Capítulo 6 Padre

Días después se convocó una reunión con todos los trabajadores del hospital, la situación era alarmante, algunos estaban preocupados y otros no. Creían que estábamos locos.

-¿Qué vieron?

-Cosas desagradables, algo fuera de lo normal, como si de una pesadilla se tratase.

-¿De verdad estamos discutiendo esto?

-Varias personas lo han presenciado, los pacientes lo sufren, esa habitación está maldita, no podemos quedarnos sin hacer nada.

-Bobadas, seguro que te tomaste mucho café, deberías pedir días de descanso.

-Tranquilidad señores, discutir no va a solucionar las cosas. No me pongo de parte de nadie, pero eso que cuentas es muy extraño, y si de verdad sucede hay que tomar medidas. Llevaré a cabo una investigación.

Todos nos levantamos, pero el director me pidió unos minutos a solas.

-Heather ¿Cómo te encuentras?

-Algo cansada, pero bien.

-Trabajas muy duro, verás, te quiero creer, pero lo que cuentas es tan impactante, nunca había escuchado cosas similares, quizás sí que debas descansar unos días. Yo me ocupo.

-No me vendría nada mal, gracias señor.

Recogí mis cosas, me dirigí hasta el coche, y me fui a mi casa, vivía sola, en una casa humilde, a unos 10 kilómetros del hospital. En esa noche hacía frío y brisa intensa.

Me hice la cena, me puse el pijama, y me dispuse a ver la televisión, mientras me comía unas palomitas. Todo bien, hasta que de repente escuché unos golpes en la puerta. La primera vez no le hice caso, pero se volvieron a escuchar, y fui a observar, no había nada.

Abrí la puerta, y entonces el suelo se volvió negro y rojo, los árboles empezaron a quebrarse, las farolas se apagaron, las casas parecían abandonadas, no se escuchaba nada, Por último el cielo se enrojeció.

Tenebroso, misterioso, pero desagradable, soledad, preguntas, dudas, y de repente un sonido de un metal arrastrándose por el suelo, y ahí lo vi, un gigante, con la cabeza tapada por un saco pintado de sangre, cuerpo lleno de heridas.

Comenzó a acercarse a mí a paso lento.

-Heather.

Miré para la dirección de esas palabras, un señor estaba sentado en mis escaleras, parecía estar enfermo.

-¿Padre?

Pero el gigante se acercó bastante, y me tuve que proteger detrás de la puerta, el gigante se detuvo unos minutos. Mantuve mis nervios, y las ganas de gritar.

-¡Heather, ayúdame!

Miré por la mirilla de la puerta, el monstruo había agarrado a mi padre, y se lo llevaba a rastras.

-¡NO! ¡DÉJALO EN PAZ, NO LE HAGAS DAÑO!

Salí de mi casa, corriendo para salvar a mi padre, mientras el gritaba ayuda, pero el suelo se separó en dos, dejando en medio un abismo, del que salían llamas, y monstruos con la piel quemada.

-Una vez más no lo pudiste salvar, has vuelto a fallar Heather, estabas tan cerca- dijo alguien que no vi por ninguna parte- A veces creemos que podemos arreglar todo problema. El fallo está en ver a la muerte como un problema, cuando es algo que si o si pasará.

Y en ese momento me desmayé, y dormí un largo tiempo.

            
            

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