Capítulo 4 "Somos perfectos juntos"

Samantha

-Cocinas exquisito, te felicito. -Dijo Matthew llevándose el último bocado a la boca.

-Me alegra que le haya gustado señor. Sonreí.

-¿Por que no me dices lo que te pasa? Samantha debes tenerme confianza y desde que salimos del cuarto de juegos te noto un poco nerviosa. -Dijo.

Perdón señor, es solo que.... todo esto es nuevo para mi. Tengo.... miedo. - Bajé la mirada.

-No debes. Sabes que yo no haré nada que pueda dañarte. Y... para tu tranquilidad prometo que... iremos lento. -Me miró.

-Gracias señor. -Dije.

-Valoro tu esfuerzo y tu entrega en esto Samantha. -Dijo.

-Y no voy a fallarle, lo prometo. -Le sonreí.

Te quiero en quince minutos en el cuarto de juegos. -Se levantó de la mesa y se fue. Tomé un poco de aire y me dirigí a la habitación. Hice lo que me había dicho, me quite toda la ropa, puse las manos hacia atrás y me quedé esperándolo mientras mi vista recorría una vez más esa habitación.

Escuché el sonido de la puerta, Matthew entró y la cerró. Mi cuerpo se tensó al escuchar como abría varios cajones. Cuando encontró lo que buscaba regresó a mi.

Caminó lentamente hacia mi y comenzó acariciar mi cuerpo.

-Eres obediente, eso me gusta. -Me

mordió el lóbulo de la oreja. Me tensé. -Ven aquí. -Dijo, lo seguí, él tomó unas cadenas que colgaban de una especie de barras de madera, me ato ambas manos. -Separa las piernas Samantha. -Dijo, obedecí enseguida, él tomó otras cadenas y las colocó en mis tobillos inmovilizándome por completo, mi cuerpo quedó en una posición incómoda. Matthew me miraba, pude notar la erección que crecía de sus pantalones. -¿Recuerdas cuál es tu palabra de seguridad?-Me miró.

-Si, señor. -Dije, seguía nerviosa y él tono de mi voz me delataba por completo.

– Tranquila Samantha, te dije que iremos poco a poco. ¿Confías en mi? - Acarició mis labios.

-Confió en usted señor. -Dije, él besó mis labios. Tomó un antifaz negro que colocó en mis ojos, tapándome la vista por completo.

Escuché sus pasos ir y venir, una vara fría comenzó a dar un recorrido por mis glúteos.

-Eres completamente hermosa Samantha, cada parte de ti me encanta. Cada parte de ti es mía. -Dijo, dando un azote a mis nalgas, jadeé. -¿Esto te gusta, no? -Dio uno más.

Si, señor. -Dije. El dirigió la vara a mi sexo que podía sentir como empezaba a palpitar, comenzaba a humedecerse. Dio un azote, eso se sintió tan bien, el ardor se convertía en placer. Quería más. Matthew dejó caer la vara y se posicionó detrás de mi, se deshizo de sus pantalones y rozó su erección en mis nalgas. Gemí, lo quería dentro de mi ya.

-Siente Samantha, siente lo que provocas en mí con el simple echo de mirarte, de escucharte gemir por mi. - Besó mi cuello. Llevo una de sus manos a mi sexo, dándole atención a mi ya hinchado clítoris, comenzó a pellizcarlo y a acariciarlo en círculos. Mi excitación aumentaba

a su límite, él sabía como tocarme, sabía perfectamente como moverse. -Estas tan mojada Samantha y te juro que apenas estoy comenzando contigo. No tienes idea de todo lo que voy a hacerte en estas cuatro paredes... y fuera de ellas también. -Comenzó a penetrarme con dos de sus dedos, metía y sacaba. Mientras su otra mano atacaba mis senos, pellizca mis pezones. El placer que Matthew me daba era indescriptible, cada una de las sensaciones que experimentaba con él eran nuevas, esto definitivamente me estaba gustando.

Sentí un cosquilleo, como mis piernas se tensaban y como los músculos de mi sexo se contraían, Matthew atacó mis labios. -No quiero que te corras, no todavía. -Dijo y sacó sus dedos de mi coño. Escuché como sus pantalones caían al suelo, él comenzó a enterrar su pene en mi, suave y lento. Gemí, arqueando mi espalda, quería abrazarlo pero no podía mover los brazos. -Dime, dime lo que quieres Samantha. -Dijo.

-Lo quiero dentro de mi señor. - Jadeé. Él desencadenó mis tobillos, me tomó por los muslos y me subió a su cintura, sentía la punta de su miembro en mi entrada. Gemí. No solo lo quería dentro de mi si no que lo necesitaba.

-Buena chica. -Dijo y de un movimiento enterró por completo su miembro, comenzó a moverse aceleradamente. Sus penetraciones eran profundas. -Me encanta estar dentro de ti, mi pene se sienta tan bien en tu caliente y húmedo coño. -Me Susurró mordiéndome el lóbulo de la oreja.

Me encanta que esté dentro de mi, señor. -Dije, echando mi cabeza hacia atrás. Moviendo instintivamente mis caderas para profundizar las penetraciones de Matthew, eso pareció no disgustarle. Al contrario.

El jalo de las cadenas liberando mis brazos, los enrollé alrededor de su cuello, el camino conmigo hacia la cama, dejándome caer, el estaba encima de mi, penetrando una y otra vez mi coño.

Córrete. -Comenzó a moverse más rápido, más profundo. - Córrete ahora. -Gimió. Ambos nos liberamos, sentí el líquido caliente inundar mi interior, mi respiración intentando normalizarse y los jadeos de Matthew.

Esto había sido Perfecto. Somos perfectos juntos.

Matthew salió lentamente de mi, había un poco de semen por mis muslos. Y me sentía cansada. Matthew desató la coleta de mi cabello y comenzó a acariciarlo.

-Te llevaré a tu habitación. -Me tomó en sus brazos. -En treinta minutos te quiero limpia, toma una ducha. Irás al centro comercial por la ropa que te prometí. Quiero que tengas lo necesario aquí. -Dijo, salimos de la habitación y camino hacia la mía, me recostó en la cama. Dejó un beso en mis labios. - Anthony te esperará en el auto. -Dijo.

-¿Usted irá conmigo señor?-Pregunté mirándolo.

-No. Yo estaré aquí esperándote, tengo planes para nosotros más tarde Samantha. -Volvió a besarme. Asentí. Él estaba apunto de salir pero mi voz lo detuvo.

-Señor.... lo qué pasó hoy... me gustó. Dije. Una sonrisa inundó su rostro.

-Y va a gustarte más Samantha. Salió de la habitación. Me recosté recordando lo que había sucedido. Fue magnífico. Cada sensación, cada caricia.

No quiero que esto acabe.

Anthony me llevó al centro comercial, le había pedido a Mia que me acompañase, me había llevado muy bien con ella.

1 Un vídeo corto A Lee sin anuncios aparecerá después necesitarás ropa apropiada. -Dijo Mia.

-¿Podemos tomar un descanso? Tengo ganas de un café. -Dije. Caminamos hacia una cafetería en el centro comercial. Anthony se sentó en una de las mesas de enfrente, era como mi sombra, no se despegaba de mí ni un segundo.

-Dos americanos por favor. -El mesero me sonrió.

-Enseguida. -Dijo.

-Estaba pensando en hablar con el padre de Matthew, intentar arreglar las cosas entre ellos.... Miré a Mia. Ella negó.

Imposible. No creo que exista la posibilidad de que esos dos puedan hablar civilizadamente sin iniciar una guerra. -Dijo Mia.

-No entiendo por qué Matthew quiere que compre tanta ropa. -Dije.

-Él asiste a muchos eventos, necesitarás ropa apropiada. -Dijo Mia.

-¿Podemos tomar un descanso? Tengo ganas de un café. -Dije. Caminamos hacia una cafetería en el centro comercial. Anthony se sentó en una de las mesas de enfrente, era como mi sombra, no se despegaba de mí ni un segundo.

-Dos americanos por favor. -El mesero me sonrió.

-Enseguida. -Dijo.

-Estaba pensando en hablar con el padre de Matthew, intentar arreglar las cosas entre ellos.... -Miré a Mia. Ella negó.

-Imposible. No creo que exista la posibilidad de que esos dos puedan hablar civilizadamente sin iniciar una guerra. -Dijo Mia.

-Encontraré la forma. -Dije.

-Eres la única pareja de Matthew que se ha preocupado así por él Samantha. -Dijo Mia.

-Matthew es un hombre maravilloso y él no se da cuenta de eso. -Dije.

-Samantha... yo sé perfectamente que es lo que Matthew hace... se que es lo que eres de él y lo que significas para el. -Dijo Mia. Tragué saliva, ¿Mia sabía que Matthew era un dominante?

-¿Tu.... sabes de... -La miré.

-Si, y veo que te preocupas, que le haces bien a Matthew así que como consejo te digo que no te enamores de él, y si lo haces, nunca se lo expreses, si es que quieres conservarlo. -Dijo Mia.

-No lo haré. -Exhalé.

-Aquí tiene los cafés señorita. -Dijo el chico. Sonreí agradeciéndole.

-Después de terminar el café quiero que elijas algo de ropa para ti. -Le sonreí.

-No Samantha... solo estoy aquí por acompañarte. -Dijo.

-Anda Mia, un poco de ropa no le cae mal a nadie. Por favor. -Sonreí.

-De acuerdo. Mia Sonrío.

Las horas en el centro comercial pasaron rápido, Mia y yo habíamos pasado un agradable rato, después de todo, en casa de Matthew tendría a una amiga, no estaría tan sola. Aunque sus palabras me habían inquietado, no niego que por mi mente había pasado el llegar a ser algo más que una sumisa para Matthew, llegar a significar algo más en su vida. Pero esas ilusiones se habían venido abajo.

            
            

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