Capítulo 8 6

Lukyan

Tres horas antes...

Uno de los mayores problemas, que tengo es no recibir un buen trabajo por parte de mi gente; ahora me encuentro en el jet privado aterrizando en un país, que ni por asomo pensé venir, pero los movimientos de Frolov estaban constantes en esa zona y mi deber era frenar a uno de los líderes, que me está jugando sucio; sabiendo que las consecuencias serán nefastas por traicionarme, bufo por lo bajo, al bajar las escaleras que me permiten pisar suelo de Uruguay.

Enseguida Pedro se acerca a mi lado, junto a otros diez hombres que traje conmigo, era necesario pasar desapercibido; de todas formas tengo un socio en este país, que no dudará en darme sus mejores hombres y es lo que me permite mirar a mi guardaespaldas, que aprieta las manos inconforme de venir.

-No es buena idea señor. -hablar entre nosotros, fue algo que se ganó con los años; pero igual los vigilo.

-Necesito frenar a Kuzmina, porque se está olvidando ¡Quien es su Rey! -añadí sin emitir emoción, colocándome los lentes de sol, por el clima fuerte que hace.

Una mueca de disgusto aparece; por estar acostumbrado al frío de Rusia, digamos que aquí, la palidez de mi piel cambiará a una más bronceada.

-Señor, desea ir a la base de Kuzmina. -di un asentimiento, comenzando a ir hacía las camionetas blindadas.

Mi escuadrón se mantuvo en las otras tres camionetas, la protección de mi persona era vital, de todas formas nadie puede detener al Rey de una mafia, eso les costaría años, tiempo que le tomo a Frolov iniciar su venganza; sin darme cuenta aprieto mí mano derecha ansioso de comenzar a destruir, la cabeza de Kuzmina está pendiendo de un hilo, si no vomita la verdad mi arma traspasará su cráneo.

Al frente Pedro se mantiene conduciendo, antes de sentir mi teléfono vibrar, notó un mensaje de mi Tío; ruedo los ojos abriéndolo.

Morozov 1

¿En dónde estás?

Me voy y les hago falta, con rapidez le respondo y guardo el teléfono en mi saco interno, sin estar cerca de mis armas, además del chaleco antibalas es requerido, no estoy en mi país y puedo ser un blanco fácil, para los enemigos que actúan en las sombras.

Conforme el auto se traslada por la autopista, llegamos rápidamente a la zona Sur que es la base de Kuzmina, la que usa para descansar como hacer sus tratos o cerrar acuerdos mayores, que favorecen a la mafia; cuando nos detenemos en un edificio mediano con colores negros, en toda la estructura. De inmediato; abren mi puerta y cierro mi saco admirando la edificación, pero chasqueo la lengua al ver gente transitar por todas partes, el lugar es muy concurrido y detesto que lo sea, por eso mi fortaleza es un lujo, ante el ojo de la sociedad, es muy raro que se hagan reuniones han pasado más de diez años, desde la última celebración la cual fue mi iniciación en el mundo que me desenvuelvo.

Acto seguido ingresamos al edificio, no pasa desapercibido las miradas curiosas de las personas que laboran en el lugar; además de los clientes con sus ropas modernas y otras elegantes, a comparación con mi equipo mi gente se moviliza y junto con Pedro subimos al ascensor privado, luego de anunciarme ante el dueño del edificio.

Mientras tanto; en la caja metálica, me quito los lentes y miro a mi guardia, que asiente esperando una orden.

-Pedro necesito que veas la localización del objetivo, no deseo sorpresas; sabes que las odio. -demandó con voz grave.

-Sí Señor.

Enseguida saco su teléfono satelital y comenzó con la búsqueda, pero las puertas se abrieron, los tres custodios salieron, incluyendo Pedro que se mantuvo a mi lado como siempre con elegancia llegamos al escritorio de la secretaria morena con cabellos ondulados, su belleza era digna de admirar, pero no es mi tipo con una sonrisa se levantó de su lugar, para mostrar la puerta de madera con el nombre del ejecutivo en la misma, antes de abrir nos miró con curiosidad.

- ¡Disculpen! me podría decir el nombre de la empresa, para anunciarlos con mi jefe. -expuso mirando a cada uno, pero mi paciencia se había acabado.

Con pasos certeros me acerque a ella y la tome del cuello, un grito ahogado salió de su labios, mientras el pánico la llenaba; una sonrisa ladeada apareció que solo mis palabras la hicieron temblar.

-Dile que el Rey llego. -solté duro, como también su cuello que toco por un breve momento, abriendo la puerta para nosotros, que no dudados en ingresar.

Una oficina espaciosa, con las comodidades necesarias se podía ver, incluso los colores blancos como el marrón le daba un aspecto diferente; pero el escritorio estaba vacío lo que me dejo confundido, antes de ver como una puerta del lado izquierdo era abierta y por ella salían dos personas, una mujer que venía arreglándose el vestido descotado en color negro, la ignore enfocándome en el idiota que se ajustó su corbata, antes de mirarme quedando totalmente paralizado.

- ¡Rey! -hablo, antes de sentarme en su escritorio cómodamente recostándome en el asiento de cuero negro.

-Ky3bMNHa cama -respondí en ruso, dejando una mueca salir de su parte.

-No esperaba verte, por estos lares mi Rey. -niego ante su osadía, todos caen fácilmente.

Con un chasquido, hice que mis hombres sacaran a la dichosa tipa que estaba teniendo su entrenamiento con mi socio; luego tomaron de los brazos a Kuzmina que no dudo en quejarse, me importo poco sus quejas necesitaba respuesta y no me iría, sin conseguirlas lo dejaron frente al escritorio; solo que con un asentimiento de mi parte lo empujaron encima de la madera, quedando su cabeza a mi disposición sus gruñidos de ira no pasaban desapercibidos.

- ¿Qué haces?

Una sonrisa carente de gracia, broto de mi garganta antes de sacar mi arma y tocarla entre mis manos, los ojos azules de Kuzmina se mantuvieron fijos en el objeto como también en mí; la anticipación mata a las personas, pero las preguntas iban primero, verifique mi reloj de marca, opte por marcar el tiempo de una hora los únicos que necesitaría; para después irme de esta mugrosa oficina.

-No es lo que hago Kuzmina, sino más bien exigirte una respuesta y quiero la rotunda verdad. -puntualice; antes de ponerme de pie.

Volví a chasquear los dedos, dejando que Pedro me sirviera un vaso del mejor licor que el imbécil pudiera tener, en un minuto lo recibí en mi mano, inhale el olor descubriendo que era ron venezolano, eleve una ceja ante ese descubrimiento solo una vez lo probé, siendo excelente esperaba que este fuera igual, al tomar un sorbo mi garganta sintió el líquido recorrer; hasta encontrar un excelente sabor miré a Pedro que intuyo que debía llevarse la botella.

La voz de Kuzmina, me trajo nuevamente al asunto.

-Sabes... que soy fiel, a la Bratva. -se defendió con molestia, antes de acercarme a su cuerpo.

-Hummmm... pues unas fotografías, me dicen lo contrario.

-Son mentirás, de ¿qué fotografías hablas? -exigió, lo que me altero.

Lo tome del brazo, dejando que mi hombre se alejará; mientras le propine un golpe con mi rodilla en su estómago, cayó al suelo tosiendo, por el repentino golpe elevo su rostro lleno de cólera, tocando a la vez el lugar afectado; buscando respirar con normalidad.

-Pedro. Muéstrale la foto. -ordene.

El aludido se acercó, para sacar de su saco interno una foto la arrojo en el suelo, Kuzmina la detallo y un silencio reino en la oficina principal, volví a tomar un sorbo del licor, saciando la sed; ya haría una nota mental de realizar un pedido para tener en Rusia, es licor artesanal con un toque picante tiene puntos que lo hacen interesante; pero antes de terminar mi vaso el objetivo, se coloca de pie enfrentándome con la mirada, elevo una ceja esperando respuestas o la pistola terminará el acuerdo.

-Entiendo. -susurro por lo bajo; arrugando la foto como tirarla al suelo.

-La memoria te volvió o todavía padeces de amnesia. -farfulle activando mi arma.

Mi objetivo trago grueso, esas eran malas noticias; pero su voz me interrumpe.

-El de la foto soy yo, pero no hice alianzas con Frolov, busco que lo hiciera y lo detuve, la foto muestra es mi seriedad al tomar mi mano, lo hizo con una amenaza dirigía a usted mi Rey. -informo, pero no me inmute ante lo que hablaba.

- ¿Qué amenaza soltó el bastardo? -pregunte sin rodeos, el tiempo estaba por acabarse.

-Si al decírtelo no cambia nada, prefiero morir con el mensaje. -busca negociar, no es imbécil.

Toque el puente de mi nariz, antes de sonar un pequeño pitido de mi reloj; el tiempo se acabó y nada de Kuzmina me interesa, su trabajo fue bueno por años, hasta que se cruzó con Frolov; ahí jodío todo volví a fijar mis ojos en él, totalmente decidido a morir, solo que no morirá en mis manos, señale a uno de mis hombres de aspecto corpulento con una cicatriz en la cara, la mafia deja huellas en el camino, lo tomo por detrás agarrando su cabeza los ojos de Kuzmina se fijan en mí antes de su desenlace.

-El imperio del Rey se acabará...

Fueron las últimas palabras del objetivo, que fue desnucado por los brazos fuertes de uno de mis hombres guarde mi arma; antes de la ira instalarse en mi cuerpo, Frolov dejaba mensajes; pronto se les acabará porque hoy le daré cacería.

-Señor. -miró a Pedro que me muestra algo en su teléfono.

- ¡Mierda! Lo tenemos cerca, en marcha. -ejecuto la orden y todos proceden a realizar la función.

Antes de salir miro por última vez el cuerpo de Kuzmina, estando decepcionado con los pocos socios fieles que tengo, sigo mi camino y el ascensor me espera Frolov está cerca su peor error es ir a lugares abiertos, esta vez no se me escapará quiero verlo muerto y no descansaré hasta conseguirlo.

...

Luego de una hora, nos encontramos en un centro comercial inmenso de la ciudad, frunzo el ceño adentrándome con mi gente; somos al menos veinte hombres cada uno usando ropas casuales, un contacto que subiré de nivel; me ofreció sus servicios algo bueno tenía que salir, después de un día de mierda, Pedro a mi lado indica el posible punto del bastardo, pero conociendo lo escurridizo que puede ser, tal vez sea un punto ciego y pronto lo averiguaré.

A medida que caminamos por todo el centro comercial, lleno de gente que nos ven pasar, siendo como el entretenimiento de ellos, al tener tres hombres custodiándome y mis lentes puestos, todos pensarán que soy una celebridad, niego ante esos pensamientos ridículos; de ciertas personas que viven ciegas ante un mundo lleno de miseria y maldad.

-Señor. -habla Pedro, y no dudo en mirarlo.

- ¿Qué sucede?

-El punto nos manda, a este lugar. -señala el pasillo derecho, el cual seguimos y mis hombres ir atrás estando alertas.

Apenas llegamos al punto de encuentro, mis ojos no evitan fruncir el ceño, ante un local inmenso en donde se vende de todo; maldigo para mis adentros ante la habilidad de Frolov, giro mi rostro a Pedro, que no duda en asentir siguiendo mis pasos, entramos a la gran tienda junto con mis tres hombres, que se mantienen cautos y siguen su protocolos, después de unos cinco minutos; en donde detallo la zona, me quito los lentes de sol, para fijar mejor cada ángulo del establecimiento.

De pronto una cierta aglomeración de mujeres, se ven en la intención de acercarse; pero un chasquido de mi parte, permite que mis hombres se acerquen a donde me encuentro; Pedro no duda en acercarse y tomar posición en el flanco izquierdo, antes de oír las voces de cada mujer.

-Que guapo es.

-Esta para comérselo.

-Quiero un papi rico, como él...

Por inercia me toque la frente, ante el dialecto descortés de ciertas mujeres latinas, no puedo negar sus elogios son buenos y no nefastos, como algunas zorras con las que me he topado, aquí parezco su ídolo o un empresario famoso, lo digo por el personal de la tienda; hablan entre ellos y se dan sonrisas cómplices, que no logro entender; bufo por lo bajo antes de alzar la vista y encontrar en la segunda planta a un hombre conocido, más por esos ojos oscuros cubiertos por una capucha de color negro, todo en mi ser desea aniquilarlo; pero estoy ante un público, que me lo impide, entonces no dudo en moverme dejando a Pedro en sobre aviso.

- ¡Atentos! Hay que separarnos. - todos; al oír mis palabras asienten y cada uno nos dispersamos.

El idiota escogió el lugar, porque conoce que mis movidas son cerradas, no pierdo tiempo en moverme por la segunda planta, ante las miradas de las personas, mis manos pican por sacar mis armas, pero debo esperar con algo de molestia, miro los lugares estando en la zona de ropa femenina; algunos pares de ojos me detallan otras, me miran con recelo al escoger una prenda, paso de ellas hasta que algo llama mi atención y es la silueta, del mismo hombre moverse a un lugar llamado probadores de damas, sin llamar la atención me movilizo y en cuestión de segundos estoy ingresando en la zona, solo que al pasar una cortina roja me encuentro con una mujer, todo mi ser entra en tensión, porque sus ojos verdes se posan sobre los míos, que me es inevitable no echar un vistazo en su cuerpo una estatura promedio, cuerpo esbelto con proporciones adecuadas, cabello color miel y labios adecuados para satisfacer, carraspeo por lo bajo; antes de sentir la punzada en mi pene.

De inmediato habla en su idioma, que no dude en fruncir el ceño, pero unos pasos acercarse me ponen en alerta, es posible que sea mi objetivo, así que saque mi arma ante el grito de la mujer misteriosa, que no me importo empujarla al primer cubículo que halle seguro, la retuve con mi cuerpo, sosteniendo su cuello sus ojos gritaban miedo, eso me gustaba infringir miedo ante cada víctimas.

Fruncí el ceño ante sus palabras, no deseaba oírla; tenía un asunto que resolver, es por ello que le pedí callar, los pasos anteriores se escucharon más cerca mire nuevamente a la mujer y le señale guardar silencio; supo entender porque voces comenzaron a oírse.

-El Rey está aquí.

Deduje que hablaban por teléfono, porque nadie se oía responder intente moverme, pero la voz de la chica daño mis planes.

- ¡AUXILIO! -Grito tan fuerte, que un gruñido reverbero en mí ser.

Como pude la solté y Salí del probador, donde un hombre entro, no era de mi personal, disparé antes de que él lo hiciera; causándole una herida en el hombro que maldijo en español, el sonido fue el detonante, para que las personas de afuera comenzaran a gritar como correr, gruñí de nuevo antes de mirar a la mujer que hizo una estupidez.

-Aléjese. -demando, volví a negar.

En dos zancadas estuve delante de ella, la tome del cuello y no dude en acercarla a mi cuerpo, su perfume de arándanos me causaba ganas de quitarle la ropa, todo en ella era un misterio, porque mi mente se nublaba, detuve el rumbo de mis pensamientos e hice un movimiento; antes de apretarla fuerte, logrando que sus ojos se vayan apagando en segundos su cuerpo cedió, hasta desplomarse en mis brazos.

Gire mi cuerpo y el hombre había desaparecido, la misión se jodío y estando al mando; pero sería la última vez, porque Frolov jugo su carta, ahora debía lanzar las mías, con más cuidado antes de tener un respuesta; volví la mirada a la castaña que estaba inconsciente la lleve hacía la pared y la recosté en la misma, esperando que nunca vuelva toparse en mi camino, porque si no las consecuencias serían graves para ella, por un minuto la contemplé reconociendo su belleza, su piel era suave que me vi elevando la mano para tocar su mejilla.

Todo murió al ser interrumpido, por mi escolta me puse de pie y los ojos de Pedro, indicaban que la situación había cambiado.

-Habla.

-El objetivo huyo, además fue una trampa y el hombre, que fue disparado lo capturamos, uno de los hombres lo llevo al lugar de interrogatorio. -informo y mi cuerpo se relajó un poco.

-Perfecto. Debemos irnos Frolov se mueve. -manifesté, antes de darle una mirada a la chica que seguía en la misma posición.

-Señor. -me giro y salgo del área con el detrás.

Poco después de reunirnos, entramos a las camionetas saco mi teléfono, para evidenciar las llamadas de ambos familiares; niego y decido concentrarme en la tortura del hombre que capturamos, hablará quiera o no.

            
            

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