Capítulo 8 El Instituto

Pasado un tiempo me desperté, me incorporé de una forma lenta, cuando pude observar a mi alrededor divisé lo que parecía un instituto, pero estaba abandonado, todo el suelo estaba cubierto de hojas secas, el sonido del viento le daba la melodía a aquel paisaje, pero me volvía a sentir sola, sola en medio de la nada, de un lugar que parecía real en ocasiones y ficticio en otras, no recordaba nada de lo que me había ocurrido anteriormente, solo recordaba las palabras escritas de Wendy.

Me levanté de aquel montón de peluches, y tras mirar a todos lados sin saber que quería encontrar decidí caminar hacia aquel edificio, no estaba a una distancia considerable.

El edificio era de color gris, lleno de piedras, con una entrada de dos puertas, y una escalera para acceder a ella, dos farolas a cada lado de las puertas, por supuesto, todo estaba lleno de hojas.

Cuando llegué a las escaleras un objeto cayó lentamente hacía mis pies, como si desde de dentro alguien lo hubiera lanzado, me agaché a cogerlo, era una linterna, y funcionaba perfectamente, y en el mango de esta había un mensaje hecho con sangre.

"No tengas miedo, aunque te observen, no tengas miedo"

Y la puerta de la entrada se abrió completamente exponiendo un oscuro pasillo como presentación, nada agradable, y desde dentro se oían voces, voces de niños, sin ninguna otra opción que escoger decidí entrar, y una vez que estuve en el interior de aquel edificio las puertas se cerraron mediante un golpe violento, y en sus cristales se escribió un mensaje diciendo:

"No salgas hasta que yo te lo diga, Stefany"

Estaba muy asustada, sin casi ninguna luz natural en aquel pasillo no tuve otra opción que encender la linterna, lo que me vino muy bien.

En aquel pasillo había una hilera de taquillas de color azul a cada lado, todas estaban cerradas con llave, pero una se abrió lentamente y haciendo un sonido estridente, esa taquilla no era azul, era negra, con manchas de sangre.

Me acerqué lentamente, manteniendo como podía la calma, no sabía lo que podía haber detrás de aquellas puerta, ya estaba más cerca de descubrirlo, y en un momento preciso una sombra salió chillando, tirando los objetos de la taquilla al suelo, luego abrió otra puerta y desapareció por otro pasillo, asustada decidí investigar aquellos objetos, no había mucho, solo habían apuntes, notas, pero luego sí que había algo peculiar, una nota de aspecto similar a aquella que encontré en el bosque, decía lo siguiente:

"Mi nombre es Wendy, este año me he cambiado de ciudad, y hoy voy a comenzar en mi nuevo instituto, han sido tantas veces las que me he cambiado de ciudad que ya me he acostumbrado, estoy nerviosa, siempre lo estoy, lo único que me calma es que nadie me conoce, pero a la vez ese detalle me pone de los nervios, estoy a punto de terminar los primeros cursos, han sido muy largos, una vez que los termine me podré dedicar a lo que más me gusta, a dibujar, me encanta dibujar, lo hago siempre que me aburro, es como si me hiciera olvidar mis problemas, como si me llevara a otra dimensión, una dimensión donde solo hay paz y donde puedo pensar lo que quiera sin que nadie me diga que está mal, tengo tantas ganas de empezar a cumplir mis sueños, quisiera ser una gran pintora, que mis cuadros se plasmen en numerosas exposiciones, y que mi nombre artístico sea recordado para la eternidad, aún no lo tengo claro, me refiero al nombre artístico, pero este sueño es algo que me llena de ilusión, y lo voy a conseguir, bueno ya es hora de ir a la presentación, me despido."

Así que Wendy quería ser pintora, curioso, se le veía ilusionada, con ganas de darse a conocer, pensé yo.

Por detrás de aquel papel había un retrato hecho a lápiz, era yo, sin alguna duda, lo había hecho muy bien, todo detalle estaba bien plasmado.

Dejé la nota en su estante, dentro de la taquilla, luego la puerta de la misma se cerró de golpe, seguí caminando por aquellos pasillos oscuros con paredes blancas, las voces de los niños se seguían oyendo.

Llegué a lo que parecía un aula de último curso obligado del instituto, entré, todo estaba bien ordenado, la pizarra limpia, la mesa del profesor despejada, todas las mesas igual, excepto una, esta tenía otro papel quemado, el cual decía:

"Me ha tocado una clase más o menos buena, aunque siempre están los típicos niños y niñas creídos, que se creen que por tener mayor fuerza son los mejores, he hablado con un chico, a él también le gusta dibujar, es muy simpático, nuestro tutor es amable, da música, se llama Leonardo.

Lo malo es que en el primer día todos teníamos que salir al centro de la clase y presentarnos, decir nuestras aficiones, y demás, me da mucha vergüenza, pero lo tuve que hacer, al terminar uno dijo una estupidez y sus amigos se rieron, Leonardo no dijo nada, solo que muy bien y que me sentará, estaba nerviosa y muy roja.

En el recreo salgo con el chico antes mencionado, pero siempre me empujan y me tiran los libros, y Shepherd, que así se llama, me los recoge, luego le doy las gracias con una sonrisa"

Y había otro papel:

"Se me está haciendo un infierno, me ha pasado algo terrible, no contemos que todo el mundo se ríe de mí ¿Por qué se ríen?

No lo sé, pero hoy un profesor llamado (aparecían líneas que impedían ver el nombre), que da historia. y no ha parado de mirarme raro, incluso se ha dirigido a mí de un modo incorrecto, me ha hecho sentir subnormal ante toda la clase riéndose, he tenido que salir de clase llorando porque no podía más"

Así que un profesor de historia, del cual no sabemos nada, solo que la trataba de manera extraña, pensé yo.

            
            

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