriel tenía poder, no de puro gusto tenía un imperio, pero también creía que por eso mismo él se creía con la autoridad de hacer y deshacer con las personas, como si fueran un juguete, pues no, que le dieran.
-Ser acompañante no está dentro de las funciones que especifica mi contrato. Así que no, no puedo asistir. -fue todo lo que dijo Liz con una mirada decidida.
Gabriel si no fuera tan controlador con sus expresiones, hubiese abierto la boca por el asombro. ¿Acaso había dicho que no?
"Y no te lo mandó a decir con nadie o ¿acaso necesitas que lo dibujen?" Le dijo su yo interior.
Gabriel palideció, él claramente no estaba preparado para ese tipo de respuesta. Okey, si ella no asistía por las buenas, lo haría por las malas. No estaba dispuesto a aceptar un no como respuesta. Así que Gabriel tomo aire y adoptó aquella mirada dominante con la cual Liz temblaba.
-Yo no le estoy preguntando señorita Tyler, se lo estoy ordenando. - Liz quiso abrió la boca para discutir, pero Gabriel volvió a hablar. -No está dentro del contrato, pero tómelo como horas extraordinarias, las cuales eventualmente se le cancelaran con creces.
Liz cerró la boca. Sin duda no le caerían mal el dinero extra, pero ¿la haría ver eso como alguien ambiciosa? En este empleo ella ganaría un buen sueldo, más de lo que necesitaba para sobrevivir. Si quisiera, podía acompañaría a Gabriel gratis, pero por arrogante estaba dispuesta a hacérselo difícil.
-Que le quede claro que asisto solo porque serán canceladas como horas extras. Y aunque no me pidió este consejo, -Liz miró a Gabriel fijamente-No trate a sus empleados como si no tuviéramos una vida.
Gabriel abrió los ojos ante las palabras de Liz, pero no dijo nada. Su mente estaba concentrada en que su reputación estaba salvada. Pero sin duda su nueva secretaria era alguien de temer. Quien diría que un ciervo asustado podría transformarse en un gatito que sacaba las garras.
Liz trató de ignorar nuevamente a su dictador jefe para volver a sus asuntos. Pero se sorprendió cuando este puso ambas manos sobre el escritorio y quedaba a centímetros de su rostro. El cuerpo de Liz se tensó al tenerlo cerca de un momento a otro.
-La espero fuera de la empresa a las nueve y media, espero no llegue tarde o me veré en la obligación de irme sin usted. -dijo Gabriel con arrogancia.
Liz no fue capaz de formular una respuesta coherente, ya que sus ojos estaban fijos en sus labios. "¿Cómo sería ser besada por él?" Se preguntó Liz de la nada, pero inmediatamente recibió una bofetada de su propia conciencia. Quería ser capaz de articular alguna respuesta ingeniosa, pero no pudo. Al parecer tenía una debilidad por los hombres guapos, de lo contrario no comprendía su incapacidad para hablar o pensar.
Claro, no todos los días se puede tener a un hombre guapo como jefe, pero se odiaba a si misma porque sabía que el era consciente de ese atractivo y lo usaba contra ella. Eso, era algo que encabezaba su lista de "Por qué odio a mi jefe". Le seguían unas cuantas cosas más pero no se iba a poner a enumerarlas en este preciso momento.
-Lo que usted diga, señor- Liz hizo una mueca al pronunciar esas palabras.
En la boca de Gabriel se formó una arrogante sonrisa que demostraba triunfo. Lo había conseguido. Aunque su método empleado no lo enorgullecía, pero, no le importaba.
* * *
La tarde pasó más rápido de lo que a Liz le hubiera gustado. Estaba nerviosa, le habían comenzado a sudar las manos y aun ni siquiera eran las cinco de la tarde.
Liz salió de su trabajo y como todos los días, Maggie la estaba esperando a la salida.
La joven se subió al auto y Maggie notó de inmediato su nerviosismo. Liz, sin darse cuenta había comenzado a jugar con sus manos.
-Dime que sucede-dijo Maggie en tono amable y Liz la miró con la boca abierta. ¿Acaso era adivina? Pero aun así negó con la cabeza-No pasa nada, estoy Bien.
Maggie le dio una sutil mirada de "me dices tú o te obligo a decirme" haciendo que Liz dejara escapar un leve suspiro de resignación, no tenía caso negarse. Maggie era buena consiguiendo lo que quería y con Liz no era la excepción. Liz dejó salir todo lo sucedido en un solo párrafo sin siquiera a detenerse para tomar aire.
-Tengo que acompañar al señor Gabriel a una recepción esta noche y realmente no me apetece ir, es solo que el con su autoritaria voz me dijo: - Liz hizo comillas con los dedos e imito la gruesa voz de Gabriel-"No se lo estoy pidiendo señorita Tyler, se lo estoy ordenando"-la imitación hizo reír a Maggie y Liz suspiro.-Entonces no pude decirle que no y ahora no sé qué hare ya que no sé nada sobre las recepciones. Ni siquiera me gustan las multitudes.
Maggie analizó cada palabra de su amiga, pero no encontró nada grave y fuera del otro mundo, entonces ¿por qué estaba tan nerviosa? - ¿Y eso es grave? ¿Acaso lo te agrada lo suficiente como para no querer ir con él? -Liz dejó escapar otro suspiro, esta vez era un suspiro de frustración. Era obvio que no la comprendería, nunca le había contado nada malo sobre Gabriel. Sin embargo, rápidamente le vino una excusa que no era del todo falsa.
-Es que no sé qué vestir, sabes que nunca he ido a una de esas cosas. -dijo Liz con incomodidad.
Maggie la observó por un momento, pero luego una gran sonrisa iluminó su rostro. -Tengo algo que te vendrá como anillo al dedo. - dijo Maggie con entusiasmo y una sonreír que a Liz la hizo estremecer. La pelinegra tuvo un mal presentimiento al ver la sonrisa de su amiga.
* * *
Faltaban cuarenta minutos para que fuesen las nueve de la noche y Liz estaba frente al espejo revisando su atuendo.
Cuando tuvo el mal presentimiento al ver la malvada sonrisa de Maggie no estaba equivocada. Su rubia amiga la había transformado por completo. Tenía puesto un vestido azul marino sin mangas con un escote en forma de corazón y era llenado de forma perfecta, como si hubiera sido diseñado para ella. Era simple pero sofisticado, corto, pero no provocativo, o al menos esas habían sido las palabras con las que Maggie había descrito el vestido. Además, como algo extraño, le quedaba perfecto y se ajustaba a sus curvas con precisión, pero Liz se sentía incómoda ya que nunca había usado algo tan llamativo. Incluso se había maquillado-en realidad había sido Maggie-para la ocasión. Lucia exactamente como una modelo o famosa que promocionaba maquillaje. Sus ojos se veían más grandes y expresivos, además, llevaba labial. Debía admitir que se veía muy distinta a como usualmente lucia, pero le gustaba lo que veía. Por primera vez en mucho tiempo, aparentaba su edad. Maggie había hecho un trabajo increíble con ella.
La rubia apareció en su cuarto y se sentó en la pequeña cama de plaza y media en la que dormía Liz. -Te ves como para comerte. -Bromeó Maggie mientras imitaba un rugido.
-Creo que me veo extraña, pero no de mala manera. -Admitió Liz. -Pero estoy nerviosa, ¿y si exageré demasiado?
Maggie se levantó de la cama y camino hacia el espejo, se paró al lado de su amiga y ambas observaron sus reflejos.
-Te ves hermosa, tú puede que no lo veas, pero yo sí, y por eso te lo digo. ¿Crees que te estoy mintiendo? Además, un poco de maquillaje no le hace mal a nadie, es como tener dos personas frente a mí y aun así seguir siendo tú. Te ves realmente hermosa e impresionante, además, estoy acostumbrada a ese tipo de fiestas y serás la sensación y todos te mirarán como la diosa que eres. -dijo Maggie con una voz decidida. Así que a Liz no le quedó más que asentir.
-Muy bien, ya que acabamos con este tema, vamos a que ese jefe tuyo te vea y se quede mudo. Quien sabe, quizás se esta noche se enamora de ti. -Dijo Maggie a modo de broma y ambas chicas rieron.
A Liz cada vez se le hacía más corto el camino a la empresa, pero esta vez, se le hizo extremadamente corto. Maggie estacionó su auto y a Liz le comenzaron a sudar las manos, como siempre que estaba nerviosa. Maggie notó su nerviosismo y trató de buscar palabras de ánimos para su amiga.
Liz estaba bajando del auto, pero Maggie la detuvo.
-Cuando dije que lo dejes sin habla, -se detuvo para mirarla a los ojos- lo dije en serio. - Maggie le guiño un ojo a su amiga y está colocó los ojos en blanco antes de cerrar la puerta.
- ¡Liz! -volvió a gratar Maggie desde el interior del auto. Liz se giró y Maggie bajo la ventanilla. -Tienes que describirme su cara de sorpresa cuando te vea, graba cada detalle para que después me cuentes. -Le tiro un beso en el aire y arrancó el auto dejando a Liz con una sonrisa en el rostro.
Liz se puso en marcha hacia la entrada, tal y como le había dicho Gabriel. El frío le recorrió el cuerpo haciéndola tiritar y deseando que Maggie no se hubiera ido tan rápido. Se giró quedando de frente a la empresa. Estaba oscuro y de noche todo el recinto daba una imagen tenebrosa, fantasmagórica al no haber gente alrededor. A Liz se le erizaron los vellos del cuello al imaginarse a ella dentro de esa desierta empresa completamente sola.
Liz se giró en todas direcciones en busca de Gabriel, pero este no daba indicios de aparecer. Saco su celular y vio que aún quedaban cinco minutos para que se cumpla la hora acordada.
"Ojalá llegue rápido". Pensó Liz mientras el viento la hacía tiritar.
Pasaron dos minutos más y Gabriel aún no aparecía.
"¿Y si no viene? ¿Si encontró a alguien más con quien ir?" Pensó Liz al ver que su jefe aún no aparecería. "Pero no creo que haya sido tan canalla como para no avisarme". Volvió a pensar Liz con enfado al imaginarse que Gabriel la dejaba plantada. La muchacha estaba a punto de marcar el número de Maggie cuando sintió que alguien le tocaba el hombro.
Liz se sobresaltó y como única reacción de autopreservación, su brazo se movió y le dio una bofetada a la persona desconocida.
- ¡Auch! - fue lo único que pudo decir Gabriel mientras su mano acariciaba la zona golpeada. Realmente él no esperaba que Liz le reaccionara de esa manera. Aunque debía de admitir que era su culpa por haberla sorprendido de aquel modo tan repentino
- ¡Oh por Dios, señor!, ¡lo siento mucho! -gritó Liz a modo de disculpa mientras el pánico se apoderaba de ella. Liz quería que se la tragara la tierra en ese preciso momento y la escupiera en cualquier otro lugar. ¡Había golpeado a Gabriel! ¡Había golpeado a su jefe!
Gabriel fijó la mirada en el rostro de su secretaria y notó como los ojos de Liz se veían más grandes y expresivos. Él no había tenido tiempo de contemplar a su acompañante, pero ahora que lo hacía, tenía que admitir que no había reparos. Pese a que el evento estaba contra reloj, ella vestía estupendamente para la ocasión.
Ella no destacaba mucho con respecto a su imagen-aunque eso no significaba que no la encontrase atractiva-ya que nunca la había visto utilizar mucho maquillaje y su traje no era para nada atractivo, pero la joven que estaba frente a él era totalmente deslumbrante y....sexy.
Liz sintió como Gabriel le recorría el cuerpo con la mirada, haciendo que sus mejillas comenzaran a teñirse de rojo. Sin duda no esperaba asombrarlo de verdad, pero en un rincón de su ser, se sintió orgullosa de provocar dicha expresión. Sin duda Maggie se sentiría orgullosa de su trabajo una vez le contara los detalles.
"¿Creerá que me veo bien?" Se preguntó Liz sin ser capaz de formular aquella pregunta en voz alta.
- ¿Nos vamos? -Preguntó Gabriel mientras con la voz más gruesa de lo normal mientras le tendía el brazo a la joven.
Liz asintió con la cabeza, pero no le cogió el brazo. Gabriel quiso restarle importancia al gesto, pero no pudo evitar que un ligero malestar pasara por su pecho. Nunca habían rechazado un gesto como ese, sin duda aun habían sorpresas escondidas en la señorita Tyler.
Gabriel se resignó a que aquella velada sería algo fría y distante, la dirigió hacía un increíble deportivo de color negro que estaba estacionado a unos metros de la entrada de la empresa.
"Era obvio que su auto tenía que ser malditamente genial e increíble". Fue lo primero que pensó Liz.
Su jefe abrió la puerta del copiloto para ella, haciendo que reprimiera un gemido de asombro. ¿Acaso el acostumbraba a tener gestos como esos? Liz no podía imaginar a Gabriel, su jefe, quien era imponente y controlador haciendo semejantes acciones.
Gabriel volvió y rodeó su auto hasta entrar en el asiento del piloto, y sin darle una mirada en dirección a Liz, puso en marcha su deportivo.
Ninguno de los dos hablaba o tampoco hacia el intento de iniciar una conversación. Se había instalado ente los dos un silencio incómodo y difícil de romper. Liz quería deshacer aquel incomodo silencio, pero no sabía que hacer o decir. Así que dejo escapar un silencioso suspiro. No era su trabajo caerle bien a su jefe, así que, con resignación y decisión, posó su mirada en el despejado cielo, el cual parecía ser un panorama mucho más atrayente que el intentar hablar con Gabriel.
Gabriel, por otra parte, quería romper el silencio, pero no sabía por dónde comenzar. Esta era la primera vez que él se quedaba sin tema de conversación ya que de por sí era un conquistador innato, pero ¿Por qué le costaba tanto con esta jovencita? Tal vez era porque no la conocía, aunque, el hecho de que lo estuviera ignorando de manera tan descarada también era un factor para tomar en cuenta.
"Prácticamente la traje obligada, comprendo su enfado". Se dijo de manera interna.
Liz no podía dejar de estar nerviosa, pero trató de dejar quietas sus manos. Esta era la primera vez que asistía a un lugar tan importante, además, asistía con un hombre que poco conocía y que de alguna forma le provocaba extrañas emociones que no podía reconocer.
Sin darse cuenta, dejó salir un suspiro de resignación y asumió que ésta iba a ser una larga, larga noche. De pronto, deseo estar en su cama, totalmente segura, con un delicioso helado y una buena película de acción.
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Nota de la autora: Hola!!! Mucho gusto, me llamo Lina n.n
Esta es mi primera vez subiendo mi novela a esta plataforma, por lo que aún no sé bien como funciona jajajaja. Espero que mi novela les guste mucho. No soy muy buena aún, pero me esforzaré por traerles una novela que amen!!! He leído los comentarios y me alegra que de momento les parezca interesante <3 Aún no sé que días actualizaré, pero trataré de que sea seguido. Y sin más que decir, me despido. (Ni siquiera sé si puedo publicar este mensaje aquí ajjajaaj, pero espero que lo puedan leer!! xd)