Alessia me miraba con rencor, tenía los brazos cruzados. Su rubio cabello caía en cascada sobre sus hombros y sus ojos celestes destellaban llenos de satisfacción. Ella era perfecta, la mujer más hermosa que jamás había visto. ¿Por qué necesitaba lastimarme de esa manera tan cruel?
-No es lo que parece -dijo y me quedé completamente atónita-. ¿Qué tal te ha ido hoy, bebé? ¿Conseguiste los terrenos para el centro comercial?
No respondí. Me sentía mareada, todo me daba vueltas y su falta total de vergüenza realmente lograba desconcertarme. Era buen abogado sin dudas, aunque eso no le quitaba ni lo cerdo, ni lo mentiroso.-Bueno, pensaba que hablaríamos luego, pero como ya estás aquí. Hoy conseguido dos nuevas ofertas. Además, se me han ocurrido un par de sitios a los que me gustaría ir contigo en nuestra luna de miel. Ahora, ¿conseguiste los terrenos? Sabes lo importante que son si es que quiero comenzar con buen pie, será mi jugada de apaertura.
Parpadeé. No podía quitarle los ojos de encima a mi hermana que lo miraba con el ceño fruncido. Tampoco podía creer que creyese que podía escapar de esa situación, divagando con temas de trabajo. -Bien, te quedaste petrificada. -Parecía completamente indiferente. Intentaba confundirme como hacía cada vez que cometía un error -. ¿Por qué has tardado tanto tiempo en llegar aquí?
Abrí la boca para hablar, para decirle algo. ¿Qué le diría? ¿Le gritaría acaso? ¿Le cruzaría el rostro de un tortazo? Nada de eso me parecía suficiente.
-Basta ya, Gregor -habló por fin Alessia al ver que yo tampoco podía mediar palabra -Rebecca puede ser muchas cosas, pero definitivamente no es una idiota y sabe perfectamente lo que estábamos a punto de hacer. Basta de mentiras. Ya es hora de blanquear la situación.
-Alessia por favor guarda silencio. Esto es entre tu hermana y yo. No existe nada que debamos blanquear. Tú deberías ir a disfrutar de la recepción, no sé que haces aquí parada metiéndote en asuntos que no te incumben.
-No puedes pensar de verdad que vaya a pasar por alto el hecho de que estabas a punto de tirarte a mi hermana en público -. Dije finalmente sintiendo como unas cuantas lágrimas se agolpaban en mis ojos pujando por salir.
-No estaba tirándomela. Si estuviera follando con ella no estaríamos en una habitación de servicio. Estaba ayudándola. Sí, eso, la ayudaba.
-Gregor...-Siseo mi hermanastra -. Si no le dices la verdad, voy a decirle yo misma.
- ¡Que te calles Alessia! -Perdió completamente el control, aunque lo recuperó inmediatamente y se aliso la camisa con sus manos -Creo que si fuese culpable de algo lo sabrías, ¿no te parece? -se burló-. Por el amor de Dios, estamos en uno de los hoteles más lujosos de la ciudad, el dueño es nuestro cliente y me dan habitaciones gratis. Estoy seguro de que me la follaría allí. No en una sucia bodega. ¿Qué tipo de cerdo crees que soy?
Me quedé mirándolo, totalmente boquiabierta. Eso era algo que hacía muy bien, desviar la situación para lograr confundirme. Pero esta vez no lo iba a lograr, no se iba a salir con la suya. Yo valía mucho más que eso.
Se rio, acercándose para ponerme las manos en los hombros.
-Relájate, Becca. Esto fue un simple mal entendido -Me aparté de él sintiendo nauseas ante su contacto.
- ¿Por qué estabas tocándola así, entonces? ¿Por qué le besabas el cuello? ¿La estabas ayudando a acomodarse las bragas?
Él movió la cabeza como si yo estuviera siendo un grano en el trasero. Alessia tenía las mejillas rojas y se moría por golpearme. Podía verlo en su rostro.
-Rebecca -. Dijo por fin cansada de las artimañas del cobarde de Gregor-por si no es obvio, tu novio y yo tenemos una aventura.
Gregor le lanzó una mirada asesina.
- ¿Qué? -Me apoyé contra la pared para no caer redonda. Sabía que algo pasaba entre ellos, era obvio después de toparme con las evidencias de frente, pero una aventura significaba que era algo que se había sostenido en el tiempo.
-No la escuches, cariño. Esta molesta porque la rechace.
-Cállate Gregor y deja de tratarla como una idiota. Estamos juntos desde hace más de un año -. Se acercó a mí y colocó sus labios cerca de mí oído -. Tú novio nunca parece cansarse de mí. No puede quitarme las manos de encima.
Ahora todo tenía sentido y me pregunté cómo no lo había visto antes. Esa era la razón por la que me tenía de avión en avión. Enviándome a Colorado una vez por semana. Comencé a hiperventilar.
-Te he dicho que después de que me nombren Socio Director, te llevaría a dónde desees a hablar o festejar. ¡Qué rayos tomemos un avión a las Vegas y casemonos ahora mismo! Pero no debes escucharla. Está mal que yo lo diga, sin embargo tu hermana es una arpía y te envidia, siempre lo hizo por eso me tendio una trampa. -Gregor seguía hablando y Alessia lo tomaba del brazo enfadada, sin embargo yo no podía concentrarme en nada de eso.
Ambos gritaban a viva voz discutiendo, mientras todo ante mis ojos parecia distorcionarse.
Solo podía pensar en el dolor que estaba atravesándome el pecho con cada mentira que escuchaba. Sin saber lo que hacía abrí la puerta de un tirón y comencé a caminar entre la gente con los ojos desbordados de lágrimas.
Corrió tras de mí y me cogió de la mano para arrastrarme más allá de un grupo de hombres, donde había una escalera que llevaba a la azotea. Subimos hasta una puerta que conducía al exterior.
La llovizna se había convertido en lluvia, y el viento gélido nos envolvió.
-Por favor, cariño -empezó Gregor, colocándose delante de mí y sosteniéndome con sus manos -. No pienso discutir contigo porque nos conocemos demasiado y sabes que no haría algo así, con tu hermana. Pero sea lo que sea de lo que estés pensando, quiero que sepas que soy tuyo. Eso es lo que importa ¿no? No debes escuchar a tu hermana, es solo una niña consentida que no puede aceptar un no por respuesta. Me enredó, eso fue lo que ocurrió. Me manipulo, si soy culpable de algo es de ser demasiado credulo.
-Me engañaste y no con cualquiera, con mi hermana. -La afirmación se me escapó por los labios antes de que pudiese procesarlo. Mi voz se escuchaba temblorosa, aunque por dentro me sentía gritar furiosa.
Era una cuestión sobre la que hasta hacía pocos minutos nunca se me hubiera ocurrido indagar porque confiaba en él ciegamente a pesar de sus antecedentes, creía que había cambiado. Que tonta era.
- ¿Qué estoy qué?
-Engañándome. No es tan difícil de comprender.
-Rebecca...
Alessia apareció en la azotea, pero se quedó callada.
- ¡Admítelo de una put@ vez, Gregor! Estás engañándome. Quizás nunca dejaste de hacerlo.
Se quedó en silencio durante varios segundos, mientras me miraba a mí y a Alessia como si no supiera qué decir. Por primera vez en su vida estaba asustado. Temía que mi hermana hablase, no obstante no quería admitir la verdad.
-No estoy engañándote -aseguró ante la mirada de incredulidad de mi hermanastra -. En todo caso se trata de un delito por omisión.
-¿Delito por omisión? -Lancé una amarga carcajada cargada de sarcasmo.
-Claro, debería haberla rechazado, pero fue mi inacción lo que me puso en esta situación. -Se explicó torpemente.
- ¡Oh por Dios! -Exclamó mi media hermana llevándose las manos a la cabeza.
-Es decir... -Se acercó y me colocó un mechón de pelo detrás de la oreja y ese solo gesto me hizo estremecer de rabia-. Es solo que no actúe a tiempo, Becca. No la rechacé y una cosa, llevó a la otra. Soy un hombre con necesidades y tú no estabas aquí para mí.
-No te atrevas a culparme por esto -. No quería seguir escuchando sus débiles argumentos -. Te acostaste con mi hermana mientras yo dejaba mi vida y mi salud mental para hacer crecer tu legado -los miré a ambos furiosa -. Son un par de malditos mentirosos. Me dan asco.
-No, no te mentí. Simplemente omití algunos detalles, como que tu hermana es una buscona porque sé cuánto la quieres, me tiró los tejos todo este tiempo cuando, desde que era una cria e insistias en ir a verla-. Me miró a los ojos-. Sin embargo, dejando todo eso a un lado. Sabes que te amo y que no me imagino la vida sin ti, amor. No quiero que un montón de pruebas circunstanciales y unos polvos importancia con un zorron se interpongan entre nosotros.
Mi hermana se llevó la mano al pecho dolida, negando debilmente al escuchar lo que el cobarde estaba diciendo.
Sentí que una lágrima rodaba por mi mejilla, pude escuchar cómo mi corazón empezaba a romperse.
-Alessia, ¿Estás de acuerdo con él? ¿Fue una aventura sin importancia?
Ella abrió la boca para hablar, pero Gregor la interrumpió.
-Estás preguntándole sobre el tema a la persona equivocada, ella quería todo esto. No me extrañaría que fuese ella quien lo planeo todo. -Se frotó el brazo.
- ¡¿Fue solo una aventura para ti?!-pregunté casi a gritos mientras la miraba a los ojos.
Sus ojos celestes se clavaron en los míos.
-Él me prometió que te abandonaría y haríamos oficial lo nuestro. Yo solo le creí, me dijo que estaban mal hace tiempo, que no te abandonaba por su padre que te cree un gran elemento en el bufete.
Comenzó a llorar.
-Yo nunca dije eso -dijo con firmeza-. Nunca le dije que la amo como a ti o que me casaria con ella y eso se debe a que solo fue un error. Yo te amo, y no podría soportar perderte.
Que ironia, hasta hacia unas horas hubiese deseado que él me dijiese que no podía perderme, sin embargo ahora, ya no servía de nada.
Se me cayeron las lágrimas mientras él continuaba explicando lo inexplicable. Para mis adentros, me maldije por no haber visto las señales: Reuniones nocturnas, ocultar el móvil cada vez que lo usaba. La hábil forma de sacarme del juego con casos fuera de la ciudad.
Empecé a preguntarme sobre todas las fiestas y reuniones familiares a las que había acudido con él, si las sonrisas y saludos entre ellos significaban mucho más.Me pregunté si la esposa de mi padre también estaba al tanto de su vida secreta. Ahora entendía por qué insistía con qué Gregor no era el hombre adecuado para mí. Lo quería para su hija.
- ¿Te encuentras bien, amor? -preguntó en su tono más meloso.
-No sinceramente, me siento como si fuera una mierd@. ¿Ha habido algún momento en el que no estuvieran engañándome? Desde que te descubrí en aquella fiesta nunca dejaste de montarme los cuernos, soy tan imbecil... -Me mordí el labio hasta que comenzó a sangrar.
Gregor la miraba horrorizado como si hubiese más, mucho más de lo que estaban admitiendo.
-Esto se terminó -. Gemí -No quiero volver a verlos nunca más.
Di un paso atrás y reprimí un gemido. Me negaba a que vieran cómo caía.
Las personas reían diez veces más fuerte que antes o eso me parecía a mí, no podía soportarlo ni un segundo más. - ¡Por favor, basta de reír de una vez! -grité, dejando salir toda la rabia contenida en el pecho. Me tapé los oidos, desesperada por apagar las carcajadas de todos a mi alrededor.
Respiré hondo y todo se detuvo.
- ¡Oh Becca!-intentó abrazarme, pero lo di un empellón-. No llores, lo solucionaremos. Ven aquí.
-No me toques. No te atrevas a tocarme.
-Voy a hacer lo que quieras-puntualizó-. No quiero que hagas una escena delante de los amigos de mis padres y nuestros clientes, esto también te perjudica. ¿Cómo te gustaría arreglar el asunto? -Se movía de un lugar a otro nervioso-. Estoy dispuesto a casarme contigo ahora, ya te dije, esta misma noche o si deseas invitar a tu familia, la siguiente semana estaría bien. ¿Qué te parece?
Alessia lo miró con los ojos muy abiertos y hasta sentí pena por ella. También había creído en cada una de sus palabras.
No dije ni una palabra. No valía la pena añadir nada más. Debía decir que ellos se merecían, pero no podía desearle un mal así a mi hermana. Habíamos terminado y esperaba que ella también abriese los ojos. La amaba mucho como para odiarla, pero a él...Deseaba arrancarle la cabeza.
-Hemos terminado, Gregor -. Solo quería huir, correr hasta no tener fuerzas, comencé a moverme hacia la puerta sin dejar de mirarlos -. Puedes esperar mi renuncia el lunes por la mañana. Saluda de mi parte a tus padres.
-No puedes renunciar, recuerda quien te pagó los últimos años de universidad y quienes pagaron las deudas de tu madre. Nos debes y mucho.
-Voy a pagarles hasta el último centavo. Sin embargo no escuché que recordasen eso cuando les dejaba cuantiosas ganancias, cuando le entregaba mi vida a su firma.
No pudo evitar que su mandíbula se desencajara, pero antes de que pudiese responder me fui.
Me di la vuelta y me alejé, haciendo caso omiso a sus llamados llenos de desesperación. Me mezclé con los invitados de la fiesta sin mirar atrás, forzando una sonrisa falsa mientras me sonreían y saludaban con la cabeza para que nadie notase lo que estaba ocurriendo.
Bajé las escaleras para coger al ascensor algunos pisos más abajo.
El pecho me dolia por el hombre que había amado y esa hermana con la que tan unida había sido, pero me había traicionado.
Cuando salí al exterior la lluvia era cada vez más fuerte, sin embargo lo único que deseaba era alejarme de allí. Corrí sin dirección sacándome el agua que caía por mi rostro riendo como una loca, llorando con fuerza, gritandole a la nada. No sabía a dónde ir, de lo único que estaba segura era de que la antigua Rebecca que sólo deseaba complacer a los demás había muerto. Ahora era libre, libre para ser quien quisiese ser.