Destino de amor
img img Destino de amor img Capítulo 9 Contra el destino
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Capítulo 11 Los celos de Jenna img
Capítulo 12 El corazón roto de Rosbell img
Capítulo 13 Lady Mackenzie img
Capítulo 14 Fría noche de bodas img
Capítulo 15 Recuerdo de un antiguo amor img
Capítulo 16 Futuro nuevo Rosenbaum img
Capítulo 17 Pupilas de gato img
Capítulo 18 La vergüenza de Mackenzie img
Capítulo 19 Luna de hiel img
Capítulo 20 Besos de miel img
Capítulo 21 Lord infiel img
Capítulo 22 Jenna vs Mackenzie img
Capítulo 23 Un Lord celoso img
Capítulo 24 El deseo en los ojos del Lord img
Capítulo 25 Mackenzie como escapista img
Capítulo 26 Owen, virtuoso y ambicioso img
Capítulo 27 Sentimientos bajo la lluvia img
Capítulo 28 Fiebre de amor img
Capítulo 29 John es inocente img
Capítulo 30 Anónimo para August img
Capítulo 31 La trampa de Jenna img
Capítulo 32 Clarence y una confusión img
Capítulo 33 El problema del amor img
Capítulo 34 Han roto el amor de August img
Capítulo 35 El alma de Andrew img
Capítulo 36 Orgullo herido img
Capítulo 37 Andrew al borde de la muerte img
Capítulo 38 Lila recibe un rechazo img
Capítulo 39 Jenna ha contado la verdad img
Capítulo 40 La amenaza de un Lord img
Capítulo 41 Owen al acecho img
Capítulo 42 Una noche destinada al amor img
Capítulo 43 La decisión de Mackenzie img
Capítulo 44 Jenna, corazón de piedra img
Capítulo 45 Un buen padre es cruel img
Capítulo 46 El perdón nace del amor img
Capítulo 47 El secreto de Andrew img
Capítulo 48 Pesadilla oscura img
Capítulo 49 La maldad de Owen Garnier img
Capítulo 50 El único destino es el amor img
Capítulo 51 Epílogo img
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Capítulo 9 Contra el destino

Pasaron seis meses largos, el invierno se aproximaba, la ausencia de Gema fue dura, Frederic estuvo en cama casi dos meses, hasta que sus hijas lo impulsaron a seguir. Mackenzie estuvo a cargo de la siembra y la producción durante la ausencia de su padre, sabía que Lord Derickson se marchó de viaje.

Sobre todo, después de que el pueblo se enterase de que Rosbell se casó con John Fortune, el escándalo fue grande, pero supieron manejarlo, se dijo que Lord Derickson decidió anular el compromiso, porque no había gustado de ella, aunque aún seguían bocas agrias alegando desfachatez, hacían oídos sordos.

Andrew estaba en Londres, en la mansión que perteneció a su padre, iba a subirse a su auto para tomar el tren rumbo a Edimburgo, Jenna estaba a su lado, la mujer se colgaba a su cuello, besaba sus labios con demasiada pasión, Andrew se sentía ardiente a su lado

-Para ya, debo irme.

-Voy a extrañarte -dijo con voz cálida, él sonrió

-Pronto volveremos a vernos, en menos de dos meses.

-Serán eternos para mí, sin ti -dijo Jenna con los ojos tristes, Andrew tocó su frente-. Además, tengo miedo.

-¿De qué?

-Esa mujer, la que será tu esposa, ¿Y si te gusta?

Andrew comenzó a reír. La miró divertido, sabía que Jenna no tenía su clase, pero siempre fue segura de sí misma, ahora no entendía su actitud celosa

-¡Qué va! Qué no, tú y yo tenemos un pacto.

-Un pacto sí, amor mío, pero no un contrato, en cualquier momento un pacto puede romperse, porque no hay nada que lo avale.

-Claro que sí, ¿No te basta mi palabra?

-Andrew, cuando se trata de amor, debes recordar que las palabras no existen.

Andrew frunció el ceño, molestó, tomó su mano

-Sabes bien que hago esto por nosotros, para poder estar juntos.

-¿Es por eso? ¿O por la herencia?

Andrew la miró sigiloso

-Por ambas cosas, pero primero para estar juntos, con ese dinero podremos estar lejos de todo, sin preocuparnos, únicamente vendría solo para ver el negocio de Londres y de Glosk una vez al año, y la gente ni siquiera será capaz de meterse en mi vida. Ni la abuela.

-Está bien, lo sé, perdona, es que pienso en ella, ¿Cómo es? Dime la verdad, ¿Es hermosa?

Andrew sonrió divertido

-Puede ser linda, pero no es tú, y yo te quiero a ti, Jenna.

-¿Me quieres? ¿O me amas? No es lo mismo querer que amar, Andrew.

-Ya basta, he dicho que te quiero, que estaremos juntos, sabíamos que teníamos que hacer esto.

-¿Y ella, ya lo sabe? ¿Está de acuerdo?

-Lo estará. Deja de preocuparte -dijo Andrew y besó su mejilla para subir al auto e irse junto a August.

Jenna lo despidió ondeando su mano, pero sintió tristeza, una sensación de que podría perder todo comenzó a acecharla, llevaban juntos casi ocho años, sabía que era difícil que una relación tan larga se terminara, pero Jenna era lista, sabía que el amor era su principal enemigo, porque no estaba segura de que Andrew la amara con la fuerza que ella a él.

Era un viernes frío, poco antes de que iniciara febrero. Mackenzie observaba la siembra, llevaba su trenza larga, un vestido largo de frío azul claro y botas oscuras. Esperaba impaciente que le dijeran la cantidad de venta que obtuvieron de la producción, con ese dinero iba a cubrir algunas deudas y le daría un buen pago al Lord, estaba feliz.

Escuchó el sonido del motor de un auto, cuando se dio la vuelta observó, un auto parqueó, descendió el Lord Derickson, lo miró boquiabierta, su corazón retumbó, inquieta. Estaba vestido con elegancia y limpieza. Tragó saliva, deseando poder recibirlo con mejores ropas, pero sin más que hacer se acercó a saludar

-Bienvenido, Lord.

Andrew se giró a mirarla, sonrió un poco, caminó hacia ella, admiró sus ropas y su clásico peinado

-Señorita Mackenzie, un placer volver a verla, ¿Está dedicándose a la producción de manzanas?

-Así es, nos está yendo muy bien, tenga por seguro de que en poco tiempo pagaremos nuestra deuda.

Andrew asintió satisfecho

-Esas son buenas noticias, aunque me temo que tengo mejores -ella frunció el ceño, confundida-; He venido para retomar los planes de boda, puede avisarle a su padre que estoy aquí.

El rostro de Mackenzie se turbó, no podía permitir que su hermana fuera arrasada por ese destino

-Mi padre... está ocupado, pero, le daré su mensaje.

Andrew se mostró confuso

-Lo esperaré, tengo algo de prisa.

-Lo siento, ahora no es un buen momento, Lord, pronto lo verá.

Andrew estaba por irse, aunque estaba sorprendido de la actitud de Mackenzie, sin embargo, Frederic apareció ante ellos

-¿Creí que no estaba?

-Volvió antes -dijo nerviosa, y Andrew tuvo la sospecha de que algo andaba mal

-Lord Derickson, bienvenido.

-Gracias, me alegro verlo mejor, ¿Podemos hablar a solas?

El padre aceptó y fueron al despacho.

Mackenzie intentó escuchar tras la puerta, estuvieron encerrados por casi quince minutos, la sorprendieron al abrir la puerta, y tuvo que fingir que limpiaba un mueble cercano, pero Andrew no abandonó la mirada de sospecha sobre ella. Luego el Lord se marchó

-Padre, sabe bien que Clarence no aceptará.

-Tiene que aceptar -dijo Frederic con severidad-. No es solo por la deuda, es por su futuro, nada mejor le puede pasar que casarse con un Lord, no voy a discutir más, ¡Se casará con el Lord!

Frederic se encerró en la biblioteca, Mackenzie estaba tan consternada.

Encontró a Clarence en la habitación llorando, porque había escuchado todo

-¡¿Por qué mi padre no me quiere?!

-No digas eso.

-Rosbell pudo escoger su futuro, su fortuna, pero yo... debo casarme con un hombre que no amo, que además es cruel, no puedo, ¡No quiero! -dijo llorando. Mackenzie acarició su cabello, consolándola

-Quizás el Lord no es tan malo, además, no es tan viejo, recuerdas a Rita, la casaron con un anciano de cincuenta años, así que, bueno, el Lord Derickson debe tener poco más de treinta años, es buen mozo, es atractivo, sus ojos son de un color lindo y tiene buenos modales cuando está de buen ánimo -Clarence se sentó sobre la cama donde había estado recostada, miró a su hermana con mucha confusión-. Además, es rico. A su esposa no le faltará nada, y puede ser que su carácter mejore.

-O puede ser que sea peor, que sea cruel, que le guste lastimarme, o me obligue a hacer cosas malas... Ya sabes... ¡No quiero Mackenzie, prefiero la muerte!

-No digas eso.

-Huiré como Rosbell -Mackenzie puso los ojos en blanco de fastidio, segura de que Clarence no sería tan valiente

-No hagas nada, yo arreglaré esto, te prometo que estarás a salvo.

-¿Dime que harás?

-Hablaré con padre, y ya veremos.

Mackenzie bajó de prisa las escaleras, y se adentró en la habitación, su padre abandonó su lectura, tenía un gesto molesto. No quería escuchar nada más de la boda, pero Mackenzie insistió

-Por favor, Mac, ya di mi última palabra.

-Tienes toda la razón, padre, pero tú no eres así, eres incapaz de entregar a tu hija a un destino que no quiere.

Los ojos de Frederic se llenaron de tristeza

-¿Qué quieres, Mackenzie?

-Clarence no va a casarse con Andrew Derickson, ella no quiere, y no lo hará. Pero... Yo lo haré, yo me casaré con el Lord.

Frederic cerró su libro, se puso de pie, admirándola con ojos bien abiertos.

-¿¡Que dices?!

-Lo que oyes, me casaré con el Lord Derickson, como has dicho es un buen futuro asegurado, y así, también mi hermana Clarence estará protegida sin tener que enfrentarse a ello.

-¡No! Claro que no, Mackenzie, tú eres muy joven, yo te necesito aquí... No puedo...

-Pero, ¿Si puedes lanzar al viento a Clarence o a Rosbell? No padre, debes ser justo, no te preocupes, yo sé bien quien soy, puedo con esto y más.

Frederic puso las manos en los hombros de su hija, sentía una mezcla de tristeza y orgullo, aunque sabía que después de todo, Lord Derickson no era tan infame como creía, sin embargo, además de ser su hija, Mackenzie era su persona favorita, la abrazó con fuerza, sabía que nada la haría desistir de su destino, jamás la haría cambiar de opinión, y tuvo la sospecha de que aquello era una predestinación de la cual ya no podían escapar.

A la mañana siguiente Frederic fue a la residencia Derickson, estaban en el despacho, Andrew caminaba por la habitación, con la respiración sofocada, no podía creer lo que escuchaba

-¿Está diciéndome que su hija Clarence no va a casarse conmigo? Volvemos a lo mismo, Fredric.

-Déjeme terminar, mi hija Clarence no va a casarse con usted, ella tiene una salud frágil, es muy asustadiza, y no puede, entiéndalo.

-He entendido suficiente.

-Pero, Mackenzie...

Andrew detuvo su caminata, le miró con asombro, aquella idea había vagado por su mente, pero era incapaz de decirla, se calló para que Frederic hablara claro

-. Mi hija Mackenzie será quien se case con usted, si lo permite.

Andrew liberó un suspiro, mientras bajaba la mirada, consternado

-¿Qué es esto? ¿Una especie de sorteo? ¿De intercambio? Señor Frederic, entienda que esto es extraño, además, Mackenzie es demasiado pequeña.

-Tiene diecinueve años cumplidos el pasado junio, como ya lo sabe se hace cargo de la producción y la casa cuando yo no puedo, es más madura que cualquier chica de su edad.

-Lo sé, pero, ¿Quién me asegura que no se retracte de su decisión? Suponiendo que ella este de acuerdo.

-Lo está, ella lo sugirió -dijo Frederic, Andrew se quedó boquiabierto, se giró hacia su mesa de licores, sobre todo para esconder una mueca de placer que se formó en su rostro y quería ocultar, se sirvió un poco de whisky y le dio un trago al señor Frederic

-Lamento decirle, que, no lo aceptaré. Es mi última palabra. Despreocúpese por el compromiso, simplemente lo cancelaré y buscaré a otra chica, por otro lado, de nuestra deuda, le pido que pague lo que me debe lo más pronto posible, y busque a otro proveedor de agua y nuevas tierras, por favor, márchese de mi casa.

Frederic se bebió el whisky de inmediato, dejó el vaso de cristal en una mesa, asintió y se marchó de prisa. Ya esperaba esa respuesta. Le dolía la cabeza, sabía que, después de pagar la deuda con Derickson volvería a donde todo inició, tomaría a sus hijas, vendería la residencia y se irían muy lejos de ahí. Lo doloroso era abandonar los restos de su difunto amor en Glosk, ese pueblo a donde quizás no volvería jamás.

            
            

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