Mi Alpha Protector (II libro)
img img Mi Alpha Protector (II libro) img Capítulo 4 Karen Romanov
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Capítulo 6 Capitulo 5 - Lucas Thunder img
Capítulo 7 Capitulo 6 - Lucas Thunder img
Capítulo 8 Capitulo 7 - Karen Romanov img
Capítulo 9 Capitulo 8 - Karen Romanov img
Capítulo 10 Capitulo 9 - Aisha Romanov img
Capítulo 11 Capitulo 10 - Aisha Romanov img
Capítulo 12 Capitulo 11 - Karen Romanov img
Capítulo 13 Capitulo 12 - Karen Romanov img
Capítulo 14 Capitulo 13 - Lucas Thunder img
Capítulo 15 Capitulo 14 - Lucas Thunder img
Capítulo 16 Capitulo 15 - Karen Romanov img
Capítulo 17 Capitulo 16 - Karen Romanov img
Capítulo 18 Capitulo 17 - Lucas Thunder img
Capítulo 19 Capitulo 18 - Lucas Thunder img
Capítulo 20 Capitulo 19 img
Capítulo 21 Capitulo 20 - Karen Romanov img
Capítulo 22 Capitulo 21 - Karen Romanov img
Capítulo 23 Capitulo 22 - Karen Romanov img
Capítulo 24 Capitulo 23 - Karen Romanov img
Capítulo 25 Capitulo 24 - Lucas Thunder img
Capítulo 26 Capitulo 25 - Lucas Thunder img
Capítulo 27 Capitulo 26 - Lucas Thunder img
Capítulo 28 Capitulo 27 - Lucas Thunder img
Capítulo 29 Capitulo 28 - Lucas Thunder img
Capítulo 30 Capitulo 29 - Karen Romanov img
Capítulo 31 Capitulo 30 - Karen Romanov (parte uno) img
Capítulo 32 Capitulo 31 - Karen Romanov (parte Dos) img
Capítulo 33 Capitulo 32 - Karen Romanov (parte tres) img
Capítulo 34 Capitulo 33 - Karen Romanov (parte cuatro) img
Capítulo 35 Capitulo 34 - Karen Romanov img
Capítulo 36 Capitulo 35 - Karen Romanov img
Capítulo 37 Capitulo 36 - Karen Romanov (parte cinco) img
Capítulo 38 Capitulo 37 - Karen Romanov img
Capítulo 39 Capitulo 38 - Karen Romanov (parte seis) img
Capítulo 40 Capitulo 39 - Karen Romanov img
Capítulo 41 Capitulo 40 - Karen Romanov img
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Capítulo 4 Karen Romanov

Terminé de cambiarme y me miré al espejo con expresión ausente. Llevaba una camisa de manga larga color verde militar, unos jeans azul claro y tenis blancos. Un atuendo sencillo, práctico... pero nada de lo que me pusiera podía hacerme sentir ligera. Mi mente estaba atrapada en el torbellino de pensamientos que no me daban tregua.

Dejé mi cabello suelto para que se secara de manera natural y solté un largo suspiro antes de salir del cuarto. Mi destino era el despacho de Lucas.

No lo había visto desde nuestra conversación en el jardín la noche anterior, y una inquietud punzante se instaló en mi pecho. No saber cómo estaba, si había dormido bien o si sus pensamientos también eran un laberinto tan abrumador como los míos, me incomodaba más de lo que estaba dispuesta a admitir.

Cuando llegué a la puerta, toqué dos veces con suavidad.

-Pasa -escuché su voz al otro lado.

Empujé la puerta y entré, cerrándola tras de mí. El ambiente dentro del despacho era solemne. Lucas estaba absorto en unos papeles sobre su escritorio, su ceño fruncido y la tensión en su postura me indicaban que no estaba precisamente tranquilo.

Por un instante, me quedé en silencio, observándolo. Sus ojos recorrían los documentos con intensidad, como si buscara respuestas en ellos. Pero la verdad era que las respuestas que necesitaba estaban aquí, entre nosotros, en el aire cargado de cosas no dichas.

-¿Lucas? -lo llamé al fin.

Él alzó la vista y, al verme, su expresión se suavizó apenas.

-¿Puedes hablar ahora? Si no es así, no hay problema... hablamos luego -dije rápidamente, sintiéndome un poco fuera de lugar al interrumpirlo.

Él dejó los papeles sobre el escritorio con un suspiro y me dedicó una pequeña sonrisa. Era tenue, casi imperceptible, pero suficiente para hacerme sentir que aún estábamos conectados, aunque fuese por un hilo delgado.

-Hola... -murmuró, extendiéndome la mano.

No lo pensé demasiado. Me acerqué y la tomé.

En cuanto mis dedos rozaron los suyos, me atrajo con firmeza hasta su regazo. Me sorprendió el gesto, pero no me resistí. Su abrazo era cálido, fuerte... una súplica silenciosa de que no me alejara.

Lucas escondió su rostro en mi cuello y aspiró mi aroma con lentitud.

-Lamento estar tan ausente... -susurró contra mi piel, su voz grave y cansada-. Hay demasiados problemas en la manada. Han sentido el aroma de vampiros en todo el territorio.

Mi cuerpo se tensó de inmediato. No podía evitarlo.

-De eso quería hablarte... -dije, midiendo mis palabras.

Lucas levantó el rostro y me miró con el ceño fruncido. Sus ojos se clavaron en los míos, buscando respuestas.

-Cada vez son más... y sé que vienen por mí -confesé con firmeza-. No dejaré que la manada salga lastimada por mi culpa.

Lucas apretó la mandíbula y su mirada se endureció.

-Karen... -me llamó con un tono que denotaba frustración.

-Tengo que irme por ahora -desvié la mirada, sintiendo un nudo en la garganta-. Además, el castillo Grayson tiene demasiados problemas y lo conozco como la palma de mi mano. Podré ayudar con lo que pueda allá.

Lucas me sujetó con más fuerza de la cintura, como si así pudiera retenerme, como si su agarre pudiera anclarme a él.

-No te alejarás de mí -gruñó con voz grave-. No quiero que me dejes.

Bajé la mirada y suspiré con pesadez.

-No te dejaré -susurré, tomando su rostro entre mis manos-. Pero no quiero arriesgarlos. Necesito acabar con mi pasado para poder tener un presente estable... y un futuro tranquilo. A tu lado.

Sus ojos, cargados de emociones contenidas, se volvieron aún más oscuros. Tomó una de mis manos y la sostuvo contra su mejilla con desesperación.

-Pero no quiero que te alejes... No quiero perderte. Si te vas, no podré protegerte -susurró, y por primera vez noté el miedo puro en su voz.

El miedo de alguien que sabe que puede perder lo que más ama.

-Lucas, no quiero que nada malo les pase a ustedes, a la manada... y tampoco quiero que te pase algo a ti -dije con dulzura.

Hundió su rostro en mi pecho y lo sentí respirar con dificultad.

Mis dedos se deslizaron por su cabello, acomodando los mechones rebeldes mientras lo abrazaba con ternura.

-No quiero que los lastimen... No quiero que te lastimen a ti -continué, con la voz un poco rota-. Además, pronto tendré responsabilidades en el castillo. Henry ya no está, y necesito que los chicos se familiaricen con ese entorno.

Lucas negó con la cabeza contra mi pecho.

-No quiero ser la reina del clan vampírico -susurré-. Para eso pondré a Francheska o a Eren.

Él volvió a negar con la cabeza, con más desesperación esta vez.

-Mi amor... -lo llamé, pero antes de poder decir algo más, su cuerpo tembló contra el mío.

Un sollozo escapó de sus labios.

Me quedé inmóvil.

Era la primera vez que lo veía así.

La primera vez que lo sentía así.

Mi corazón dolió al escucharlo.

-No quiero perderte... -susurró con la voz quebrada.

Apretó su agarre en mi cintura, y mi pecho se comprimió con un dolor sordo.

-Si te alejas y te atacan, no estaré para protegerte. Pueden matarte... y yo no podría vivir sin ti -continuó, levantando su rostro para mirarme.

Sus ojos estaban vidriosos, sus mejillas teñidas de rojo por las lágrimas que caían en silencio.

No pude soportarlo más.

Uní nuestras frentes y le sonreí con ternura.

-Yo tampoco quiero perderte... por eso tengo que irme -susurré.

Lucas negó con la cabeza una y otra vez.

No soportaba la idea. No la aceptaba.

Bese sus labios en un beso dulce, lento, lleno de amor... y desesperación.

Sentí el sabor salado de sus lágrimas mezclarse con el beso.

-No me perdonaría si, por mi pasado, tú o la manada salen lastimados... por mi culpa -susurré tras separarnos.

Lucas escondió su rostro en mi cuello.

-Estaré bien si tú estás conmigo... y la manada también lo estará -murmuró-. Solo no te alejes...

Suspiré y cerré los ojos.

-Es una decisión tomada, Lucas.

Él gruñó con frustración.

Lo separé de mí y me levanté de su regazo.

-En dos días nos iremos -afirmé con firmeza.

-No lo harán -gruñó con furia.

Salí del despacho, ignorando sus gruñidos. Apenas cerré la puerta, escuché cómo algo chocaba violentamente contra la pared.

Mi pecho se contrajo.

-No cambiaré de opinión... -susurré.

Otra cosa se estrelló contra la puerta.

-Es por tu bien... -murmuré, alejándome.

Cuando llegué al jardín, el viento me trajo un aroma familiar y perturbador.

Sangre de vampiro.

Mis ojos se clavaron en la sombra que se movía entre los árboles.

-Cada vez están más cerca... -exhalé, sintiendo un escalofrío recorrer mi espalda.

Apreté los puños.

-Esto solo terminará cuando yo muera... o cuando los mate a todos...

            
            

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