Capítulo 3 3

La idea de matarla por lo que ella había cometido no se había descartado totalmente de su cabeza, pero se preguntaba si iba a poder vivir con la culpa de acabar con tan hermoso ser. Hasta la persona más ruin, nefasta e inescrupulosa de ese infierno tropical llamado Venezuela se sentía terrible al querer acabar con una flor colorida que decora un jardín. Así era Mafer, era una flor de las más bonitas que se pueden conseguir en el mundo.

Su piel canela, su cabello negro azabache, sus labios carnosos, su cuerpo esbelto que contenía curvas pronunciadas que se asemejaban a las de una carretera de montaña, sus senos que eran dos almohadas firmes, su miraba de jaguar que hacía que todo hombre se sintiera devorado al instante, su alegre sonrisa y su conversadora personalidad la hacían resaltar en cualquier lugar a donde llegara. "¿Cómo se puede acabar con tan inefable espécimen femenino?" se preguntaba Vicente mientras permanecía callado y mirando el horizonte que le mostraba la ventanilla del auto.

Faltaba un par de horas para entrar en carretera de asfalto pues el camino a la casa de campo prácticamente era un camino de trocha, como se les dice a las carreteras de tierra hechas rudimentariamente. Los carros se tambaleaban al caer en huecos que había en la carretera y todo en su interior brincaba. Josué empezaba a despertar del sueño al que lo envió el culatazo. Uno de los hombres que iba en el carro se dio cuenta y rápidamente le cubrió la cabeza con un saco negro y le amarró las manos poniéndoselas en su espalda. Al cabo de una media hora Josué pudo recobrar por completo su conciencia.

- ¿A dónde vamos?

-A tu destino, malparido -le respondió el Gocho, quien iba en el puesto de copiloto.

- ¿Dónde está Mafer? ¿Qué hicieron con ella, malditos?

- ¡Ah pues! Tranquilo, pana. Se nota que estas bastante enamorado, pero preocúpate por ti esta vez. Estas a punto de ser descuartizado y solamente piensas en una mujer -pícaramente le dijo el Gocho mientras los demás que estaban en el carro no se atrevían ni a murmurar una sola palabra-. Eso es lo malo del amor. Te pone huevón y crees que la otra persona está sufriendo igual que tú. Pana, ella es una perra. Así como te la coges tú, la coge Vicente y quién sabe cuántos de estos tipos que vinieron hoy a darles bala a ustedes. Te aseguro que también la han follado. Tú te equivocaste al arriesgar todo por una putica que lo único que tiene para ofrecer es su culo a cambio de dinero. Regresaste a este país sólo para cagarte la vida ¡Tan bonito que es Miami!

-Cállate, bastardo, Cállate la puta boca -gritaba mientras su voz era ahogada por la tela del saco que le cubría la cabeza-. Ella es todo lo contrario a lo que puede salir de tu maldita boca, ella es buena y vale mil veces más la pena que usted, que Vicente, que todos ustedes, hijos de puta. Ella vale más que todos estos nuevos ricos que se valen por la necesidad de la gente, del terror y las drogas mientras todo un país sufre. El único pecado de ella es ser pobre y soñar con algo diferente. Querer ser feliz y ayudar a los suyos, sacarlos de la pobreza que acongoja al hombre, no te hace malo.

El Gocho no podía parar de reír luego de escuchar lo que salía de ese saco. Animaba a todos los que estaban en la camioneta para que se rieran con él.

- ¿De qué carajos te ríes, basura?

-De que seas un completo imbécil, un niño rico producto de la sangre que deja la cocaína, de la corrupción que deja a millones de niños en desnutrición y a miles de familias enlutadas en hospitales porque no hay ni una inyectadora. Tú eres un culicagado que desde que naciste has tenido dinero de sobra gracias a tu papi, que no es más que un narco, un asesino igual que yo y que todos estos tipos que trabajan para tu tío y en ocasiones para tu papá. Nosotros hemos matado gente buena que si se trabaja su dinero y quiere vivir en un país diferente. Los hemos cercenado frente a sus hijos y sus esposas tan sólo porque se han quejado del gobernador o porque tratan de quejarse del perico que mandamos al extranjero, porque se quejan de la pobreza que se vive en la calle y de los lujos que tu familia se da. Mientras tu estas cogiéndote un prepago en Miami por 450$ la noche. En las escuelas y universidades de este país la quincena de un profesor con maestría no llega a 3$. Tú eres una basura igual que yo y hasta peor ¡Es verdad! La mucha no es tan mala. Al menos ella no le hace daño a nadie, tan sólo le saca el semen a hombres ricos por dinero, eso es mucho más sincero -como una ametralladora verbal soltó esa ráfaga de verdades a quemarropa a Josué, éste se quedó callado un buen rato, mientras seguían el viaje a quien sabe dónde.

Ya faltaba muy poco para salir a la carretera principal cuando Vicente empezó a notar que Mafer comenzaba a despertar. Él la seguía acariciando suavemente y ella comenzó a balbucear como si estuviera teniendo una pesadilla. Al rato despertó, pero se notaba que estaba muy débil y lo primero que dijo fue: "Quiero agua". Rápidamente el copiloto de la camioneta, que era uno de los oficiales de confianza de Vicente le alcanzó una botella de agua mineral. Ella la tomó con su mano derecha y antes de que intentara abrirla Vicente se la arrebató de forma suave, como si la rabia dentro de él se hubiese apaciguado un poco. Le abrió la botella y se la devolvió poniéndosela casi en la boca. Ella la agarró nuevamente y bebió una gran bocanada, se sentía seca por el daño que hace el olor sintético del cloroformo, era una sensación parecida a la que da luego de salir de farra y haber fumado y bebido en exceso. Bebió un poco más y soltó un respiro. Miro hacia arriba y vio directamente a Vicente que tenía rato estudiando detenidamente cada parte de su cuerpo. Se centró en verle los ojos y se dio cuenta que ahora estaba más sereno.

            
            

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