Capítulo 4 Perdiendo la conciencia.

Capítulo 4: Perdiendo la conciencia.

Stephen apretaba fuertemente los tres triángulos marcados bajo su muñeca, al mismo tiempo que mordía con fuerza su camisa, intentando de alguna manera soportar el inmenso dolor que sentía en su brazo, este era tan intenso que apenas podía contenerse para no comenzar gritar a todo pulmón. La maldita marca brillaba intensamente bajo su piel como si estuviera ardiendo salvajemente, Stephen sentía como si todo su brazo izquierdo estuviera en llamas, provocándole un dolor similar al de ser inmolado vivo, ante tal dolor no podía hacer más que rodar por el suelo dejando escapar un leve gruñido, rezando para que su agonía acabara pronto.

Al cabo de un reto el dolor se volvió más leve, al menos lo suficiente como para hacerlo tolerable, se tomó unos segundos he intento recuperar sus fuerzas, aunque lo peor ya había pasado aun sentía un fuerte dolor en su brazo que le impedía moverlo, se encontraba tirado en un basurero, pero a estas alturas poco le importaba, se sentía muy agotado y su cuerpo ardía como si tuviera una intensa fiebre, tenía un fuerte dolor de cabeza que empeoraba cada vez que miraba las luces de la calle. Pero ni todo el dolor del mundo se comparaba con la preocupación que sentía por su hija, aun en su agonizante estado no podía dejar de pensar en la seguridad de Daniela, debía de regresar lo más pronto posible a su casa, por lo que conteniendo el inmenso dolor, estiro su brazo derecho, he intento buscar algo que pudiera usar como apoyo para ponerse de pie. Al no encontrar nada decidió arrastrase por el suelo buscando, estuvo un rato arrastrándose por la basura, hasta que ya casi a la salida del callejón vio un contenedor, se acercó a él y lo utilizo para incorporase. Una vez de pie miro a los alrededores para asegurarse de que no hubiera nadie, tomo aire, y exprimiendo las pocas fuerzas que le quedaban hecho a correr.

Corrió encorvado por las calles ocultándose lo mejor que podía, no quería que nadie lo viese en ese lamentable estado. Se encontraba todo adolorido, solo ahora podía notar lo golpeado que estaba su cuerpo, sentía un tremendo dolor en sus costillas que le obligaba a apretar su mano derecha con fuerza contra su pecho, dicho dolor era tan intenso que cada bocanada de aire que tomaba le resultaba agonizante. Stephen continúo corriendo, arrastrando su maltrecho cuerpo y cubriéndose la cara con la mano izquierda, mano en la cual estaba el maldito símbolo, que ardía como si se lo hubieran marcado con hierro candente en la piel.

− Todo es culpa de este puto símbolo; no tengo dudas, todo es su culpa. – Pensó mientras intentaba desesperadamente averiguar donde se encontraba. Cuando al fin estuvo seguro de que se encontraba solo, pudo a duras penas dar un vistazo a su alrededor, logrando por fin encontrar su respuesta.

− Estoy a seis bloques de mi vecindario, tengo que apresurarme ¡Debo llegar a casa ya!

Cada paso que daba le provocaba un dolor indescriptible, pero eso no lo iba a detener, debía de llegar a su casa tan pronto como pudiera. – Mi hija ¿qué le habrá pasado a mi hija? – Ese era el único pensamiento que albergaba en su mente y nada en este mundo le impedirá llegar hasta ella.

Ver su casa en la lejanía no fue un alivio, pues el dolor pronto fue sustituido por el horror. Corrió con todas sus fuerzas ignorando todo lo que le había restringido hasta ese momento, un dolor aún más grande crecía dentro de su pecho. Su cabeza daba vueltas con cada horrible escenario que en su desesperación podía imaginar.

− ¡Oh dios que este bien! ¡Por favor que este bien! – Sollozaba ya casi en la entrada de su casa acercándose cada vez más a esta.

Al estar frente a esta encontró que la puerta estaba cerrada, Stephen no perdió el tiempo y busco las llaves en su pantalón, aquella sensación en su pecho solo se volvía más intensa, podía sentir en su interior que algo terrible había pasado.

− ¡Vamos! ¡Vamos! – Decía mientras luchaba con su pulso tembloroso que le impedía colocar las llaves en el cerrojo.

Cuando al fin logro desbloquear la puerta entro corriendo a la casa, pero cuando cruzo la entrada resbalo y cayó al suelo, mientras se reincorporaba sintió algo en el suelo que lo freno en seco. Ya había sentido algo así antes, ese calor, esa viscosidad, su corazón se aceleró brutalmente mientras respiraba al ritmo de su salvaje palpitar, miro aterrorizado al suelo.

Sangre... un gran charco de sangre. Sintió como si su corazón se hubiera detenido por completo mientras las lágrimas comenzaban a fluir de sus ojos.

− ¡Danielaaaaaa! – Grito de desesperado, mientras que en un arranque de adrenalina subía corriendo las escaleras hasta la habitación su hija.

Corrió totalmente desesperado por el pasillo, pero al estar frente a la puerta quedo paralizado por completo, el miedo a lo que podría encontrar del otro lado no le permita avanzar, se encontraba terriblemente aterrado, temblaba salvajemente mientras observaba petrificado la puerta, luchando contra su temor levanto su mano y la abrió. Su hija estaba en la cama completamente cubierta, se acercó lentamente y retiro tembloroso la sabana.

− ¡Esta bien! Gracias al cielo está bien. – Pensó para sí mismo mientras una indescriptible sensación de alivio recorría su cuerpo.

Viendo que la niña dormía plácidamente, y no se había despertado salió silenciosamente de la habitación, una vez más el terrible dolor regresaba, causando que apenas pudiera caminar, pero a estas alturas nada de eso le importaba. Bajo las escaleras y continuo casi arrastrando su cuerpo hasta llegar al sótano, una vez allí se quitó la ropa ensangrentada y la coloco en la lavadora vistiéndose con prendas limpias. Agarro varios trapos, lejía y un cubo con agua que subió con mucho trabajo hasta la sala de estar.

Unas ves allí comenzó a limpiar la sangre del suelo, sin siquiera pensar de dónde provenía. Habiendo terminado oculto los artículos de limpieza en la cocina y agarro un botella de whisky que guardaba para las visitas. La abrió dirigiéndose a la habitación, mientras se daba unos enormes tragos, como aplacando una insaciable sed, ya en la habitación coloco la botella en la cómoda mientras miraba el reloj 5:07 AM.

Se acostó en la cama sobre su lado izquierdo, colocando la marca que en este se alojaba frente a su rostro. Mientras la miraba sintió una enorme rabia crecer en su interior, apretó su puño derecho y comenzó a golpear la maldita marca una y otra vez con la poca fuerza que le quedaba, hasta que ya no pudo más y la agarro apretándola bruscamente. La acercó a su cara y se quedó tirado en la cama mientras lloraba encogiendo su maltratado cuerpo.

            
            

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