Un amor letal
img img Un amor letal img Capítulo 1 Prólogo
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Capítulo 6 Luca, el ninja img
Capítulo 7 Deja de mirarme img
Capítulo 8 No eres un agente img
Capítulo 9 Persecusión img
Capítulo 10 Un gran dolor img
Capítulo 11 Una dulce voz img
Capítulo 12 ¿Quién es Maximiliano img
Capítulo 13 Conociendo a Canela img
Capítulo 14 El secreto de Atilio img
Capítulo 15 Nada pinta bien img
Capítulo 16 ¿Quién es mi madre img
Capítulo 17 Jugada sucia img
Capítulo 18 El gran escape img
Capítulo 19 Un buen samaritano img
Capítulo 20 Conociendo a Toño img
Capítulo 21 La vieja Magda img
Capítulo 22 Actulidad- Atilio img
Capítulo 23 Debo ir por ella img
Capítulo 24 Armando busca ayuda img
Capítulo 25 Atentado img
Capítulo 26 Acercamiento candente img
Capítulo 27 Frente a un demonio img
Capítulo 28 Terror img
Capítulo 29 Masacre img
Capítulo 30 Un día más img
Capítulo 31 Enfrentamiento img
Capítulo 32 Eres solo un sapo img
Capítulo 33 Interés img
Capítulo 34 Serás mi campeón img
Capítulo 35 Un inesperado beso img
Capítulo 36 Un beso con Flavio img
Capítulo 37 se inicia una masacre img
Capítulo 38 Me importas img
Capítulo 39 Que empiece la pelea img
Capítulo 40 solo se respira muerte img
Capítulo 41 John img
Capítulo 42 Segundo Round img
Capítulo 43 Un campeón img
Capítulo 44 Advertencia img
Capítulo 45 Más que un beso img
Capítulo 46 Descubierto img
Capítulo 47 Morirás img
Capítulo 48 Nueva amenaza img
Capítulo 49 Reales intenciones img
Capítulo 50 Una agradable cena img
Capítulo 51 Celos img
Capítulo 52 La loca de Aurora img
Capítulo 53 Primera vez img
Capítulo 54 Durmiendo con el enemigo img
Capítulo 55 Algo no esta bien img
Capítulo 56 Bienvenida al infierno img
Capítulo 57 Un angel malévolo img
Capítulo 58 Un paso más al infierno img
Capítulo 59 Duele decir adiós img
Capítulo 60 John regresa img
Capítulo 61 Nos atacan img
Capítulo 62 La muerte nos persigue img
Capítulo 63 Un amor tan grande img
Capítulo 64 Como tú, no hay dos. img
Capítulo 65 Te amo img
Capítulo 66 Se fué img
Capítulo 67 Ya no te amo img
Capítulo 68 Presa fácil img
Capítulo 69 ¿A dónde estoy img
Capítulo 70 La secuestraron. img
Capítulo 71 Buscando pistas img
Capítulo 72 Un vistazo al pasado img
Capítulo 73 Fabuloso rescate img
Capítulo 74 Te amo tanto img
Capítulo 75 Contra el reloj img
Capítulo 76 Muerte de Armando y Maximiliano. img
Capítulo 77 Un nuevo comienzo img
Capítulo 78 ¡Sorpresa! img
Capítulo 79 ¿Te casarías conmigo img
Capítulo 80 Un final feliz img
Capítulo 81 Epílogo img
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Un amor letal

Deysi Juárez
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Capítulo 1 Prólogo

Mi vida cambió por completo cuando Armando apareció en ella. Jamás pensé que podría perder la cabeza así por alguien como él. Ya saben, un maestro de universidad con sueldo mínimo para vivir, sin amigos, sin familia, sin pasado, un hombre altamente atractivo, misterioso y bueno en la cama. Los que me conocen sabe de mis gustos, pero Armando tenía ese, no sé qué, que a ciegas me hizo perder los sentidos. Me lancé sin paracaídas a un profundo abismo; por amor, sujeta de su mano y creyendo que mi destino era permanecer junto a él. Por lo menos los primeros seis meses fueron así.

Una vida de ensueños, lejos de mi país natal, viviendo mil aventuras de su lado, en la hermosa Colombia, ignorando el real peligro al que estaba expuesta. Como quien lo diría, fui llevada directa a la boca del lobo. "Es que no podría estar más segura, que en el mismo lugar del hombre que ahora me persigue" lo digo con gran ironía y lo recalco para dejarlo bien claro.

En un abrir y cerrar de ojos, deje de ser Abigaíl Johnson, la chica refinada y glamurosa de Lima, para ser solo Abi; como empezó a llamarme mi dulce profesor. Una joven enamorada, que disfrutaba de la naturaleza y los deportes extremos. Debo confesar que aprendí a amar, el poner en peligro mi vida, conforme pasaban los días, empecé a sentirme invencible y Armando era más feliz al ver que su creación se fortalecía.

Cambié los tacones por zapatillas deportivas, las blusas de seda con escote, por polos anchos y sudorosos y las faldas elegantes por buzos anchos. Una nueva moda que iba muy bien con el nuevo color de cabello, en un inicio creí que era parte de mi nuevo estilo de vida. Ahora entiendo que Armando únicamente pretendía ganar más tiempo, haciendo que mis perseguidores perdieron mi rastro, pues, sin duda que una rubia elegante como yo, era fácil de reconocer.

Hay muchas cosas que ahora entiendo, mi entrenamiento de defensa personal, el manejo de arma blanca, la practicas de tiros que veía como un pasatiempo. Todas estas semanas a su lado las he visto así; divertidas y curiosas. ¡Ay! Es que he sido tan ingenua. El amor verdadero no existe, el hombre perfecto no existe. Las mentiras blancas son solamente mentiras que lastiman y destruyen, el que diga lo contrario es un idiota.

Es que nunca debí dejar Perú, ni confiar en alguien como él, sin embargo, me enamoré perdidamente y no me arrepiento de nada de lo que hice. Puede que suene contradictorio, pero todas las locuras vividas, los viajes juntos por paisajes mágicos que únicamente podrían existir en mi imaginación, los amaneceres en el campo, los atardeceres en la playa, cada maldito día a su lado ha sido inolvidable. Hasta ese fatídico día en la tarde, que aún me persigue, cada noche llega a mí esa escena, como si mi subconsciente intentara encontrar alguna pista.

-Llegó el momento de hablar de algo muy importante- me dijo Armando, muy nervioso-. Ya viene por ti. -Su mirada lanza un grito de preocupación-Y no pudo hacer nada para evitarlo.

- ¿De qué hablas? No entiendo. ¿Es otra de tus pruebas de entrenamiento? - interrogo asustada, pero con un toque de ironía, mientras muestro una mueca en mis labios.

- ¡Escúchame, Abigaíl! -Me toma por los hombros sacudiéndome, elevando el tono de voz- te traje aquí para prepararte. No hay tiempo para contar detalles. Van a secuestrarte y todo lo que has aprendido hasta el momento te servirá para mantenerte con vida, mientras te saco de ahí...

- ¡De qué diablos hablas! -lo interrumpo.

- ¡Presta atención! -Grita- Te amo y juro que iré a buscarte, no preguntes como, pero cuando llegue el momento lo sabrás. No te dejaré sola, no estás sola y sé que decirte que confíes en mí es tonto, pero debes hacerlo. Nuestro amor es real.

-No entendiendo, ¿de qué secuestro hablas?

Inesperadamente, me besa con ese fuego único en sus labios, quitándome todo el miedo.

-Te amo, todo lo que vivimos aquí, es real, lo que siento por ti es real, lejos de lo que escuches o veas más adelante. Quiero que te quede claro que no existe nadie más importante en el mundo que tú en mi vida.

-Me estás asustando.

-El miedo es bueno- me dice.

Es entonces escuchamos a las personas gritar, me asomo por el callejón al que me había llevado y observo a muchos hombres armados correr, retrocedo y siento que me apuntan a la cabeza. Estamos rodeados por muchos sujetos peligrosos y con máscaras pasamontañas. Retrocedo apegándome al pecho de Armando, que permanece inmóvil. De entre los hombres a nuestro alrededor aparece un sujeto con cicatriz en el rostro, un bigote ridículo, con traje elegante, lentes oscuros y fumando un puro.

-Me estaba preguntado las razones por las que te encuentras aquí, Armando. -Se acerca más a nosotros- ¿Pensabas, quedártela? -se quita los lentes mientras sonríe.

-Todo es parte del plan y has terminado jodiéndolo. -responde mi amado con voz gruesa y tomándome por los hombros me acerca al sujeto de mirada perversa.

- ¿Qué sucede? -pregunto nerviosa, intentando poner resistencia ante lo evidente, el idiota de Armando estaba entregarme a unos extraños o ¿Es parte de su plan para salvarme?

-La orden era llevarla directo con el jefe, no perderte a medio camino, señor profesor-. Agrega de manera irónica el hombre, y haciendo un movimiento con su mano hace que uno de sus soldados me aparte de Armando -. Pero debo agradecerte esta jugada, pude investigarte a fondo y ¿Qué crees? -saca un arma de su saco y le apunta. -Ya sé quién eres en realidad.

- ¡Noooo! ¡Esperen! -Forcejeo gritando con todas mis fuerzas, en tanto veo como tres tiros certeros, terminan con su vida.

En cuestión de segundos aparecen unas camionetas, donde rápidamente los hombres ingresan, ante la vista de algunos civiles que solo atinan a ignorar el suceso. Sin ganas de volver a gritar dejo que mis lágrimas rueden por mis mejillas y sin mayor esfuerzo dejo que me lleven al interior de uno de los vehículos.

-¿A dónde me llevan? -pregunto, segundos después.

-A casa -, menciona el sujeto desagradable limpiando el arma con la que asesinó a Armando- tu padre espera con ansias tu regreso.

            
            

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