"Me llaman Dress y soy solo un estudiante común, así como un amante de las buenas historias, las series, los videojuegos y de más. Vivía una vida tranquila y ordinaria; hasta ayer. Ahora me encuentro encarcelado en un lugar (que por su apariencia parece ser el interior de una cueva) acusado de intentar cometer un crimen, del que estoy seguro me incriminaron.
No he visto el lugar aún, pero algo me dice que estoy muy lejos de mi hogar. La gente de este lugar viste de ropas muy raras, con un diseño que empiezo a creer que tal vez sean de alguna secta. Si no fuera por el extraño color brillante de sus ojos dorados diría que son personas como lo soy yo; o al menos a como era antes de lo que le hicieran algo a mi cuerpo.
Acabo de sobrevivir a lo que parece un bien organizado intento de asesinato por un envenenamiento.
Tengo miedo por mi vida.
No sé cuánto tiempo he estado vomitando, pero empiezo a sentirme mareado..."
Tendido boca arriba sobre el suelo de tierra, Dress se quedó mirando hacia el techo de la celda, mientras empezaba a perderse en sus pensamientos. La nostalgia lo invadía tratando de recordar cómo se sentía el calor de su cama.
Recordaba haberse quedado viendo una serie que había encontrado, sin darle importancia que hora era; y a pesar de sentirse cansado, se forzaba a no dormir hasta terminarla. Camino despacio para salir de su habitación a tomar un poco de agua en la cocina, se dirigió con sigilo entre la oscuridad para no despertar a nadie. En su camino de regreso comenzó a subir con cuidado las escaleras para volver a su cuarto; sin embargo, en solo un momento todo empezó a perder su forma. Su cuerpo no respondía, mientras su mirada se desvió del camino. Antes de perderse vio su techo; y luego la pared, pero esta se veía de cabeza...
-¡Ahhh!
Se despertó de un sobre salto, con el pecho que parecía a punto de explotar. Trato de sujetarlo para calmarse, al igual que su acelerada respiración.
-Cuando ocurrió eso.
Su memoria le había traído un borroso recuerdo a través de un sueño. Se sentían recientes, pero eso no parecía posible; y viendo sus manos deformadas pensó:
Como podría haberme pasado todo esto en solo una noche.
Volvió a revisar el lugar, pero no se podía ver otra salida aparte de la puerta. La linterna estaba en el estante del frente era la única, además de la débil luz debajo del pórtico, que iluminaba el lugar. La celda era grande y espaciosa; solo había un bulto de mantas en la esquina y un balde de metal, que ya había usado debido a esa bebida.
Viendo el vaso vacío sobre la bandeja, se le vino esa niña de nuevo a la mente.
-Fui un idiota.
Se sentía decaído. No solo estaba el hecho de que la única persona en la que había confiado y puesto sus esperanzas intentó matarlo, sino porque se volvió a dar cuenta que se encontraba solo.
Esa niña de ojos dorados se había mostrado en una personalidad muy alegre e inocente, que hicieron que él bajara por completo la guardia.
Dress había pensado que aquel detalle era lindo; que alguien lo tratara bien en medio de todo eso resultaba agradable; que le diera alegría todo eso, por alguna razón, era reconfortante; y que ahora lo tratara de eliminar, como si de una simple peste, resultaba...
...
Unas gotas cayeron sobre sus manos; él estaba llorando. Había tratado de mantenerse fuerte para no mostrar cuan desesperado estaba, pero
No quiero morir en este lugar, quiero regresar a casa...
Rompiendo en llanto, Dress trato de limpiarse rápidamente para dejar de llorar. A pesar de que no hubiera problema porque estaba solo, el hacerlo no le ayudaría en nada. Aún se sentía hambriento, pero el hecho de casi morir y el haber estado vomitando por varios minutos, le obligo a abstenerse de comer la porción que se suponía era de ella.
Ya no quiero pensar en nada.
Pensó mientras se dirigió hacia la manta abultada en la esquina.
Sin ánimos, solo quería tirarse a dormir sin pensar en nada más por ahora; mas en el instante en que impactó con ella, escucho algo.
-Auch
Al oír un sonido proveniente de la manta, se levantó de golpe mientras se alejaba de ella. De alguna forma se había chocado con algo duro cuando la golpeo.
Empezando a moverse, la manta comenzó a levantarse mientras desenvolvía su forma, revelando a un niño pequeño.
-Ummm...
Sin darle importancia a lo que le hubiera golpeado, el pequeño empezó a estirarse un poco debido a que el cuerpo aún se le estaba despertando. Acomodándose un poco la capucha que le cubría casi todo el cuerpo, empezó a ver a su alrededor hasta que su mirada se cruzó con la de Dress. Este tenía un rostro inexpresivo, como si no le hubiera sorprendido ver a alguien más en ese lugar.
"¿No me tiene miedo?", pensó Dress.
Aunque no quería admitirlo, Dress sabía que no tenía una apariencia que le resultaría a cualquiera agradable a simple vista; mas ese niño solo lo miro sin hacer ninguna expresión por un largo rato. Finalmente ladeo la cabeza pareciendo algo confundido, pero seguía con esa aparente expresión neutral.
El niño miro hacia fuera de la celda y luego de regreso; mientras, Dress comenzó a acercársele sin quitarle la vista hasta quedar unos centímetros cerca suyo.
Parece ser más pequeño que la niña que entro hacer rato, pensó al darse cuenta que no le llegaba ni a los hombros.
El niño estaba cubierto por su capucha, así que solo podía notar su rostro. A diferencia de las otras tres personas que habían entrado, tenía el cabello y ojos de un castaño oscuro. A simple vista parecía inofensivo, pero Dress creyó que sería mejor no confiarse demasiado de nuevo.
-¿Eh?
Cuando apenas se descuidó, el chico ya no estaba frente suyo. De un momento a otro estaba detrás de él, observándolo fijamente; moviéndose de un lado a otro, viéndolo de varios ángulos con una seria expresión.
Sin saber cómo reaccionar, Dress se quedó quieto mientras trataba de seguirle con la mirada hasta que sintió que algo lo toco.
-¡Oye niño, ¿pero qué crees que haces?!
El niño había sujetado la delgada cola que Dress tenía en su parte trasera, provocándole en escalofrió por su columna.
Quitándosela de las manos, Dress se apartó del niño que, pareciendo entender de su reacción, agachó levemente la cabeza en señal de disculpa.
-Lo siento mucho por mi atrevimiento. Creo que me emocioné mucho al ver a alguien de tu especie por primera vez.
-¡Si! ¡Tienes que tener cuidado de no molestar! ... ¡Oye, ¿de qué "especie" hablas?!
-Un dragón, obviamente.
Este niño se lo dijo sin mostrar la más mínima preocupación en su rostro.
Los dragones son de esas criaturas gigantescas con alas y que lanzan fuego, o al menos esa es la primera imagen que se le vino a Dress al escuchar esa palabra.
-Aunque debo decir que eres muy diferente a los que imaginé, y también mucho más pequeño. ¿Acaso eres una especie de evolución o mutación de esa raza de animales?
-¡No soy nada de eso! ¡Yo soy! ... Aunque no lo parezca, soy humano.
A mitad de su reclamo, Dress se dio cuenta la verdad de su situación. Ya era la segunda vez que se lo hacían recordar; pero por más que lo intentara, quien le creería que en realidad era una persona normal. Y a pesar de que esas personas no parecieran normales a primera vista por el color de sus ojos, al lado suyo, él seguiría siendo el anormal.
-Un humano. Pues debo decir que hay muchos rasgos en tu cuerpo que demuestran lo contrario; están tu cola, garras, colmillos, pelaje, y demás.
Notando su triste expresión, el pequeño encapuchado le observó de reojo mientras continuaba con su respuesta viendo en otra dirección.
-Aunque también tienes muchas características parecidas a la de los humanos todavía, así que puede que lo que digas sea cierto. Quizás esa sea la razón por lo que hay ciertas anormalidades en tu interior.
-¿Qué quieres decir con "anormalidades"?
Indiferente a la pregunta de Dress, el pequeño empezó a observar la celda pareciendo buscar algo.
¿Pero qué es lo que quiso decir?, pensó para si Dress mientras lo seguía en silencio.
Hasta ahora, esto era lo más cercano a una respuesta que había obtenido.
En cualquier caso, ¿qué hacia un niño en una celda? Sea cual sea la travesura que hubiera causado no excusa el hecho que lo encerraran de esa forma, y menos con alguien que creerían peligroso, como piensan de mí. Es definitivo que la gente de ese lugar estaba loca; pero en cualquier caso, ¿esto no nos pone a ambos en la misma situación?
Pensando en ello, Dress solo lo siguió, esperando a que en un momento continuara con lo que le estaba diciendo; y habiendo dado unos pasos el niño se detuvo, sacudiendo su amplia capucha se sentó de piernas cruzadas y cerrando los ojos permaneció en silencio.
"¿Qué estará esperando?", pensó Dress sentándose frente suyo.
Noto que el chico movía ligeramente los labios como si estuviera recitando algo.
"¿Será lo que creo qué es?"
"Magia", es lo primero que se le ocurrió. Si el niño dijo haberse dado cuenta de algo irregular en el interior de Dress, de seguro estaría recitando un conjuro para verificarlo. A estas alturas creer en la existencia de la magia ya no le resultaba nada absurdo. Lo importante era que recibía ayuda, que todavía había una esperanza, que aún podía...
-Gracias.
-¿Eh?
Diciendo algo finalmente en voz alta, luego de unos momentos en concentración, el pequeño cogió el otro plato de comida que estaba en la bandeja al lado donde se había sentado y empezó a comerla sin decir más.
Dress no entendía lo que pasaba, el niño que había estado sentado y pareciendo estarse concentrando, como en un estado de meditación, mientras recitaba unas palabras en voz baja y ahora había empezado a comer sin siquiera haber hecho un conjuro.
"Un momento..."
-¡¿Solo te habías sentado a dar las gracias?! ¡¿Y qué paso con lo que estabas diciéndome hace rato, sobre mi condición?! ¡Creí que ibas a usar magia o un hechizo para tratar de entender que fue lo que me paso; pero resulta que solo te estabas alistando para empezar a comer!
-Por su puesto. No he comido nada desde ayer, ya que por alguna razón no trajeron el desayuno temprano. Aquí solo sirven comida dos veces al día, y perderme una de ellas ya es mucho.
Con una actitud un tanto pretenciosa, el niño le contestó tranquilamente, ya que aparentemente había perdido el interés en el tema anterior desde que empezó a buscar la comida.
"Ahora que recuerdo, Sileria dijo que no le habían dejado venir temprano debido al alboroto que causé".
Era culpa suya que no trajera la comida temprano.
"Así que, para él era la otra comida."
-Además, yo nunca dije que supiera usar magia. Esa es una suposición que tú mismo tuviste sin ningún fundamento aparente, ¿no?
Apuntándole con la cuchara, aun de forma inexpresiva; el niño le señalo a Dress, antes de servirse otra cuchara de comida en su boca, claramente que el error lo había cometido él.
"Este podrá parecer un niño; pero es demasiado listo para alguien de su edad".
Era cierto que solo era una falsa ilusión que se había hecho el mismo; pero creía que lo desesperada de la situación lo justificaba.
-Y si la supiera usar, no crees que ya lo hubiera hecho para salir de este lugar hace mucho -dijo el pequeño antes de comer otra cuchara más.
Dress pensó que tenía sentido eso último. Si él tuviera una forma de salir de ese lugar, ya lo habría hecho también. No sabía el por qué o desde cuando estaba ese niño allí; pero por su forma de ver las cosas, parecía ya haberse acostumbrado a todo.
"También debió ser muy difícil para él en su momento", pensó Dress.
-Aunque sabes, si puedo notar a simple vista ciertas anormalidades en tu estado interno que tal vez te resultarían muy interesantes.
-¿Enserio?
-Ujum.
Pareciendo haber notado la depresión creciente en el chico dragón, el pequeño le dio un dato, que consideró impulsador para el momento.
-Pero para ser honestos, no te servirá de nada estando aquí. Así que te la diré cuando logremos escapar de este pueblito.
-¿Acaso tienes un plan?
-Ujum. Con tu participación será fácil.
Haciendo de nuevo lo que parecía ser el sonido de una risa, el niño le dio una mirada de complicidad a Dress.
-Según los libros de la gran biblioteca, los dragones eran poseedores de un poder incalculable que los hacía ser bestias casi inmortales. Y aunque no seas uno del todo, tienes partes del cuerpo de uno.
Señalándole la puerta del exterior con la cuchara, el pequeño le siguió explicando, con un tono sereno.
-He visto fuera y solo hay una persona haciendo guardia en este lugar que está a las afueras de la aldea, cerca de un gran bosque. Así que si logras romper esos barrotes y exterminar a ese guardia, seremos libres fácilmente.
-¡Yo no pienso matar a nadie!
-¿Por qué?
-¡Porque no está bien!
¿Cómo puede hablar tan fácilmente de matar este niño?, se cuestionó.
El pequeño solo había hecho una reacción de confusión, como si no entendiera la razón por la que Dress no quería hacerlo. Era cierto que habían metido a Dress preso injustamente pero no había necesidad de matar a nadie; aunque la niña de hace rato casi había tratado de acabar con él.
No, no, no. No está bien. Yo no soy como ellos.
-Está bien, está bien, no es necesario que lo mates. Creo que con inmovilizarlo para que nadie lo oiga será suficiente. Qué te parece, ¿mejor?
-Mucho mejor.
Ahora pareciera que él era el raro por buscar esa opción.
-Bueno. Mientras antes lo hagas mejor -dijo el niño señalándole la puerta.
-¿Eh?
Parecía que el pequeño esperaba que Dress rompiera la celda justo ahora.
-Pero el asunto es, que no se si tengo esas capacidades.
-Bueno no lo sabremos si no lo intentas.
Si en realidad no le parecía una mala idea, al final no tenía nada que perder.
Parándose frente a los barrotes, los observo unos momentos mientras trataba de concentrarse. Dress no podía recordar muchas veces que hubiera usado la fuerza para romper algo apropósito.
Tomando un poco de aire, trato de relajar el cuerpo y mente para intentar algo que nunca antes había hecho. Como en esas películas de karate, creyó que un poco de concentración le podría ayudar a reunir fuerza.
Retrocedió un pie y el brazo con el que había planeado dar su golpe.
No es por nada, pero experimentar tener una fuerza descomunal seria genial.
Cerrando los ojos estas ideas cruzaron su mente; y sin dejar de comer, el pequeño estuvo observando lo que estaba haciendo, sin mostrar si realmente le parecía interesante o absurdo, ya que su mirada no parecía expresar nada en absoluto.
Bueno. Aquí va.
-¡Ahhh!
Dando un impulso hacia adelante, Dress trato de centrar su fuerza en el golpe que iba a dar a los barrotes, causando un fuerte sonido al impactar contra el metal.
...
Abriendo sus ojos para ver los barrotes que golpeó, noto algo extraño; y quedándose quieto unos momentos, prosiguió a dar una oleada de golpes consecutivos.
El pequeño, que lo estuvo viendo hasta ese momento, separo la mirada del plato al no comprender lo que estaba ocurriendo (o lo que no había ocurrido, para ser más claros).
La reja no había tenido el más mínimo rasguño desde el primer golpe que había dado Dress. Sin importar los golpes que diera, no parecía que los barrotes fueran a ceder; además que el chico estaba empezando a sudar y jadear, mientras sus golpes perdían fuerza cada vez.
Creo que ya se cansó, pensó el pequeño.
-Bueno, ya déjalo. Al final solo era una teoría que resulto estar equivocada.
-¡No!, No es eso.
Sin dejar de dar golpes, el chico dragón negó la disculpa del niño que, intrigado por esa respuesta, dejo su plato a un lado mientras esperaba a que Dress terminara de golpear la reja.
-¿Qué quieres decir?
Tratando de recuperar el aliento; Dress respiro agitadamente mientras empezaba a ver su puño; no el que estaba recostado sobre los barrotes, sino el que tenía a su vista.
-Lo golpeé con todas mis fuerzas, cada golpe. Trate que mi puño lo hiciera con más fuerza.
-Y eso estuvo bien; no te culpes por no haberlo logrado. Ninguna persona normal podría romper el metal aunque sus puños se le quebraran haciéndolo.
-Ese es el problema.
Sin mostrar estar decepcionado por el fallido plan de escape, el niño se lo dijo en un tono despreocupado para restándole importancia; mas Dress no lo aceptaba.
-Siento mis manos totalmente intactas, sin rasguños. No sentía dolor o algún fuerte impacto al chocar contra ella. Es como si no hubiera golpeado algo realmente duro.
Dándose cuenta a lo que se refería el chico dragón, el niño pareció comprender lo que pasaba.
-Puede ser por el cuerpo que tienes. Aunque no tengas la fuerza de los dragones, puede que, por lo que sea que te paso, tengas la alta resistencia que poseen.
Podría ser la razón más lógica; para un extraño mundo como este, claro está.
Mientras veía esas manos con marcas extrañas, luego de la explicación de su compañero de celda, le parecía intrigante el hecho que quizás si pudiera tener habilidades en ese cuerpo.
Es emocionante y aterrador a la vez, pensó Dress. Y si con esto en realidad poseo una clase de poder oculto como en los videojuegos. Podría ganar fama y gloria, sería un verdadero héroe en este mundo...
Pero había cosas que solo en fantasías deberían quedar. Una parte de él se resistía a creer que eso podría pasar; no solo por su apariencia, ya que tenía todavía asuntos que no podía dejar.
Debo regresar.
Mientras estaba hundido en sus pensamientos; Dress no noto la mirada del niño frente suyo.
Sentado allí, el pequeño comenzó a pensar en que fue lo que lo pudo llevar a ese lugar. Si estaba bien que confiara en él; aun sin saber si ese chico era "él" realmente.
-Toma.
Extendiéndole su plato con la mitad de la comida, el niño saco del trance a Dress.
-¿Por qué me das esto?
-Si queremos escapar de aquí necesitaremos la ayuda de ambos y necesitaras estar en tu mejor forma para lograrlo.
Sin comprender al principio, lo que parecía ser un gesto de amabilidad del niño, Dress dudó de recibir de nuevo la comida de un extraño. Pero sabía que en esta vez estaban en las mismas condiciones, así que les convenía trabajar juntos.
-Gracias, pero no puedo tomar tu porción, yo ya comí la mía.
-¿Enserio? Pues a juzgar por el contenido de en ese balde, puedo decir que no has aprovechado bien tu comida.
Se refería al balde donde había vomitado su comida tras el incidente anterior con el jugo. Ciertamente sentía hambre; pero aun Dress no creía debido tomar la porción de alguien más.
-Solo tómalo de una vez. No te hagas de rogar.
-¡Esta bien!
Un tanto cansado de su indecisión, el niño se lo extendió empezando a molestarse un poco, forzando a que Dress lo aceptara.
"Creo que es la primera vez que lo notó expresar una emoción. Da miedo", pero aun así le parecía un lindo gesto.
-Muchas gracias. Lo digo sinceramente.
-Sabes, no tengo planeado hacer nada en particular saliendo de aquí, ni dónde ir. Así que te ayudare a encontrar una forma de volver a la normalidad.
Deteniéndose casi a punto de empezar a comer, Dress se sorprendió al escuchar ese ofrecimiento de ayuda, que no pudo evitar observarlo incrédulo.
El pequeño, dejando las cosas a un lado, hizo un esforzado intento por verse amigable ante su nuevo conocido.
-Mi nombre es Cario.
En su mismo sitio, el niño de capucha dio una leve sonrisa de compromiso, de la que se notaba no estaba acostumbrado a dar, por lo que se sentía algo siniestra.
Para Dress, verlo hacer esa cara fue algo extraño; pero le pareció bueno el intento que, extendiéndole la mano mientras le revelaba un nombre, contesto alegre al saludo.
-Es todo un placer, Cario, yo soy Dress.
* * * * * *
Le extendí la mano saludándole con una sonrisa. De verdad estaba alegre de saber que podía confiar en alguien al fin; digo, estamos en la misma situación y compartimos metas, así que creo poder confiar en él.
Abriendo los ojos luego de unos momentos, vi a Cario observando la mano que le había extendido fijamente; parecía confundido, como si no supiera que hacer.
Se sacó la capucha de su cabeza, que parecía estarle cubriendo la visión un poco. Al hacerlo dejo ver de esta forma que tenía un castaño cabello no muy largo, con una apariencia sin nada especial, o mejor dicho anormal. Solo parecía un niño pequeño como cualquier otro; claro con la excepción de sus ojos marrones oscuros que no mostraban ninguna emoción.
-Este es un saludo. Lo hacemos mucho por donde yo vengo.
-Un saludo; ya veo.
Cario aún parecía confundido a pesar de mi explicación, pero opto por seguirme la corriente, aunque al final no lo entendió bien.
Dando la mano opuesta a la que usualmente se responde en un saludo, solo me sujeto los dedos.
-Debo decir que me parece un tanto impráctico este tipo de saludo.
Bueno si lo haces de esa forma es obvio que no parecerá bueno, pensé mientras solo me reía.
Esa era otra cosa extraña en él, su manera de hablar; era muy formal y serena para un niño de su edad. Aunque resulta mucho más confortante que tener que planificar un escape tan peligroso con un inmaduro niño; aun así no dejaba de parecerme extraño.
-JAJAJA, bueno la verdad es... No. ¡Espera, no tomes eso!
Prefería explicarle ahora en qué consistía lo del saludo de manos para no tener que hacerlo luego en un futuro; cuando lo vi a punto de tomar el otro vaso del "refresco". Trate de quitárselo pero,
- ¿Enserio? De nuevo esa niña tonta.
Él mismo bajo el vaso luego de haberlo observado por unos momentos. Habiéndose dado cuenta de a quien pertenecía, Cario echo su contenido en el balde.
-¿Ya sabias sobre eso?
-Te refieres al refresco; así que fue esto lo que te hizo devolver tu almuerzo. Debí de haberlo supuesto.
Sin decir más, dejo el vaso aun lado en la bandeja mientras se frotaba las sienes con sus dedos.
No será que a él también le dio eso.
-Entonces esa niña Sileria también te lo dio.
-Si.
Enserio esta gente estaba loca. Por qué tratar de envenenar a un niño también; que cosa planean.
-No sé qué es lo que quieren de nosotros. Que les hicimos para que lleguen a hacernos esto.
Dije eso volviendo a sentirme mal. Ser traicionado luego de dar tus esperanzas en una persona se siente horrible. Creí que esa niña quería ayudarme, pero solo quería deshacerse de mí.
Eso me hace pensar si incluso ahora estoy haciendo lo correcto.
-Creo que estás malinterpretando algo.
Viéndome mi melancolía, Cario me corrigió con su típica seriedad.
Volviendo a sujetar el vaso de la bandeja mientras observaba los relieves, cerró los ojos recordando con visible fastidio.
-En definitiva es una idiota.
* * * * * *
El solo recordar lo que ocurrió ese día me da un escalofrió en todo el cuerpo.
Luego que tuvimos una "incomoda primera impresión", la niña dejo la bandeja a un lado con una actitud de culpa que se le notaba en el rostro.
No le estaba dando mucha atención a su incoherente presentación; hablaba y decía tantas cosas que iban perdiendo sentido, siendo lo único que pude rescatar de todo ello que su nombre era Sileria.
Ya que no le contesté a su saludo, siguió un largo silencio en el cual todo se puso un tanto incómodo. Luego de darme mi comida, empezó a hacer algunas preguntas con un miedo notorio: "¿Cómo llegaste aquí?", "¿De dónde vienes?", "¿Cómo es allá afuera?", etc.
En realidad era molesto.
No sé por qué quería tratar de entablar cercanía, quizás para que olvidara lo que había hecho. En todo caso me negué a hablarle, no tenía motivos para hacerlo; además estaba comiendo y su constante charla no hacía más que molestarme.
En cierto momento se dio por vencida y se mantuvo callada con la mirada un poco decaída.
Creí que nunca se callaría, pensé.
Cuando termine de comer con tranquilidad, me di cuenta que la tal Sileria seguía allí, sentada tranquilamente mientras jugaba aburrida mirando sus dedos.
Esto es incómodo.
Empecé a tomar el agua para que se fuera de una vez, y fue cuando volvió a hablar.
-Espero te guste, lo preparé yo misma. No suelo cocinar pero me esforcé bastante en hacerlo. Sé que no es mucho, pero ojalá quite la mala experiencia que ocurrió antes.
Mostraba una sonrisa inocente, como pareciendo orgullosa de que se le ocurriera esa idea.
Ojalá se vaya luego.
Unos minutos después comencé a sentir náuseas y ganas de vomitar. Sentía que todo el estómago se me revolvía; y Sileria, que todavía seguía aquí por alguna razón, me trajo agua del exterior.
Se disculpó muchas veces de forma nerviosa mientras trataba de recordar que hizo mal. Sus dorados ojos se movían de un lado a otro, tratando de repetir en voz baja el procedimiento. En medio de mis mareos solo pude darme cuenta que ni siquiera ella misma sabía si realmente utilizo los ingredientes correctos, o si al menos los había lavado o separado correctamente.
Esta tonta es una amenaza para la salud y la vida, pensé.
Luego de esto las cosas fueron más tranquilas.
Con el tiempo, cada vez que venía era la misma rutina. Primero llegaba con la comida del desayuno o el almuerzo, pero esta vez sin nada raro preparado por ella. Luego trataba de hacerme conversación por unos minutos, hasta que se daba cuenta que no lo lograría y sé que daba tranquila hasta que el momento de llevarse las cosas al terminar.
Unos días después, comenzó a traer pequeños trozos de metal y unas herramientas. Parecían piezas para armar algo, pero Sileria no lograba descifrar cómo hacer que se quedaran unidas. Fue hasta que una semana antes, que entro contenta al lugar balanceándose de un lado a otro, como niña enamorada; mientras colocaba la bandeja de comida en el estante de enfrente. Sin decir nada, me entrego la comida entre la que note algo. Un vaso de relieves decorados con diseños de algunas flores; no era nada anormal, con la excepción que no lo había visto desde nuestro primer encuentro aquí. El resto de los días los vasos habían sido comunes, lizos y sin nada especial; así que ver uno como este no pasaba desapercibido.
Algo no me gusta.
Empecé a comer, hasta notar que Sileria me estaba observando. Sentada donde siempre, esta vez no estaba armando el objeto de metal, solo estaba sentada allí mientras sonreía tratando de no hacer contacto visual conmigo.
Que estará tramando. Lo que sea, me tiene incómodo.
Trate de ignorar su extraña forma de comportarse hasta que al fin me di cuenta. Mientras trataba de fingir no hacer nada, Sileria estaba inflando su pecho para que lo notara, o en mejor dicho, el objeto en él.
Lo que sea no importa, pensé decidiendo ignorarla.
-¡Oye no finjas que no te diste cuenta!
Al parecer también se dio cuenta que la estaba ignorando, que estallo en cólera y vergüenza.
Yo me avergonzaría de querer presumir ese plano pecho, pensé dentro de mí. No me imagino como reaccionaria una chica si le dijese algo así.
-Sabes, este es el adornito que estuve haciendo estos días. Al fin logre hacer un sistema de presión que lo mantenga unido al ponérselo y sacárselo.
Estaba tan orgullosa de su logro que comenzó de nuevo con su conversación unilateral.
-Es lindo, ¿no crees? Todos en la aldea me felicitaron por él, o bueno casi todos. En realidad, mi Maestro me dijo que debería mejor dedicar más tiempo a mi entrenamiento, y Alixa solo lo ignoro.
Así que una chica que busca la atención y aceptación de los demás. Ojalá que recuerde que no sé de quienes está hablando.
Pensé en ello, mientras veía como hacia pucheros.
-Pero no importa. Estaba tan feliz, que prepare algo especial para todos.
Recuperando su alegría, se puso muy emotiva con su conversación. En estos días viniendo aquí, parece que al final se le quito la vergüenza al hablar...
Espera, ¿qué quiso decir con "prepare"?
-Es jugo de fruta especial, y los serví en mis vasos especiales. Esos los hice también yo, con mi gran habilidad en artesanías. ¿No crees que son lindos? Cada vez que ocurre una ocasión especial los uso.
Sabía que algo no me gustaría.
Si podía suponer correctamente lo que hay dentro de ese vaso, debe ser igual a lo de la primera vez.
Miré detenidamente ese vaso por unos segundos, y se lo pase enfrente haciendo un gesto para que ella lo tome primero. Sileria trato de calmarme diciendo que esta vez lo había hecho bien, a pesar de aclarar que no lo había probado aun; pero le insistí.
Finalmente, haciendo pucheros de nuevo, mientras repetía que era una grosería mi propuesta, acepto tomarlo ella también.
Veremos si es verdad.
Momentos después empezó a verse extraña, tocándose el estómago como si algo le molestara.
Y así comienza, pensé justo antes de verla salir del lugar a toda prisa, mientras tapaba su boca.
No regreso en varias horas.
No parecía ser una chica con malas intenciones, se veía amable y muy agradable, aunque inmadura y descuidada en otros aspectos.
En realidad, solo es una idiota que cree ser tierna.
* * * * * *
-Pensé que ya había aprendido la lección. Pero, por lo visto, parece que no.
Viendo con disgusto la bandeja con los vasos, Cario termino de contar lo que le había ocurrido.
-Entonces, ¿en realidad eso no era veneno?
-No, si lo es -contesto Cario rápidamente.
-Pero dijiste que...
-Cualquier cosa que esa chica haga en una cocina es un veneno mortal. Y es más, no me sorprendería saber que ya ha matado a alguien con eso.
Comprendo cómo se debe sentir Cario, pero creo que eso fue algo exagerado.
No sé por qué, pero empiezo a pensar que ese hombre que se llevó a Sileria de aquí sabía que esto pasaría conmigo. No puedo evitar verlo disfrutando al imaginarme por lo que he pasado.
En cualquier caso, por alguna razón, me siento bien al saber que no intentó matarme; o al menos no intencionalmente.