Orgullo y Sangre (#1 LDS)
img img Orgullo y Sangre (#1 LDS) img Capítulo 1 Prólogo
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Capítulo 6 Viajando a lo desconocido img
Capítulo 7 No puedes confiar en un desconocido img
Capítulo 8 Recuerdos y pesadillas img
Capítulo 9 Reunión en el casino img
Capítulo 10 La chica de la carretera img
Capítulo 11 Encerradas img
Capítulo 12 De noche en las Vegas img
Capítulo 13 Plan en marcha img
Capítulo 14 No es lo que parece img
Capítulo 15 Perdiendo el control img
Capítulo 16 Élite oscura img
Capítulo 17 Nota img
Capítulo 18 A casa img
Capítulo 19 Estamos en problemas img
Capítulo 20 Ojos esmeralda img
Capítulo 21 Recibimiento img
Capítulo 22 ¿Qué les pasa a estos hombres img
Capítulo 23 Hace calor img
Capítulo 24 ¿Cambio de plan img
Capítulo 25 Arena img
Capítulo 26 Todo termino en caos img
Capítulo 27 Miedo y Misterio img
Capítulo 28 Pelea img
Capítulo 29 Consolar img
Capítulo 30 No es lo que crees img
Capítulo 31 ¿Qué está pasando img
Capítulo 32 Te lo advertí img
Capítulo 33 No tengo miedo img
Capítulo 34 Enamorada img
Capítulo 35 De vuelta a las Vegas img
Capítulo 36 Traidor img
Capítulo 37 Intercambio img
Capítulo 38 Revelaciones img
Capítulo 39 Enfrentando a mis padres img
Capítulo 40 ¿No me abandono img
Capítulo 41 Regreso img
Capítulo 42 Familia img
Capítulo 43 Es hora de la verdad img
Capítulo 44 Un momento solos img
Capítulo 45 Amenaza img
Capítulo 46 Visita sorpresa img
Capítulo 47 No somos nada img
Capítulo 48 Es lo mejor img
Capítulo 49 Me casaré img
Capítulo 50 Lo he perdido img
Capítulo 51 ¿Me quiere img
Capítulo 52 Discusión img
Capítulo 53 Hay que detenerlos img
Capítulo 54 Qué locura img
Capítulo 55 Dante, trato img
Capítulo 56 Adiós img
Capítulo 57 Están en peligro img
Capítulo 58 Mi entierro img
Capítulo 59 Epílogo img
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Orgullo y Sangre (#1 LDS)

Anet Montoya
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Capítulo 1 Prólogo

Nací para esto. No sé si lo llevaba en la sangre o no, no conocía mi verdadero origen, solo sé que fui desterrado como un maldito estorbo. Los que debieron cuidar de mí cuando era pequeño, y quiénes supuestamente eran mis padres, nunca existieron. No sabía nada de ellos, tampoco es que me haya importado, absolutamente nada de ellos lo hacía.

Lo único que sabía era, que por mis venas corría odio y por mis puños sangre cada vez que exterminaba a mis adversarios cuando subía a la jaula de luchas, dónde acostumbraba a venir todas las noches. Esto se había convertido parte de mí, de mi vida.

Este lugar era mi refugio, lo que necesitaba, lo único que tenía. Era un maldito que aniquilaba a todo el que se me ponía enfrente. En parte me servía, desquitaba una pizca de ese odio que corría por mis venas.

Este era mi mundo, y esto es lo que soy cuando me encuentro arriba del cuadrilátero, una bestia sin corazón, sin ningún sentimiento grato, porque así es como la vida cruel y solitaria me enseñó hacer. Vivir en un infierno dónde solo hay sangre y dolor, y ese era mi orgullo.

Durante mucho tiempo las pesadillas me abrumaron; sin embargo, mientras más pasaba el tiempo, mi corazón se iba endureciendo, de una manera que nada ni nadie podía hacerme sentir algo agradable. No conocía la bondad, la misericordia o algo relacionado con eso, únicamente existía el sufrimiento, el placer de aplastar y matar a otros. Diario me llenaba las manos de sangre, y eso se había vuelto como una droga para mí, un vicio que me ayudaba a seguir adelante.

Las luchas eran todo lo que tenía y la verdad era lo único que quería tener en este jodido mundo. Crecer en este infierno me ha servido para no ser un maldito debilucho.

A veces pienso que esto fue lo mejor que me pudo haber pasado, el no tener una familia ni nadie por quien debilitarme, eso te transformaba en la bestia que era hoy. Pero en el fondo sabía que nunca quise esto, que en algún momento deseé otra vida, algo bueno, pero ya estaba hecho, este había sido mi destino y ahora disfrutaba ser alguien implacable y cruel. Negar mi naturaleza era como mentir, y odiaba esa mierda.

La gente al final tenía la razón por el apodo que me dieron. Demon, y eso me enorgullecía, a tal punto que eso me daba más fuerza para aplastar más cabezas con mis propios puños.

Si en algún momento llegará a tener la oportunidad de tener enfrente a esas personas que se llegaron a llamar "mis padres" Sin dudarlo ni un segundo, los acabaría de la misma forma como lo hago con los cabrones que se suben a las jaulas, lento y doloroso. Que sufran de la misma manera que yo sufrí durante mi niñez.

Pagarán cada una de mis cicatrices con su propia sangre, no importa que sea la misma que corre por nuestras venas. No tendré compasión, como ellos no la tuvieron conmigo cuando me abandonaron en este jodido infierno.

            
            

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