Capítulo 2 Prólogo

Un espacio lúgubre tres personas que buscan deshacerse de un cuerpo, que les causa total molestia, con solamente amenazar su bajo mundo; mientras ven atada de manos y de pies más una mordaza en la boca, evitando los posibles gritos que seguro no dejaran de salir, el espacio era un granja vieja que alguna vez, tuvo mejores tiempos; solo que la mirada filosa de Celi por su atacante no tenía limite, todo en ella no le agradaba, lo que deseaba lo obtenía y lo que por años trato de tener venía una insulsa latina arrebatárselo con mayor rapidez, piso con dureza el suelo de tierra, antes de ser moles

tada por uno de sus subalternos.

- ¿Qué piensas hacer? -demando su mano derecha, al tener una pistola en su mano izquierda.

-Sencillo que desaparezca, ese bebé no puede nacer; primero lo hará el mío es el único que meceré estar en la mafia Rusa. -escupió con rabia vertiginando por todo su cuerpo.

El hombre curvo una sonrisa sanguinaria, disfrutando de poder ser el primero en violar tal belleza, que no dirá frente a su jefa; mientras que el otro se mantuvo en silencio no dejando de ver a la rehén, que estaba escuchando todo, sintiendo deseos de atacar a esa mujer que solo ha causado dolor y más en su prometido, el único que jamás creyó amar, como ser sucumbida a estar en ese mundo y las tragedias que llevaría a cuestas; solo por confiar en personas que dicen ser lobos y son ovejas disfrazados de ellos, dispuesto para atacar en su debido momento, negó en su interior mirando su barriga, esa que tenía solo cinco meses un fruto concebido de amor, pasión y mucha felicidad que nunca pensó idealizar.

-Perfecto desaparecerá, pero voy a disfrutar el proceso. -vocifero el pelirrojo, mordiendo sus labios de manera lasciva.

-Eso no me interesa, solo sácala de mi vista su presencia me causa jaqueca. -zanjo al acercarse a su rehén, pensando que le infringiría miedo obteniendo lo contrario.

Le quito la mordaza con maldad, aruñando su mejilla en el proceso; pero ni eso la inmuto mirando fijo a su atacante, podía tener belleza solo que el corazón lo tenía más podrido que su fruta favorita; esperaba obtener su libertad, solo que de la ira de su Ruso, nadie podía escapar todos terminaban muriendo tarde o temprano.

-Como me encanta verte en esta silla Curbelo; te dije que él era para mí y no hiciste caso, estas son las terribles consecuencias. -Se mojó la rubia, mirando su aspecto cansado e incómodo.

Con toda la tranquilidad la castaña, no respondió solo curvo una sonrisa esa que más de un hombre adoraba de ella; pero su adorado mafioso impedía que otros disfrutaran quien lo hiciera moría por su mano, de diferente forma, ese gesto provoco en la rubia nauseas incontrolables y más estando embarazada con la única diferencia que llevaba tres meses siendo de otro, pero eso jamás lo sabría el Rey de la Bratva.

-Deja de sonreír ilusa, todo está perdido y no entiendo porque sigues desbordando felicidad. -grito, con rabia al sujetarse su vientre.

- ¿Quieres saber porque? -soltó la pregunta la castaña, pero recibió el acercamiento de una navaja en su cuello, al jalarle el cabello hacía atrás.

- ¡Detente! Quiero saber, que mierda va a decir esta ilusa. -ordeno al pelirrojo, que fue quitando la navaja de su cuello, dando dos pasos hacia atrás.

Cuando pudo estar libre, centro su mirada en el lobo uno que estaba desesperado por conseguir la corona que ella poseía y nadie más podría hacerlo; porque la unión de ella con el Ruso, nadie podía borrarla ambos hicieron un pacto y se cumpliría hasta el final de los tiempos o cuando ambos dejaran de respirar en la misma tierra, asi que con un respiro hondo, dejo salir aquellas palabras.

-Mi felicidad siempre estará en mis labios como facciones; ¿cómo? porque soy la Reina de la comedia y mi Rey me ama genuinamente. -agrego sonriendo, pero una bofetada en la mejilla la hizo mover su rostro a un lado.

- ¡Perra engreída! -elevo la voz, pero la castaña se mantuvo serena ante su cazador.

-Ya es hora jefa. -hablo por primera vez el hombre calvo, que era la sombra de su jefa.

Enseguida la aludida asintió, disfrutando como sus planes daban éxito; su presa fue desatada y llevada a jalones por el pelirrojo, ese que le cumplía sus deseos más oscuros, al estar solo el espacio nuevamente tocó su vientre con gran felicidad, porque su Rey necesitaba un hijo y ella, se lo daría para vivir como la familia más poderosa del mundo, su risa fue un aliciente; para todos sus males el primer problema ya sería resuelto, ahora le quedaba consolar a su futuro esposo, ese que nada más debió tener ojos para ella.

-Bueno bebé... papá debe estar destrozado, y nosotros nos encargaremos de hacerlo olvidar sus males. -susurro tocando su vientre, mientras se giraba para salir de esa sucia granja.

Una mente débil puede causar más problemas, mientras un enfrentamiento sucedería en ese lugar; la venganza del Rey se realizaría, habían tomado lo más valioso que poseía y el infierno quedaría corto con su ira, esa que nadie escapa a menos que estés muerto.

            
            

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