Capítulo 3 Un lugar desconocido

Mi historia es muy larga, algo compleja para contar, pero creo que ya sé por dónde empezar, o eso pienso, porque aún se me estremece el corazón al contarla, fue tan rara esa experiencia. Seguro que muchos me diréis que estoy loca, que me drogo, pero no es así, me sucedió de verdad. Deseo y solo te pido que me comprendas, y que en ningún momento me abandones, no me gusta estar sola, aunque en esa aventura estuve totalmente sola la mayoría del tiempo.

Bien, empecemos.

Era un siete de abril de hace dos años, el sol ya había dejado de trabajar ese día, la luna le sustituía en el cielo, una luna menguante, muy bonita por cierto.

Iba en un tren con mi familia, rumbo a otra ciudad, nos habíamos mudado por temas de trabajo, yo iba escuchando mis canciones preferidas con mis auriculares, el resto de mi familia hablaba con mi hermano, éramos cuatro en total, todo iba bien, solo hacía un poco de frío, pero era normal. Estábamos en medio de un paisaje nevado, por la ventana se podía observar, pero ya lo había mirado demasiadas veces durante el viaje, todo eran pinos y valles, solamente eso, nada llamativo.

De repente el tren se balanceó de forma brusca, fue de tal magnitud que algunos pasajeros se cayeron de sus asientos, pero el capitán nos tranquilizó diciendo que solo eran rocas que se habían incrustado en las vías durante los últimos desprendimientos.

Pero cada vez eran más intensas y numerosas las veces que el tren se balanceaba, pero solo eran rocas o eso decía el capitán.

Y de la nada el sonido de una alarma empezó a sonar, la gente comenzó a sentirse nerviosa, el capitán decía a todo el mundo que se agarraran fuerte, pero sin decir el motivo de sus órdenes, cada vez el pánico era más notable. Me sentí agobiada, la mayoría de los pasajeros me empujaban y me aplastaban, llegó un momento en que me costaba respirar, cuando de improvisto el tren empezó a caer, todos gritaban, y yo había perdido de vista a mi familia. El tren seguía cayendo, solo podía distinguir un pronunciado precipicio por las ventanas, me agarraba como podía, algunos pasajeros no lo conseguían y se desplazaban hasta la cabina donde morían por un golpe brutal en la cabeza, o rompiendo el cristal de esta para salir disparados hacia el vacío, fue entonces cuando el aire frío empezó a entrar por todos los vagones del tren.

Por fin el tren tocó suelo, el golpe hizo soltarme de donde me agarraba, para luego darme contra las paredes del vagón, fue aquí donde perdí el conocimiento, no pude ver, ni oír como cientos de almas desaparecían en el abismo y se les apagaba la vida para siempre.

Después de un tiempo que no pude calcular, desperté, me quedé mirando al cielo, me sentía cansada, pero cuando observé a mi alrededor me asusté, si, el tren estaba allí, pero las llamas lo consumían, habían abundantes trozos de cristal desperdigados por el suelo, maletas, papeles, dinero, pero nada de eso me interesaba, pero el ver los cuerpos con sangre y totalmente quemados me heló el corazón, pero... ¿Dónde estaban mis padres? ¿Qué era este lugar tan apagado y tenebroso?

Busqué y busqué, pero no encontré nada, lo que me entristeció. Allí no hacía frío, solo había niebla, árboles desnudos y grandes paredes, pero frío ninguno, la luna seguía allí, en el mismo lugar, pero el cielo era peculiar, habían nubes de color rojo, nunca había visto eso antes.

Caminé sin ningún motivo aparente, el suelo era duro, pero cuando me paré a observarlo, tenía líneas que dibujaban un trazado que me recordaban a las venas del cuerpo humano, algo no muy agradable. Al instante el suelo crujió, me di la vuelta y observé detrás mío, entonces el suelo cambió a un color negro, a continuación el mismo sonido de antes sonó delante mío, y ocurrió lo mismo, cuando me quise dar cuenta todo el suelo se había vuelto de color negro, con los trazados arteriales, pero donde yo pisaba se mantenía inmune al cambio de color.

            
            

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