Despierto, froto mis ojos y me doy cuenta de dos cosas.
1. duele, 2. Eros no está.
"Tampoco es que duermas con los que follas"-me reclama mi conciencia. Pues no, pero mínimo hubiera dicho gracias por el sexo, qué descortés. Me ducho, me visto y bajo a mi oficina, siento un dolor entre medio de mis piernas y recuerdo su promesa, "Te daré tan duro que te olvidaras de quién es Huma Jagtiani", y sí que se me olvidó, perdí totalmente el juego, pero valió la pena.
El elevador se detiene en el piso 20, salgo revisando mis reuniones y lo veo esperando afuera, "que puntual", pienso con sarcasmo, creo que debí explicarle que es lo que busco en el sexo antes de ser follada. lo disfrute, pero disfruto más, otro tipo de cogidas.
-Buenos días, pasa -digo abriendo la puerta de mi despacho dejando que entre primero; cierro, me acomodo y me siento.
-¿Como estás? -dice con una sonrisa de lado y sé a qué se refiere.
-Muy bien nada que no haya sentido ya -ahora es mi turno de herir su ego.
-Claro -carraspea -Empecemos -dice acomodándose en el asiento.
-Antes de empezar quiero dejarte todo claro, yo no busco sexo, yo busco follar siendo ama, en una especie de sumisión, los términos son señorita para dirigirse a mí, fuera y dentro del trabajo somos socios, en tu cama o en la mía somos amigos, simple. Quiero hacerlo contigo por eso te cité, pero no logre poner las reglas,
1. Exclusividad, si hoy follas con otra olvídate de que mañana lo harás conmigo.
2. Sexo, solo eso.
3. Sin condón, espero no tengas ninguna enfermedad.
-Si tienes alguna otra regla, proponla -digo mirando mis uñas -. Tú te beneficias y yo también, si aceptas sería un placer poder seguir follando contigo, si no, no hay problema seguimos trabajando en nuestro negocio -digo finalizando mi discurso.
Pone cara de sorprendido y de falsa indignación.
-Estas insinuando en que yo sea el sumiso y ¿tú la ama? -se burla y no sé qué le hace gracia, pero lo ignoro -. Segura que quieres ser mi ama, soy insaciable y no me conformo con polvos de 2 minutos -dice mirándome fijamente.
-Bien a lo que viniste, entonces quieres ser mi socio, ¿cierto? -digo más para mí que para él e ignorando su frase.
-Si.
Y así pasamos toda la tarde hablando sobre nuestros hoteles, fui a muchas reuniones y en todas tenia que hablar, creo que llevo la sonrisa congelada de tanto fingirla y mostrarla, cuando cae la noche decido invitarlo a cenar a un restaurante que me encanta, es viernes por la noche y no tengo amigas aquí, ni planes así que no es mala idea.
-Eros, ¿quisieras venir conmigo a cenar? yo pago y te devuelvo a tu casa -. pregunto esperando su respuesta.
-Si, está bien, pero solo si me dejas conducir e invitarte un helado -sonríe.
"Me encanta su sonrisa" que estoy diciendo, creo que la abstinencia me tiene delirando -Vamos entonces -salimos de mi oficina y entramos al ascensor.
Lo miro de reojo y se ve malditamente sexy.
-Una de mis fantasías- pienso y me abalanzo a besarlo, se sorprende, pero me corresponde, es la primera vez que lo pruebo y no me arrepiento, besa tan bien, su aroma es embriagador.
Llegamos al estacionamiento y lo suelto, no me puedo contener, debo arreglar este fallo.
EROS
Huma, Huma que estás haciéndome, haces que quiera aceptar tu estúpida propuesta, en vez de llevarme al Olimpo terminaras llevándome a el inframundo porque mientras más la pienso más se encienden llamas del deseo, un deseo tan caótico que puede desatar una catástrofe, no sé qué estoy haciendo, pero creo que esta mujer ya me tiene a sus pies haciendo que me doblegue ante ella.
Pero aún no cederé quiero que ella venga a mí, me divertiré jugando y quien sabe me la follo por mi cuenta un par de veces. Aunque mi nombre sea Eros llevo una vida como la de Zeus, sin hijos claro.
Nunca eh probado las cuerdas ni los juguetes sexuales, pero en ella se ve jodidamente excitante me imagino amarrado a su merced y se me emociona el amiguito.
Ella tan mandona, tan sexy y ese cuerpo tan de diosa hacen que piense estupideces.
-Deja de pensar en tonterías y concéntrate en los hoteles a eso viniste, no a estar metiendo tu cosa en la vagina de la dueña -me reprocha mi conciencia, dejo de pensar y me dispongo a disfrutar la compañía de la diosa que tengo al lado y de la comida.