Tócamela
Viernes
9:10 am
-Entonces, amigo mío. -comenzó a decir- ¿Cómo vas a hacer con química? ¿Ya te diste cuenta de que vas a raspar por ser un gilipollas?
-Armando, deja de hablar como español, no te sale.
Se había sentado a su lado y dejó el bolso debajo del mesón, habían compartido ese puesto desde que iniciaron el bachillerato.
-Ah, pues, amargado. -le dio un suave golpe en el brazo- No me dejas ser.
-Claro que sí te dejo ser, siempre andas actuando como un imbécil y yo no te digo nada.
-Ay, pero mira, que gracioso tú, un gran comediante. -dijo- Ajá, pero entonces, señor Inteligente, ¿cuál es tu plan para no raspar este lapso? Acuérdate que si raspas este, vas directo a reparación en julio.
No necesitaba que me recordara eso, pero gracias, Armando.
Ignacio llevaba siendo amigo de Armando desde hace mucho tiempo como para decir que lo podría llegar a considerar como un hermano postizo. Armando fue ese niño nuevo en sexto grado que rápidamente adoptó el papel de ser el payaso del salón, pero se la pasaba solo, así que Ignacio decidió adoptarlo en su pequeño grupo de mis amigos, y desde entonces, todos han sido inseparables.
-Mira, lo tengo todo bajo control, le pedí ayuda a la niña esta. -comentó Ignacio.
-Nano, estudiamos con bastantes chicas. -rio- Debes tratar de ser más específico a veces, no conozco a una que se llame "la niña esta".
-Carajo, es que ahorita no me acuerdo del nombre de ella. -contestó- Es la que siempre anda fastidiando a Paula.
-Mira, no es por ser malo, solo te digo mí muy humilde opinión. -comenzó a decir- Pero, nadie fastidia a Paula, Paula los fastidia a todos.
-Ah, pues... -no podía mentir, tenía razón- Bueno, es verdad, pero ajá, es la pana esta que siempre se la pasa con Miranda.
-¿Alexandria?
-Esa misma.
Ignacio conocía a Alexandria desde hace tiempo también, pero por conocerla no significa que sabía todo acerca de ella, no le caía ni bien o ni mal, simplemente está ahí sentada en el salón y ya, no era alguien que llamara la atención de Ignacio.
Si sabía alguna cosa de ella -sin pedirlo-, era gracias a Paula. Ambas solían ser amigas, pero después se dejaron de hablar, y Paula la detesta. Ignacio no sabe exactamente qué fue lo que sucedió, porque ella no lo comenta, solo habla mal de Alexandria y las cosas se quedan así, tampoco le interesaba saber mucho sobre eso, pasó antes de iniciar octavo grado al parecer.
-¿Cómo esa loca te dijo que sí para ayudarte? -preguntó Armando, incrédulo- Una vez le escribí un papelito para que me prestara un bolígrafo rojo, y me escribió que no, usando un bolígrafo rojo.
-Ella es como odiosa. -respondió Ignacio- Pero bueno, al final aceptó, porque nadie se resiste a mí, ni siquiera la más nula.
-Ujum, esa te dijo que sí porque de seguro, conociéndote, le dijiste que le ibas a dar plata.
Muy bien, tal vez sí le hubiera dicho que sí por eso.
-Bueno, sí, pero aparte de eso.
- ¿Y tu patrona sabe? Lo loco es que uno pensaría que hablo de tu mamá, pero en realidad hablo de la loca que tienes por novia. Cuando se entere de que una muchacha te va a dar clases particulares... -chocó las manos- Le va a dar un patatus, y si se entera de que es Alexandria, uf, se nos muere.
-No se nos va a morir, porque ella no tiene porqué enterarse de eso, ¿bien? Solo son unas clases de química y ya, estás hablando de esto como si me fuera a meter con la fea esa.
-Ay sí, no te me hagas el willymey. -dijo- Estás bien claro que Alexandria es bonita, yo no le veo nada feo, honestamente. Solo que tú estás cegado por la muchacha a la que llamas novia, que se te olvidó que existen otro montón de bellezas allá afuera, que además, son mil veces más panas.
-Físicamente sí, es muy bonita. -admitió- Pero abre la boca y la personalidad mata a lo bonito de su cara, algunas personas son así
-Sí, como tú. Debe ser que Paula es despampanante en cuanto a su personalidad. -opinó- Un bomboncito envuelto en papel de oro.
Como pueden ver, a Armando no le agrada mucho Paula, entre ellos como tal no se llevan muy bien.
Ignacio y Paula han estado juntos por casi dieciocho meses ya, eso es bastante tiempo para una pareja de bachillerato -según sus compañeros-, y Paula es la primera novia seria que Ignacio ha tenido, porque la mayoría de las muchachas con las que ha salido antes no llegaba a mucho después de dos meses, nada serio en realidad.
-Paula sí, Alexandria, no. -rodó los ojos- Y, de todas maneras, ¿qué tanto le buscas a Alexandria? ¿Te gusta acaso?
-Coño, brother, yo puedo ser estúpido, pero no idiota, estoy muy afuera de su alcance ¿sabes? -puso los pies encima del mesón- Pero simplemente, hablas mal de ella como si la conocieras de toda la vida, y de broma y le has pedido un lápiz en algún momento.
-Es que Paula me ha contado unas cosas de ella, que uf, son fuertes. -respondió.
-Ujum, ¿cómo qué? -rodó los ojos- ¿Qué chisme te habrá contado tu novia adorada?
-Bueno, ella me dijo que ella se ve muy tranquilita y todo, pero que en realidad es medio loca, que uno debe de tener cuidado con ella.
Ignacio prefiere confiar en lo que Paula le cuenta, y más que todo sobre el tema con Aleenxadria, es decir, ambas fueron mejores amigas antes así que todo lo que debe de estar contando es verdad. Al menos Ignacio lo siente así.
- Ajá, ¿la muchacha es más radioactiva que Chernóbil o qué? -preguntó Armando- Se ve como alguien totalmente normal, eso es simplemente que ambas tienen sus peos entre ellas y ya, y tú no te debes de andar ni metiendo en eso, ni tratando de buscarle las cinco patas al gato. No seas gafo.
-Ah, bueno, eso no lo sé, pero eso es lo que siempre me han contado Paula, Antonella y Sara.
-Y tú eres el mejor creyéndole a esas tres, de verdad Nano, mira cómo te aplaudo. -aplaudió colocando sus manos muy cerca de la cara de Ignacio.
Entendía de donde venía Armando con lo que le estaba diciendo, sobre todo con lo de creerle a Sara y a Antonella, porque ellas no estaban en el mismo caso que Paula y Alexandria, las dos nunca llegaron a ser amigas de Alexandria, así que todo lo que supieran sobre la pelea entre ambas lo sabrían por Paula.
Ignacio prefería mantenerse al margen de la situación, esos dramas son demasiado fastidiosos, podría gastar su tiempo en algo más importante que en los chismes de su novia.