Capítulo 4 Mancomunados

Hola tú, si me estás leyendo es menester sepas de mi puño y letra que esta novela es mi novela más preciada, la realización de toda ella en sí, palabra por palabra ha sido mi mayor virtud, incluso cuando pensé que no tenía ninguna. Esta historia fue una bocanada de oxígeno puro, una que vino de repente y sin avisar, sorprendiéndome gratamente cuando me dedicaba solo a respirar y devolvía dióxido de carbono con un solo pulmón, un órgano que parecía prestado, porque dolía al igual que los latidos de un corazón severamente roto.

Noches insomnes me la pasaba auto aniquilándome, rodando en espirales de preguntas y divagaciones sin salida, hasta que llegué a la conclusión: ¿Cuántas veces debemos fulminarnos a nosotros mismos? ¿Cuántas veladas saturadas de preguntas dolorosas con respuestas aún más lacerantes?

Y me dije de forma interna; ¡Basta!, ya basta de esos pusilánimes pensamientos arraigados de entrañas heridas, purulentas e inevitablemente podridas. Es tiempo de poner un pare, add literan, detener la miseria que nos conduce a la auto compasión, dejar el patetismo, afrontar la realidad, porque el cosmos es infinito por lo tanto las posibilidades también lo son. Y es que había estado pensando cuán densa se torna la existencia, vértebras enmarañadas a un sin número de causalidades expuestas de cierta forma gracias al efecto dominó conducido como resultado de nuestras acciones. Debo reconocer que me arrepiento de que mi intransigente pasado me fajara el alma moldeándola según el espesor de una tribuna exigente y omisa. Pero es hora de dejarla flotar, elevarla a lo más alto, esperando que toque la cúspide con su corazón, porque sí, el alma también tiene corazón y es realmente hermoso.

            
            

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